Artículos

Desarrollo y Teoría Desarrollista en la Argentina. Contrapuntos con el Pensamiento Nacional Popular

Development and Developmental Theory in Argentina. Counterpoints with National Popular Thought

http://orcid.org/0000-0002-0761-0894 José María Aused
Universidad Nacional de Rosario, Argentina

Desarrollo y Teoría Desarrollista en la Argentina. Contrapuntos con el Pensamiento Nacional Popular

Cuadernos de H ideas, vol. 14, núm. 14, 2020

Universidad Nacional de La Plata

Recepción: 01 Septiembre 2019

Aprobación: 01 Junio 2020

Resumen: La crisis económica mundial de 1929 propició en la Argentina el fin del modelo agroexportador y la gestación de un nuevo modelo, de industrialización por sustitución de importaciones. A partir de la década de 1950, siendo la premisa fundamental que la edificación de una estructura industrial integrada y el crecimiento económico debían ser deliberadamente promovidos, la idea del desarrollo fue el objeto de referencia común para argumentos, análisis y prescripciones distintas dentro del pensamiento social y económico argentino. El objetivo de este trabajo es indagar sobre esta idea en el pensamiento de Raúl Prebisch y Rogelio Frigerio, a través de algunas discusiones teóricas que marcaron un enriquecedor contrapunto entre ellos y, al mismo tiempo, con dos representantes del pensamiento nacional popular como Arturo Jauretche y John William Cooke.

Palabras clave: Industrialización, Desarrollo, Desarrollismo, Pensamiento Nacional Popular.

Abstract: The world economic crisis of 1929 propitiated in Argentina the end of the agro-export model and the gestation of a new model, of industrialization by import substitution. Beginning in the 1950s, the fundamental premise being that the construction of an integrated industrial structure and economic growth should be deliberately promoted, the idea of development was the common reference object for different arguments, analyzes and prescriptions within social and economic argentine thought. The objective of this work is to investigate this idea in the thinking of Raul Presbichand Rogelio Frigerio, through some theoretical discussions that marked an enriching counterpoint between them and, at the same time, with two representatives of national popular thought such as Arturo Jauretche and John William Cooke.

Keywords: Industrialization, Development, Developmentalism, National Popular Thought.

1. Introducción

Nadie pone en duda que la gran crisis económica mundial que estalló en 1929 propició en la Argentina (y en varios países latinoamericanos) el fin del modelo agroexportador y la gestación de uno nuevo definido académicamente como de industrialización por sustitución de importaciones. Diferentes estrategias fueron aplicadas bajo este paradigma de desarrollo, una más conservadora durante los primeros años (1930-1943), otra denominada justicialista (1946-1955) y finalmente otra bautizada como desarrollista (1958-1971). Cada una con diferentes objetivos, orientaciones y sectores sociales más beneficiados, pero siempre en el marco de un modelo de acumulación que tenía a la industrialización como herramienta troncal de desarrollo. El sociólogo Carlos Altamirano (1998, p. 79) resume la visión hegemónica de la política económica argentina a partir de la década del ’50 con el nombre de economía del desarrollo, cuya premisa fundamental era que la edificación de una estructura industrial integrada, así como el crecimiento económico en general, debían ser deliberadamente promovidos: los países de la periferia no saldrían del atraso si confiaban en repetir, con retardo, la secuencia histórica de las naciones adelantadas. En este contexto, la idea del desarrollo fue el objeto de referencia común para argumentos, análisis y prescripciones distintas dentro del pensamiento social y económico argentino.

Este trabajo indaga acerca de la idea de desarrollo en el pensamiento de Raúl Prebisch y Rogelio Frigerio, específicamente como la misma se hizo visible en algunas discusiones teóricas que marcaron un enriquecedor contrapunto entre ellos y, al mismo tiempo, con dos representantes del pensamiento nacional popular1 como Arturo Jauretche y John William Cooke. El objetivo que nos trazamos es encontrar puntos de acuerdo y desacuerdo en temas que formaban parte de la agenda política y económica argentina de ese momento como ser: el origen de los desequilibrios en la balanza de pagos, la relación entre el sector agrario y el sector industrial, el rol del Estado, y el papel del capital extranjero en la modernización de la economía. Más de medio siglo después estos debates siguen vigentes, por lo que revisitar el pensamiento de estos autores puede ser un aporte interesante para comprender el lugar del concepto de desarrollo en el presente.

