Artículos

Los «mozos bonitos». La expresión que fue referencia para las prácticas de género en Brasil

The «Pretty Boys». The Expression that was Reference for Gender Practices in Brazil

Jorge Israel Ortiz Vergara
Investigador independiente, Brasil

Con X

Universidad Nacional de La Plata, Argentina

ISSN: 2469-0333

Periodicidad: Frecuencia continua

núm. 7, e040, 2021

revistaconequis@gmail.com

Recepción: 06 Diciembre 2020

Aprobación: 21 Mayo 2021

Publicación: 18 Agosto 2021



DOI: https://doi.org/10.24215/24690333e040

Resumen: La expresión «mozos bonitos» tuvo múltiples sentidos y circuló en periódicos brasileños en la primera mitad del siglo xx. Junto con otros sentidos, fue referencia para el afeminamiento, la homosexualidad, el travestismo, el transformismo y la prostitución masculina. En este trabajo, el autor registra la existencia de algunos varones que se identificaron e incorporaron nombres, indumentaria, maquillaje y actitudes de mujeres, prostitutas y artistas mujeres. Junto con la consideración de textos de especialistas en homosexualidad de la época, se comentan los usos de las voces «almohadilla» (almofadinha), «travesti» y «transformista».

Palabras clave: afeminamiento, travestismo, homosexualidad, género.

Abstract: The expession «pretty boys» had multiple meanings and circulated in Brazilian newspapers in the first half of the twentieth century. Along with other senses, it was a reference for effeminacy, homosexuality, transvestism, transformism and male prostitution. In this work, the author records the existence of some men who identified themselves and incorporated the names, clothing, makeup, and attitudes of women, prostitutes, and female artists. Along with the consideration of texts by specialists in homosexuality, the use of the voices «pad» (almofadinha), «transvestite» and «transformist» are discussed.

Keywords: effeminacy, transvestism, homosexuality, gender.

Un punto de partida

En este artículo se verifica que «mozo bonito» (moço bonito) y «mozos bonitos» (moços bonitos) son expresiones que circularon en la primera mitad del siglo xx en Brasil. Si bien estas figuras tuvieron elementos en común entre distintas enunciaciones y, entre otros sentidos, fueron referencia para el afeminamiento, la homosexualidad, el travestismo, el transformismo y la prostitución masculina, el estereotipo no siempre significó lo mismo ni fue utilizado para dar a entender las mismas ideas.

La filósofa Judith Butler (1997, 2001) entiende que el género «se produce como una repetición ritualizada de convenciones», rituales impuestos socialmente gracias a la fuerza de la «heterosexualidad preceptiva» (p. 159). Entre otras manifestaciones, los hombres que incorporan ropas y comportamientos femeninos exponen «la estructura imitativa del género» (p. 160).

A partir de estas consideraciones, en este artículo se describen y se analizan las referencias utilizadas para la construcción social del género que surgen de analizar material periodístico de diarios y de revistas publicados en Brasil durante el período comprendido entre 1900 y 1940. El estudio permite registrar la proliferación de sentidos para los «mozos bonitos», la petición pública de mayor intervención policial, los textos médicos que describieron y que crearon categorías para lo homosexual, y las narrativas que afirmaban que la policía arrestaba a hombres con los signos que generaban su incriminación.

Según la historiadora Tania Regina de Luca (1999), en 1920 la producción periodística no tenía un alcance universal, pues solo 24% de los individuos estaba alfabetizado. En las revistas y en los periódicos que contaban con imágenes (fotos, caricaturas) estas fueron elaboradas para agradar y para divertir a un público heterogéneo. Mediante su ritmo rápido y superficial, el periódico podía imponer modas y estilos, y era capaz de consagrar o de hacer olvidar autores/as (Luca, 1999). A partir de considerar que la prensa tiene la capacidad de generar contenido, en este artículo se aborda cómo esa capacidad fue utilizada para crear estereotipos.

Este trabajo es parte de una investigación del autor sobre musicología y feminismo. El origen del interés en la figura de los «mozos bonitos» es el poema «Cabo Machado», del escritor brasileño Mário de Andrade (1926). Este poema y otras canciones que fueron analizadas citan y evocan la figura de los «mozos bonitos», pero esos textos no son abordados en este artículo porque exceden los límites de este trabajo.

El presente texto aporta referencias para el conocimiento de la prostitución homosexual masculina, el travestismo y el transformismo en la primera mitad del siglo xx en Brasil. Aunque se utilizaron fuentes primarias, estas provienen de grupos interesados en promover cierto punto de vista. Además, no se han encontrado registros autorales de profesionales del sexo, de travestis y/o de transformistas que puedan enriquecer el análisis. A esto se suma que los/as investigadores/as que han publicado sobre la homosexualidad en Brasil escriben poco sobre el travestismo en este momento de la historia (Fry, 1982; Green, 2000; Figari, 2007). El análisis del discurso y de la homofobia es un recurso para entender la sociedad de la época y su funcionamiento en relación con la diversidad sexual, pues es difícil encontrar otro tipo de registro.

Fundamentación metodológica

La investigación de periódicos, correspondientes al período comprendido entre 1900 y 1940, realizada en la Hemeroteca Digital de la Biblioteca Nacional de Brasil,1 permitió comprobar que las expresiones «mozo bonito» (moço bonito) y «mozos bonitos» (moços bonitos) constan en notas, reportajes2 y caricaturas de la época. El análisis que se presenta a continuación es resultado de la observación de las mencionadas referencias en los siguientes diarios y revistas: en São Paulo, los diarios Commercio de São Paulo y Correio Paulistano; en Río de Janeiro, el diario Jornal do Brasil3 y las revistas A Rua, D. Quixote, O Malho y O Rio Nú.4

La introducción exacta de moços bonitos y de moço bonito en el sistema de referencias de la Hemeroteca generó los resultados que se ofrecen en las Tablas 1 y 2. El número indicado en la columna «Respuestas» indica la cantidad de veces que la expresión fue encontrada. Hay un pico de referencias y de coordinación entre las tres unidades en la década de 1910, pero la llegada al clímax no fue gradual. En el caso de la Tabla 1, el sistema registra para esta década 897 periódicos en 28 unidades federales; de ellos, 207 corresponden a Río de Janeiro y 36, a São Paulo.

En Río de Janeiro, el aumento del factor dos al siete implica la fabricación deliberada de narrativas sobre los mozos bonitos. Al comparar el número de respuestas en todo Brasil con el número de respuestas en Río de Janeiro se observa que la capital federal fue el centro de esa producción. Hubo producción de sentido como consecuencia de la reutilización de la expresión, y podemos deducir que la transmisión de información entre periódicos facilitó y estimuló el efecto de coordinación indicado por el clímax de referencias. En su forma singular, la frecuencia de la expresión acompañó el aumento que hubo en la década de 1910 [Tabla 2], pero su número de respuestas es más constante a lo largo del período.

Además de lo anterior, el análisis realzado suma la consideración de textos de cinco especialistas en homosexualidad de la época y referencias presentes en la literatura académica, con algunos casos que ilustran el análisis.

TABLA 1

Resultados para la expresión moços bonitos en el sistema de referencias de la Hemeroteca Digital de la Biblioteca Nacional de Brasil Consulta: 27 de noviembre de 2020

Fuente: elaboración propia

TABLA 2

Resultados para la expresión moço bonito en el sistema de referencias de la Hemeroteca Digital de la Biblioteca Nacional de Brasil. Consulta: 27 de noviembre de 2020

Fuente: elaboración propia

Jóvenes y elegantes varones que roban y que abusan

En los textos periodísticos analizados, la expresión «mozos bonitos» es utilizada para hacer referencia a jóvenes varones que roban por medio del fraude: piden dinero para instituciones de caridad a las que el dinero nunca llega; visitan edificios y cobran impuestos que no existen; promueven conciertos que no se realizan; compran productos y no los pagan. Según las publicaciones relevadas, estos jóvenes, con modos elegantes, también acosaban mujeres y causaban desórdenes en época de carnaval.

