Artículos

La niñez en la prensa del conurbano bonaerense. Florencio Varela, 1973-1983

Childhood in News Media in the Outskirts of Buenos Aires. Florencio Varela, 1973- 1983

Celeste De Marco
CONICET / Universidad Nacional de Quilmes, Argentina

Cuadernos de H ideas

Universidad Nacional de La Plata, Argentina

ISSN: 2313-9048

Periodicidad: Frecuencia continua

vol. 17, núm. 17, e074, 2023

cuadernosdehideas@perio.unlp.edu.ar

Recepción: 11 Noviembre 2022

Aprobación: 28 Febrero 2023

Publicación: 19 Abril 2023



DOI: https://doi.org/10.24215/23139048e074

Resumen: Este trabajo analiza cómo, en el corazón de situaciones cambiantes, demandas irresueltas, representaciones contradictorias y un escenario político trastocado por la ruptura institucional, aparecen trazas del mundo infantil en la prensa local de Florencio Varela, un partido del Gran Buenos Aires, entre 1973-1983. El análisis del periódico local El Varelense permite reconstruir formas específicas de experimentar la infancia a varios kilómetros al sur de la capital durante la etapa elegida. Asimismo, la niñez se convierte en un tópico que apunta a construir legitimidad y consenso en torno de una sensibilidad compartida, pero también permite articular reclamos al representar el costado más dramático e innegociable de la carencia, consolidada cada vez con más claridad en los bordes capitalinos.

Palabras clave: niñez, prensa, Conurbano, Buenos Aires.

Abstract: This article analyzes the way in which traces of the world of children appear in local news media in Florencio Varela, a district of Gran Buenos Aires, from 1973 to 1983, a moment of instability, unresolved demands, conflicting representations and a political context defined by the breach of institutionalism. Analysis of the local newspaper El Varelense allows for the reconstruction of specific ways of experiencing childhood several kilometers south of the national capital during the period studied. Childhood is transformed into a topic aimed at constructing legitimacy and consensus for a shared sensibility, while also articulating demands by portraying the most dramatic and non-negotiable aspects of poverty, which is increasing rapidly along the edges of the metropolis.

Keywords: childhood, news media, Conurbation, Buenos Aires.

Introducción

El presente trabajo parte del interés por abordar la infancia y la niñez en la prensa local de la provincia de Buenos Aires a partir de la segunda mitad del siglo XX.1 La intención es identificar representaciones, diversidades y particularidades asociadas a realidades y experiencias cotidianas de sujetos infantiles en contextos alejados de las dinámicas de vida de la capital federal. En ese sentido, el conurbano2 se presenta como un espacio de particular interés. Sus transformaciones demográficas, sociales y territoriales –tan evidentes como “preocupantes”-, junto con su carácter transicional por ocupar “una incómoda posición intermedia entre el interior del país y la gran metrópoli central” (Segura, 2015, p. 130), son aspectos sugerentes para recuperar sentidos propios de lo infantil en este variado conjunto. En ese sentido, nos interesa entender cómo, en el corazón de situaciones cambiantes, demandas irresueltas, representaciones contradictorias y un escenario político trastocado por la ruptura institucional, aparecen trazas del mundo infantil en la prensa local de un partido al sur del Gran Buenos Aires, entre 1973-1983.

En esta oportunidad centramos nuestra atención en Florencio Varela, a 30 kilómetros de la Capital Federal y a 40 kilómetros de La Plata, capital de la provincia de Buenos Aires. En este partido de contornos rurales donde la urbanización crecía trépidamente, desde mediados de siglo la vida cotidiana comenzó a adquirir sentidos ambiguos en torno a los años de nuestro estudio. Hacia la década de 1970 la tranquilidad, el aburrimiento y la peligrosidad confluyeron en un nudo de representaciones problemáticas. Precisamente, en ese contexto se situaban las vidas de miles de niños(as) que experimentaban las tensiones de una verdadera transición de pueblo a ciudad en un contexto político progresivamente asediado por la inestabilidad institucional y el terrorismo de Estado.

De este modo, nuestro recorte propone analizar el período comprendido por la tercera presidencia peronista y la última dictadura militar. A la gestión peronista le siguió una deliberada política de privatización, descentralización y transferencia de servicios que otorgó a los municipios un lugar central. De hecho, el conurbano se configuró como un espacio esencial para concretar la municipalización.3 Al mismo tiempo, este complejo entramado adquirió centralidad para garantizar el legado dictatorial con miras a un retorno democrático tutelado, donde iniciaría una transición a cargo de aliados civiles en diálogo con los intereses comunitarios interpelados a través fue evidente (Schindel, 2005; González Bombal, 2015).

Es oportuno señalar que estas cuestiones coexistían con miradas sombrías sobre la familia y la infancia, que incluso circulaban desde años previos, al identificar un potencial y peligroso deterioro moral repujado por la “subversión” combatida. La niñez aparecía particularmente expuesta, por ende, debía ser protegida, controlada y encausada entre discursos y prácticas de tenor nacionalista y católico (Osuna, 2017). El anverso de estas intenciones fue, por otro lado, la facilitación de mecanismos para la apropiación de niños(as) por parte del Estado durante la última dictadura (Villalta, 2016). Por otro lado, y en conexión con el ámbito local, la importancia dada a la comunidad iba acompañada del impulso a diversas actividades que tenían como objetivo alcanzar a las poblaciones infanto-juveniles. De este modo, la asistencia a clubes sociales y deportivos, la participación en actividades como el escoutismo, clubes Rotary y Leones, fueron vistos positivamente para inculcar valores, lograr mayor involucramiento social y conjurar las horas invertidas en supuestos entretenimientos malsanos (González Bombal, 2015).

En virtud de lo expuesto, la periodización elegida es particularmente significativa para pensar un cruce entre niñez y conurbano, desde el particular prisma de la prensa local. Permite verificar diversos posicionamientos con resonancia en el mundo infantil, frente a cambios críticos que se dieron en el ámbito social y político, con especial resonancia en el particular espacio analizado. Dicho recorte, además, incluye celebraciones significativas para la comunidad, como también referencias al Año internacional del Niño (1979), declarado por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y el centenario de la Campaña del Desierto (1879),4 por lo que en conjunto permiten vislumbrar apelaciones significativas al mundo infantil y escolar desde una trama local.

En referencia a las fuentes, nos centramos en 34 números del periódico El Varelense que incluyen años completos con varias ediciones –sobre todo, 1974, 1975, 1979– y otros más bien discontinuos. Además, cuando fue posible se cotejó la información con notas de otras publicaciones periódicas del partido, zonales e incluso de circulación nacional.5 El Varelense se configuró como una fuente de interés principalmente porque es uno de los escasos periódicos conservados y accesibles para esta etapa en Florencio Varela. Desde ese punto de vista, su estudio representó una singular oportunidad para profundizar en el cruce entre prensa local e infancia en un espacio representativo de las dinámicas propias del conurbano sur.