2. Desarrollismo en América Latina

Ruy Mauro Marini (1994, p. 135) destaca la importancia de la teoría desarrollista por ser el primer intento de teorización social que se produce en América Latina de manera autónoma y regional por fuera de cuestiones estrictamente particulares de cada país. La Comisión Económica Para América Latina (CEPAL) fue el espacio donde esta teoría, planteada en Estados Unidos y Europa luego de la Segunda Guerra Mundial, fue discutida y repensada por diferentes intelectuales latinoamericanos.

En este contexto, el desarrollismo latinoamericano puso en cuestión la teoría clásica del comercio internacional, que hacía hincapié en las ventajas comparativas que aseguraban beneficios para los países productores de materias primas. La negativa a aceptar estas reglas tenia sustento en las estadísticas que demostraban la tendencia al deterioro de los términos del intercambio en detrimento de los países productores de materias primas y las transferencias de ingresos (y por ende descapitalización) de los países subdesarrollados a las naciones desarrolladas. Esto traía como consecuencia para los países latinoamericanos el no desarrollo del sector manufacturero, la baja tecnificación para elevar la productividad del trabajo y la limitación de la expansión de la oferta de empleo, concentrándose toda la mano de obra en el sector primario y generando un nivel salarial bajo, en detrimento de un mercado interno fuerte y dinámico. Como consecuencia, los teóricos del desarrollismo latinoamericano comenzaron a utilizar el esquema centro-periferia como punto de partida analítico de la economía mundial y las relaciones entre las naciones. Los países centrales son los países que exportan productos industriales y tecnología de alto valor, realizan inversiones más allá de sus fronteras. Los países periféricos son aquellos especializados en la producción y exportación de materias primas o productos industriales de escaso valor.

Sin embargo, esta corriente de pensamiento no renunciaba la idea básica de la teoría del desarrollo que veía al desarrollo y al subdesarrollo como dos etapas diferentes de un proceso histórico de acumulación de capital, no como conceptos antagónicos o incomparables. A partir de esta concepción, la solución a la situación de subdesarrollo de los países latinoamericanos era el reclamo en los organismos internacionales para que se apliquen medidas correctivas al comercio internacional y la implementación de una adecuada política económica por parte de los respectivos gobiernos, para de esta forma entrar definitivamente en la senda del desarrollo capitalista pleno.

3. Estrategia justicialista en debate.

3.1Informe: diagnóstico y soluciones

Uno de los exponentes más importantes de la usina de pensamiento latinoamericano que representaba la CEPAL, fue el argentino Raúl Presbich, economista que había ocupado varios cargos públicos durante los gobiernos de Uriburu y Justo, en los que llego a fundar y ser gerente general del Banco Central.2 En 1955, por pedido del entonces presidente de facto, General Eduardo Lonardi, elaboro un informe sobre la situación económica heredada del gobierno peronista. Según Prebisch (1955a, p. 1), en ese momento la Argentina atravesaba la crisis más aguda del desarrollo económico, con una demanda interna muy elevada y un Producto Bruto Interno estancado, en un contexto de gran déficit en la balanza de pagos, que hacia fines de ese año arrojaba una cifra de 186 millones de dólares, producto del desfasaje entre la cantidad de exportaciones e importaciones.

Uno de los principales factores que habrían causado esta situación era la considerable disminución de las exportaciones y el empeoramiento de sus precios relativos. La política económica del gobierno peronista había desalentado la producción agropecuaria, negando incentivos y recursos para promover la tecnificación de la actividad primaria como había ocurrido en otros países comparables con la Argentina. Luego de la segunda guerra mundial, había terminado la etapa en la que la producción agropecuaria se expandía al ritmo de la ocupación de nuevas tierras y había comenzado otra en la que se requería aumentar considerablemente la productividad mediante la acción técnica del Estado, el incentivo a los productores, y los recursos que estos necesitaban para acrecentar fuertemente las inversiones exigidas por la tecnificación.3

Otro factor que habría contribuido a generar la precaria situación de divisas durante el primer quinquenio de la segunda mitad del siglo XX, fue la desacertada orientación de la política industrial. No se logró sustituir la importación de productos básicos como los de los sectores siderúrgicos, químico o celulosa, generándose una situación de dependencia económica exterior.

