PRENSA

Por Héctor Bernardo*

El Mercado Común del Sur (Mercosur) nació en plena oleada neoliberal en la región. En ese marco se constituyó como un espacio de integración puramente comercial, originariamente compuesto por cuatro países: Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay.

Al comenzar el siglo XXI, tras los estallidos sociales que pusieron fin a la primera etapa de gobiernos neoliberales,  las características políticas de la región y del mudo habían cambiado. Se derrumbaba el discurso que planteaba “el fin de la Historia”, “el triunfo del modelo capitalista” y la consolidación de “la forma de vida americana” (American way of life).

La idea de un mundo unipolar desaparecía y el Mercosur se convertía en una herramienta fundamental para que los países de la región configuren uno de los polos del nuevo mundo multipolar.

Siempre con la idea de ampliarse, sumar al resto  países de la región y consolidar la integración que permitieseun mejor desarrollo, se concretó la incorporación de Venezuela como miembro pleno y  se transformaron en países asociados Bolivia, Chile, Colombia, Ecuador, Guayana, Perú y Surinam.

Néstor Kirchner, Luiz Inacio “Lula” da Silva, Tabaré Vázquez, Hugo Chávez, Rafael Correa y Evo Morales parecían materializar el sueño de la Patria Grande que acunaron de Simón Bolívar, San Martín y Juan Domingo Perón (entre tantos otros patriotas de estas tierras). Al Mercosur se sumaban otros espacios de integración como Unasur, Parlasur, Celac, Alba-TCP, etc.

La segunda oleada neoliberal en la región (con Mauricio Macri, Michel Temer, Jair Bolsonaro, etc.) logró desarticular gran parte de lo que se había construido. Venezuela fue suspendida arbitrariamente por tiempo indefinido, los países asociados que estaban en vía de transformarse en miembros no lograron cambiar su estatus. El Brasil de Jair Bolsonaro y del “chicago boys”, Paulo Guedes, le dieron la espalda al espacio de integración y a la sociedad con Argentina. En un intento desesperado Macri y Bolsonaro anunciaron un acuerdo con la Unión Europea (UE) que no logró en concretarse y que de haberse hecho hubiera destruido los últimos vestigios de industrializaciónde Argentina y Brasil.

La llegada de Alberto Fernández al gobierno argentino abre una nueva etapa que genera grandes expectativas para que el Mercosur – y el resto de los espacios de integración – recupere su rol clave. 

En el documental «Actualización política y doctrinaria» (1971), el ex presidente Juan Domingo Perón recordaba: «ya en el año 1949, con el motivo del Tratado de Complementación Económica, que tenía por finalidad constituir una comunidad económica latinoamericana con fines de integración continental, dije que ‘el año 2000 nos encontrará unidos o dominados’. Pero han pasado los años y hoy vemos auspiciosamente surgir revoluciones salvadoras en varios países hermanos del continente. Cuba, Chile y Perú son dignos espejos en los que han de mirarse muchos otros latinoamericanos que luchan por la liberación. Ahora es preciso que, sin pérdida de tiempo, se unan férreamente para conformar una integración que nos lleve de una buena vez a constituir la Patria Grande que la historia está demandando desde hace casi dos siglos y por la que debemos luchar todos los que anhelamos que nuestros actuales países dejen de ser factorías del imperialismo y tomen de una vez el camino de grandeza que nos corresponde por derecho propio».

«El futuro de un mundo superpoblado y superindustrializado será de los que dispongan de mayores reservas de comida y de materia prima; pero la historia prueba que tales reservas son solución solo si se las sabe y se las quiere defender contra el atropello abierto o disimulado de los imperialismos», concluía el líder argentino.

La revitalización del Mercosur es un camino obligado para que los pueblos de la región consoliden su independencia económica, refuercen su soberanía política y construyan la justicia social tan anhelada.

*Docente de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la UNLP.

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