Clase 03

Como venimos desarrollando con los conceptos de cultura y culturas populares, trabajar con identidad supone ahondar aún más en el análisis y comprensión de las prácticas deportivas. Cada vez que presenciamos o cubrimos como periodistas algún deporte popular, cuando evaluamos las reacciones que éstos producen en la gente que lo practica ya sea en calidad de jugador, dirigente o hincha nos quedamos sin palabras para expresar los sentimientos que movilizan esas prácticas teniendo que sintetizarlas en: “es una pasión”. Desde la cátedra proponemos analizar esas “pasiones” mediante la categoría de la identidad o para ser más precisos/as procesos identitarios

Como cuando nos referíamos a la cultura, en la identidad también podemos ver las dos dimensiones del proceso de estructuración social, esto es, la estructura objetiva y la práctica creativa del sujeto. También encontramos elementos que nos remiten a la conceptualización que hicimos sobre Culturas Populares ya que en la identidad se construye mediante la inclusión y la exclusión de sentidos construidos por nuestros grupos de referencia. Pero, sobre todo, vemos que nuestra identidad se va forjando mediante procesos signados por crisis de sentido que nos conduce a tomar las decisiones que hoy nos forjan como seres únicos. En este sentido podemos observarnos como seres sociales que, en tanto tales, padecemos y gozamos de las mismas cualidades que encontramos en la cultura que nosotros/as mismos/as forjamos y que, a su vez, nos condiciona.

Es así que, como podemos interpretar en el texto propuesto para esta clase, la identidad es un proceso de hetero y auto percepción/ hetero y auto reconocimiento, como seres sociales necesitamos de los/as otros/as para poder construir nuestros mundos de referencia. En este proceso consideramos esencial el reconocimiento ya que sin él se nos hace imposible vivir en comunidad, tal situación se torna mucho más evidente cuando analizamos procesos culturales vinculados con “lo popular”, más si tenemos en cuenta que éstos se encuentra en estrecha relación con los centros de poder. El reconocimiento que nuestros sectores hegemónicos hacen de los sectores populares, son los que demarcan el espacio social al que están “destinados” a ocupar y, también, macarán las luchas que darán esos sectores excluidos para romper con los límites impuestos. 

Lo expuesto nos conduce a detenernos en las dos dimensiones, solo divisibles en términos analíticos, que supone el proceso de construcción cultural y, por ende, también el identitario. Cuando afirmamos que el sistema hegemónico “destina”, “marca” u “orienta” el espacio social que para nuestra cultura ocupamos, estamos haciendo referencia que la identidad implica un proceso de incorporación simbólica que es el que nos guiará en nuestras prácticas cotidianas. Estamos ante la incorporación práctica de las estructuras sociales legitimadas que nos forjan y que nosotros/as mismos/as forjamos. Tales estructuras las podemos visualizar en las instituciones sociales que rigen en nuestra cultura, como la escuela, los medios de comunicación incluyendo los tradicionales y redes digitales, las religiones, el Estado, por citar los más relevantes. 

Cuando hablamos de procesos de incorporación estamos haciendo referencia a todos los valores que tenemos naturalizados y en tanto tales, no cuestionados que orientan nuestra práctica hacia un sentido u otro, es por ello que decimos que nos condicionan. Tales sentidos son necesarios para poder desarrollarnos en sociedad, pero es también importante que, como sujetos creativos y racionales, podamos reconocer esos mecanismos de acción, tomar control de ellos, y decidir si quiero seguirlos o proponer otro camino. Esta cualidad nos transforma en sujetos libres, esto es, nos muestra que podamos cambiar las estructuras que nos condicionan marcándonos la dinámica identitaria que estriba en su capacidad para mantenerse en cambio permanente, si bien somos seres únicos, esa distinción se construye a lo largo de toda nuestra vida.

Pero es importante no confundir dinamismo y cambio con fragmentación ya que, si bien vivimos sumergidos en cambios permanentes producto de nuestra experiencia, formamos un relato de nosotros/as mismos/as que nos imprime coherencia transformándonos en seres únicos. Tal perspectiva, nos conduce a pensar que el proceso identitario está compuesto por dos dimensiones, una individual y otra grupal que están en continua interrelación siendo prácticamente imposible dividirlas. Si bien nuestra identidad es única, se forja mediante relaciones sociales, es la pertenencia a distintos grupos la que nos otorga nuestra escala de valores y nos guía a la acción. Tales relaciones no siempre son armónicas, por el contrario, muchas veces son contradictorias teniendo que optar por relacionarnos con un grupo u otro. Pero hay algo que es indiscutible, como veremos a lo largo del texto propuesto para esta clase, nosotros podemos participar de muchos grupos, pero la identidad colectiva no puede hacerlo, es decir, una vez que se forma un grupo puede asimilar a otro o bien, puede quebrarse formando dos fracciones, pero en esos procesos siempre está en juego su identidad.

Dada estas reflexiones, tenemos mayores elementos para analizar la práctica deportiva y dimensionar que entendemos a la hora de asumir que el deporte “es una pasión”. Es decir, cuando estamos frente a la necesidad de realizar una cobertura periodística donde vemos las distintas reacciones que produce un deporte, por ejemplo, en la gente que lo consume, primero debemos establecer el grupo de pertenencia y, en tanto tal, del que se diferencian, para luego poder reflexionar sobre las adscripciones identitarias que enarbolan según sea el sistema hegemónico que los representan o que cuestionan. Por ejemplo, qué tipo de lucha esconden los cánticos de las hinchadas del deporte que fuera ¿se basan en patrones culturales machistas? ¿muestran una rivalidad con países limítrofes o rememoran conflictos bélicos nacionalistas? ¿marcan disputas territoriales barriales? Todos esos interrogantes esconden una dimensión estructural que emerge en prácticas subjetivas, referencian a un grupo y sus marcas de pertenencia a un mundo que cuestionan. De ahí que la identidad es un proceso conflictivo que nunca acaba.

Lecturas obligatorias:

GIMÉNEZ, G. (1997). “Materiales para una teoría de las identidades sociales” en Revista Frontera Norte No18 Vol. 9 Julio-Diciembre. México.

Cáneva, V. (2014) “Locales vs Visitantes. Prácticas deportivas y apropiación identitaria”. En: Rosboch M. E. (Compiladora) Culturas populares y deporte. La Plata: EPC.

Material complementario y ejercicios prácticos:

Material de acceso rápido clase 3