El tercer factor era la escasa y deficiente producción de petróleo frente al crecimiento de la demanda doméstica. Este problema se relacionaba con otro de los obstáculos, que era la baja capacidad de producción de energía eléctrica, ya que esta última se generaba con derivados del petróleo. Falta de inversiones estatales, ausencia de condiciones favorables para que se hagan desde el ámbito privado y la inexistencia de estudios técnicos profundos sobre este problema no habían propiciado un buen panorama para la superación de este obstáculo a corto plazo.

Por último, el economista de la CEPAL, hacía mención a la descapitalización de sistema de transporte como otro de los obstáculos para el desarrollo pleno de la argentina pos peronista. Prebisch no cuestionaba la decisión de nacionalizar el sistema ferroviario sino la forma en que fue realizada y la mala administración que tuvo en manos del Estado. Si se hubiera pagado solo una parte del costo total, se podría haber tomado el control de los ferrocarriles y al mismo tiempo renovado los materiales de tracción y las vías.

Lo más interesante de este balance con respecto a los déficits de las políticas implementadas durante el gobierno peronista era la crítica a la función que cumplió el Estado durante los mismos. Prebisch comenzaba aseverando que la intervención del estado era ciertamente indispensable para acelerar el ritmo de desarrollo y promover su sentido social pero establece diferencias entre una intervención que pretenda regular la conducta de los individuos en el proceso económico y otra que consista en manejar eficazmente los resortes superiores del sistema mediante la política fiscal, la política monetaria, de cambios y de créditos, la tarifa aduanera, la política de inversiones y la acción técnica del estado, todo ello a fin de crear las condiciones básicas, los estímulos y los incentivos que requiere la actividad económica privada para su máxima eficacia, orientándola hacia el logro de ciertos objetivos fundamentales de desarrollo económico (1955b, p. 33). El primer tipo de intervención sería el que habría adoptado el estado argentino durante la experiencia peronista, otorgándoles un gran poder discrecional y arbitrario a diferentes funcionarios públicos, lo cual genero un desequilibrio en la economía, perturbando de esta manera su normal desenvolvimiento. Uno de los casos más cuestionados respecto a este tipo de prácticas era el de las autorizaciones para importar productos sin pago de divisas o de manera diferida, con lo cual se contribuyó al gran desajuste en la balanza de pagos.

3.2 ¿Retorno al coloniaje?

Con motivo de este informe, Arturo Jauretche polemizo fuertemente con Prebisch. Aunque el intercambio no fue exactamente al unísono (el economista cepalino no contesto ningún escrito del ex FORJA4 hasta fines de la década posterior), fue muy interesante y esclarecedor para este debate. En su libro Plan Prebisch. Retorno al coloniaje, Jauretche se encarga de discutir uno por uno los problemas y soluciones planteados. Con un tono entre irónico y lacerante, intentaba poner sobre el tapete algunas contradicciones en el pensamiento de Prebisch, ya que el mismo funcionario que había defendido la política industrializadora y keynesiana del peronismo ahora se encargaba de defender los intereses de las clases más privilegiadas, proponiendo una nueva distribución de la riqueza a favor de estos sectores y en contra de la masa trabajadora.

Entre las principales críticas, se destacaba el llamado de atención a la solución planteada por Prebisch respecto al déficit en la balanza de pagos (que según Jauretche tampoco era tal). Para el economista cepalino se debían aumentar las exportaciones de materias primas, las cuales habían caído considerablemente en comparación con las cifras de la década del periodo entreguerras. Sin embargo, no se tenía en cuenta el hecho de que al mismo tiempo que ocurrió esto también aumento considerablemente el consumo interno, exigiendo más materias primas que antes tenían destino de exportación. El mismo Prebisch había descrito años antes de los problemas que acarreaba la excesiva dependencia del comercio exterior de nuestra economía, dependencia que se basaba en la escasa diversificación de la producción primaria, la falta de industrialización, el bajo nivel de consumo de la población y un mercado interno limitado. Según Jauretche (1969, p. 27), Prebisch omitió decir también que durante el primer quinquenio de la década del 1950 se redujo el volumen de importaciones como consecuencia del proceso de industrialización por sustitución de las mismas. De esta forma, se aminoro considerablemente la dependencia de nuestro país del comercio exterior, consolidándose un crecimiento hacia adentro, de manera autónoma y sustentable.