En cuanto al aspecto metodológico, a través de una estrategia de análisis de contenido –entendido como una técnica para obtener información a partir del análisis sistemático de codificaciones en los documentos escritos–, se procuró inferir aspectos significativos en torno de la temática referida (Aróstegui, 2001). Luego de establecer las características generales de la fuente, se realizó una búsqueda de referencias específicas a la niñez local en los titulares para luego proceder con el contenido de las notas y elaborar categorías que permitieron un análisis estructural y ordenaron los hallazgos en dos sentidos: la niñez en vinculación con el accionar estatal en sus diversos niveles, y la niñez en el marco de acciones relativas a la propia comunidad.

Sin pretensión de exhaustividad, señalamos la existencia de estudios enfocados en temas afines. En principio nos interesa reparar en aquellas miradas que permiten reponer realidades infantojuveniles con rasgos diferentes a los propios de la centralidad porteña, en particular para la provincia de Buenos Aires. Aunque con recortes temporales previos, entre otros aportes significativos podemos mencionar el de De Paz Trueba (2015) sobre los asilos de huérfanos en dos ciudades del centro y sureste bonaerense a finales del siglo XIX e inicios del siglo XX. A través de fuentes institucionales y prensa local se verifican debates sobre dichos espacios, la mendicidad y vagancia infantil. Asimismo, Stagno (2019) contribuye con su investigación a reponer, mediante fuentes judiciales, dinámicas de sociabilidad entre jóvenes varones de sectores populares en La Plata, capital de la provincia, a finales de los años treinta e inicios de los cuarenta.

Por otro lado, con referencia a la etapa en que se sitúa este artículo, podemos ubicar contribuciones que rescatan políticas estatales dirigidas a los sujetos infantojuveniles durante la tercera presidencia peronista. En ese sentido, mencionamos el trabajo de Abbattista (2014) sobre El Diario de los chicos, un periódico dirigido a alumnos(as) de sexto y séptimo grado de nivel primario, publicado por el Ministerio de Cultura y Educación. Por su parte, Osuna (2018) analiza publicaciones del Ministerio de Bienestar Social para los años 1973-1975, para encontrar aspectos discursivos tendientes a la construcción de una “juventud deseable”.

Con referencia a la última dictadura militar (1976-1983), destacan miradas sobre el modo en que la niñez y la juventud fueron puestas en el centro de la atención, como sujetos a modelar para la pretendida regeneración a la que se aspiraba. En ese sentido, Osuna (2017) analiza la convergencia de propuestas dirigidas a la infancia con valores tradicionales, aunque con énfasis también en el futuro y las nuevas tecnologías. Igualmente, es posible consignar que niños(as) quedaron embargados en una serie de prácticas de biopolítica desplegadas por el terrorismo de Estado, como señalan los estudios de Villalta (2016) y Regueiro (2012) sobre el robo, apropiación y sustitución de identidad de bebés y niños(as) pequeños como práctica sistemática. Finalmente, destacamos aquellos trabajos que rescatan la cotidianidad infantil desde la memoria biográfica (Llobet, 2016) y particularmente en espacios acotados, como partidos del conurbano y pueblos del interior de diferentes provincias (Llobet, 2015). En conjunto, este grupo de investigaciones permite pensar de qué modo la configuración violenta del Estado tuvo incidencia en las ideas de infancia, pero también en realidades a partir de pautas de intervención, tutelaje y moralización de la vida familiar e íntima, donde crecían las niñeces contemporáneas.

Algunos de los aportes antes referidos se basan en el análisis de periódicos, y en ese sentido, podemos referir que se compilaron investigaciones que abordan el vínculo entre prensa e infancia en América Latina desde una mirada histórica con una perspectiva que recoge la participación activa de estos sujetos (Rojkind & Sosenski, 2015). En particular el trabajo de Cosse (2018) indaga el espacio ocupado por la niñez en el diario Noticias, así como las intervenciones de Montoneros dirigidas a este particular grupo en la década de 1970. Más allá de Argentina, resulta valioso destacar que se está construyendo un valioso corpus de estudios que permiten pensar estas temáticas en periodizaciones similares a la elegida en este estudio, para el caso chileno (Castillo & Peña, 2017), portugués (Ponte, 2007) y brasileño (Lazarotto & Arend, 2020), solo por mencionar algunos ejemplos.

En este entramado de preocupaciones pretendemos situar este estudio. Sostenemos que, en el caso analizado, la niñez, aunque escasamente con voz propia, aparece “cargada de un fuerte poder simbólico y evocativo” (Ponte, 2007) que permite reconstruir formas específicas de experimentar la infancia a varios kilómetros al sur de la capital federal durante el tercer peronismo y la última dictadura. Además, a través de referencias dispersas que remiten a diversos temas (salud, educación, deporte, recreación), la niñez se convierte en un tópico cargado de intencionalidad política que apunta en algunos casos a construir legitimidad y consenso en torno de lo que se asume como una sensibilidad compartida, pero que también permite articular denuncias al representar el costado más dramático e innegociable de la carencia, consolidada cada vez con más claridad en los bordes capitalinos.

Florencio Varela y El Varelense

Antes de referir específicamente al periódico conviene bosquejar algunas características del partido en cuestión. En el marco de la provincia de Buenos Aires, Florencio Varela fue creado en 1891, aunque recién en 1953 se declaró a la ciudad como cabeza del partido del mismo nombre [Figura 1]. Para ese entonces varias características urbanas estaban asentadas: así lo demostraba una mayor variedad en los comercios, el aumento en el flujo del transporte y la existencia de un cine en el centro. En verdad, fue desde la década de 1940 que se acentuó un proceso de crecimiento y suburbanización, potenciado luego por un flujo migratorio desde otras provincias y países limítrofes (Bolivia, Paraguay).

Los datos censales confirmaban el aumento demográfico6 y la proliferación de habitantes acompasaba lo que sucedía en otros partidos al sur de la capital federal (Avellaneda, Quilmes, Almirante Brown). A ritmo constante, Florencio Varela mostró cómo se iba convirtiendo en una población más grande y dinámica, aunque sin perder inmediatamente su carácter de pueblo. A su vez, los abundantes espacios rurales que rodeaban el centro fueron diversificando el paisaje con producciones intensivas –flores, verduras, tambos–, un proceso que se profundizaría con la instalación de una colonia agrícola a inicios de los años cincuenta (De Marco, 2018). Así, con un núcleo urbano cercado por actividades agropecuarias, pervivía en los contornos una ruralidad aún vital que, de a poco, comenzaba a mostrar transiciones frente a un mundo cada vez más moderno y urbanizado.

Ubicación
de Florencio Varela en el Aglomerado Gran Buenos Aires (1970)
Figura 1
Ubicación de Florencio Varela en el Aglomerado Gran Buenos Aires (1970)
Fuente: Censo Nacional de Población, Familias y Viviendas. Resultados provisionales, p. 1.

En suma, hacia inicios de 1970 Florencio Varela era un partido en plena transformación. Este mundo en expansión era experimentado por los habitantes del centro como una suerte de transición de pueblo a ciudad: si por un lado se ampliaba el comercio, la oferta y asiduidad del transporte público local, por otro lado, se multiplicaban también los barrios periféricos, mientras el contacto entre vecinos de toda la vida era reemplazado por un paisaje cada vez más poblado por desconocidos. Como recogía un periódico local en 1979: “Florencio Varela ha quedado lejos de ser una zona de ‘fin de semana’ para convertirse en una comunidad que necesita y anhela vivir con las inquietudes que todo pueblo civilizado requiere” (El vecinal, octubre-noviembre de 1979, s/d).

