Teórico nº 11 – Fórmula 1 Internacional

En la clase de hoy vamos a cerrar la unidad de automovilismo con un capítulo destinado a la categoría más famosa en el mundo.

Esta semana tendremos la última de las clases dedicadas al deporte motor y el cierre de la unidad lo haremos con la Fórmula 1 Internacional, el virtual campeonato del mundo del automovilismo. Su historia tiene menos de ocho décadas y ha vivido una transformación impresionante. Una pequeña muestra de ello se puede apreciar en el siguiente video, que da cuenta de la evolución de los vehículos, y con el que empezamos la clase.

¿Cuándo comienza esta historia? Yendo lo más atrás posible, en 1894 se vio la primera carrera de coches, en 1906 el primer Gran Premio y en 1924 se constituyó la Asociación Internacional de Clubes de Automóviles Reconocidos (AIACR). El automovilismo iba viento en popa a comienzos del siglo XX, pero la Segunda Guerra Mundial paralizó todo. Hubo que esperar hasta entrada la década del 40, cuando en varios países de Europa se retomó la práctica de correr con autos sobre caminos, sin tanto arraigo cultural ni popularidad, pero sí con mucho profesionalismo.

En ese contexto surgieron una buena cantidad de competencias con nombres de Grandes Premios Internacionales, que se realizaban y convivían de forma desorganizada. Esos campeonatos, donde valientes pilotos domaban monopostos a grandes velocidades, comenzaron a amacar la cuna de lo que iba a ser la Fórmula Uno Internacional.

La AIACR se transformó en 1947 en la FIA (Federacion Internacional del Automovilismo) y este nuevo organismo decidió unificar los grandes premios en un único campeonato estableciendo las normas para la creación de un Mundial. Pilotos de varias nacionalidades, en autos presentados por escuderías oficiales de la época, daban lugar a lo que iba a ser la antesala de la categoría más importante de la historia y de la actualidad, en todo el planeta. Esas competencias tenían lugar en distintas partes del mundo, en lo que era la previa de la Fórmula 1. En 1949, por ejemplo, un grupo de europeos vinieron a correr a Argentina y fueron derrotados por Oscar Gálvez.

La Formula 1 vio su estreno con el GP de Gran Bretaña de 1950, disputado el 13 de mayo en Silverstone y que venció el italiano Farina conduciendo un Alfa Romeo. El nombre de la categoría es lo que único que con el correr de los años, no se modificó. ¿Por qué Fórmula uno?

Fórmula es el nombre que se les da a las unidades mecánicas que son preparadas especialmente para hacer automovilismo. Llevan una serie de características especiales. En su inicio esta disposición reglamentaria en cuanto a lo mecánico, requería seguir y cumplir una FÓRMULA relacionada con las especificaciones técnicas del automóvil: peso, cilindrada, consumo y potencia. Así de simple. Por supuesto, y con la firme intención de publicitar el campeonato como el mejor de todos , no podía unirse a otro número que no fuera el 1.

Desde el primer campeonato, mostraron las estructuras de equipo. Participaron 18 equipos, siete escuderías constructoras con apoyo de marca de la casa matriz (Alfa Romeo, Ferrari, Maserati) y once participantes privados (pilotos con estructuras propias). Se corrieron seis Grandes Premios en Europa más una carrera en Estados Unidos, donde solo participaron pilotos y equipos de ese país. Todo comenzó oficialmente con una primera carrera, en Silverstone y en el año 1950.

En aquel primer campeonato de 1950, predominó Alfa Romeo, con sus pilotos, el italiano Nino Farina (campeón) y el argentino Juan Manuel Fangio (subcampeón) repartiéndose los seis triunfos en Europa, con tres victorias para cada uno. El argentino ganó 24 de las 51 carreras en que participó, más que nadie en esas 10 temporadas. Alberto Ascari, quien moriría en 1955 con dos títulos de la F1 en la bolsa, ganó 13 GPs como su padre Antonio y murió como él, en la pista. Stirling Moss acumuló 12 triunfos por cinco de Farina.

Con el correr de los años y las primeras décadas, esos certámenes comenzaron a tener mayor preponderancia y prestigio. Por un lado, nuevas casas matrices que querían mostrar sus marcas, se interesaron y se fueron acercando a formar equipos (como el caso de Mercedes Benz, Lancia, Renault). Por el otro, distintos pilotos en estructuras “privados” comenzaron a tener proyectos propios que derivaron en grandes escuderías (Lotus, Cooper, Brabham, Tyrrell, Williams). Eso provocó el despegue a nivel mundial de la categoría.