Otra de las cuestiones del Informe que Jauretche se encargaba de rebatir es la que versaba sobre la tecnificación del agro, elemento fundamental, según Prebisch, para el desarrollo de nuestro país. Exhibiendo un cuadro donde se indicaba la cantidad de tractores y cosechadores que los productores agropecuarios poseían hacia 1954, Jauretche (1969, p 77) intentaba demostrar cómo había crecido la utilización de estas maquinarias, no solo importadas sino también fabricadas en la Argentina, gracias al impulso del estado a la industria nacional.

Pero la crítica principal de Jauretche a Prebisch era la forma en que se pretendía llegar al aumento de la productividad y las exportaciones de materias primas. Más bien a costa de quienes se quería lograr. A pesar de tener en cuenta el deterioro en los términos del intercambio con los países centrales, se insistía en priorizar el aumento en la escala de la producción para exportar por sobre la consolidación del mercado interno, protegido por determinados dispositivos que habían sido aplicados para distorsionar los precios internos de los externos, como el IAPI. El afán del economista cepalino por propugnar una liberalización del control de los saldos exportables solo lograría, según Jauretche, una brutal transferencia de ingresos desde la clase trabajadora hacia los grandes terratenientes y capitales extranjeros. De esta manera, aumentarían considerablemente los precios internos, caería el salario real de los trabajadores y con este la demanda interna que era el motor de la economía nacional consolidada durante la experiencia peronista. Para Jauretche, la idea central no era otra que la de retornar a la argentina colonial, con una economía basada en la producción y exportación de materias primas a los costos reducidos de una mano de obra abaratada por la desocupación y la miseria (1969, p. 113). Con respecto a esta aseveración, Altamirano (1998) plantea ciertas dudas ya que “independientemente de cómo se juzgara el diagnostico de Prebisch respecto del estado de la economía argentina en 1955 y aun las medidas que prescribía, no se podía extraer de su texto el sombrío programa anti industrialista que le atribuía Jauretche” (p. 77).

4. Inversiones extranjeras, tecnificación y monopolios

4.1 Crisis del enfoque cepalino y renovación desarrollista.

El pensamiento desarrollista argentino no es un todo homogéneo y se plantean algunas diferencias teóricas interesantes. A principios de la década de 1960 y producto de las limitaciones de desarrollo que tuvieron las economías latinoamericanas, la CEPAL modifica sus planteamientos y rectificando el enfoque meramente desarrollista que la caracterizaba, pasa a poner más énfasis en las reformas estructurales y en la distribución del ingreso. En este contexto, gana terreno el pensamiento de Rogelio Frigerio, hombre de origen radical y estrecho colaborador de Arturo Frondizi durante su presidencia5. En coincidencia con la doctrina cepalina, consideraba esencial la industrialización de los países subdesarrollados, pero discrepaba con el enfoque estructuralista de la misma, su visión sobre la inflación, sus propuestas de integración latinoamericana, y su falta de comprensión del papel de los monopolios en el deterioro de los términos del intercambio.

Al igual que Prebisch, Frigerio teorizó mucho sobre la problemática que representaba la relación entre la producción primaria y la industrial en nuestro país. En un artículo publicado sobre fines de la década del 60, se refería a esta relación alegando que la productividad del agro había bajado su nivel en las últimas décadas debido a la falta de capitales e insumos tecnológicos capaces de modernizar las explotaciones agrícolas. Este atraso tecnológico en un país periférico como el nuestro, tenía su contrapartida en los países centrales, en la baja o reemplazo de nuestros productos exportables (caucho, fibras, madera, hierro, etc.) por nuevos productos sintéticos elaborados en esos países gracias a la revolución científica y tecnología que generaba avances importantes y reducía costos de producción y mayor productividad. Este autor dejaba bien en claro que no podía haber desarrollo y expansión del agro sin base industrial, sin capitalización global de la economía, sin la estructura socioeconómica de una comunidad avanzada y de alta tecnología. Para Frigerio (1969, p. 125), la forma de lograr este desarrollo integral seria propiciado los siguientes factores que modernicen la producción agropecuaria:

Este autor creía que el desarrollo integral de la economía era el punto de partida para aumentar la capacidad exportadora, no siendo esta ultima la base para edificar la industria. En cambio, Prebisch (1986, p. 480) estaría más cercano a la idea de pensar la tecnificación del agro y, por ende, el aumento de la productividad de las exportaciones de este sector, como el motor fundamental de un proceso de desarrollo, logrando equilibrar o mantener el superávit en la balanza comercial de los países periféricos y así poder importar los bienes de capital necesarios para el desarrollo de las industrias pesadas.

Pero las diferencias entre estos autores no eran solo sobre la estrategia de desarrollo sino que también expresaban diferentes cosmovisiones de la historia y el sistema capitalista. Decíamos que el desarrollismo cepalino mantenía un vínculo intrínseco con la teoría del desarrollo heredada de los países centrales. Esto, según Frigerio (1969, p. 117), impedía caracterizar al subdesarrollo argentino en el marco de una concepción histórica y dinámica del desarrollo desigual de las naciones, en la cual el problema del subdesarrollo no es un dato estático sino una relación entre el desenvolvimiento de las economías primarias y el de las economías industriales de las grandes potencias en un proceso que conduce inexorablemente a la pauperización creciente de las primeras y el enriquecimiento creciente de las segundas. El historiador Angel Cerra (2019, p. 9), sostiene de forma categórica quelas diferencias entre el desarrollismo cepalino y el frigerismo son notables. Mientras la CEPAL recelaba de la participación del capital extranjero y trataba de limitarlo al mínimo prefiriendo las fuentes públicas y abominando las privadas, el desarrollismo argentino (representado en Frigerio) propiciaba la radicación de empresas extranjeras y sostenía la necesidad de una gran inyección de capital en industria pesada y básica. Por otro lado, los cepalinos insistían en la prioridad de una reforma agraria y una integración económica regional a las que taxativamente se oponía Frigerio.

Para Frigerio (1969, p. 118), entre los diferentes acontecimientos que se debían tener en cuenta, se destacaban dos: la revolución científica y tecnológica y la concentración y centralización de la economía. El primero se hacía palpable en el prodigioso desarrollo de la ciencia y la técnica, en los terrenos básicos de la energía nuclear, la electrónica, la cibernética, la química y la biología, produciendo grandes cambios en el proceso económico que aseguran a los países centrales una economía de abundancia alejada de crisis y recesiones. El segundo acontecimiento se hace notorio en la constitución de monopolios de capital transnacional que operan en los países subdesarrollados.

Desechando la posibilidad de determinar la condición de desarrollo de un país solo a partir de criterios cuantitativos (indicadores como por ejemplo PBI, tasa de ocupación, etc.), Frigerio (1969, p. 119) definía a un país subdesarrollado como aquel cuya estructura de producción primaria ya no provee a la comunidad de los recursos necesarios para un crecimiento sostenido de la economía nacional en la época de la rápida e irreversible concentración de capital y tecnología en unos pocos centro industriales.

En los últimos años de la década de 1960, todos los autores desarrollistas (incluido Prebisch) van a coincidir en que el subdesarrollo argentino estaba determinado por una estructura productiva incapaz de generar los recursos necesarios para vencer el estrangulamiento de la balanza de pagos y lograr una expansión sostenida.