En diversos artículos del periódico Commercio de São Paulo (21/04/1908, 26/05/1908, 27/05/1908), se destaca que los «mozos bonitos» son muchos y actúan en grupo. Con la expresión «cofradía de los mozos bonitos», los periodistas aluden a robos y a fraudes distintos, registran la persecución policial y la prisión de uno de ellos, dando a entender que la categoría es una novedad social que se disemina.

En diciembre de 1907, en la revista carioca O Malho, el caricaturista Guignol había retratado varias novedades, y, del mismo modo que con inmigrantes, sacerdotes, proxenetas y cinematógrafos, alegó que los «mozos bonitos» eran parte de las transformaciones de Río de Janeiro, ampliamente reconocidas. Gracias a la leyenda que acompaña la ilustración (p. 7), se entiende que los representa como estafadores [Figura 1].


Figura 1

Guignol. Invasões no Brasil [Invasiones en Brasil]. O Malho, 07/12/1907, p. 7.

Fuente: acervo de la Hemeroteca Digital de la Biblioteca Nacional de Brasil.

En la misma revista, Yost (pseudónimo), en la nota «Uma historia triste» [Una historia triste] (22/10/1910), usa las expresiones «joven inteligente» [rapaz smart] y «rateros inteligentes» [gatunos smarts] para describir la acción de jóvenes que se visten de forma elegante y tienen modos refinados (p. 28, cursivas en el original). De ese modo, el autor denuncia y satiriza las nuevas maneras de estos jóvenes para aprovecharse de terceros/as.

En el artículo «Os “moços bonitos”» [Los “mozos bonitos”], publicado en el Correio Paulistano el 27 de febrero de 1911, se destaca que los mozos bonitos no son fácilmente punibles, y se reclama por las algazaras y por los líos que habrían hecho los muchachos para contestar el orden represivo del jefe de policía durante el carnaval carioca. El redactor expresa rabia y desesperación: «Por lo que fue visto ayer, ya hoy un jefe de familia no puede venir a la Avenida sin traer un revólver» (p. 1).5

Tales jóvenes no son aquellos «individuos desclasificados» que la policía puede llevar sin problemas al calabozo, sino «un montón enorme de mozos encorbatados a quienes el cuello bruñido no les puede dar la educación que ciertamente les es inaccesible» (Correio Paulistano, 27/02/1911, p. 1).6 Los mozos bonitos abusan de cierto poder económico y reconocimiento social, pero el redactor alega que no tienen salario ni empleo, sino que viven de la «“percha” [trinque],7 a veces gracias a una lavandera tolerante o a un alfayate de buena fe…» (p. 1). El discurso sobre el «revólver» y la observación sobre los «desclasificados» exponen el reconocimiento y la reproducción de lo que el sociólogo Michel Misse (2018) conceptualiza como «distancia social» (p. 48), distancia que justifica acciones autoritarias y que constituye el «eje normalizador» de la sociedad moderna (p. 49). En el artículo citado, se afirma que la ropa los protegería de la acción policial directa. Esta aporía, que funde sujetos con ropa elegante pero sin renta propia, tiene consideraciones que se detallarán más adelante.

En el artículo «Campanha tenaz: commercio asqueroso» [Campaña tenaz: comercio asqueroso], publicado por el Jornal do Brasil el 24 de noviembre de 1912, se informa sobre la campaña policial contra los proxenetas (caftens) y se afirma que el delegado no los enfrentó. Los «mozos bonitos» intimidaron a víctimas y a policías alegando relaciones de parentesco con «personas altamente colocadas». En el artículo, la expresión «mozos bonitos» sirve de mote irónico con un sentido asociado a la indignación, mientras que el literal es ignorado o negado: no interesa decir que los proxenetas son bellos, elegantes y jóvenes, se desea denunciar a los explotadores de mujeres que se esconden en su prestigio social. Comparado con otros textos que utilizan la misma expresión, el artículo citado es excepcional, porque –a pesar de emplear esta figura– enfatiza la descripción y la denuncia del abuso, y no la indignación ante las ropas, las maneras o la juventud.

Según los periódicos de la época, los «mozos bonitos» dicen frases desagradables y acosan mujeres. En la caricatura «Malhadelas» [Martillazos], publicada en O Malho el 1 de mayo de 1915, se representa a dos jóvenes elegantes que esperan la salida y la entrada de niñas a la escuela [Figura 2]. El caso no sugiere acoso verbal de forma explícita. En la leyenda se observan los vocablos marreco y marrequinhas, referencias relacionadas con las aves anseriformes (patos, cisnes, gansos), que se usan para indicar astucia. En el texto, Zé (diminutivo de José) le pide al jefe de policía que barra la calle y que expulse a los «mozos bonitos». En esta figura, los jóvenes usan ropas ajustadas (más que los personajes que conversan en primer plano) y llevan sombrero y bastón, elementos recurrentes en la construcción periodística de los «mozos bonitos».

Del mismo modo, en la nota «Os “moços bonitos” e as suas graças» [Los “mozos bonitos” y sus gracias], publicada en la sección de denuncias de Jornal do Brasil el 15 de diciembre de 1915, se reprochan las «gracias pesadas a las señoras o señoritas» y se pide la intervención de la autoridad policial (p. 9).


Figura 2

«Malhadelas» [Martillazos]. O Malho, 01/05/1915, p. 5

Fuente: acervo de la Hemeroteca Digital de la Biblioteca Nacional de Brasil.

Deodato Wertheimer, político del Partido Republicano Paulista, en un texto publicado el 29 de marzo de 1917, pide que no se informe sobre esos temas. Asevera que la mera divulgación de esas noticias es motivo de alarma, porque el «bello sexo» no tiene la capacidad de lidiar con las «descripciones, veladas, de escándalos sociales» (p. 2). Según la historiadora Margareth Rago (1991), en el pasaje al siglo xx, el doctor y jurista Viveiros de Castro8 afirmaba que violar prostitutas era menos grave que violar mujeres y que la mujer casada no tenía el derecho de reclamar por violencia sexual del marido. Esto se sumaba a la creencia en la inferioridad femenina presente en el sentido común y en la ciencia de la época (Rago, 1991; Gusmão, [1921] 1934). Wertheimer participa de lo anterior, al demandar que las mujeres no accedan a cierta información por no ser capaces de lidiar con ella.

En el Jornal do Brasil, el escritor Henrique Coelho Neto utiliza la figura en «Pela vida e pela honra» [Por la vida y por la honra], artículo de opinión publicado el 18 de noviembre de 1923. Critica a la juventud que hace ejercicios físicos durante el día, y que busca drogas y sexo en la noche, y argumenta, con expresiones eugenésicas, que la propaganda sobre el mejoramiento de la «raza» no fue suficiente. Escribe que los «mozos bonitos» aprenden tales comportamientos en «cursos de jaz-bands [sic], ruletas, dados, cartas, fichas y otras artes prestímanas», y que viven en «casas de tolerancia» como proxenetas (p. 5). La razón por la cual Coelho Neto aproxima la música afroamericana ejecutada en Brasil9 a la inmoralidad, o la razón por la cual escribe que los músicos de jazz bands viven de juegos de azar, junto con «rufianes» y con «alcahuetes», es algo que no registra. Una década después, el médico y antropólogo Arthur Ramos (1932) recupera investigaciones realizadas en los Estados Unidos y afirma que «el jazz es la expresión directa del negro emancipado» (p. 3). Ramos (1932) afirma que la raza blanca se diluye con la mezcla, sea por el cruzamiento físico o por la influencia cultural, por ejemplo, de las formas musicales como el jazz, el charlestón y las coon-songs.

