Cristina fernandez de kirchner durante su discurso en la cetea

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Hacer honor y cumplir con lo prometido
Por María Elisa Ghea (*)

No llama la atención de que los medios de comunicación dominantes y la oposición política hayan hecho hincapié en una parte muy pequeña de la larga exposición de Cristina en la CTA  en la que afirmó que “el Estado nacional debe recuperar el control, la auditoría y la aplicación de las políticas sociales que no pueden seguir tercerizadas”, porque si algo hace bien la derecha y el neoliberalismo en particular, es llevar adelante su táctica de construcción discursiva para imponer el sentido común y una cosmovisión sesgada y sin argumentos válidos sobre lo que pasa o pasará.

Lo preocupante de este recorte de un largo discurso en el cual Cristina habló de los verdaderos intereses del poder real en contra del pueblo, de la economía, de la importancia de recuperar el rol del Estado en todas las instancias en las que se pueda construir y consolidar las condiciones para un buen vivir de las personas, es que un sector definido como nacional y popular lo haya hecho sin tener en cuenta lo macro de lo que dijo. La actitud de estos dirigentes pareciera estar más relacionada a la resistencia de moverse de sus lugares de confort en el cual no están sus representadas/os.

El peronismo ha sido siempre acusado por los sectores conservadores, de derecha y liberales,  de hacer populismo con el fin de aprovecharse de las situaciones de los pobres. El kirchnerismo como parte del peronismo no ha sido la excepción a semejante acusaciones. Luego de la crisis del 2001 fueron muchos los esfuerzos para de-construir en el imaginario social el discurso que afirmaba que la política es sinónimo de corrupción y que el Estado es la caja de la que se sirve para robar y hacerse ricos a quienes hacen militancia.

Este se creía un debate superado y, sin embargo, están los despeinados que con falsos relatos de los hechos y procesos históricos afirman que debe desaparecer el Estado para que el mercado genere las riquezas simbólicas y materiales del derrame y regule la vida de las personas. También están quienes afirman que en un segundo tiempo volverían a hacer lo mismo, pero más rápido que lo que lo hizo en cuatro años.

A estos personajes y sus propuestas hay que temerle, no a la responsabilidad que tiene el Estado de administrar los recursos disponibles, que por cierto son muy escasos, debido al endeudamiento y a las maniobras neoliberales que saquearon una vez más a la Argentina.

Las declaraciones de Cristina Fernández de Kirchner ante la CTA vinieron a poner en palabras los matices de grises que existen entre el blanco y el negro. Ella misma lo dijo. “Hoy tenemos 7% de desocupación. Estamos solamente a 1,1 de alcanzar el 5,9 que teníamos allá por el 2015 pero tenemos 1.300.000 planes. Hay algo que va a haber que revisar porque con esa desocupación del 7% deberíamos tener menos planes sociales”.

La Vicepresidenta fue clara, precisa y sin pelos en la lengua. No puede ser que el Estado administrado por un gobierno que se dice nacional y popular y del cual es parte, salve su conciencia solo entregando dinero, que por supuesto es una inversión y nunca un gasto. Debe hacerse cargo de generar los mecanismos, las estructuras legales y legitimadas que posibiliten articular y diseñar las políticas de inclusión, que como es sabido, deben ser universales.

Cabe hacerse entonces la pregunta del porqué la interpretación que hicieron de estas palabras algunos dirigentes de movimientos sociales.¿Se habrán olvidado de que fueron los sucios, malos y feos del neoliberalismo? ¿Creerán que los derechos conquistados ya son de por vida? ¿Pensaran que lo que dijo el juez de la Corte Suprema en Chile, Carlos Rosenkrantz, sobre que “No puede haber un derecho detrás de cada necesidad», es de libre pensador y no la representación de lo que piensa el neoliberalismo, los libertarios o los conservadores si ganan en el 2023?

Como bien señala el dicho popular “a río revuelto ganancia de pescadores”. Los únicos que tuvieron beneficio del debate que se generó dentro del campo nacional y popular y del Frente de Todos en particular, fue el amplio espectro de la oposición que recurre a los consejos de la embajada de EE.UU para emitir opinión. Aprovechan y no se hacen cargo de ninguna de las consecuencias de su gobierno, ni de los anteriores hasta que llegara el peronismo o el kirchnerismo. No responden sobre nada del verdadero desastre que hace años viene denunciando la vicepresidenta de la Nación sobre el endeudamiento, la fuga de capitales, los monopolios y oligopolios que hacen que suba el índice de la inflación, los recortes presupuestarios que hicieron en salud, educación y trabajo, entre otras dramáticas cuestiones.