En este contexto, ¿Cómo se superaba el subdesarrollo? ¿Cómo se desarrollaba un país periférico? La solución sería transformar esa estructura económica de producción primaria construyendo una economía orientada hacia la formación de un vasto mercado interno donde la economía nacional produzca la mayor cantidad y calidad de bienes, tanto agropecuarios como industriales. Es interesante el aporte que hace Frigerio a la teoría desarrollista en nuestro país. Al introducir conceptos como liberación o desarrollo nacional, le agrega al debate la dosis de politización que había estado ausente en los teóricos de la CEPAL. Más bien identifica al sujeto político que debería llevar adelante tamaña empresa. Para este autor, la lucha por el desarrollo es una lucha nacional, una lucha política de los pueblos, que puede ser más intensa o efectiva en la medida en que los objetivos de la emancipación sean comprendidos y adoptados por todos los sectores de la comunidad nacional. Concibe al desarrollo como la columna vertebral de la nación, como un instrumento de realización nacional, de integración de una comunidad que se niega a ser apéndice pasivo de un sistema de intercambio mundial que la relega a la condición de proveedora de alimentos

4.2 Monopolios e imperialismo.

Frigerio y John W. Cooke compartían el mismo interés por ciertos debates nacionales entre los cuales se encontraba la cuestión del desarrollo pleno de la Argentina. Ambos concebían la idea de que el desarrollo no era el estadio superior al que en algún momento iban a llegar inevitablemente las naciones no desarrolladas del mundo sino que más bien el subdesarrollo estaba condicionado por esa relación estructural entre los países centrales y los periféricos. Más bien el factor determinante de esta relación era la dependencia y asimetría entre estas dos categorías de naciones. Los dos autores llegaban a la conclusión de que la salida de esta situación no podía ser solo la exigencia de lealtad y justicia a la hora del intercambio comercial entre productos primarios y manufacturados como sostenía la CEPAL en la década de 1950. Cooke (1973, p. 95) afirmaba en tono irónico que no había nada más ridículo que ver a nuestros patriotas burgueses de Latinoamérica ir a reclamar mejores precios por nuestros productos de exportación. En el mismo sentido, Frigerio (1969, p. 133), cuestionando a Prebisch, sostenía que su prédica consistía en convencer a los beneficiarios de la plusvalía del comercio internacional que deben devolver parte de ella a los países subdesarrollados. El método para efectuar tal reintegro consistiría en subsidios indirectos a nuestras exportaciones en forma de preferencias, desgravaciones y convenios para estabilizar los precios y los stocks. Tanto Cooke como Frigerio creían que la superación de esta relación de dependencia tenía que ser desde la construcción de un frente político compuesto por todos los sectores de la comunidad nacional que tenían como objetivo el desarrollo pleno y que, en términos de Cooke, estaban decididos a enfrentar al imperialismo.

Precisamente, en este último concepto es en el cual no había concordancia entre los dos autores. Según Cooke (1973, p. 91), la penetración imperialista en la economía era ignorada por el pensamiento desarrollista o cuando lo mencionaban lo concebían solo en las formas antiguas de la relación agro-importadora con Gran Bretaña y no en sus formas más actualizadas de penetración norteamericana en ese momento, que no se limitaba al despojo en la intermediación sino que participaban del proceso de la producción y condicionaba toda la economía interna.

Aquí entraba en debate el rol que jugaban los monopolios extranjeros a la hora de aportar el capital y la tecnología necesaria para el desarrollo de determinados sectores claves de producción como el acero, la petroquímica o los hidrocarburos, que eran la base para el desarrollo de otros sectores estratégicos como la fabricación de bienes de capital. Respecto a esto, Frigerio (1969, p. 163) era claro en su postura y disidente con la mirada del representante de Perón en nuestro país durante los primeros años de exilio del líder. El pensador desarrollista sostenía que el capital extranjero y los monopolios no eran malos ni buenos en sí. Que sean útiles o destructivos para la economía nacional, dependía del grado de conciencia y determinación de las naciones para asimilarlos y canalizarlos. Si existía tal conciencia se podía imponer al capital extranjero los sectores prioritarios en que habrían de invertirse, las condiciones y los fines de la inversión, la relación con la economía interna que era aconsejable. Sin embargo, Cooke (1973, p. 92) asociaba a los capitales extranjeros con el imperialismo norteamericano y observaba en su alta tecnificación una amenaza para las empresas nacionales que no tendrían otra alternativa que cerrar sus puertas o asociarse con las primeras, abandonando su papel en el proyecto nacional. La explotación imperialista ahora pasaría por otros medios como el pago de patentes, la ayuda técnica, las diferencias obtenidas por la venta de maquinarias, materias primas y otros elementos que deben comprarse en las casas matrices para abastecer a las industrias que funcionaban aquí, en condiciones arbitrarias que permitían a estas empresas fijar precios y transferir ganancias o pérdidas.