Tanto en la nota periodística como en el texto académico, el discurso racista sobre las prácticas musicales no justifica las afirmaciones, aunque se adecua al pensamiento científico de la época. Según la antropóloga Mariza Corrêa ([1998] 2001), el médico Raimundo Nina Rodrigues10 temía que la sangre del negro contaminase al blanco (física y culturalmente), y en la primera mitad del siglo xx, Ramos (1932) afirmaba que bastaba con substituir raza por cultura para que Rodrigues fuese aceptable en la «ciencia contemporánea» (Corrêa, ([1998] 2001, p. 136). A diferencia de Wertheimer, que proponía censurar la información en sintonía con la creencia en la inferioridad femenina, la propuesta de Coelho Neto implicaba ideas racistas en el uso de la figura.

En el Correio Paulistano, el diario oficial del partido en el gobierno, el escritor Olavo Bilac cuestionó ciertas informaciones tratándolas de superficiales y de fantasiosas. Mucho tiempo antes de los textos ya comentados, afirmó que la prensa había creado la figura aquí analizada. En «Os moços bonitos» [Los mozos bonitos], publicada el 19 de noviembre 1907, Bilac niega sus aseveraciones: los «mozos bonitos» no pertenecen a las clases adineradas, no poseen formación y no son elegantes. De forma tácita, el escritor desconoce cualquier asociación de los «mozos bonitos» con el afeminamiento, el travestismo, la homosexualidad y la prostitución, y teme que el vestirse bien, las buenas maneras y la elegancia sean comportamientos que produzcan estigma producto del «terror» que genera la prensa al reproducir el ideario de los mozos bonitos. Respecto de las notas periodísticas publicadas unos días antes, Bilac afirma que el «mozo bonito» que la policía presentó a los reporteros era un defraudador vulgar y pobre, sin maneras y sin educación (p. 1). De este modo, el escritor reconoce la existencia de la figura pero niega la veracidad de su sentido.

Variaciones al respecto de la ropa y las maneras

La figura del hombre elegante tiene antecedentes en el dandi. Según el antropólogo Carlos Figari (2007), en Brasil, ya en 1830, el dandi incomodaba debido a sus modas, su afeminamiento y su homoerotismo. El término fue registrado en el reportaje ya comentado del Correio Paulistano (27/02/1911), donde se narró la desobediencia de los «mozos bonitos» al jefe de policía. Sin alusiones a la prostitución o a la homosexualidad, se habla de «las figuritas “dandis”, estirados y solemnes, transpirando “elegancia” por todos los poros» (p. 1, comillas del autor de este artículo). El término sirvió para enfatizar cierta elegancia inadecuada, pero a diferencia de los «mozos bonitos» el dandi no aparece asociado con la prostitución homosexual masculina, el travestismo y la pobreza.

En los textos periodísticos, la crítica a la ropa y a la elegancia de los «mozos bonitos» es frecuente, pero con variaciones destacables, que van desde enunciados sobre ropas con mayor o menor grado de inadecuación (en relación con cierta norma implícita en la crítica) hasta referencias a hombres que usan ropas, maquillaje y nombres femeninos en situaciones caracterizadas como criminales.

En el artículo «Mascaras avulsas» [Máscaras solitarias] (04/03/1908), del Jornal do Brasil, se describen varias figuras del carnaval carioca de 1908. En el artículo, las figuras son llamadas «máscaras» y entre ellas se menciona la «máscara de Botafogo», que usa la ropa «en la última moda». El autor comenta «el afeminado estilo de los mozos bonitos de ahora» e improvisa las cuadras que el periódico reprodujo:



Esa cosa requintada
De «petrolette» y «bateau»
Prueba que mucha chusma
Quiere inventar «art noveau».



Pero como no sabe nada
Para ser original
Va a pedir lengua emprestada
Indigestión trivial.



Sujeto que así practica
No tiene firme meollo,
Es parvo, es flaco, es marica,
Es Ganimedes o tonto.

Fuente: (Jornal do Brasil, 04/03/1908, p. 3, comillas del autor de este artículo).11

El autor de los versos acusa a hombres elegantes, o a hombres que se visten de forma elegante y tienen modos inconvenientes, con términos que implican el afeminamiento o la homosexualidad para insultarlos. «Petrolette» es la referencia para el carro o el barco pequeño movido a gasolina o a aceite. «Bateau» puede significar una estructura fluctuante de cualquier tamaño, y también mentira, engaño o broma.

En su columna del diario O Pharol (05/03/1908), Mario Lotus (Mario Antonio de Magalhães Gomes) registra los mismos versos publicados en el Jornal do Brasil (04/03/1908), y critica con aversión el uso de las modas parisienses en Brasil. Recupera las voces «smart», «petrolette», «snob» y las describe como cosas «repugnantes y parvas» (p. 1). En este texto, es flagrante la distancia entre lo que significan las palabras y aquello que se pretende criticar. El modo de argumentar de Lotus oblitera las referencias a lo homosexual. Con irritación, el autor desea reclamar el uso brasileño de ropas típicas de lugares fríos.

En «Caixa do malho» [Caja de martillo], publicada el 6 de mayo de 1916 en O Malho, la expresión «mozos bonitos» sirve para indicar hombres que usan ropas femeninas en la noche. Para el antropólogo Don Kulick ([1998] 2008), en la medida en que la acción de vestirse de mujer ocurre solo en la noche o existe de forma artística o laboral, la categoría de análisis es «transformista» y no «travesti» (p. 83). Si los historiadores James Green (2000) y Mary del Priore (2006) afirman que los escritores tendían a reducir la homosexualidad al afeminamiento, no es posible afirmar que el artículo proponga la equivalencia entre transformismo, afeminamiento y homosexualidad, pero las imágenes se funden y se separan bajo cierto código que no es discernible en el texto. Para ofender a afeminados o a homosexuales se escribe que estos se visten como mujeres o que parecen mujeres.

Lo anterior se puede comparar con la narrativa del humorista y colaborador periodístico João Phoca (José Baptista Coelho). Con la intención de ridiculizar a Froilan Turcios, el escritor hondureño que había escrito que había brasileñas que tenían bigotes, Phoca (14/01/1908) afirma que aquello que el escritor vio fueron los mozos bonitos, o sea, hombres que parecen mujeres (p. 7).

Sobre el artículo de O Malho (06/05/1916), no podemos aseverar si el insulto exagera aquello que el enunciador observó o si los autores implican que ellos mismos fueron testigos de los hombres que se visten con ropas femeninas en la noche carioca. En la crónica, se injuria la poesía del lector Adhemar Serra:

Paremos un poco para... ¡escupir! Y aprovechemos la oportunidad para felicitar el poeta, no por su métrica de rompe compendios, sino por la visita que recibió de la selva virgen...

Fue una visita masculina, a juzgar por el ángel bello, el encantador, pero que, repentinamente, se transformó en musa de sus sueños. ¿Musa o muso?

Tal vez ambas cosas, por el proceso de esos mozos bonitos, Lolós y Lilis, que, en la noche, se visten con faldas...

