PRENSA

Por el Dr. Claudio Panella*

Desde horas de la mañana del miércoles 17 de octubre de 1945 fueron confluyendo a la Plaza de Mayo miles de personas, principalmente obreros provenientes de distintos puntos de la Capital Federal y la provincia de Buenos Aires, para exigir la libertad del Coronel Juan D. Perón, ex Secretario de Trabajo y Previsión, que se encontraba detenido en la isla Martín García desde que había sido obligado a renunciar días antes a dicho cargo y a los de Vicepresidente de la Nación y ministro de Guerra, que también ejercía. Los manifestantes, que a decir del escritor Raúl Scalabrini Ortiz constituían “el subsuelo de la patria sublevado”, reclamaban al gobierno militar la libertad de quien, al frente de la cartera laboral, había llevado a cabo un decidida política en favor de los trabajadores como nunca había sucedido en la historia nacional. El apartamiento de la escena pública de Perón, entendían aquellos, seguramente daría por tierra con la legislación laboral instituida en los dos años anteriores, la que había reconocido y promovido derechos largamente anhelados por el movimiento obrero. La multitud, que con el correr de las horas había ocupado toda la superficie de la plaza repitiendo insistentemente la frase ¡Queremos a Perón!, estaba decidida a permanecer allí hasta que el mencionado fuese liberado. Y efectivamente así ocurrió en horas de la noche, culminando la jornada con un discurso de aquel pronunciado desde los balcones de la Casa de Gobierno dirigido ante quienes, desde ese momento, se convirtieron en sus fieles partidarios.

¿Cuántas personas había en la histórica plaza? ¿50.000? ¿70.000? ¿100.000? Nunca se sabrá con certeza. De lo que sí no caben dudas es que la cantidad de manifestantes fue lo suficientemente significativa como para influir decisivamente en el curso de los acontecimientos, alterando un rumbo político que parecía definitivo, el de la derrota de Perón, transformándolo en un inesperado y contundente triunfo. En efecto, ese día se convertiría en el del nacimiento del justicialismo, el movimiento político más importante de la Argentina contemporánea. La jornada, entonces, revistió el carácter de indudable hecho histórico en la medida en que, por su importancia, trascendió y se proyectó a través del tiempo. Fue, en palabras del historiador Félix Luna, “el Huracán de la Historia”, incorporándose a partir de ese momento, en forma insoslayable, como acontecimiento central de la naciente liturgia peronista.

Al año siguiente, en su primer aniversario, Perón, acompañado de Evita, volvió a hablar desde el balcón de la Casa Rosada ante la multitud reunida en la plaza, decretando además feriado para el día siguiente -que de allí en más se reconocería popularmente como “San Perón”-, lo que se repetiría en 1947 y 1948. Otro tanto ocurrió en 1949, con la particularidad de que se cantó, por primera vez, la marcha partidaria Los muchachos peronistas. En 1950 Perón enunció las “20 verdades peronistas”, una síntesis doctrinaria de su movimiento, en tanto que el de 1951 fue el último de Evita, que fallecería meses después; también, fue el de la inauguración oficial de la televisión argentina. En 1952 se leyó el testamento póstumo de Eva Perón, titulado Mi voluntad suprema. En el acto de 1953 Perón fue condecorado por la Confederación General del Trabajo, en tanto que el de 1954 sería, a la postre,  su último 17 de octubre dirigiéndole la palabra a la multitud reunida en la plaza. Sucedió que desde el derrocamiento de su gobierno en 1955 y hasta 1972, lapso de tiempo en que el justicialismo estuvo proscripto, no hubo celebración oficial, aunque sus partidarios se encargaron de recordar la fecha en distintas circunstancias.

Retornado de su largo exilio y electo nuevamente presidente, Perón asumió por tercera vez la primera magistratura de la Nación el 12 de octubre de 1973, jornada en la que volvió a hablar ante sus partidarios reunidos en la Plaza de Mayo, decretándose empero que el próximo 17 sería día laborable. Perón falleció el 1° de julio del año siguiente, pero el movimiento por él creado le sucedería, no sin altibajos, hasta el presente, con el valor fundante de aquella jornada inolvidable de octubre de 1945.

*Profesor de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la UNLP.

Pin It on Pinterest