La vida en aquellas latitudes del tercer cordón del conurbano aparecía teñida, ante los ojos de propios y extraños, en términos ambiguos. Era claro que no se perdía del todo el carácter “pueblerino”, sin demasiada vida ni prospectos. Por lo que, sobre todo para la juventud, Florencio Varela era más bien un lugar del que salir.7 Al mismo tiempo, era un partido cada vez más “peligroso” vinculado al abandono por parte del Estado –en sus diferentes niveles–, el aislamiento y ocultas tramas de corrupción que incluían “fiestas negras”. Una perspectiva que, fundada en rumores, no hizo más que profundizarse desde inicios de los años sesenta cuando la comunidad fue sacudida por el femicidio de Norma Perjerek, en el que se vio involucrado un conocido concejal y comerciante del mero corazón varelense (Di Nicola, 2018).

Lo que hemos referido se imbricaría, a su vez, con un escenario atravesado por el retorno del peronismo (1973-1976) y su interrupción por la última dictadura cívico-militar (1976-1983). En Florencio Varela estos cambios coincidieron con la gestión y posterior renuncia de Juan C. Fonrouge (1973-1976), único intendente elegido por voluntad popular durante el período. A dicho retiro forzado por las circunstancias siguió el breve nombramiento de Raúl G. Muñoz (1976)8 y Adolfo G. Hamilton (1976-1981), reemplazado luego por un civil afín al régimen dictatorial, Oscar Mingote (1981-1983). Este último, aunque impugnado por miles de vecinos en una carta pública que reclamaba la restitución del peronista Fonrouge –quien además dirigía un periódico opositor, El Vecinal–, fue ratificado en su puesto hasta el retorno a la democracia (Rodríguez, 2009).

En ese escenario unos cuantos periódicos circulaban para referir a los problemas, reclamos y otras (nuevas) cotidianidades de la vida local: Mi Ciudad, Cruz del Sur, El Vecinal y El Varelense, entre otros. Incluso la gran prensa dedicó varias notas a retratar la situación de un partido otrora aislado, rural y tranquilo –recreacional, para las clases altas capitalinas–, devenido en un hervidero de preocupaciones. En el diario La Nación, por ejemplo, la sección titulada “El mundo del Gran Buenos Aires” compartió notas sobre diversas realidades de barrios varelenses con títulos por demás sugerentes: “E. Zeballos: un pueblo remoto y necesitado en el sur” (04/04/1979, p. 11), “Ingeniero Allan o cómo vivir sin tren, teléfonos, policía y bomberos” (27/09/1979, p. 20), “Contaminación (en San Rudecindo): Las lesiones son serias e irreversibles” (20/10/1979, s/d). Lo anterior iba a tono con una prensa nacional que continuaba reforzando visiones de la vida en el conurbano como:

Un espacio caracterizado por el apretujamiento, producto de una migración aluvional y el riesgo de una multiplicación continua y ad infinitum; la imagen de un espacio inmenso –un mosaico– injertado entre la ciudad y el campo, desorganizado, caótico, móvil y, por eso mismo, carente de infraestructuras y servicios; por último, la noción de unicidad, de mundo distintivo, inconfundible y claramente delimitable, descripto por medio de un arsenal de palabras –como “estampida” y “fauces”, entre otras– que denotan animalidad y aluden a lo incontrolable (Segura, 2015, p. 134).

En Florencio Varela, las miradas locales no siempre eran mucho más afables, salvo algunas complacientes con el poder político de turno. Pero, en general, las notas periodísticas se orientaban a remarcar incesantes necesidades insatisfechas que caían en el olvido o la desidia estatal. En ese marco circulaba el periódico El Varelense, disponible en los hogares de los vecinos desde 1939.

En referencia las iniciales inclinaciones políticas que abrigaba El Varelense, resulta ilustrativo referir que su fundador, el abogado Pedro Pelento, seleccionó una fotografía del Gral. José F. Uriburu en la portada de la primera edición para conmemorar el golpe de estado de 1930. Con los años, sin desaparecer, la dirección del periódico fue pasando de mano en mano hasta que, en 1970, Miguel Gorelik, su entonces propietario, decidió vender la mitad del periódico al grupo Actual Producciones, compuesto por Romeo Roselli, Enrique de la Fuente y Aníbal Girón. A inicios de los setenta era dirigido por Roselli, quien durante la tercera presidencia peronista y los primeros meses del gobierno de facto se desempeñó también en la Dirección de Impresiones de la Municipalidad de Florencio Varela (Ñáñez, 2015). En 1975 el periódico quedó a cargo de su colega y esposa, Graciela Linari, antes de encararlo conjuntamente. Finalmente, luego de casi cuatro décadas, en 1981 El Varelense dejó de existir por razones económicas (G. Linari, comunicación personal, 28 de octubre de 2021).

Durante la etapa en análisis, desde una oficina situada en la principal calle comercial, las apariciones quincenales de El Varelense plantearon problemas que recorrían el partido en su amplitud, por momentos con un tono más comprometido que conciliador con el poder municipal. Un tono que, sin embargo, fue moderado durante el contexto dictatorial, en tanto al comienzo la dirección del periódico manifestó un acercamiento con una relación “educada y cordial” con el interventor Muñóz.9 Más tarde, los vínculos se tensaron, como sucedió con otros miembros de la prensa local que se mostraron críticos del encarnizado enfrentamiento que Hamilton mantuvo con Fonrouge, intendente depuesto y director de El Vecinal. Incluso, Roselli y Linari tuvieron “problemas serios” que se extremaron en la violación de su domicilio durante aquella gestión (G. Linari, comunicación personal, 28 de octubre de 2021). Durante esos años un lenguaje más mesurado recorrió las páginas, dando más espacio a publicidades y anuncios profesionales.

Ahora bien, ¿cómo era esbozada Florencio Varela en El Varelense (en adelante EV)? En sus páginas se develaba la complejidad de un territorio en transformación. El centro urbano era escenario de reiterados reclamos por ruidos molestos, “picadas”,10 obras municipales incompletas e incluso algún que otro tiroteo a cargo de delincuentes o “extremistas”. El creciente tránsito era objeto de quejas por las imprudencias de los conductores –incluyendo el transporte público, cada vez con más recorridos y frecuencias–, como por el estado de las calles que usualmente se transfiguraban en postales venecianas con las lluvias. La escasez de personal policial también era objeto de recelos, pulsando la sensación de abandono compartida, sobre todo, entre vecinos de los barrios más distantes (EV, 25/01/1975, 31/07/1974, 24/09/1975).

Precisamente, eran las periferias del partido las que mostraban su perfil más contradictorio: mientras en las calles principales circulaban hermosas carrozas adornadas para la «Fiesta de la Flor» –iniciativa de la que participaba uno de los directores de EV, De la Fuente–, no demasiado lejos y entre las casas del barrio de Zeballos, se paseaban vacas y cerdos que, como manifestaban los vecinos, representaban un peligro para los niños que jugaban en las calles (EV, 14/08/1974).