(O Malho, 06/05/1916, p. 14, cursivas del autor de este artículo).12

Para insultar al poema y a su autor se mencionan los jóvenes varones que usan ropas femeninas en la noche, pero la circulación de los nombres Lili y Loló merece explicación. En la revista O Rio Nú, y con el seudónimo Lili Macho, se publicaron unos versos para escarnecer lo homosexual. Cierto hombre se casa con una mujer y el chiste es que gracias a «un pequeño endiablado» el novio tiene vida marital hace mucho tiempo (27/01/1912, p. 7). En un artículo sobre el vocabulario de los ladrones y su especialización, publicado en la revista Vida Policial (28/03/1925), Albino Monteiro indica que «Loló» es referencia para los menores ladrones afeminados» y explica que los «mozos bonitos» son los jóvenes de buen aspecto, inteligentes y bien vestidos que «no tienen medio de vida conocido, o mejor, viven de expedientes ilícitos» (p. 10). En el artículo «Os ladrões e suas “especialidades”» [Los ladrones y sus “especialidades”], publicado en la revista O Malho (02/02/1929), el periodista dedicado a informar el crimen, Olmio Barros Vidal, alega que «Lolós» es el término usado por ladrones para referirse a los «menores ladrones, que son afeminados», y define a los «mozos bonitos» como los «almohadillas que viven de expedientes inconfesables» (p. 52).

Ambos conocen el término gunga (sin traducción): para Monteiro, sirve de referencia para ladrón y «libidinoso inveterado» (28/03/1925, p. 8); para Barros Vidal es la voz para los «ladrones libidinosos» (02/02/1929, p. 52); y en una nota sobre la jerga de los ladrones, publicada en Vida Policial (22/08/1925), se asevera que es el «pederasta pasivo» (p. 31). En estos textos, no queda claro si en algunos sujetos la pederastia y el robo se yuxtaponen o si constituyen una unidad, ya que en la medicina criminal de la época el homosexual prostituto era una categoría (Ribeiro, 1938).

En el artículo «Os moços bonitos» [Los mozos bonitos], publicado en O Malho el 7 de marzo de 1931, se ofrecen más detalles que en la mayoría de las notas, reportajes y caricaturas encontradas. Se argumenta que los mozos bonitos son la «vieja plaga», una plaga más grave que aquella del café o de la «oruga rosada del algodón» (p. 3). El narrador se comporta como si las ropas y las maneras le provocasen mucha indignación, y registra su incomodidad y sus agravios a los mozos bonitos. Postura expresiva de manos, ojos y rostro, hombros hacia adelante, sombreros, bastones, bufandas: las ropas y modales pueden observarse en la caricatura que acompaña el artículo [Figura 3]. Habla de «columna de la imbecilidad», para criticar los ataques a mujeres y a prostitutas en el barrio de Cinelandia, en Río de Janeiro. Pero el acoso contra las mujeres sería fraudulento, porque tales «almohadillas» no serían suficientemente viriles para concluirlo.

Gente tan despreciable, que ni al menos pueden ser considerados conquistadores peligrosos, una vez que, prácticamente, no pueden ser comparados al más tosco Don Juan de la Línea Auxiliar. Terribles, en grupo, asediando a las mozas, si se encuentran solos con una de esas inteligentísimas señoritas, habituadas al propio resguardo, son unos bobos, sin palabras para mantener cinco minutos de conversación y sin gestos o actitudes que confirmen la tendencia «don-juanesca» que ostentan

(O Malho, 07/03/1931, p. 3, comillas del autor de este artículo).13

En esta forma de hablar, los mozos bonitos no sirven para conquistar muchachas y jovencitas que saben cuidar de sí mismas.


Figura 3

Os moços bonitos [Los mozos bonitos]. O Malho, 07/03/1931, p. 3

Fuente: acervo de la Hemeroteca Digital de la Biblioteca Nacional de Brasil

Una situación semejante se representa en una caricatura publicada en la revista D. Quixote, el 14 de diciembre de 1921: un grupo de «almohadillas» («clase de ociosos») sigue a una joven, pero no consigue conversar con ella: hay «un colapso de la pseudoenergía galante» (p. 19). En el recién mencionado artículo de O Malho (07/03/1931), también se afirma que las cosas dichas a las jóvenes no deberían ser las mismas que se dicen a las prostitutas. Las jovencitas que saben cuidarse no son las «mujeres normales» (p. 36) de las que habla Rago (1991), porque en la época se pensaba que los lugares que se frecuentaban, el comportamiento y la ropa debían tornar evidente la distinción entre la prostituta y la mujer normal.

Un mes después de este artículo, el Diario de Noticias (01/04/1931) relata que la represión policial contra los «galanteadores baratos», «mozos bonitos», «almohadillas» y frajolas (sin traducción) tuvo éxito. Asegura que los «almohadillas» son un tipo de «frajolas de aspecto equívoco» (p. 2). También se habla de bolinas (sin traducción), referencia para los ejecutores de fricciones libidinosas. Frajolas es otro vocablo utilizado para referir a aquellos que se visten con elegancia. Hemos visto que la figura podía implicar el afeminamiento, pero solo en algunos casos era referencia para los varones que usaban ropas femeninas en sentido estricto.

Acción y discurso policial

En el material periodístico analizado hay poco registro sobre la justificación legal para las detenciones policiales. Son escasas las notas en las que estas acciones se respaldan, por ejemplo, mediante la cita del Código Penal. En el artículo «Reclamam: contra os “moços bonitos”» [Reclaman: contra los “mozos bonitos”], publicado en O Rio Nú el 14 de diciembre de 1912, se asocian los «mozos bonitos» con la homosexualidad y con la prostitución en Río de Janeiro. Debido a que la policía «no consiente más que esa calidad de gente vague en la noche por el Largo del Rocío»14 se obtuvo cierto éxito, y a los «mozos bonitos ahora les dio para pedir limosna a los fieles» (p. 2). En la misma revista, Sherlock (pseudónimo) celebra la expulsión de los alcahuetes (caftens) de São Paulo, como consecuencia de la campaña de higiene de la policía, los cuales serían sustituidos por los gigolots (sin traducción), que no fueron eliminados por la campaña, y por los prostitutos, en su mayor parte, «mozos bonitos de salón» que habría que erradicar. Sherlock detalla la marca y la calidad de las ropas, los lugares donde las compran, y cómo y dónde los «mozos bonitos» gastan su dinero (07/09/1912, p. 3).

En «A polícia prende três “moços bonitos”» [La policía arresta a tres “mozos bonitos”], publicada el 4 de julio de 1916 en el Jornal do Brasil se informa sobre tres «mozos bonitos» encarcelados sin motivo: «La peligrosa “trinca” no hizo nada, apenas estaba instalada en uno de los bancos del jardín de la Plaza Tiradentes» (p. 9).15 Los periodistas narran la acción policial sobre los «mozos bonitos», y en sus textos solicitan mayor represión policial y educación en higiene, moral y civilidad (Correio Paulistano, 27/02/1911; Jornal do Brasil, 15/12/1915;Azurém, 09/02/1926, 14/02/1928;O Malho, 18/04/1931;Diario de Noticias, 04/04/1932).

Un especialista del campo, Elysio de Carvalho,16 usó la expresión en sentido criminal. En el libro A lucta technica contra o crime: conferencias juridico-policiaes [La lucha técnica contra el crimen: conferencias jurídico-policiales] (1915), Carvalho denunció la delincuencia de la capital brasileña, que «abriga en su seno, una verdadera colmena de ladrones, rateros, estafadores, falsarios, patoteros, monederos falsos, mozos bonitos, proxenetas y receptadores» (p. 64, cursivas en el original). No da a entender que «mozos bonitos» implique alguna referencia a la homosexualidad; escribe como si hubiese un conocimiento tácito sobre la expresión. Asegura que los modos «rudos, musculares, impulsivos en el delito contra la propiedad están siendo sustituidos «por las formas intelectuales, requintadas, modernas de astucia y de fraude» (Carvalho, 1915, p. 55), como si uno de los sentidos de la expresión fuese el epítome del crimen moderno.