¿Qué hay de macabro y denunciante de los movimientos sociales en la idea o la convicción de que el Estado sea el verdadero garante de los derechos sociales y controle tanto al sector público como privado sobre el uso de los recursos que son finitos? ¿Qué tiene de malo que el Estado, independientemente de quien gobierne sea un Estado inteligente, fuerte, pueda sostener en el tiempo las conquistas que son derechos?

¿Acaso no se les exige a los gobiernos que ejerzan su poder de contralor de las estructuras que hacen a la calidad y transparencia de gestión? Llama la atención que sectores que provienen del campo nacional y popular y que comparten una misma historia se hayan sentido mal interpelados por una lectura crítica de la realidad que le toca vivir a cientos de miles de compatriotas, y sobre el cual está el deber de hacer que sus vidas sean mejores.

En las palabras de Cristina en la CTA no hay negacionismo sino reconocimiento y lectura crítica de lo que debe hacerse. Lo único que pide Cristina es responsabilidad histórica y cumplir con lo prometido.

El trabajo realizado que emprendieron las organizaciones sociales y políticas en los barrios ya en la década del 70 haciendo frente al a la matriz económica y productiva impuesta por el terrorismo de Estado, es un cumulo de experiencias y saberes del cual no puede prescindirse cuando la Patria atraviesa una situación de extrema gravedad de la que se sale sólo uniendo las fuerzas colectivas nacionales y populares.

Las luchas y las acciones llevadas adelante por los movimientos sociales en la Argentina para hacer frente a las políticas neoliberales de los 90 e implementadas en el mundo tras la receta “mágica” del Consenso de Washington que llevaron al debilitamiento y fin del Estado de bienestar y benefactor y a dejar en la mano invisible del mercado la distribución de las riquezas, fueron instrumentos esenciales en la organización de las resistencias con ideas proactivas que colaboraron en sacar de la indigencia y la pobreza a millones de personas y garantizar los derechos sociales en donde el Estado se corrió de sus obligaciones.

La crisis del 2001 vivida en la Argentina no hubiera podido superarse sin la organización social que fluyó e hizo tracción de abajo hacia arriba y de forma transversal para que los gobiernos posteriores tomarán decisiones en pos de sacar de la pobreza y la indigencia a más del 55% de la población. No fue solo resistencia sino militar una idea de lo que debía recuperarse como rol del Estado.

A los Estado los administran los gobiernos, y no hay planificación, gestión y administración de políticas públicas que no estén sustentadas en una determinada ideología y proyecto político. Durante los gobiernos de Néstor Kirchner (2003-2007) y luego el de Cristina Fernández de Kirchner (2007-2015) es un dato objetivo que el Estado fue recuperado de las manos de los sectores privados neoliberales que lo habían desguazado con el propósito de garantizar los derechos sociales vedados, ampliar los que quedaban y construir los que faltaban.

No se puede hacer aquello de lo que no se está convencido. Estos gobiernos nacionales y populares reconstruyeron las bases de un Estado que había que ir fortaleciendo. Tanto Néstor como Cristina, primero lo desendeudaron para poder tomar decisiones soberanas e independientes y para que el Estado como instrumento necesario pudiera intervenir en defensa de los más débiles ante las emboscadas de la economía global capitalista neoliberal que se apropia de las riquezas y sus excedentes en beneficio propio, y que nada redistribuye, sino por el contrario acumula cada vez más las riquezas en pocas manos profundizando las desigualdades sociales que hoy son escandalosas.

Las organizaciones sociales populares influyeron en lo que luego sería una idea de Estado nación en sus diversos territorios como lo es la salud, la educación, el trabajo, la vivienda, la economía popular. Quien niegue esto, estaría pretendiendo tapar el sol con la mano. Pero también es cierto que el involucramiento del Estado en tanto estructuras para el sostenimiento y administración de las políticas públicas de los gobiernos, dependen de sus decisiones políticas.

Como afirmara Cristina de Kirchner en su discurso en la CTA del 20 de junio “¿El Estado entonces es necesario, es innecesario? No, no, el Estado es imprescindible sin lugar a dudas. Es imprescindible”. En este presente, más que nunca debe ser el Estado y sus políticas públicas las que deben servir para garantizar la inclusión, la justicia social y la soberanía e independencia de las naciones, por lo que debemos hacer todo lo posible para que los discursos del odio y la fragmentación de los pueblos, no lleven a confusiones o a debates incoherentes y contradictorios que lo único que hacen es favorecer a los sectores que siempre a río revuelto obtuvieron cuantiosas ganancias en detrimento de los que menos tienen.

(*) Secretaria de Posgrado y Docente de la Facultad

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