Los barrios que rodeaban el centro, en pleno crecimiento, hacían resonar sus pedidos de obras públicas (EV, 14/08/1974). Era frecuente que los vecinos se acercaran a la redacción o convocaran a EV para atestiguarlos (G. Linari, comunicación personal, 28 de octubre de 2021). Mientras tanto, en los nuevos asentamientos se recogían escenas de contaminación por la negligencia de industrias locales o peligrosas tosqueras abandonadas en complicidad con un poder político renuente a asumir responsabilidades, donde periódicamente las familias perdían a grandes y chicos. Estos graves incidentes, que llegaban a circular por la prensa zonal, e incluso nacional, se granjeaban críticas a través de notas y viñetas en EV.11 De este modo, los crecientes problemas urbanos ocupaban la mayor atención en tanto lo rural permanecía en opacidad, de vez en cuando referido en virtud de las producciones locales o los destrozos que los temporales habían dejado entre invernaderos y cultivos.

La niñez (en El) Varelense

Por la redacción del periódico era frecuente que pasaran escolares de excursión e incluso llegaran misivas por el Día del Periodista, escritas con «letra redonda y menuda [que suponía] el reconocimiento de los hombres y mujeres del mañana» (EV, 07/07/1979, p. 8).12 Pero ¿cómo aparecía retratada la población infantil del partido, en tal escenario de contrastes? Si bien no ocupaba demasiados titulares, aparecía con frecuencia desperdigada en notas sobre temas diversos: salud, escolarización, seguridad vial, orden del espacio público, festivales, recreación y deporte, entre otros. A pesar de la variedad, las referencias podrían organizarse en dos grupos. Por un lado, aquellas que remitían a la niñez en el marco de acciones (u omisiones) del Estado, sobre todo municipal, y, por otro lado, las que la vinculaban con propuestas o reclamos de la comunidad.

En cuanto al primer conjunto de referencias, la niñez aparecía en el marco de la obra pública en materia de salud. Durante el período analizado, el periódico informó con recurrencia cómo la infraestructura local acogía –no sin dificultades– el aumento de demandas en cuidados materno-infantiles. Algunas referencias permitirán esclarecer el panorama general y algunas problemáticas específicas. En esa línea, con asiduidad se comunicaba a la población sobre campañas de vacunación en curso y sus resultados. Por ejemplo, en 1973 se informó la conclusión exitosa de una fase de aplicación de la vacuna Sabin, operativo en el que la Secretaría de Salud Pública y Bienestar Social (SPyBS) había trabajado coordinadamente con la Provincia. El partido había alcanzado el mayor índice de vacunación provincial con 18.200 bebés, niños(as) (0 a 6 años) inoculados contra la parálisis infantil. En años posteriores se reiteraron informes que demostraban la importante actuación del Hospital Municipal y los centros periféricos de salud en diferentes barrios (EV, 21/11/1973, 05/11/1974, 18/04/1979).

Sin embargo, en los resquicios en que el sostén provincial no era patente, se mostraban carencias. En 1974, la SPyBS puso en marcha el «Plan mínimo de Salud Pública» con base en los principales problemas infantiles, alternativas para su solución y recursos necesarios, advertidos por el Círculo Médico local. En referencia a una situación acuciante, los firmantes de la propuesta habían denunciado que la prevalencia de tuberculosis en escolares del distritito trepaba al 16 %, situación que reclamaba más personal médico y administrativo (EV, 31/07/1973). Incluso, la creciente necesidad impulsó la difusión de «capacitaciones y adiestramientos» destinados a actualizar la formación de médicos pediatras actuantes en el partido (EV, 09/01/1975).

El periódico también informó que la misma SPyBS dispuso en 1975 la ejecución de un Plan de Educación Sanitaria con énfasis en el cuidado materno-infantil en articulación con sociedades de fomento, centros periféricos de salud y el Hospital Municipal. Era en especial preocupante la situación de aquellos bebés que carecían de controles básicos desde su nacimiento, por lo que era imperioso formar responsables para «la captación de los recién nacidos y controlar su atención médica [de modo que] el niño tenga una atención pediátrica regular […] y que no se produzcan deserciones» (EV, 24/06/1975, p. 3) que podían derivar en serios problemas futuros. Aun así, la falta de un centro materno-infantil era evidente. En 1975, el municipio afirmaba que no cejaría en sus intenciones, aunque la Provincia había anunciado la falta de fondos para financiarlo en un marco de reclamos por el incumplimiento del Plan Trienal (EV, 25/03/1975). Esta demanda continuó en años siguientes, hasta que en 1979 se confirmó el «lento pero firme» avance de una construcción que cubriría, al fin, una «imperiosa necesidad» (EV, 18/04/1979, p.8)

En general, la situación en términos de salud era preocupante, pero las condiciones infantiles demostraban hasta qué punto las necesidades superaban todo atisbo de solución. El aumento de nacimientos, la evidente falta de controles en la población pediátrica (sobre todo en barrios periféricos) y las alarmantes cifras de enfermedades contagiosas eran muestras de una capacidad pobre por parte de la estructura sanitaria municipal. Esta temática, de tratamiento frecuente, durante la etapa de la dictadura tuvo menor aparición. Siguiendo la tónica del silencio prudente, apenas se registró la mención de un plan de atención odontológica escolar con equipos móviles dirigido a escolares rurales (EV, 04/06/1979).

Además de la salud, la cuestión educativa también se perfiló como un tema central a través del cual el periódico planteaba el vínculo entre Estado –provincial, municipal– y niñez. Las escuelas se configuraban, cada vez de forma más clara, como espacios de creciente contención para necesidades diversas y, al mismo tiempo, donde la ausencia estatal restallaba con claridad.

En línea con lo anterior, durante el verano de 1975 el periódico señaló el funcionamiento del «Plan vacaciones felices» en «centros educativos recreativos alimentarios» designados por el Ministerio de Educación provincial en el «Gran Buenos Aires, La Plata y Cañuelas». Se comentaba que «los niños pasan allí momentos de sano esparcimiento y reciben instrucción acorde con los grados cursados», además de recibir desayuno y almuerzo con la colaboración de las cooperadoras escolares y las familias. En el barrio de Zeballos, por ejemplo, funcionó uno de estos centros dirigido a aquellos niños(as) que no habían transitado por la educación inicial, brindándoles contenidos pedagógicos y espacios recreativos de manera previa a su incorporación al primer grado (EV, 09/01/1975 y 25/01/1975).

Más allá de estas iniciativas puntuales avaladas por la Provincia, mediante diferentes notas se percibía una diversidad de acciones municipales dirigidas al área educativa. Una muestra fue el otorgamiento ocasional de becas, la gestión de Jornadas Deportivas y la organización de excursiones a Capital Federal o al «País de los Niños»13 para alumnos y alumnas de algunas escuelas del distrito para quienes eran infrecuentes los paseos, e incluso nulos más allá de los límites distritales (EV, 24/06/1975, p.8). Aunque estas cuestiones tenían frecuente mención, el trasfondo era la permanente denuncia sobre una infraestructura escolar inadecuada. De hecho, desde años previos se remarcaba que «con las clases [se evidenciaban] los graves problemas de numerosas escuelas varelenses, escasez de aulas y superávit de turnos» (EV, 22/03/1972, portada). De este modo, los niños(as) eran ubicados como silentes testigos y principales damnificados de los déficits de obra pública en las escuelas a las que asistían y otros diversos espacios de su vida cotidiana.