En el libro Pasquinadas cariocas [Pasquinadas cariocas] (1921), el periodista y escritor Antonio Torres denuncia las campañas del jefe de policía de Río de Janeiro contra el juego, la mendicidad, la prostitución y los «mozos bonitos».17 Estos últimos, «jovencitos que usan el sobretodo ajustado [casaco cintado] y aparecen por veces en los clubes a danzar con muchachas» (p. 34). No los relaciona con el acoso a mujeres, el afeminamiento, el travestismo o la prostitución masculina, y alega que solo algunos serían alcahuetes (alcaiotes), como pensaba la policía. Argumenta que las campañas son parciales, porque solo consiguen interferir en cuestiones menores y no en las importantes. Esto último porque, según afirma, la policía «no actúa sobre los comerciantes y los industriales que explotan el hambre de las personas, los jueces prevaricadores, los ministros vendidos y los periodistas venales» (p. 30). Por eso, cuestiona que la policía pretenda «indagar en el origen del dinero» (p. 34) de los jóvenes solteros, cuando en verdad no tendría ni la capacidad ni el interés en cuestionar el origen del dinero de cualquier otro tipo de transeúnte.18

El sociólogo Sergio Miceli (2001) explica que hasta 1930 los intelectuales necesitaban de la prensa para promoverse y para existir socialmente, lo que significó que no tuvieran independencia del poder político. Entre 1889 y 1930 la vida intelectual fue dominada por la gran imprenta, principal forma de producción cultural que proveía la mayor parte de las remuneraciones y las posiciones intelectuales (Miceli, 2001). Entonces, es razonable suponer que durante estos años la proliferación en la prensa de discursos sobre los «mozos bonitos» obedeciera a cierta decisión política y policial. No obstante, no se encontró forma de ratificar la injerencia de la autoridad sobre el discurso periodístico al respecto de los «mozos bonitos» durante esta década.

Misse (2018) afirma que la criminalidad es socialmente construida por el Estado, pues este tiene los medios para determinar lo que es un crimen, de modo que hay que buscar «la expectativa social de criminación [de un hecho mediante sucesivas interpretaciones]» y «la demanda de incriminación» (p. 45). Hasta este punto, se puede afirmar que los periódicos crearon contenido para la figura de los «mozos bonitos» y que en los textos publicados se encuentran los pedidos para una mayor actuación policial. Pero falta detallar el discurso de especialistas del área médica, que describieron y que crearon categorías para lo homosexual, así como el relato periodístico, con los signos que permitieron a la policía (y al sistema judicial) incriminar a ciertos sujetos.

Nombre social, ropas y maneras femeninas

En el Correio Paulistano del 13 de julio de 1917, lo femenino participa en la identificación de los «mozos bonitos». Concisa en extremo, la nota no explica ni justifica la acción policial: «La policía arrestó hoy ocho “mozos bonitos”, los cuales usaban nombres femeninos» [Figura 4].


Figura 4

Os «moços bonitos» [Los «mozos bonitos»]. Correio Paulistano, 13/07/1917, p. 4

Fuente: acervo de la Hemeroteca Digital de la Biblioteca Nacional de Brasil.

El uso de comillas es frecuente en títulos y en textos, e indica la iterabilidad y el reconocimiento de la expresión. De la lectura de esta nota se extrae aquello que Butler (1997) llama la «acumulación y la disimulación» de la «fuerza» del término ofensivo, el performativo autoritario (p. 92). En este caso, no hubo necesidad de explicar el significado para la expresión entre comillas, ni existió el interés por narrar el motivo que justificaba la prisión de esos sujetos, la redacción lo da por evidente. En el momento en el que esos estereotipos fueron fabricados, se afirmaron ideas que se pretendían inmutables y que tendrían amplia aceptación social. En este sentido, el texto del Correio Paulistano (13/07/1917) crea y promueve lo que pretende describir.

En «Policia de costumes: “moços bonitos” processados» [Policía de costumbres: “mozos bonitos” procesados], publicada en el Jornal do Brasil el 8 de junio de 1924, hay datos específicos, pues se reproducen los nombres de diecisiete sujetos arrestados por la policía en la capital federal. Se explica que el artículo 399 del Código Penal permitió la condenación por «vagancia» (vadiagem), pues, como en otras circunstancias, los acusados no hacían nada. Los sujetos, «sin medio lícito de vida, entretanto, escandalizan por donde pasan, por la extrañeza de sus ropas y el abuso de pinturas»19 (p. 11).

El registro del nombre social esclarece algunas cuestiones: Manuel Simões Porto usó «Theda Bara» (seudónimo de la actriz norteamericana Theodosia Burr Goodman); Manuel Campos, «Georgette»; Manuel, «Espanador da Lua» (Plumero de la Luna); Antonio Carlos de Albuquerque, «Lili das joias»; João Cardoso, «Jandyra»; Domingos Joaquim Pires, «Mistinguette» (nombre artístico de la cantante y actriz francesa Jeane Bourgeois); Franklin Vieira da Cruz, «Wylli-Back»; Juvelino Leandro, «Xixi»; Roque Brasil, «Italiana»; Luiz Barbosa, «Leguinha»; José Nery, «Lóló»; Arnaldo Guimarães, «Gigolette»; Hermano Wood, «Americana»; Adolgino da Cunha, «Peneirinha» (Cedacito); Francisco José da Silva, «Carrapeta»; Antonio das Neves, «Ludovina»; e Orlando Ary, «Mineira» (Jornal do Brasil, 08/06/1924, p. 11). Hombres que utilizaron nombres, comportamientos y ropas femeninas.20

La «criminación» es «el encaje del hecho en la ley» (Misse, 2018, p. 39), que se hizo mediante la cita del artículo que no define el travestismo, la prostitución o la homosexualidad como crímenes. El artículo 399 del Código Penal determinaba que «el vago [vadio] sólo sería preso si no tuviese renta para sustentarse» (Santos, 2006, p. 453; Fonseca, [1890] 2020) y aunque la homosexualidad nunca fue definida en dicho código como un crimen (Fry, 1982), es bajo ese recurso que algunos médicos pensaban los sentidos aquí tratados, como se detallará más adelante.

Un día antes, el 7 de junio de 1924, la revista A Rua21 había registrado catorce de los diecisiete nombres masculinos que constan en el Jornal do Brasil. Sin señalar los nombres sociales, afirma el afeminamiento de los presos mediante la descripción de ropas, modos de hablar y de comportarse, y los asemeja a prostitutas haciendo uso de un término francés: «[…] pintaditos, apretaditos, hablando con afectación, como verdaderas cocottes» (p. 4). El término «cocotte» estaba asociado al lujo y la ostentación, y circulaba en Brasil, por lo menos, desde el siglo diecinueve (Priore, 2006).

Antonio Carlos de Albuquerque usaba Lili das Joias, el reconocido nombre social de la meretriz carioca Rosa Schwartz, cuyo asesinato tuvo gran repercusión. Sobre este hecho, el Correio Paulistano hizo una serie de reportajes, de los cuales el publicado el 6 de noviembre de 1914 es el más completo. Un año después, el mismo diario asegura que un grupo israelita celebró el año nuevo en el cementerio de São Francisco Xavier e inauguró la lápida de Schwartz (18/09/1915). Casi una década después, Justino Monteiro Filho (17/06/1923) la mencionó en su crónica sobre el comercio sexual y, en 1925, la revista Vida Policial (11/04/1925) criticó la impunidad de los asesinos de prostitutas en Brasil, en un artículo en el que también recuerda que Schwartz se hizo célebre al denunciar proxenetas.

Ocho años después de la noticia del Jornal do Brasil (08/06/1924), Antonio Carlos (sin apellido), conocido como Lili das Joias, volvió a ser puesto en prisión por vagancia (art. 399) junto con Antonio de Almeida, que usaba el nombre María Portugueza. En el periódico carioca A Noite (27/10/1932) se informa que Antonio Carlos ya había estado preso 18 veces y Almeida, 33 (ambos por robo y por vagancia). La última vez, fueron presos junto con otros ocho que no usaban nombre social y fueron arrestados bajo los mismos preceptos.

