GÉNERO

Por Delfina García Larocca*

De Marta Ramallo se pueden decir muchas cosas y seguro las palabras nunca alcancen para describir su ser que existe y resiste.

Es mujer, es luchadora, es compañera, es amiga, es madre. Es para muchos/as/es de los/as/es que tenemos el placer de tenerla cerca, una madre postiza. Marta es militante desde antes del primer 26 de julio sin Johana. Desde la primera vez que la vi supe que era una inquieta. En el sentido más transformador posible de la inquietud. Marta no puede ver pasar o existir una injusticia sin detenerse a intentar transformarla.

Marta es de esas mujeres potentes que viven del legado de endurecerse sin perder la ternura. Y no la define una dureza vaciada, como rasgo anecdótico de su marcada personalidad. Al contrario, la define la dureza que tienen aquellos/as/es que han sufrido mucho y transformaron el dolor en potencia para luchar.

Marta tiene mucho de las madres coraje, de las madres faro, de las que -locas para el mundo- nos enseñaron la lección política más importante de la que hemos sido testigos/as/es los/as/es de esta generación cuando hablamos de la historia viva de nuestro pueblo.

Y esto es porque desde la primera concentración en la que nos encontramos con ella para acompañarla, para abrazarla, para decirle que jamás nos íbamos a rendir, se convirtió en nuestra maestra.

De Marta aprendimos muchas cosas, pero sobre todo, la importancia de reírnos incluso cuando no tuviéramos motivos. De luchar escupiéndole una sonrisa revolucionaria, colectiva y amorosa a este sistema que nos quiere fragmentados/as/es, odiantes, tristes y en silencio.

Con Marta aprendimos que ninguna injusticia nos puede arrodillar si tenemos con quien luchar.

De Marta aprendimos que tenernos es la pulseada que le ganamos al capitalismo liberal.

Marta habla en voz alta, a veces gritando, se ríe fuerte pero, fundamentalmente, abraza fuerte. Un abrazo de ella es irrompible.

Es muy fácil serle leal a Marta porque si hay algo que ella sabe es repartir lealtad al mundo, pero no al que conocemos, al mundo que soñamos construir. Marta es el vivo ejemplo de que ningún medio de comunicación ni gobierno de turno negacionista puede esconder ni callar el coraje revolucionario de una mujer luchadora.

Marta es emblema de la revancha feminista y popular que – de a pequeños o grandes pasos- le estamos dando a este sistema planificadamente machista, elitista y blanco.

Marta, gracias por ser la bocanada de aire que tomamos cada vez que nos paraliza una injusticia. Por volver a enseñarnos que el dolor se tiene que transformar en lucha colectiva y que jamás nos podemos salvar solos/as/es.

*Secretaria de Género de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social.

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