En otro sentido, el municipio con frecuencia organizaba actividades culturales para la niñez, como concursos de manchas o armado de espantapájaros, ampliamente retratadas en el periódico sobre todo en determinados momentos de mayor atención al tema (Día del Niño, Navidad y el Día de Reyes). En ese contexto se publicaban reseñas sobre festivales organizados o auspiciados por el municipio que permitía articular acciones con escuelas céntricas y sociedades de fomento. En 1974, por ejemplo, se indicó que los festejos del Día del Niño habían reunido «una nutrida concurrencia infantil que siguió con alborozo el desarrollo del programa» en barrios alejados, con entrega de ropa y juguetes en la sala pediátrica del Hospital Municipal [Figura 2].

En 1974, se realizó el «Operativo Gurí». Fue organizado por el Club Deportivo Nahuel para fechas navideñas con apoyo municipal para «llevar un poco de alegría y esparcimiento a la gente menuda». Los niños(as) habían dejado sus cartas a Papá Noel, y recibieron a cambio globos, juguetes, golosinas y libros que encendieron «sonrisas en las caritas rubias o morenas» [Figura 3] (EV, 28/11/1974 y 20/12/1974). Del mismo modo, en fechas carnestolendas la Comisión Municipal del Deporte se encargó de organizar corsos en las calles principales con concursos de máscaras infantiles (EV, 10/02/1975). Aunque estas actuaciones constituían brillantes notas de color, también se advertían tensiones con el gobierno provincial que no siempre respondía a las demandas del municipio para el envío de ropa y juguetes (EV, 24/08/1975).

Niños recibiendo ropa y juguetes en la
sala pediátrica del Hospital Municipal para el Día del Niño
Figura 2
Niños recibiendo ropa y juguetes en la sala pediátrica del Hospital Municipal para el Día del Niño
Fuente: «Alegría en el Día del Niño»,El Varelense, 14/08/1974, p. 8, APFV

Niños(as) convocados en el Club Nahuel para
Navidad
Figura 3
Niños(as) convocados en el Club Nahuel para Navidad
Fuente: «Operativo Gurí», El Varelense, 28/11/1975, portada, APFV

En relación con el tema deportivo, en 1974 la Comisión de Distrito de Educación Física declaró que en los tres años previos se había involucrado a más de «seis mil niños de diversos niveles escolares» con el fin de «motivar y organizar al escolar para cristalizar la verdad del futuro: una juventud integrada al ideal deportivo; no para competir, sino para vivir en una sociedad integrada de mente sana en cuerpo sano» (EV, 14/05/1974, p. 3). En coincidencia con la tercera presidencia peronista, destacaban los Campeonatos Eva Perón, organizados por la Dirección de Educación Física de la Provincia en coordinación con el municipio y «las juventudes políticas» locales, es decir del partido peronista y radical. De hecho, en 1975 se concretó la inscripción de 15 equipos de fútbol que competirían en el Centro Infanto-Juvenil San Luis, en un barrio de contornos rurales. En esa línea se establecieron también acciones en cuanto a atletismo y básquet (EV, 14/12/1973).

A pesar de lo anterior, en general el periódico vertebraba discursos sobre las múltiples faltas del Estado involucrando obras y espacios destinados específicamente a la infancia. La presencia de la niñez atestiguando las carencias de la intervención del Estado –provincial o municipal, según el caso– aparecía de diferentes modos, no solo a través de la salud y la educación. Las calles destrozadas de los barrios, por donde bicicletas y autos iban dando tumbos, también eran lugares donde los más chicos jugaban «entre charcos de aguas servidas y barro, peligrosos focos de contaminación» (EV, 12/05/1975, p. 2).

Por lo tanto, incluso en las acciones desarrolladas se identificaban avances insuficientes. Si por un lado se destacaba en 1979 la creación de edificios escolares «con música funcional, heladera y algunos elementos didácticos sumamente modernos», eran obvias otras faltas que motivaron donaciones de comerciantes y docentes para que los niños(as) no «aprendan de pie o sentados en el frío mosaico». El Varelense concluía que era doloroso «contemplar tantos cuerpecitos abatidos con los cuadernos sobre las rodillas» (EV, 18/04/1979, p. 5). Estas apreciaciones acompañaban señalamientos contra el intendente de facto Hamilton, quien en una cruzada por la austeridad municipal había cancelado «las colonias infantiles para niños de pocos recursos» mientras aprobaba la adquisición de un Ford Fairlane modelo 74 a su servicio (EV, 05/09/1977, p. 8).

Es de destacar la decisión de contraponer el recorte de espacios para la niñez más vulnerable para enfatizar la indecencia del derroche, en una abierta crítica a la autoridad municipal. De hecho, la articulación de la niñez con la política local apareció regularmente, pero no necesariamente en términos de denuncia, es decir, para ubicar a los niños(as) como el rostro más cruel de la carencia o como principales damnificados de la insensibilidad política. También podían señalar lo contrario. En 1975, por caso, se anunció que una escuela había pedido un viaje al intendente peronista Fonrouge. Este «informó a los pequeños que, de común acuerdo con la Inspección de Enseñanza, había dispuesto el otorgamiento de 40 becas para viajar al Embalse de Río Tercero (Córdoba)», con colaboración del Ministerio de Bienestar Social de la Nación. Se trató de una de las escasas muestras de iniciativa infantil con intervención directa del intendente. Incluso cuando El Varelense no comulgaba precisamente con el peronismo, publicó una historia que demostraba que nada expresaba con más claridad la empatía de las autoridades que una «solicitud [hecha por] los niños» (EV, 09/08/1975, p. 3).

Es posible volver a ilustrar el punto anterior con la solicitud de un grupo de estudiantes para que el municipio limpiara un predio para destinarlo a «actividades deportivas y recreativas [incluyendo] la donación de camisetas para el equipo de futbol [de la escuela]». Tales requerimientos «merecieron especial atención» (EV, 14/05/1974, p. 8) por parte de Fonrouge. La referencia de la niñez como recurso para mostrar buena voluntad política (o lo contrario) no era privativo en cuanto a la máxima autoridad municipal. También se comentó que un concejal había alquilado un barco rodante a un circo, donde se habían paseado 50 niños de su barrio, y él mismo, «quien disfrutó de la alegría sin avergonzarse en lo más mínimo» (EV, 31/07/1974, p. 3). Escasas fueron, por otra parte, las referencias a la niñez habitando espacios políticos. Una rara excepción fue una nota que informaba la finalización de cursos preescolares dictados en la sede del partido justicialista, acompañada de una fotografía que presentaba a los pequeños asistentes (EV, 25/05/1975).

Dicho en otros términos, la niñez veía trastocada su habitual posición silente cuando se configuraba como un sector que recibía respuestas expeditivas. Un posicionamiento que, sin embargo, no se sostuvo en los años de dictadura. Aunque durante las intendencias de facto se pretendió reforzar espacios comunitarios para la niñez y actividades del escoutismo, en diálogo con intereses del período (EV, 09/1980), resultó evidente el desplazamiento de la niñez como interlocutora siquiera imaginable del poder político. Aunque sí aparecía de otros modos.