Además del artículo 339, en la nota son citados los artículos 196, 198 y 330. El primero se refiere al robo nocturno a residencias, el segundo al ingreso o a la permanencia no autorizada en residencias durante el día, y el último al robo de objetos (Fonseca, 2020). Según este periódico (27/10/1932), Antonio Carlos estuvo dos veces en la Colonia de Dois Rios,22 y un año después A Noite (10/08/1933) registra que cierto Antonio Carlos, que usa el nombre Lili das Joias, fue arrestado en Río de Janeiro porque había una orden de prisión en su contra.

El discurso de especialistas en homosexualidad

La literatura médica de la época conoce varios sentidos para la expresión «mozos bonitos». En el primer texto sobre homosexualidad publicado en Brasil, Homosexualismo: a libertinagem no Rio de Janeiro [Homosexualismo: libertinaje en Río de Janeiro] (1906), el médico e higienista Pires de Almeida expone que los «uranistas» (homosexuales) se visten con ropas femeninas y algunos fingen menstruar, pero en esos fragmentos no habla ni de prostitución ni de proxenetas. Pires de Almeida (1906) creía en el determinismo biológico, sostenía que los homosexuales eran «degenerados» que podían contagiar a personas saludables y en su obra explica que la antropometría de Lombroso23 debe ser obligatoria en medicina legal. No usa los vocablos «transformista» y «travesti», y observa que «pederastas» y prostitutos pasivos roban a sus clientes. Pires de Almeida (1906) distingue entre «invertidos» y «pervertidos»: mientras los primeros nacieron así, los segundos se tornaron enfermos. Y aunque cita la cura mediante trasplantes, piensa que para detener la enfermedad un tutor debería actuar desde la infancia como «aparato ortopédico moral» del enfermo (p. 254).

En A inversão dos sexos [La inversión de los sexos] (1935), el médico y profesor de medicina Estacio de Lima define la homosexualidad como un «desvío orgánico» (p. viii) y como una «malformación interna» (p. 208) –conceptos que suprimirían la homosexualidad como pecado, crimen o vicio– y afirma que la masculinidad necesita de educación y de protección. En su libro, se registran imágenes fotográficas de «Greta Garbo»,24 homosexual masculino delgado y mulato, que en varias figuras aparece desnudo.25 En una de ellas aparece vestido con ropas masculinas y la leyenda explica que Garbo estaría orgulloso de su «corbata verde» (p. 209), pues los pederastas tendrían predisposición física por ese color.26

El médico criminalista y psiquiatra Edmur de Aguiar Whitaker (1938-1939) observó que cierto «pederasta» se viste de mujer para ir de noche al parque de Anhangabau, en São Paulo, y usa el nombre de la cantora lírica y actriz brasilera Gilda de Abreu. Cuando no se viste así, usa ropas «exageradas» y a la «moda»: paletó corto y apretado en la cintura (p. 244). Whitaker trabajó en el Laboratorio de Antropología Criminal de la Policía de São Paulo, considerado un modelo en su época. En 1936, la policía puso a su disposición las personas para el estudio en laboratorio (Ferla, 2004). En la época, policiales y médicos colaboraron entre sí para investigar homosexuales (Fry, 1982), y los agentes de la medicina legal tuvieron coordinación internacional observable en textos de congresos y de eventos (Corrêa, 2001).

El médico criminalista y profesor de medicina Leonídio Ribeiro, además de dar clases en la universidad, fue director del Gabinete de Identificación de la Policía de Río de Janeiro (después, Instituto de Identificación), y creador y director del Laboratorio de Biología Infantil. En este último, en vez de enfermedades morales y psicopatías, Ribeiro (1938) descubre infantes con dolencias de la garganta, verminosos y tuberculosos (Corrêa, 2001). En su libro Homosexualismo e endocrinología [Homosexualismo y endocrinología] (1938), afirma que las madres influencian negativamente a los homosexuales y que estos serían una imitación grotesca de los modos femeninos. Al tanto de las teorías de Sigmund Freud y del determinismo biológico de Gregorio Marañon, Ribeiro (1938) pensaba que la homosexualidad era una enfermedad innata que algún día sería corregida por la higiene, por la endocrinología o mediante trasplantes.

No solo Ribeiro, sino el campo médico luchaba por construir la homosexualidad como enfermedad y no como crimen (Figari, 2007). Sin embargo, Ribeiro nunca llegó a describir el prototipo del homosexual y no explicó la relación entre las características físicas y la homosexualidad (Green, 2000), sino que esclareció cómo operaban esas teorizaciones que afirmaban que la homosexualidad era una enfermedad y no un crimen. Para hacer sus mediciones antropométricas, Ribeiro (1938) utilizó la autoridad de la policía carioca: funcionarios de la policía salieron a las calles a buscar homosexuales y fue el criterio policial el que determinó cuales fueron los cuerpos que Ribeiro midió. No se puede suponer que todos los cuerpos estaban disponibles para la observación policial, ya que los sujetos pudientes eran casi invisibles para la ciencia de Ribeiro.

Ribeiro (1938) también presentó el debate sobre el uso de extractos testiculares para curar el «afeminamiento» en un joven de veinte años y señaló que la «inversión» en el Código Penal estaría contemplada en el artículo 266, que versaba sobre el atentado contra el pudor. Sobre este aspecto, según el juez Chrysolito de Gusmão ([1921] 1934) el atentado al pudor excluía la cópula (violación), no era exclusivamente público y era hecho sin el consentimiento de la víctima. Gusmão ([1921] 1934) afirma que en el código brasileño el varón nunca era objeto de violación y explica que en la jurisprudencia brasileña la «miserabilidad» (miserabilidade) era una cuestión de derecho y no de hecho. Esto significaba que era el miserable quien tenía que probar que lo era, porque no le competía al juez conocer eso. El miserable no era necesariamente indigente sino quien no podía pagar un proceso legal (Gusmão, [1921] 1934). Recordemos que, sin usar términos explícitos para lo homosexual y para la pobreza, los diarios registran que la policía usaba el artículo 399 para arrestar personas que no podían probar la existencia y el origen de su renta.

«Travesti» y «transformista»

En los textos periodísticos analizados, las voces «travesti» y «transformista» nunca implican los sentidos de los «mozos bonitos» y los médicos, prácticamente, no las utilizan. En los diarios, el término «travesti» es frecuente para referirse al uso de ropas y de disfraces durante el carnaval y en obras de teatro, y «transformista» para indicar las performances teatrales y del teatro de revista; en ambos casos, sirve para cualquier género. En el Jornal do Brasil, para el período comprendido entre 1920 y 1929, el sistema de búsqueda de la Hemeroteca Digital reconoce 378 entradas para «travesti» y 80 para «transformista».

Hay una excepción para la falta de asociación con los sentidos de «mozos bonitos». En «Homem-mulher: em pleno dia e em plena praça Tiradentes» [Hombre-mujer: en pleno día y en plena plaza Tiradentes] (Jornal do Brasil, 02/09/1920) se usa «“travesti”» para describir las prácticas de género de Euclydes da Silva, quien usa ropas, maquillaje y nombre de mujer (Odette) y se comporta de forma femenina. La foto que acompaña la nota representa a Euclydes vestido de mujer. Su rostro demuestra juventud, usa una gran bufanda oscura, un vestido con estampa cuadriculada escocesa, guantes, y un sombrero grande y claro como sus botas. El texto trata la situación como absurda y ridícula. No se habla de prostitución y se afirma que la policía encarceló a la «falsa Odette» sin otras explicaciones (p. 8, comillas del autor de este artículo).

