PRENSA

Por Isabel Arigós*

María Eva Duarte nació el 7 de mayo de 1919. Era la quinta hija de Juana Ibarguren, su padre Juan Duarte tenía otra familia “legítima” y si bien había reconocido a los primeros cuatro hijos de esta otra familia, a esta niña, la quintano quiso darle el nombre, el estigma completo. Así comienza su vida, mujer, pobre y extramatrimonial. Un comienzo que a otras las podríahaber hundido, a esta María Eva la va a nutrir de coraje y de un sentimiento muy fuerte contra la injusticia.

Muy joven se va a Buenos Aires en busca de un futuro como actriz, irá luchando sin padrinos en esa selva y saldrá adelante. Incluso se convirtió en delegada sindical y luego presidenta de la Asociación Radial Argentina.

La Historia la acercó al Coronel Perón en sus años de ascenso. Compartían sentimientos de amor, y  la concepción que la Argentina tenía una sociedad muy injusta,  soñaban con corregir ese destino.

Una vez que Perón llega a la Presidencia de la Nación, Eva irá mostrando su carácter y fuerza en la tarea enorme que se ha planteado el Líder. No tuvo nunca la intención de disfrutar ese espacio para su comodidad, ni quiso tampoco formar parte de ese mundo de mujeres ricas de la oligarquía, nunca traicionó sus orígenes, siempre se dedicó a ese pueblo cuyas necesidades, sufrimientos y carencias conocía  muy bien.

Fue nexo con los gremios, funcionó como el puente entre el Presidente y los trabajadores. Si,  una  mujer en los años 40, abriéndose paso y haciéndose respetar  en un mundo de hombres. Con el aval del presidente, pero siendo ella y  su fuerza quien encara desafíos que generaran derechos en millones hasta este tiempo desprotegidos.

Interpretaba muchas veces mejor que nadie el clima de un momento, de una crisis. Se volvió invalorable para el funcionamiento del Proyecto de Perón.

Cuando empezó tenía veintisiete años, tan joven, tan fuerte. Miles de sueños fueron tomando forma, su control y opinión definían lo que se llevaba adelante. Acción Social, salud, deportes, vivienda, educación, en definitiva el desarrollo integral de las personas.

Cuando elegía las sábanas, las camas, los baños de los Hospitales les pedía a los encargados “piensen en personas, no piensen en pobres, no vamos a elegir nada para pobres”. De la misma manera surgieron sus planes de vivienda, barrios enteros, casas “para personas” no para pobres, que iban cambiando la vida de los trabajadores que pagaban por esas casas con una parte de su salario, pero con el apoyo de los gremios, del Banco Hipotecario. Los campeonatos deportivos para niños y jóvenes, que llenaban de alegría y entusiasmo a todos ellos y sus familias, dónde además se estudiaba el estado de salud de esos niños y jóvenes para detectar tempranamente enfermedades.

En esa actividad febril, incansable, también se ocupó de la situación de la Mujer, muy atrasada en la época, tanto política como económicamente. Las mujeres pasaron de ser anónimas y restringidas a sus labores en la casa, a trabajar en todos los ámbitos, convertirse en delegadas, seguir carreras universitarias. Fue un paso gigante en la visibilidad y derechos de las mujeres. Con toda decisión obtendrá el protagonismo político, habrá voto femenino por fin, habrá mujeres candidatas a cargos políticos, es un cambio muy fuerte como todo lo que se está haciendo en esos años, mucho, y rápido. Tanto Perón como Eva parecen comprender que el tiempo apremia, y que cada día, cada cambio que mejore las condiciones de vida de los trabajadores, de sus familias, de la Argentina, son urgentes.

Eva tiene motores para sostenerse, el amor y el conocimiento personal de la injusticia. No tiene miedo, dice lo que quiere y muchas veces es poco “política”, está adelantada a su época y la lucha se vuelve muy grave, el odio que enfrenta es monstruoso, todos los sectores de la oposición la consideran peligrosa y fuera de control, corren los chismes sobre sus orígenes, sobre la ropa y las joyas que usa. Molesta porque le quedan demasiado bien, porque es joven y linda.

En su trabajo, contesta cada carta, atiende a sus “negritos” y “descamisados” que la esperaban en la escalera de la Fundación. ¿Cómo poder comprender lo que significaba esa mujer para todos y todas que recibían ese trato cariñoso, esa consideración con amor que los hacía ciudadanos en su País, y ya no más parias sin destino?

Considera a la acción social como un derecho y no  como beneficencia, y tal vez ese sea el cambio más fuerte, más profundo y que marcara a propios y a extraños para siempre en las políticas de Estado.   

La enfermedad se a va llevando, su última presentación en público es acompañando a Perón el día de su asunción al 2º gobierno, parada y sostenida con un arnés bajo su tapado de piel, no se priva de ese momento de gloria. El odio de los poderosos ha llegado al extremo de escribir “Viva el cáncer” en las paredes. Nunca se detuvieron a comprender el cambio positivo y favorable que esa mujer había producido en el País. No perdonaron su atrevimiento, su decisión, su coraje para enfrentarlos.

Tanto odio, tanto amor, así se escribe nuestra Historia y se repite. Gracias Evita por habernos querido tanto, por haber generado tantas maravillas para tu pueblo, ese primer paso ha sido el surco que transitaron después otras grandes mujeres, con la misma decisión, coraje y amor. Repetiremos una y mil veces,  cuantas veces sean necesarias, y lo haremos carne y estandarte de lucha: Donde hay una necesidad nace un derecho.

*Profesora de esta casa de estudios.

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