Durante la etapa dictatorial el espacio ocupado por la niñez en vinculación con el Estado municipal se puede apreciar con claridad en 1979, momento en que coincidieron dos fechas que apelaron a este grupo de forma particular. Por un lado, ese fue el «Año internacional del Niño» declarado por la ONU al cual la Argentina adhirió. En ese contexto se desplegaron múltiples actividades con participación de diversos actores, aunque no necesariamente en coincidencia con el sesgo «elitista, católico y autoritario» que pretendía imponer el régimen. Incluso algunas propuestas se orientaron a demostraciones artísticas y lúdicas, no obstante, la orientación general tenía que ver con reafirmar vínculos entre familias, infancias y fuerzas armadas, difundir ciertos principios y resguardar a la niñez del supuesto deterioro moral e ideológico (Osuna, 2017).

En Florencio Varela se desplegaron diferentes propuestas, muchas de ellas replicando iniciativas nacionales para demostrar la adhesión municipal. Las diferentes instancias en que se rindió homenaje a la niñez tuvieron su máxima expresión en un acto público coordinado por la Comisión organizadora de festejos y la Inspección de enseñanza del distrito. Como resultado, en la avenida principal se realizó una concentración de alumnos(as) que atendieron al discurso inaugural del intendente, luego se entregaron premios a quienes habían ganado certámenes (fotografía, «manchas», poemas) y se hizo un desfile de carrozas decoradas por los propios chicos(as). Se finalizó con una exposición gimnástica y representación de cuentos infantiles (Clarín, 17/06/1979; La Nación, 04/07/1979; La Prensa, 20/10/1979). Se trató de un desacostumbrado despliegue de recursos para señalar el reconocimiento dado a la niñez, aunque bajo términos que otra celebración en fechas coincidentes también permite matizar.

En efecto, en 1979 también coincidió el centenario de la «Campaña del Desierto». Si anteriormente la niñez del distrito había sido agasajada, como contrapunto, para la referida ocasión fue convocada a participar de muestras de «activa adhesión» a la fecha. En principio se organizó un pomposo evento en el salón de actos municipal, presidido por el mismo Hamilton. Las familias varelenses fueron invitadas a ver la exposición de obras plásticas y artículos alusivos, donde también se «irradió música mapuche». Además, los participantes tuvieron oportunidad de asistir a una conferencia sobre la temática con intervención de un ganador del famoso programa televisivo «Odol Pregunta» y un historiador local. Si la niñez podía asistir acompañada a este espacio de «reafirmación de los valores argentinos», mucho más se requirió su activa intervención en ámbitos escolares. De hecho, se conformaron muestras en diferentes escuelas con «trabajos [de los estudiantes] sobre la campaña del desierto en adhesión a los actos celebratorios de la gesta» (La Nación, 09/10/1979;Cruz del Sur, 31/03/1979; Tribuna, 19/09/1979). Sin dudas, esta propuesta iba en consonancia con un modelo educativo que pretendía una «restauración» del orden mediante la burocratización, control y sanción de docentes y estudiantes, pero también a través de una rigurosa selección de contenidos que, en historia, se limitaba en buena medida al siglo XIX (Schindel, 2005).

De este modo, en la convergencia de dos fechas con intencionalidades y trasfondos diferentes, la niñez varelense fue convocada a estar presente a través de actos que, tutelando sus participaciones, la representaron homogéneamente en el mero centro de la ciudad donde las marginalidades eran menos visibles. Se apuntó, sobre todo, a ponderar logros académicos o artísticos de una niñez escolarizada que debía manifestar su «adhesión» a valores promovidos. La niñez aparecía como terreno de disputa ideológica encarnando, no en un presente, sino una «generación futura». En ese sentido, el poder político local se permitió elaborar acciones para consolidar intereses afines a su propuesta, por la vía del «homenaje» a la niñez reconociendo su pureza, inocencia y potencialidad.

Más allá de lo anterior, la niñez también aparecía perfilada en vínculo con la comunidad. Tal vez el ejemplo más claro, y como contracara de lo que comentábamos antes, fueron las sociedades de fomento barriales que difundían invitaciones a través del periódico para que sus pequeños destinatarios asistieran a las actividades (EV, 12/05/1975). El comercio local también estaba presente, animando a los escolares del distrito a organizar vidrieras por el 129º Aniversario de la muerte del Gral. José de San Martín, con auspicio del Regimiento 7 de Infantería «Coronel Conde» y del mismo municipio (EV, 25/08/1979), u organizando concursos de preguntas y respuestas donde los ganadores se hacían acreedores de un poncho (EV, 24/06/1975). Lo mismo sucedía con emprendimientos encarados por vecinos de reconocida trayectoria, como fue un «entusiasta equipo de jovencitos» que mostraba sus hazañas en varias categorías de ciclismo a nivel provincial, entrenados por un «veterano ciclista y excelente mecánico». Nuevamente, «por sus merecimientos [habían recibido] la promesa del Intendente Municipal de entregarles equipos de buzo (pantalón y campera)» (EV, 10/02/1975, portada).

Pero la presencia infantil en propuestas de la comunidad se veía con nitidez en las convocantes «Fiestas de la Flor», antes mencionadas por su vinculación con El Varelense. Se trataba de una célebre festividad que, durante las décadas de 1970-80, constaba de exposiciones florales con participación de productores locales, un concurso de belleza para elegir a la reina de la flor y un desfile de carrozas decoradas por alumnos(as) de escuelas primarias [Figura 4]. Como se expresaba en otro periódico distrital, en dichas muestras anuales «la originalidad, chispa y pureza infantil» imprimían un brillo especial, sobre todo en una «comunidad sureña alejada de lo que significa la realización de actos, fiestas y festejos de relevancia social elogiable» (EV, 11/1979, s/d).

Carroza floral con escolares durante la
Fiesta de la Flor
Figura 4
Carroza floral con escolares durante la Fiesta de la Flor
Fuente: «Se inició con éxito la Feria de la Flor», El Varelense, 09/1980, portada, APFV

En esta concurrida actividad, dos elementos se combinaban para reflejar los atributos más destacables del distrito: una niñez escolarizada y cuidada, mostrando su ternura y candidez y «el potencial de un pueblo dedicado al cultivo floral» (EV, 09/1980, portada) que ya competía ventajosamente en producciones intensivas. Tanto durante los años en democracia, como durante la intervención militar, el apoyo del municipio a esta iniciativa fue generoso y recibió múltiples visitas de delegados provinciales. Sobre todo, en un contexto en que se solicitaba, tanto desde la prensa como desde la comunidad, la salida de Hamilton de la intendencia.

