PRENSA

Por Héctor Bernardo*

Bertolt Brecht escribió: “Hay hombres que luchan un día y son buenos. Hay otros que luchan un año y son mejores. Hay quienes luchan muchos años y son muy buenos. Pero hay los que luchan toda la vida: esos son los imprescindibles”. Hugo Chávez Frías fue uno de los imprescindibles.

Desde los años 60 la figura de Fidel Castro Ruz se elevaba como un faro solitario en la Región.  Su condición de isla transformaba a Cuba en la metáfora perfecta: un proyecto emancipador aislado en medio de un continente que parecía cada vez más cooptado por la derecha neoliberal. Pero, a finales del siglo XX y principios del siglo XXI la región vio surgir a hombres y mujeres que se transformaron en referentes de un proceso de cambio casi volcánico.

El 27 de febrero de 1989, el “Caracazo” se transformó en el primer estallido social contra ese perverso modelo de acumulación y despojo que lleva el nombre de neoliberalismo. Como no podía ser de otro modo, la derecha, en aquel momento representada por el gobierno de Carlos Andrés Pérez, respondió a la demanda social con una brutal represión y una masacre. Los muertos y los heridos se contaron por miles.

Poco tiempo después, impulsados por la indignación que produjo aquella terrible represión a un pueblo hambriento, el 4 de febrero de 1992, soldados venezolanos encabezados por un joven Hugo Chávez Frías realizaron un levantamiento. En aquel momento Chávez, al deponer las armas, dijo su famosa frase: “Por ahora, los objetivos que nos planteamos no fueron logrados en las ciudad capital”.  Ese “por ahora” sería una sentencia que pocos comprendieron.

A pesar de estar en prisión la imagen de Chávez crecía día a día y al recuperar la libertad emprendió el camino de la construcción política y la lucha electoral que lo llevó a ganar las elecciones en 1998 y asumir en 1999. Al jurar aseguró que lo hacía sobre una “moribunda Constitución”.

Las políticas implementadas por Hugo Chávez revitalizaron la economía venezolana. El acceso de los sectores más vulnerables a la educación, la vivienda y la salud, así como el mejoramiento de las condiciones de vida de los trabajadores y las trabajadoras fueron pilares de sus gobiernos. Como lo también lo fue la idea de la consolidación de la unidad regional.

La llegada de Chávez al gobierno (Venezuela, 1998) fue la muestra de que la región iniciaba un camino de transformación, luego se sumarían: LuizInacio “Lula” da Silva en (Brasil, 2003), Néstor Kirchner (Argentina, 2003), Tabaré Vázquez (Uruguay, 2005), Manuel Zelaya (Honduras, 2005), Evo Morales (Bolivia, 2006), Rafael Correa (Ecuador, 2007), Daniel Ortega (Nicaragua, 2007), Fernando Lugo (Paraguay, 2008) y Salvador Sánchez Cerén (El Salvador, 2014). Procesos populares que, en muchos casos, tendrían continuidad y profundización con Cristina Fernández (Argentina, 2007), José “Pepe” Mujica (Uruguay, 2010), Dilma Rousseff (Brasil, 2011) y Nicolás Maduro (Venezuela, 2013).

El 11 de abril de 2002, con los medios de comunicación y la embajada de Estados Unidos como mascarón de proa, la derecha dio un golpe de Estado y se llevaron detenido al presidente. Pero el pueblo salió a la calle y en 48 horas se recuperó la democracia y Chávez retornó al gobierno.

Piedra fundamental de esta nueva etapa fue el 5 de noviembre de 2005, cuando en la ciudad argentina de Mar del Plata Hugo Chávez, Néstor Kirchner y Lula da Silva encabezaron el rechazo al Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) que el presidente norteamericano George W. Bush quería imponer en la región. Ese día se concretó el famoso “No al Alca”, que quedaría en la memoria popular como la famosa frase de presidente venezolano: “¡Alca, Alca, Al carajo!”.

La integración regional comenzó a materializarse con la reformulación de la lógica del Mercado Común del Sur (MERCOSUR), se creó en 2004 la Alternativa Bolivariana para los pueblos de América (ALBA), que luego se reformularía como Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América – Tratado de Comerico de los Pueblos (ALBA-TCP). En 2005 se fundó el Parlamento del Mercosur (PARLASUR), en 2008 la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR) y en 2010 la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC).

En poco más de diez años, las políticas económicas y sociales de los procesos populares de la región sacaron de la pobreza a más de 60 millones de personas, generaron crecimiento y recuperación de derechos políticos, económicos, sociales y culturales. Construyeron integración, independencia y soberanía. Ejemplo de ello es que los espacios de integración tomaron como una causa regional el reclamo argentino por la soberanía de las islas Malvinas y en la Cumbre de la CELAC de 2014 en La Habana se declaró a América Latina y el Caribe como zona de paz (paso fundamental para que luego se pudieran firmar en Colombia los Acuerdos de Paz entre la guerrilla de las FARC-EP y el gobierno de Juan Manuel Santos).

El 5 de marzo de 2013, Hugo Chávez Frías falleció víctima un cáncer (que algunos sospechan que pudo haber sido inducido). La derecha, que siempre festeja la desaparición de los referentes del pueblo, se alegró y creyó que comenzaba el fin del proceso popular en la región. No entendieron – y nunca entenderán – que lo líderes y lideresas populares no imponen su voluntad al pueblo, por el contrario, son los más fieles representantes de la voluntad popular. Cristina, Lula, Dilma, Maduro, Evo, Chávez, Ortega, Néstor, Correa, Fidel y tantos otros líderes y lideresas de la región son sus pueblos y sus pueblos son ellos. No son candidatos construidos en laboratorios de marketing financiados por la Embajada de Estados Unidos y la Unión Europea. Son la sedimentación de siglos de luchas. Son el grito de los oprimidos y las oprimidas que vuelven una y otra vez a las calles a reclamar sus derechos.

Chávez fue su pueblo y hoy su pueblo es Chávez y nada ni nadie podrá cambiar eso.

*Profesor y  director del Observatorio Latinoamericano de Comunicación y Procesos Políticos e la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la UNLP.

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