En esa primera década, el nombre de Juan Manuel Fangio brilló con luz propia, consiguiendo cinco títulos en los primeros ocho años de existencia. Para muchos, se trató del mejor piloto de la historia. Y entre sus múltiples logros existe una carrera mítica, que siempre marcó y resumió su capacidad al volante: el Gran Premio de Nurburgring de 1957.  En esta nota, el “Chueco” lo recuerda muy bien:

El resto de los pilotos argentinos que participaron en esta década inicial fueron: José Froilán González, con  26 carreras y  2 victorias (incluida la primera de la historia de Ferrari) en las temporadas 50/53-55/57-60; Roberto Mieres con 17 presencias, sin victorias (1953/1955); Carlos Menditeguy con 10  carreras (53,55,58,60); Onofre Marimón con 11 carreras (1951/1954) y Clemar Bucci con  5 (1954/1955).

En los Grandes Premios disputados en Argentina, traídos por el Gobierno de Juan Domingo Perón en los años 1953, 1954 y 1955, aprovecharon y participaron por única vez en ellos los argentinos: Pablo Birger, Jorge Daponte, Alejandro De Tomasso, Adolfo Schwelm Cruz, Jesús Iglesias y el mismísimo Oscar Gálvez.                          

En 1960, Argentina volvió a tener un Gran Premio de Fórmula 1 y en esa oportunidad, participaron los argentinos Roberto Bonomi, Nasif Estéfano y Alberto Rodríguez.

Los años 60 trajeron nuevos y más audaces héroes a los circuitos. Muchos nombres de gigantes se pueden encontrar de 1960 a 1969, pero la maestría, velocidad y sensibilidad del escocés Jim Clark son materia aparte. Clark ganó solamente dos campeonatos de pilotos, porque la muerte dispuso de otra cosa antes de tiempo, pero eso bastó para que recogiera 25 veces el trofeo de ganador en Grandes Premios.

Las hazañas de Clark en Lotus se pueden valorar por la estirpe de competidores a quienes venció: Jack Brabham, quien obtuvo un título mundial en 1959 y dos más en 1960 y 1966, o Graham Hill, bicampeón en 1962-66. Prueba de la popularidad que empezaba a alcanzar la categoría fue su llegada al cine en 1966 a través de Grand Prix, película que ganó tres premios Oscars (mejor montaje, mejor sonido y mejores efectos sonoros) y que fue una de las películas más taquilleras de su tiempo. Se este film tomamos el fragmento que se puede ver a continuación.

En la década del 70, dos pilotos se disputan el protagonismo por su trascendencia en las pistas: Jackie Stewart, maestro y promotor de la seguridad en las pistas (16 triunfos) y Niki Lauda, el Ave Fénix de la F1 y quien se reconstituyó desde sus cenizas para ganar 17 Grandes Premios en la década.

Latinoamérica extrañaba protagonismo en los primeros lugares de décadas pasadas, por eso no podemos olvidar al casi mitológico Emerson Fittipaldi, el brasileño, también bicampeón del mundo y poseedor de 14 banderas a cuadros en esos tiempos. Fue una década con siete distintos campeones, pero con nombres como Villeneuve, Andretti, Hunt, Peterson, figuras que por sí solas habrían podido dominar una década de haber nacido en cualquier otra.

En esta década, hasta el comienzo de la que vendrá, la representación argentina contó con un nombre en lugares protagónicos de la máxima categoría mundial: Carlos Alberto Reutemann. Santafesino y con un paso fugaz por las categorías de Turismo de nuestro país, fue elegido para formar parte de un proyecto que el Automóvil Club Argentino auspició y promovió a modo de apuesta. Debutó en  Brabham, para luego pasar por Ferrari, Lotus y Williams, y convertirse en el sucesor de Fangio en cuanto a resultados y protagonismo. Corrió 146 carreras en diez años, con  12 victorias y mas de una pelea clave por campeonato. Su debut oficial fue en el Gran Premio de Argentina de 1972, donde obtuvo la pole position delante del campeón Jackie Stewart, finalizando séptimo en dicha competencia.

Entre el 1979 y 1981 existió otro argentino, que sumó un número no despreciable de participaciones: Ricardo Zunino, con 11 carreras, fue otro compatriota que agranda esta lista.

Para la década del 80, la industria de la Fórmula 1 ya era una realidad. La seguridad parecía suficiente y los autos cada vez eran más sofisticados. En ese momento, un hombre que tenía como máxima ganar las carreras a la menor velocidad posible dio cátedra, a pesar de estar rodeado de genios y fieras.

Era Alain Prost, que reunía la precisión, frialdad y constancia que lo hicieron diferente a la supervelocidad y la pasión de los brasileños Ayrton Senna o  de Nelson Piquet. “El Profesor” ganó tres de sus cuatro títulos en los 80 con 39 victorias en Grandes Premios de las 51 que reunió en su carrera. El surgimiento del indomable Senna y las penurias que pasó el francés para tratar de contenerlo casi le arrebatan la corona ochentera, así como los tres títulos de Piquet, pero, escatimarle este mérito al francés sería un pecado.