Por otro lado, una de las propuestas más destacadas en términos de repitencia y elogiosa consideración por parte del periódico fue la del Club de Colaboradores del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (De Marco, 2020b). Este emprendimiento tuvo sus inicios en 1969 conformado por docentes rurales de nivel primario de Florencio Varela, jóvenes colaboradores de la zona rural y estudiantes de magisterio. El principal objetivo era generar propuestas específicas para estudiantes de los últimos dos años del nivel primario que asistían a escuelas de los contornos rurales varelenses. Distribuían sus acciones en dos sentidos: por un lado, mensualmente se organizaban salidas a diversos espacios de valor histórico, formativo o simplemente recreativo. Por otro lado, se planificaban campamentos en verano que eran, en verdad, el corazón de la propuesta. Susana Giauque, una de las docentes involucradas, se apersonaba dos veces por mes para reportar en el periódico las novedades (G. Linari, comunicación personal, 28 de octubre de 2021). En ese sentido, El Varelense recuperaba con asiduidad sus propuestas y se presentaba el Club como

Una institución cuyos objetivos se orientan permanentemente a la atención de la infancia y la adolescencia y ha delimitado su acción a la zona rural […] maestros, estudiantes, floricultores, jóvenes todos que dedican su entusiasmo a desarrollar, con orientación del INTA, acciones que redundan en beneficio de los niños del área rural (EV, 31/07/1974, portada).

Destacando el «sacrificio y dedicación» destinados a uno de los sectores infantiles más afectados en el partido por el aislamiento y las carencias, se reseñaban festivales, caminatas, torneos deportivos y juegos recreativos en el marco de los campamentos (EV, 22/03/1972 y 10/06/1972). Fue en ese contexto que se promovió la participación de escolares de las tres escuelas rurales del partido en el concurso regional de monografías titulado «Conozco mi comunidad y trabajo para mejorarla», organizado en Florencio Varela por la Agencia de Extensión del INTA (EV, 25/05/1975).

Sin embargo, la niñez varelense no solo aparecía en los tensionantes cambios del poder municipal como objeto de medidas, privaciones o demandas, o bien en el corazón de propuestas que partían desde diversos sectores de la comunidad, el comercio o la producción local. En la prensa era, sobre todo, la cara visible de las circunstancias más desfavorecedoras. Al respecto es ilustrativo el caso de una manifestación en un barrio donde se carecía de todo servicio público a finales de la dictadura [Figura 5]. Se recogían quejas contra el municipio («no tienen derecho a hacer que nuestros hijos se críen en estas condiciones») y contra el hospital distrital, que no ofrecía atención pediátrica de calidad frente a las frecuentes picaduras o mordeduras que los niños(as) recibían donde «las ratas, los perros y las víboras son dueños de la zona» (EV, 02/1981, p. 8). La nota, acompañada de varias fotografías que captaban diferentes momentos del reclamo, ubicaba en todas ellas a niños(as) formando parte de la escena: pasando distraídos, en brazos de sus madres, caminando por calles anegadas.

 Adultos y niños durante un reclamo vecinal por falta de
servicios
Figura 5
Adultos y niños durante un reclamo vecinal por falta de servicios
Fuente: El Varelense, 02/1981, p. 8, APFV

La niñez aparecía en la espectacularidad de la carencia, pero no solo en espacios públicos, sino en sus propias realidades familiares. En varias ocasiones se replicaron noticias sobre partos múltiples que daban la bienvenida a varios bebés en el seno de hogares pobres. Hijos e hijas que ocupaban el séptimo lugar en el orden familiar recibían las aguas bautismales con el padrinazgo del jefe comunal –en reemplazo del presidente– o el madrinazgo de sus esposas, dando cuenta de respuestas focalizadas y mediáticas del poder político a las realidades familiares y a las niñeces del conurbano (EV, 12/05/1975; Mi Ciudad, 18/09/1979).

De este modo, el dramatismo de las situaciones que atravesaban a una localidad del conurbano mostraba sus vetas más crueles en el anonimato de tragedias que atravesaban vidas infantiles, y que, no en pocos casos, se vinculaban con las condiciones de un entorno cada vez más hostil, abandonado y peligroso, alejado también de la mirada estatal. Es imposible dejar de referir, en ese sentido, dos ejemplos contundentes: las tosqueras y la progresiva contaminación en los barrios, cuestiones que llegaron a trascender incluso en medios de difusión nacional por su gravedad.

En cuanto a lo primero, el periódico recogió regularmente la desaparición y fallecimiento de niños y adolescentes que, en meses de verano, acudían a bañarse a un espejo artificial de agua en el barrio San Nicolás producido por acciones de una empresa que, sin supervisión, se había excedido en las excavaciones para extraer tosca. Como se expresaba en las páginas de El Varelense: «El calor arrecia, la prudencia se adormece y los niños y los jóvenes y quienes ya no lo son tanto, acuden a la laguna» (EV, 15/01/1977, portada). Frente a los reiterados incidentes que acumulaban decenas de jóvenes muertes, el periódico había denunciado la «infantil» actitud municipal: se había decidido advertir a la población circundante mediante carteles, no leídos o simplemente ignorados, como única medida. Se preguntaban los redactores, entonces: «¿Quién es el responsable de la vida de los numerosos pibes que en las tardes de verano disfrutan de un peligroso chapuzón en las sucias aguas?» (EV, 1-15/11/1975, p.8).

Por otra parte, las deterioradas condiciones ambientales era un tema que se avizoraba cada vez con más frecuencia. A las usuales denuncias por alimañas multiplicadas por la nula recolección de residuos, los arroyos contaminados por fábricas sin adecuado control y las zonas rurales con depósitos que infestaban el aire de los espacios escolares (La Nación, 24/11/1979), en 1979 se sumó un caso particular. En septiembre de ese año comenzaron a multiplicarse las consultas por una afección dérmica en varias familias, por lo que las indagaciones condujeron a «Síntesis Química», una fábrica de insecticidas (La Nación, 17/11/1979). Pronto, ese y otros síntomas («calambres, afecciones en la vista, somnolencia, nauseas estomacales, comezón y además un misterioso acné» [El Sol, 10/ 1979, s/d]) se esparcieron por el barrio San Rudecindo donde «el aire se volvió irrespirable» y los efluentes industriales circularon en abundancia por los cursos de agua (El Sol, 13/11/1979). El Varelense capturó los efectos en la piel de los niños [Figura 6], para quienes las más diversas prescripciones médicas no surtían efecto. Los chicos afectados no fueron pocos e incluso algunos debieron ser hospitalizados (El Sol, 05/11/1979, p. 3). Sin embargo, la lista difundida por el Ministerio de Salud de la Provincia solo incluyó a los operarios y sobre la cuestión, a pesar del énfasis periodístico, primaron oportunas desmentidas por parte del municipio (El Sol, 13/11/1979, s/d).

Un niño posa ante la cámara mostrando la afección cutánea por
exposición a químicos
Figura 6
Un niño posa ante la cámara mostrando la afección cutánea por exposición a químicos
Fuente: «La contaminación se extendió ahora al barrio San Rudecindo», El Varelense, 1979, s/d, APFV

La gravedad del deterioro de los ámbitos barriales ya fuera por problemas crónicos o de extraordinaria magnitud, con frecuencia fue presentada en la prensa local, incluyendo El Varelense, a través de las afecciones y secuelas específicas que brotaban en la población infantil. Se remarcaba la severidad de los daños, se intentaba también, tal vez, alcanzar alguna vena más sensible en la abúlica dirigencia local frente a un tópico innegociable: la salud infantil. De este modo, la niñez aparecía como la expresión más inaceptable de la problemática denunciada y como un (posible) punto de acuerdo.

