bandera de argentina flamea en un cielo azul

PRENSA

Prof. Isabel Arigós*

Eran tiempos difíciles… Así puede comenzar cualquier momento de la Historia Argentina. Pero para las muy jóvenes Provincias Unidas del Río de la Plata, era el momento de definir un destino, desde la Revolución de Mayo en 1810 se discutía si el cambio iba a fondo o solo era una transición.

Para los que pelearon poniendo el cuerpo propio y de los jóvenes soldados en los campos de batalla, no había duda. Luchaban, y morían por una Patria nueva y libre. José de San Martín, Manuel Belgrano, Castelli, Monteagudo y muchos otros oficiales reclamaban la definición que justificara el enorme sacrificio de la guerra contra el absolutismo español. La Logia Lautaro había puesto en claro la necesidad de Nación y Constitución, y esa Logia no pedía con timidez.

El momento no era el mejor, pero en realidad desde 1810 los enfrentamientos entre los intereses de la poderosa Buenos Aires y las demás Provincias no pararon de agravarse. Artigas, el lúcido Jefe de la provincia Oriental, perseguido y amenazado, ya había reunido en un proyecto Federal, Republicano e igualitario a su Provincia, Entre Ríos, Corrientes, Santa Fe y las Misiones, Córdoba indecisa pero con intenciones de unirse. El ideario Artiguista era perfecto, demasiado perfecto para los terratenientes y comerciantes poderosos. Esa división era uno de los peligros para definir la Independencia en aquellos años, y no era poco.

Por otra parte, estaba Napoleón derrotado y la Restauración europea que  revive el Absolutismo monárquico con toda ferocidad. En España, Fernando VII el “bien amado” barre con sangre toda la etapa de Constitución y libertades. El apoyo de la Santa Alianza le proporciona hombres y armas para recuperar los díscolos territorios Americanos, por la fuerza por supuesto. Esta amenaza paraliza los corazones de muchos en toda América, es la guerra total frente a un enemigo muy poderoso, muchos en Buenos Aires tienen miedo y algunos hasta van a pedir que Inglaterra nos adopte…. San Martín está armando el Ejército de Los Andes, no se permite un segundo de dudas. Belgrano, que ha pasado por todas, insiste en definir el camino. En el Norte solo queda Güemes y sus gauchos de ponchos colorados, heroicos resistiendo los embates desde el Alto Perú. No hay lugar para dilaciones, hay que declarar la existencia de la Patria de una vez.

La temida expedición española, le cayó a Bolívar finalmente, lo destrozó. Bolívar, enorme líder, tuvo que empezar todo de nuevo, qué época de hombres y mujeres tan valientes, tiempos terribles sí pero pueblos que pusieron el pecho y el corazón para enfrentarlo.

Como era la consigna de la Asamblea del Año XIII, se reunirán las Provincias para definir una Nación y una Constitución, con la ausencia de las Federales con Artigas, y la presencia de algunas del Alto Perú, que luego serán otro País. El lugar, Tucumán, lejos de Buenos Aires, del Centralismo autoritario y de la amenaza de la Flota española. La pobreza de esas zonas se pone de manifiesto en el esfuerzo para acondicionar la casa prestada por la Sra. Bazán de Laguna, las sillas proporcionadas por Iglesias y particulares, y la generosidad del pueblo tucumano. Llegan los Diputados, caminos bravos, pero llegan. Discuten, hay miedo, hay diferencias, San Martín presiona. Hay que romper con España de una vez, apremia, para armar el cruce de los Andes. Ya tiene la Bandera, los uniformes, las provincias de Cuyo han quedado desplumadas por ese Gobernador que no pedía poco, en realidad pedía todo, porque no recibía recursos de otro lado. Hasta las mujeres presas tejieron y cosieron camisetas y pantalones de abrigo para ese proyecto casi imposible. Belgrano también influye. La suerte está echada.

El 9 de Julio, firmarán el Acta que nos declara Libres e Independientes a las Provincias Unidas en Sud América, como dice Galasso, ratificado la concepción de “Patria Grande” que anima a los revolucionarios. Para frenar otras amenazas, se agregará días después, “y de toda otra dominación extranjera”. No es poco decir.

La Constitución tendrá que esperar hasta 1853. Mucha sangre corrió en esos años, muchos proyectos de País naufragarán y otros se concretarán. Es otra Historia.

La Independencia fue una realidad, costó muchas vidas, los héroes se sacrificaron y tuvieron finales injustos, todos. La Independencia dejó frutos amargos… Pero era inevitable, necesaria, era un comienzo para toda nuestra Región, Gracias por ella a los que lucharon, a los que la reclamaron.

¡Viva la Patria!

*Historiadora y profesora de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la UNLP.

Pin It on Pinterest