Según los investigadores de la diversidad sexual, Lucas Bulgarelli y Arthur Fontgaland (2019), entre 2008 y 2018, en Brasil fueron asesinadas 1.238 travestis y transexuales, el mayor número en el mundo; en el mismo periodo, 60 mil jóvenes fueron asesinados/as con armas de fuego en Río de Janeiro; entre 2004 y 2008, la policía carioca mató 1.836 menores de edad; y, en ese Estado, la justicia no esclarece 90% de los asesinatos. La «acumulación social de la violencia» (Misse, 2018, p. 69) es parte de la historia brasileña. Para Kulick (2008), las travestis son uno de los grupos más marginalizados, temidos y despreciados en Brasil. En las situaciones investigadas (en Salvador, entre 1996 y 1997), también hay robo a clientes, pero el autor argumenta que eso hay que situarlo en el contexto de una sociedad «brutal y violenta con sus clases bajas» (p. 24), donde la policía las arresta ilegalmente y las tortura (Figari, 2007).

En textos que no usan la expresión «mozos bonitos» se habla de Walter Bank, transformista que incomodó a policiales y anónimos. Con el título «Homens-mulheres e mulheres-homens» [Hombres-mujeres y mujeres-hombres], el periódico A Rua (19/03/1920) informa sobre Fatima-Miris (Maria Frassinesi, 1882-1954) y registra, equivocadamente, que era un hombre que se hacía pasar por mujer. Ella viajó por el mundo ganando dinero de ese modo, pero su «profesión transformista» habría terminado cuando se descubrió que era hombre (p. 4). Y continúa con el caso de «confusión de sexo» en la ciudad de Santos: Bank generó sospechas de no pertenecer al «sexo fuerte» y por eso lo llevaron a la comisaría varias veces.

Según A Rua (19/03/1920), los policías verificaron que Bank «no es transformista. Tiene los gestos afeminados y la voz aflautada, por otros motivos bien distintos de los de Fatima». Se explica que sería «un poco anormalizado» y se ofrece una foto de su rostro (p. 4). Según los periódicos, la policía persiguió a personas cuya representación del género incomodaba al patrón social establecido. Por más de dos décadas, Walter Bank [Figura 5] dejó registros como cantor («soprano lírico»), bailarín clásico, ilusionista, transformista y «“travesti” femenino» (Correio de Uberlândia, 12/11/1943;Diario de Pernambuco, 20/10/1936;Republica, 08/12/1921, p. 2). El título de su espectáculo (Él o Ella) indica el cuestionamiento deliberado de las formas de percibir y de representar el género.

Algunas conclusiones

Como se detalló a lo largo del artículo, la prensa elaboró discursos que promovían un estereotipo de género y pidió la intervención de la policía, que, según los relatos periodísticos, usó las leyes para reprimir sujetos que eran contemplados por el estereotipo. La prensa difundió la expresión «mozos bonitos» y, al analizar los textos, la expresión muestra su capacidad para describir y para ridicularizar aquello que su enunciador consideraba adecuado. El uso acrítico y vulgar de la expresión, y el modo prejuicioso de atacar a unos con las señales estigmatizantes de otros, torna el uso de los términos racionalmente imprecisos e impotentes en detalle, pero efectivos (como estereotipos) al ser usados frecuentemente. El término ofensivo, el éxito del performativo autoritario, «lleva a cabo el daño precisamente a través de la acumulación y la disimulación de su fuerza» (Butler, 1997, p. 91). Junto con la indignación moral, el sentido de lo homosexual permanece sin ser explícito en las reiteraciones y en el uso de la expresión considerada. Esto explicaría el carácter tan extraño de las narrativas, en las que el lector no sabe por qué el enunciador se incomoda tanto con la ropa y con los modos más que con el abuso y el robo.


Figura 5

«A estreia do artista Walter Bank será um acontecimento para o publico uberlandense » [El debut del artista Walter Bank será un evento para el público uberlandense]. Correio de Uberlândia, 12/11/1943, p. 2

Fuente: acervo de la Hemeroteca Digital de la Biblioteca Nacional de Brasil.

Los ocho que usaban nombres femeninos según el Correio Paulistano, en 1917, Euclydes da Silva (Odette), en 1920; los diecisiete de los que habla el Jornal do Brasil, en 1924; y otros aquí mencionados, son índices de la «cultura multifacética, autoafirmativa y consciente», que para Green (2000) existió durante la década de 1930. El autor llega a esa conclusión gracias a las descripciones sobre homosexuales realizadas por el médico Leonídio Ribeiro (p. 124). En el texto de Estacio de Lima (1935), el joven usa el nombre de Greta Garbo; el homosexual referido por Whitaker (1938-1939), usa Gilda de Abreu; y según el Jornal do Brasil de 1924 uno de los presos usa Mistinguette, y el otro, Theda Bara, ambos nombres de artistas, aunque en el mismo diario también se consigna el uso de Lili das Joias, el nombre social de una prostituta reconocida por enfrentar a los proxenetas. Los médicos registraron que algunos homosexuales imitaban a las mujeres y se vestían con ropas femeninas, y los periódicos detallaron que algunos varones se identificaron, usaron nombres e incorporaron modos de artistas mujeres, actrices, cantantes y meretrices, con la posibilidad de encarcelamiento. Además, la expresión «mozos bonitos» fue usada para implicar un amplio arco de prácticas de género: afeminamiento y elegancia (en cuerpos, maneras y ropas), prostitución masculina, transformismo, travestismo y homosexualidad.

A partir de los textos analizados, es posible concluir que la expresión «mozos bonitos» se utilizó para indicar varios sentidos: hombres que se vestían con ropas femeninas para trabajar o para divertirse; hombres que eran percibidos como afeminados, aunque no usaran, forzosamente, ropas femeninas; hombres que usaban ropas elegantes o con estilo, que no necesariamente eran percibidos como afeminados, y de los cuales algunos robaban y otros producían desórdenes. Asimismo, la expresión fue empleada para insultar a los hombres que molestaban, robaban y acosaban mujeres, y, en algunos casos, para indicar afeminamiento, homosexualidad, transformismo, travestismo y prostitución masculina. De este modo, los textos y las imágenes analizadas indican la existencia de prácticas y de discursos de sujetos con distintas formas de producir el género.

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Jornal do Brasil (2 de septiembre de 1920). Homem-mulher: em pleno dia e em plena praça Tiradentes. Rio de Janeiro, p. 8.

Jornal do Brasil (8 de junio de 1924). Policia de costumes: «moços bonitos» processados. Rio de Janeiro, p. 11.

Lili Macho (27 de enero de 1912). Falsa capella. O Rio Nú. Rio de Janeiro, p. 7.

Lotus, M. (5 de marzo de 1908). Profunda verdade. O Pharol. Juiz de Fora, p. 1.

Monteiro, A. (28 de marzo de 1925). Gyria da Gatunagem Carioca: os ladrões e suas especialidades. Vida Policial. Rio de Janeiro, pp. 7-11.

Monteiro Filho, J. (17 de junio de 1923). A exportação do amor. O Paiz. Rio de Janeiro, p. 4.

O Jornal (11 de marzo de 1921). O lenocinio e o jogo: providencias do chefe de policia. Rio de Janeiro, p. 4.

O Malho (1 de mayo de 1915). Malhadelas. Rio de Janeiro, p. 23.

O Malho (6 de mayo de 1916). Caixa do malho. Rio de Janeiro, pp. 13-14.

O Malho (7 de marzo de 1931). Os moços bonitos. Rio de Janeiro, p. 3.

O Malho (18 de abril de 1931). Policia de costumes. Rio de Janeiro, p. 3.

O Rio Nú (14 de diciembre de 1912). Reclamam: contra os «moços bonitos». Rio de Janeiro, p. 2.

Phoca, J. (14 de enero de 1908). O bigode das mulheres. Jornal do Brasil. Rio de Janeiro, p. 7.