En este contexto y en esta década se pueden nombrar las participaciones aisladas de dos argentinos más, con realidades diferentes. Miguel Angel Guerra, con un puñado de vueltas en el Gran Premio de San Marino de 1981, ganándose la butaca luego de mostrar su capacidad en la Fórmula 2 Europea, y Oscar “Popy” Larrauri, con muy buena performance en las categorías teloneras del viejo contienente, pudo sumar 8 carreras arriba de un auto de la escudería EuroBrun, entre los años 1988 y 1989.

Ya en los años noventa, lo de Ayrton Senna fue increíble. Aunque sólo vivió hasta el 1 de mayo de 1994, no hubo un nombre más importante para la F1 en esa década que el del brasileño. Primero, porque no hubo un piloto mejor en ninguna parrilla donde él estuviera presente. Segundo, porque en 1990 y 1991, ganó sendos títulos mundiales con un dominio basado en un talento que no se ha visto antes ni después.

Ha habido autos y pilotos con más triunfos en una temporada y a pesar de que McLaren era muy superior, la ventaja que sacaba al resto era inverosímil. Además, el accidente en el que perdió la vida cambió al deporte para siempre. Cambió la seguridad, cambió las pistas, los autos, los cascos. Senna revolucionó todo, incluso después de muerto.

Merecen mención, por supuesto, Michael Schumacher, quien se coronó en 1994 y 1995, y Hakkinen, quien también fue bicampeón, pero esas 10 temporadas tuvieron el trágico final de un mágico Senna.

A  finales de esta década, dos argentinos más pudieron formar parte de lo que ya era el máximo circo mundial del deporte sobre ruedas. Poder llegar a ocupar un lugares en las butacas de las escuderías participantes, no dependía solamente de la capacidad conductiva, sino también en la posibilidad de demostrarlo, o acercar algún sponsor que auspicie la llegada. En 1997 el arrecifeño Norberto Fontana, tras una buena actuación en la Fórmula Nippon y en la Fórmula 3 Alemana, reúne el prestigio y el dinero para debutar arriba de un Sauber en Magny Cours (Francia) y luego hacer tres carreras mas.

Al año siguiente, en 1998, luego de años peleando el campeonato en la Fórmula Italiana, el porteño Esteban Tuero logra un lugar en uno de los autos de la humilde escudería Minardi. Formando parte de un proyecto de cola, pudo debutar en Australia y casi completar un calendario de 16 participaciones.

En la actualidad, cada vez queda más lejos aquella supremacía de pilotos que hacían la diferencia solo con la agresividad de su manejo e intentando maniobras de sobrepaso increíbles. Un gran piloto en un equipo mediocre lleva las de perder ante un piloto mediocre en un gran equipo.

La más exitosa combinación de piloto y escudería en la historia de la F1, hasta que Mercedes y Lewis Hamilton dijeron lo contrario, se dio cuando Michael Schumacher llegó a Ferrari. No fue instantánea, pero en el 2000, arrancó una era roja con 56 victorias y cinco títulos mundiales. No son pocos los que consideran que tales marcas le dan al piloto alemán el derecho de ser el mejor de la historia. Al menos es el más ganador… todavía.

El único “pero” que se le podría poner a “Schumi” es que su oposición en esos cinco años de títulos consecutivos era muy endeble en equipos, pero, sobre todo, en pilotos. Prodigios como Fernando Alonso y Lewis Hamilton llegaron en la segunda parte de esa década y un monstruo del volante como Juan Pablo Montoya no tuvo las herramientas para desafiar cara a cara al alemán.

La primera década de este siglo nos presentará a los argentinos la última oportunidad de ver a un compatriota manejando un auto de la máxima categoría. Fue el platense Gastón Mazzacane, que por su buena actuación en fórmulas europeas tuvo el ojo de Minardi para llevarlo a ser piloto tester. En cuanto se desocupó una butaca, pudo hacer su debut en Australia en el 2000, para luego en el 2001, conseguir el apoyo de PSN y pasar a la novata escudería PROST Grand Prix, creada y dirigida por el mismísimo campeon francés. En las dos etapas cosechó el número de 21 carreras largadas.

El 2024 trajo una gran noticia para los amantes de la “máxima categoría”. Franco Alejandro Colapinto llegó a la Fórmula 1 a competir y así además, escribir una nueva página de “oro” en el gran historial argentino en automovilismo internacional. El nacido Pilar (provincia de Buenos Aires) tiene la chance en las últimas 9 carreras de la temporada de mostrar su jerarquía y soñar con una butaca para 2025.

El debut de Colapinto, con 21 años de edad, fue en los primeros días de julio durante la “Práctica Libre 1” de Silverstone a bordo de un FW46 del equipo Williams, y fue el primer paso para que el sueño del automovilismo nacional se vuelva realidad luego de 23 años de espera.

Un nacido en éste país vuelve a ocupar una butaca oficial en una escudería de la Fórmula 1. La historia se está escribiendo.

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