PRENSA

Por la Secretaría de Género de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la UNLP.

En el año 1960 las hermanas Patria, Minerva y María Teresa Mirabal fueron asesinadas por el dictador de la República Dominicana Rafaél Leónidas Trujillo. Las asesinaban por activistas, por revolucionarias, pero no solo por ser subversivas del régimen dictatorial, sino también por rebelarse contra el mandato patriarcal que las relegaba a los silencios, lo privado y lo secreto como destino petrificado. Fueron asesinadas por ser militantes, activistas y revolucionarias, pero sobre todo porque se atrevieron a serlo siendo mujeres.

En el año 1981, durante el Primer Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe en Bogotá, fue elegido el 25 de noviembre -el día del asesinato de las Mirabal- como el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. Esta decisión deja a la vista que hace décadas que las feministas hemos aprendido a reivindicar esos momentos de la historia olvidados, a abrazar esos dolores silenciados y convertirlos en historia viva, que sangra, que arde.

No porque haya muertes más significativas que otras, ni luchas más importantes que otras, sino porque debimos aprender a tomar toda la injusticia, la violencia y la opresión para convertirla en potencia transformadora, prepotencia de trabajo y lucha colectiva. Por eso cada año en estas fechas no elegimos solamente recordar la historia de ese triple femicidio en manos del Estado, no elegimos la efeméride como suceso anecdótico, elegimos construir herramientas que nos permitan gritar las desigualdades, visibilizar las violencias y generar estrategias para la transformación de la realidad de las mujeres, lesbianas, bisexuales, travestis, trans y no binaries.

Porque el nombre de la fecha nos queda corto, porque con el paso del tiempo y el crecimiento de los feminismos en nuestro país y nuestra región hemos comprendido que la lucha contra la violencia por motivos de género también debía contemplar a las lesbianas, a las bisexuales, a las travestis, a les trans y no binaries. Identidades que deben ser nombradas, que deben ser oídas y sobre todo deben ser tenidas en cuenta a la hora de luchar contra un sistema cisheteropatriarcal que se lleva la vida de miles de nosotres cada año, cada mes, cada semana, cada 30 horas.

El crecimiento del movimiento Ni Una Menos, el surgimiento de la marea verde durante la larga lucha por el derecho al aborto legal, seguro y gratuito, los sucesivos paros feministas durante el gobierno neoliberal de Mauricio Macri, son algunos de los eventos clave en el recorrido de los feminismos argentinos que nos permiten construir una historia creciente en el camino por la lucha contra las violencias. Durante esos años el trabajo constante y la militancia permanente nos permitió conseguir reivindicaciones como la Ley Micaela o la Ley Brisa, nacidas del dolor y de la lucha.

En la actualidad, la creación del Ministerio de Mujeres, Género y Diversidad, la Ley de Cupo Laboral Travesti-Trans, la Ley de Equidad en los medios de comunicación y la Ley de Aborto Legal, Seguro y Gratuito constituyen algunos de los grandes logros históricos que el movimiento feminista ha sabido conseguir en pos de la eliminación de las violencias y las desigualdades. Logros que se encuentran enmarcados también en la voluntad política de un gobierno nacional y popular que tienen como prioridad la generación de vidas más vivibles. Vidas que necesariamente deben construirse al calor de las luchas contra todo tipo y modalidad de violencia de género, de opresión y de discriminación.

Con nuestro recorrido cuidándonos las espaldas y en este contexto de crecimiento irrefrenable de los feminismos es que debemos considerar esta fecha, 25 de noviembre, como un día de reivindicación, de lucha, de memoria, de trabajo y de acción para que “ni una menos” deje de ser un pedido desesperado y se vuelva una realidad indiscutible.

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