Republica (8 de diciembre de 1921). Artes e artistas. Florianópolis, p. 2.

Sherlock (7 de septiembre de 1912). Bilhetes da paulicéa. O Rio Nú. Rio de Janeiro, p. 2.

Torres, A. S. (1921). Pasquinadas cariocas. Rio de Janeiro, Brasil: Castilho.

Vida Policial (11 de abril de 1925). Os grandes crimes da cidade: os matadores de meretrizes e o objectivo moral do assassinio de «Lili das Joias». Rio de Janeiro, p. 23-24.

Vida Policial (22 de agosto de 1925). A giria ou o calão. Rio de Janeiro, 30-31.

Vidal, O. B. (2 de febrero de 1929). Os ladrões e suas «especialidades». O Malho. Rio de Janeiro, pp. 31 y 52.

Wertheimer, D. (29 de marzo de 1917). Intervenção efficaz. Correio Paulistano. São Paulo, p. 2.

Yost (22 de octubre de 1910). Uma historia triste. O Malho. Rio de Janeiro, p. 28.

Notas

1 La Hemeroteca digitalizó y tornó accesible el material aquí citado.
2 A los fines del presente trabajo, se consideran notas aquellos textos de extensión breve, en tanto que los reportajes aluden a secciones con mayor detalle en las explicaciones o en las descripciones.
3 El periódico carioca Jornal do Brasil circuló durante todo el siglo veinte, gozó de gran prestigio y en la tercera década valorizó su sección literaria y artística, para la que contó con la contribución de miembros de la Academia Brasileña de Letras (Alvez de Abreu, 2015).
4 Se verificaron todas las entradas en los periódicos mencionados y en investigaciones sobre la versión plural, aunque no se citan en extensión para evitar redundancias. No se tradujeron algunas palabras cuyos equivalentes en español no existen o son distantes del sentido primero. En ciertos casos, se cita la voz portuguesa en cursiva para esclarecer la traducción y facilitar la búsqueda.
5 Este texto original, y todos los que se ofrecen en notas siguientes, respetan la ortografía de la época, diferente del portugués actual. «Pelo que foi visto hontem, já hoje um chefe de familia não póde vir á Avenida sem trazer um revólver» (Correio Paulistano, 27/02/1911, p. 1).
6 «Um magote enorme de moços engravatados a quem o collarinho brunido não póde dar a educação que certamente lhes é inaccessivel» (Correio Paulistano, 27/02/1911, p. 1).
7 Trinque: percha en la que los ropavejeros colgaban la ropa; andar de trinque, andar vestido con elegancia (Wildik, s/f).
8 En su análisis, Rago (1991) cita dos obras: Atentados ao pudor (1943) y Delitos contra a honra da mulher (1898).
9 En los Estados Unidos y en Brasil, el samba y el jazz tienen sus orígenes en personas negras y sus compositores pertenecieron a estratos sociales periféricos. La investigadora Marília Giller (2018) afirma que la circulación del jazz en Brasil se dio en clubes y en sociedades donde se bailaban varios géneros musicales; las jazz bands eran los conjuntos instrumentales con vocalistas que dirigían esos eventos.
10 En la obra citada, Corrêa ([1998] 2001) analiza la producción de Nina Rodrigues, explica las premisas que guiaron su trabajo y señala la existencia de la «escuela Nina Rodrigues», que operó en la primera mitad del siglo xx.
11 «Essa cousa requintada / De “petrolette” e “bateau” / Prova que muita cambada / Quer inventar “art noveau”. // Mas como não sabe nada / Para ser original / Vae pedir lingua emprestada / Trabuzana trivial. // Sujeito que assim pratica / Não tem seguro miolo, / É parvo, é chocho, é marica, / É ganymedes (sic) ou tôlo» (Jornal do Brasil, 04/03/1908, p. 3, comillas del autor de este artículo).
12 «Paremos um pouco para... cuspir! E aproveitemos o ensejo para felicitar o poeta, não pela sua métrica de escacha compendios, mas pela visita que recebeu da matta virgem... Foi uma visita masculina, a julgar pelo bello anjo, o encantador, mas que, repentinamente, virou musa de seus sonhos. Musa ou muso? Talvez ambas as cousas, pelo processo d’esses moços bonitos, Lolós e Lilis, que, á noite, vestem saias... » (O Malho, 06/05/1916, p. 14, cursivas del autor de este artículo).
13 «Gente tão desprezível, que nem ao menos podem ser considerados conquistadores perigosos, de vez que, praticamente, não podem ser comparados ao mais réles Dom Juan da Linha Auxiliar. Terríveis, em bando, assediando as moças, se se encontram a sós com uma dessas espertíssimas raparigas habituadas ao proprio resguardo, são uns bobos, sem palavras para manter cinco minutos de palestra e sem gestos ou attitudes que confirmem a tendencia “don-juanesca” de que fazem praça» (O Malho, 07/03/1931, p. 3).
14 El sexólogo Hernani de Irajá ([1917] 1954) y los médicos José Ricardo Pires de Almeida (1906) y Leonídio Ribeiro (1938) explican que el Largo do Rocio es el célebre punto de reunión entre pederastas en Rio de Janeiro.
15 Plaza Tiradentes es otro nombre para el Largo del Rocío, en Río de Janeiro.
16 Elysio de Carvalho fundó y dirigió la Escuela de Policía Científica, trabajó en el Gabinete de Identificación y Estadística de la Policía de Rio de Janeiro y fue un escritor prolífico (Santana, 1982).
17 Entre 1920 y 1922, fue jefe de policía Geminiano França (Santos, 2006) y hay registro periodístico de la campaña contra el juego y el proxenetismo que él organizó (O Jornal, 11/03/1921, p. 4).
18 La socióloga Myriam Sepúlveda dos Santos (2006) asevera que en la época las leyes contra la contravención solo podían aplicarse a quienes «no tenían renta y trabajo» (p. 452), y en Brasil el número de desajustados reprimidos era bastante mayor que el número de crímenes más graves.
19 «Sem meio licito de vida e, no emtanto, escandalisam por onde passam, pela esquisitice de suas fatiotas e abuso de pinturas» (Jornal do Brasil, 08/06/1924, p. 11).
20 Respecto de los hombres arrestados, el Jornal do Brasil (08/06/1924) informa que de la cárcel de la Repartición Central de la Policía seguirán para la Colonia Correccional de Dous Rios, donde aguardarán a quienes escaparon de la primera batida.
21 A Rua surgió en 1910 en forma de revista ilustrada (con apenas veinte páginas, las imágenes ocupaban gran parte del espacio disponible seguidas por textos breves), pero circuló en forma de periódico desde 1914.
22 La Colonia Correccional de Dois Rios fue instalada en 1894 en Ilha Grande, una isla a 150 kilómetros de Rio de Janeiro. Entre 1900 y 1930, tuvo como principal objetivo encarcelar ebrios, mendigos, vagos y capoeiras, y, como sucedía con otras, fue usada como prisión política. El Presidente de la república designaba al jefe de policía, y este tenía como subalternos directos tres delegados auxiliares, a uno de los cuales le cabía dirigir Dois Rios. La colonia se caracterizó por «aislar individuos, en su gran mayoría, pobres, negros, sin asistencia, y que morían en pocos meses de enfermedades fruto de la mala alimentación y la falta de higiene» (Santos, 2006, p. 445).
23 El creador de la antropología criminal, Cesare Lombroso (1835-1909), propuso una teoría según la cual el crimen estaría en el cuerpo del criminal antes que en la acción criminal (Corrêa, 2001; Ferla, 2005). El determinismo de Lombroso criminalizaba la homosexualidad.
24 Figuras 12, 13, 14 y 15 (Lima, 1935).
25 Figuras 13, 14 y 15 (Lima, 1935).
26 Figura 12 (Lima, 1935).
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