Ruy Marini (1994, p. 140), siguiendo de alguna forma el razonamiento de Cooke, veía en esta problemática uno de los factores principales que pusieron en jaque el modelo desarrollista durante la década de 1960. En principio, la inversión extranjera directa (fundamentalmente norteamericana) era una de las principales fuentes de divisas que mantenían equilibrada la balanza de pagos de los países latinoamericanos y, al mismo tiempo, eran el motor de la industrialización de los mismos pero cuando se completó el proceso y llego el momento de la obtención real de ganancias, se revelo la naturaleza contradictoria de la misma: sus ganancias se habían obtenido en el mercado interno, realizándose en moneda nacional, pero para poder reintegrarse al patrimonio de la matriz extranjera, deberían poder convertirse en moneda internacional, lo que exigía divisas a ser sustraídas del monto realizado en las transacciones externas, desequilibrando de esta forma la balanza de pagos.

Para Cooke (1973, p. 72) una política podía ser considerada nacionalista solo si luchaba contra el imperialismo. En este sentido, al hablar de rol de las burguesías nacionales en un proyecto nacional, no solo se alejaba del desarrollismo sino que también marcaba cierta distancia con el pensamiento justicialista más ortodoxo. Al considerar que la llamada burguesía nacional en la Argentina no estuvo a la altura de las circunstancias en los momentos que debió estar del lado de los trabajadores y del gobierno de Perón (sobre todo en 1955, luego de haberse beneficiado con la política de este gobierno y haber formado parte de la alianza estratégica durante los primeros años del mismo), quedándose en la órbita gravitacional política, ideológica y cultural de la vieja oligarquía terrateniente, llegaba a la conclusión que la burguesía no era ni podía ser antiimperialista. Consideraba que en el momento en que el proletariado asumiera la tarea revolucionaria de la liberación nacional, la burguesía actuaría como un bloque hegemónico unificado bajo las directivas y consignas del imperialismo.

5. Palabras finales

Luego de este recorrido de indagación acerca de la idea de desarrollo en el pensamiento de los autores seleccionados a través de algunas discusiones teóricas, buscando puntos de acuerdo y desacuerdo entre los mismos, llegamos a las siguientes conclusiones:

Entre los autores trabajados la búsqueda del desarrollo a través de la industrialización plena del país no entraba en discusión. Las divergencias tenían que ver más con las distintas estrategias para lograrlo que la discusión por el fin en sí mismo. Desde una clasificación más ideológica, Prebisch y Frigerio hacían hincapié en la cuestión de la capitalización, tecnificación y aumento de la productividad en el agro y su repercusión en la industria, mientras Cooke y Jauretche se inclinaban más por poner el acento en el carácter redistributivo y progresivo de la estrategia de desarrollo, respondiendo más a su rol como militantes de la causa nacional que a su rol de intelectuales.

Por otro lado, podemos hacer una comparación entre dos coyunturas diferentes (una, apenas finalizados los primeros gobiernos peronistas, y otra, promediando la década de 1960), que reflejan el avance del modelo de industrialización por sustitución de importaciones ya queel punto nodal de los debates fue mutando desde la relación entre los sectores agrícola e industrial y su incidencia en la balanza comercial, a otras problemáticas como el rol de la inversión extranjera para potenciar nuevos sectores estratégicos y las dificultades que podían generar la constitución de monopolios que pongan límites a la idea de un desarrollo nacional más autónomo. Además, debemos destacar el papel fundamental que le asignaban todos los autores a las mejoras tecnológicas tanto del sector agrícola como del industrial. Estas serían fundamentales para aumentar la productividad y la escala de producción, igualando la de los países centrales. El progreso técnico era un elemento vital para superar el subdesarrollo y, a la vez, una pieza clave en los países centrales para mantener el esquema de dependencia.

