PRENSA

Por Isabel Arigós*

No hay objetivo más digno de la atención del hombre que la felicidad de sus semejantes.

Este hombre que llevó adelante un proyecto de Nación justa y soberana desde múltiples acciones, nació el 3 de junio de 1770, hace 250 años. Tal vez es más importante festejar esta fecha y dejar un poco las sombras del día en que murió, “pobre y enfermo” como suele recordarlo la historia oficial.

Belgrano nació como Manuel José Joaquín del Corazón de Jesús Belgrano en una familia rica y se recibió de abogado en España. Hubiera podido vivir una vida de comodidad y brillos pero prefirió venir a su Patria para llevar adelante políticas relacionadas con aquellas nociones de la Revolución Francesa, las nuevas ideas, que en su casono van a ser teorías sino prácticas sostenidas tercamente frente a todas las adversidades que se opusieron a los cambios.

Miembro del Consulado en años previos a la Revolución de Mayo, redacta las Memorias donde quedan constancias de sus propuestas para la agricultura, la ganadería, la situación de los campesinos, razas de ganado que resultaban óptimas, nuevos cultivos y el fomento permanente de la industria, la industria… sueño siempre perseguido por los estadistas que entendieron a estas tierras. Sueño pisoteado sin descanso por los gobernantes que se entregaron al modelo fácil, seguir las exigencias de los imperios de turno. Otra de sus grandes preocupaciones fue la educación que proponía gratuita y obligatoria, para niños y niñas, hombres y mujeres.

Si bien reseñaremos muchas de sus acciones que muy poco se han conocido y publicado, nos detenemos en una de sus posturas más revolucionarias y constantes: la igualdad de la mujer. Belgrano cree firmemente en el derecho a la educación y formación de las mujeres, critica el lugar al que están confinadas, especialmente las mujeres provenientes de familias pobres condenadas a la miseria o a la prostitución por falta de posibilidades de trabajar dignamente y formarse convenientemente. Como hombre adelantado a su tiempo, está realmente convencido de la igualdad entre el hombre y la mujer. Pregona la educación de ambos sexos como el único camino para convertir esta idea en realidad.

Quería educar, llevar esas ideas a las cabezas de los ciudadanos. Para ese fin también fue periodista, uno de los primeros que tuvimos. El Telégrafo Mercantil, el Semanario de Agricultura, Industria y Comercio y el Correo de Comercio. Las ideas innovadoras de Belgrano, sobre todo en materia económica, quedaron reflejadas en las Memorias, informes anuales en el Consulado. Pidió y obtuvo que fueran leídas públicamente y de esa manera introducir sus conocimientos y teorías revolucionarias entre las que figuraba la agricultura como base de la economía. Propone a ese fin la creación de una Escuela de Agricultura. Defendiendo los trabajadores del campo, critica su situación y llega a cuestionar la propiedad. Es un defensor firme de la industria por sobre las actividades tradicionales, qué brillante intelectual y hombre de acción, este joven abogado, lleno de proyectos y de sueños para esa Patria que está empezando a nacer. Tantas ideas, tantos escritos le van generando enemigos entre los poderosos de la sociedad virreinal, y cuando la Revolución sea un hecho, los poderosos seguirán molestos con un crítico de la concentración de la propiedad. Pionero en el cuidado del medio ambiente, también hace realidad la Escuela de Dibujo como iniciativa del Consulado, la Escuela de Náutica quellegaba a proponer una marina mercante propia, audacia que se volvió amenazante para las autoridades españolas. La síntesis del programa de Belgrano a través de su obra del Consulado es muy prolífica, generosa y bien sustentada. Era la semilla para una Nación que de haber seguido por esos caminos hubiera sido muy fuerte, y muy justa.

Los fuegos revolucionarios lo encontraron en las primeras filas. Protagonizó reuniones, proclamas, documentos. Con Moreno y Castelli fueron los apasionados que no querían perder este momento de cambio a principio del Siglo XIX. Entonces Manuel Belgrano tendrá que dejar sus actividades creativas y educativas para convertirse en General de las tropas que irán luchando con gran sacrificio para sostener la Revolución.

Marcha con el ejército, pero en cada lugar va dejando señales de progreso y desarrollo, funda pueblos, crea la Bandera, redacta un Reglamento para el Régimen Político y Administrativa y Reforma de los 30 Pueblos de las Misiones. Ese documento habla de libertad e igualdad para todos los pueblos que va cruzando, en particular los guaraníes. El verdadero ideario de Mayo lo acompaña. A ese documento que es todo un programa político y social, el gobierno de Buenos Aires no se dignó a tratarlo.

Triunfador y derrotado en las batallas, exitoso en su cruzada, juzgado por la Junta, va a recibir críticas, condenas y nombramientos. Creará la escarapela en las barrancas de Rosario para distinguir sus soldados en los enfrentamientos. Las baterías que fundó en esas campañas se llamaron Libertad e Independencia. Rivadavia que ya ejerce su influencia nefasta se altera, y mucho más cuando Belgrano desarrolla la bandera azul y blanca. Rivadavia no quiere apresurarse en el camino revolucionario. Las campañas en el Norte siguen a continuación con sacrificios, triunfos y éxodos. En cada movimiento hay historias que nos hablan de un hombre valiente y sensible, que dejó todo en nombre de su sueño libertario. Unido a San Martín empujó para la declaración de la Independencia en 1816.

Recibirá un premio por sus victorias de 40.000 pesos oro y los dona para fundar cuatro escuelas en el Norte, la última de ellas se inauguró 191 años después, el 7 de julio de 2004 en Jujuy. Tampoco le pagaron sus sueldos atrasados. Años amargos vivió en sus últimos tiempos por gobiernos egoístas y hasta traidores que hacían muy difícil seguir soñando con la Patria diseñada en 1810.

Presta servicios cada vez que se lo solicitan. Pero su enfermedad, compañera de años, se agrava. El 20 de junio, desgarrado como la Tierra que tanto defendió, muere muy pobre en Buenos Aires, el hombre que hizo demasiado. Dicen que sus últimas palabras fueron “Ay Patria mía”, nosotros hoy decimos con él también “Ay Patria mía”, que los sueños de Belgrano se cumplan de una vez.

*Historiadora y profesora de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la UNLP.

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