Por último, y ya con las lentes del siglo XXI puestas (en un contexto de economía abierta y mundo globalizado), la nueva configuración del comercio y la produccion nos obliga a repensar la categoría de desarrollo, que, como pudimos ver en este trabajo, formó parte del núcleo central discusión económica y política, por lo menos hasta la de década de 1970. Hoy, la preponderancia de los sectores primario exportadores por sobre la industria, el proceso de endeudamiento externo, los déficits en la balanza comercial, el avance de la tecnología en todos los sectores y el rol de los capitales extranjeros plantean un panorama mucho más complejo que el del siglo XX, en el que debemos repensar donde está el centro y donde la periferia, de qué forma reconstruimos (si es posible) los devaluados conceptos de fortalecimiento del mercado interno o industrialización por sustitución de importaciones y cómo convive el Estado Nacional con los nuevos formatos que adopta el capital en todo el planeta (economías de plataforma, deslocalización). Tal como explica Oscar Madoery (2016, p. 36), el desarrollo dejo de ser una categoría auto-explicativa, con sentido único, funcional a una lógica moderna de naturalizar lo social, que logro traducir un sentido común de búsqueda de bienestar. En América Latina, región desigual e injusta por antonomasia, las sociedades comenzaron a preguntarse sobre la validez de los planteos tradicionales y la posibilidad de adecuarlos a un nuevo tiempo histórico.

Referencias

Altamirano, C. (1998). Desarrollo y desarrollistas. Prismas: revista de historia intelectual. 2, pp. 75-94.

Cerra, A. (2019). Revisitando las fuentes ideológicas del desarrollismo: Rogelio Frigerio y el marxismo argentino. Páginas: Revista Digital de la Escuela de Historia. Universidad Nacional de Rosario. 11(26). Mayo-Agosto.

Cooke, J. W. (1973). Peronismo y Revolución. Buenos Aires: Granica Editor.

Frigerio, R. (1969). El carácter de la crisis de la economía argentina y la estrategia para superarla. En Armada, A. (Eds.) Desarrollo y desarrollismo. Centro de Estudios Comunidad Nacional. Buenos Aires: Editorial Galerna.

Jauretche, A. (1969). El retorno al coloniaje. La política económica del peronismo y sus críticos. Buenos Aires: Ediciones del Mar Dulce.

Madoery, O. (2016). Los Desarrollos Latinoamericanos y sus controversias. Colección Territorios. Tierra del Fuego: Ediciones UNTDF.

Marini, R. M. (1994). La crisis del desarrollismo. En Ruy Mauro Marini y Márgara Millán (coords.), La teoría social latinoamericana, t. 2: Subdesarrollo y dependencia. México D.F., El Caballito, pp. 135-154.

Prebisch, R. (1955a). Informe preliminar acerca de la situación económica. Buenos aires

Prebisch, R. (1955b). La situación económica del país. Conferencia en el Ministerio de Ejercito. Buenos Aires.

Prebisch, R. (1986). El desarrollo económico de la América Latina y algunos de sus principales problemas. Desarrollo Económico, 26(103) (Original publicado en 1950).

Notas

1 Utilizamos esta definición amplia que engloba a todos los intelectuales que, enrolados o no dentro el peronismo, se oponen al liberalismo conservador desde una óptica nacionalista y democrática.
2 A fines de la década de 1940 continuo su carrera profesional en la Organización de Naciones Unidas, donde creo junto a otros académicos la CEPAL, organismo del que fue secretario ejecutivo hasta 1963.
3 Subyace aquí una idea interesante respecto a la relación entre la tecnificación de la agricultura y la industrialización plena de un país. La primera seria la base de la segunda, ya que, al aumentar la productividad, permitiría un mejor empleo de la mano de obra, haciendo posible que una parte creciente del incremento anual de la población activa pueda dirigirse a la industria y otras actividades, y simultáneamente, al aumentar el ingreso de las actividades rurales se ampliarían los mercados nacionales para la producción industrial.
4 Fuerza de Orientación Radical para la Joven Argentina.
5 Como bien dice Altamirano (1998), es difícil determinar el papel respectivo de Frondizi y Frigerio en la elaboración de la amalgama ideológica que con el tiempo se identificaría con sus nombres y con el termino de desarrollismo, aunque todos los indicios hacen pensar que el primero fue quien acogió las ideas del segundo (p. 82). Debido a esto tomamos como una referencia ineludible del pensamiento desarrollista los escritos de Frigerio.
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