A modo de cierre

En el presente trabajó se procuró analizar y comprender las características de la aparición de la niñez en un periódico local del partido de Florencio Varela, con la intención de reponer en el análisis histórico a aquellas niñeces vividas lejos de la centralidad porteña. Más específicamente, se pretendió contribuir al conocimiento sobre niñeces situadas en el conurbano bonaerense para una etapa de dinámico crecimiento, también atravesada por demandas, carencias y problemas en un contexto sociopolítico particularmente tenso, marcado por el comienzo y final de la tercera presidencia peronista y la última dictadura argentina.

El análisis desplegado reveló que las referencias en El Varelense se organizaron, por un lado, en torno de aquellas que vincularon a la niñez con el Estado, sobre todo municipal, en sus presencias o ausencias. En efecto, los niños(as) fueron posicionados como destinatarios del accionar municipal, sobre todo a través de la celebración de fechas vinculadas al universo infantil, y en menor medida, como una fugaz interlocutora. Si bien el registro de iniciativas y demandas propias por parte de los niños(as) fue más bien escaso, se los perfiló como un conjunto al que se apeló desde el poder político local para revelar cierta sensibilidad. Cuando dichas apelaciones estaban ausentes se consolidaron miradas que les otorgaban valor por su potencial a futuro, aunque demandando en el presente una adhesión activa a propuestas que encarnaban determinados valores tradicionales mediante producciones artísticas o escolares. Esto último se pudo observar en cuanto al concierto de dos fechas coincidentes en 1979, cuando se celebró el «Año internacional del Niño» y el centenario de la «Campaña al desierto». De este modo, la niñez del partido aparecía como objeto de diversos planteos estatales, aunque también estuvo en el centro de un panorama general de deficiencias que afectaban sus condiciones de vida.

Por otro lado, los niños(as) fueron referenciados como objeto de múltiples iniciativas nacidas de la comunidad, con una mención especial a su presencia en la «Fiesta de la Flor» donde se consagraban dos aspectos centralmente destacados: la niñez varelense escolarizada y los aspectos productivos que daban identidad al partido. A diferencia de otros ejemplos analizados en la prensa de localidades del interior bonaerense donde la niñez del centro urbano tenía actuaciones destacadas o aparecía más vinculada con artículos de consumo, aquí se observó cómo la mención de las condiciones experimentadas por los niños(as) de barrios periféricos funcionaba como un catalizador de la carencia. El periódico recogió de forma reiterada, y muchas veces con imágenes cargadas de dramatismo, las realidades que numerosos pequeños(as) experimentaban en los contornos del partido.

En El Varelense se dio cuenta de un conjunto infantil amplio, aunque con ausencias relevantes, como la de aquellos que habitaban en los abundantes contornos rurales del partido. No obstante, con frecuencia se expresaba preocupación por quienes vivían en los barrios más alejados del centro, donde los servicios públicos eran una realidad distante. Esas vidas infantiles aparecían en el corazón de crecientes problemáticas que reflejaban su peligrosidad en los cuerpos infantiles. Escuelas superpobladas y desmejoradas, calles sucias, llenas de baches y con animales sueltos, configuraban una muestra consistente de aquel conurbano “peligroso”, aún despoblado –más allá de su crecimiento–, donde la prensa acaso era la única forma de visibilizar realidades que se vivían lejos del casco urbano y donde los niños(as) aparecían como indudables damnificados.

Fuentes

Todos los artículos fueron consultados en el Archivo de Prensa Municipio de Florencio Varela (APFV).14

El Varelense

Empezaron las clases (22 de marzo de 1972). El Varelense, Nro. 1.077, portada.

Campamento del Club Colaboradores del INTA (22 de marzo de 1972). El Varelense, Nro. 1.077, p. 5.

Club colaboradores de INTA (10 de junio de 1972). El Varelense, Nro. 1.082, p. 5.

Plan Sanitario Mínimo para 1973 (31 de julio de 1973). El Varelense, Nro. 1.108, p. 3.

Sabin (21 de noviembre de 1973). El Varelense, Nro. 1.115, portada.

Campeonato Evita (14 de diciembre de 1973). El Varelense, Nro. 1.116, p. 8.

Dos donaciones del Intendente Fonrouge (14 de mayo de 1974). El Varelense, Nro. 1.123, p. 8.

Educar jugando (14 de mayo de 1974). El Varelense, Nro. 1.123, p. 3.

Rurales (31 de julio de 1974). El Varelense, Nro. 1.127, portada.

Concejal (31 de julio de 1974). El Varelense, Nro. 1.127, p. 3.

Homicidas en potencia (31 de julio de 1974). El Varelense, Nro. 1.127, p. 3.

Vacas y cerdos (14 de agosto de 1974). El Varelense, Nro. 1.128, p. 7.

Alegría en el Día del Niño (14 de agosto de 1974). El Varelense, Nro. 1.128, p. 8.

Cloacas y agua corriente y un reiterado reclamo (14 de agosto de 1974). El Varelense, Nro. 1.128, p. 18.

Operativo Sabin (5 de noviembre de 1974). El Varelense, Nro. 1.031, p. 5.

Operativo Gurí (28 de noviembre de 1974). El Varelense, Nro. 1.032, portada.

Llega Papá Noel a Varela (20 de diciembre de 1974). El Varelense, Nro. 1.133, p. 8.

Pediatría (9 de enero de 1975). El Varelense, Nro. 1.134, portada.

Vacaciones felices (9 de enero de 1975). El Varelense, Nro. 1.134, p. 2.

Escasea personal policial (25 de enero de 1975). El Varelense, Nro. 1.135, portada.

Vacaciones felices (25 de enero de 1975). El Varelense, Nro. 1.135, p. 8.

Varela: Buenos pedales (10 de febrero de 1975). El Varelense, Nro. 1.136, portada.

Planes de salud pública (25 de marzo de 1975). El Varelense, Nro. 1.139, portada.

Peronismo: integran una comisión (25 de marzo de 1975). El Varelense, Nro. 1.139, p. 8.

Calles destrozadas (12 de mayo de 1975). El Varelense, Nro. 1.142, p. 2.

Madrinazgo doble (12 de mayo de 1975). El Varelense, Nro. 1.142, p. 5.

Hay que combatir la contaminación (12 de mayo de 1975). El Varelense, Nro. 1.142, p. 5.

Organizan juegos infantiles (12 de mayo de 1975). El Varelense, Nro. 1.142, p. 7.

Mi comunidad (25 de mayo de 1975). El Varelense, Nro. 1.143, p. 3.

Control de tuberculosis (10 al 24 de junio de 1975). El Varelense, Nro. 1.144, p. 3.

Excursiones escolares (10 al 24 de junio de 1975). El Varelense, Nro. 1.144, p. 3.

El Cardón premió a numerosos niños (10 al 24 de junio de 1975). El Varelense, Nro. 1.144, p. 8.

Día del Niño (10 al 24 de agosto de 1975). El Varelense, Nro. 1.147, p. 3.

Viajes de escolares (25 de junio a 9 de agosto de 1975). El Varelense, Nro. 1.146, p. 3.

Tiroteo con extremistas (24 de septiembre de 1975). El Varelense, Nro. 1.149, portada.

Operativo Gurí (28 de noviembre de 1975). El Varelense, Nro. 1.032, portada.

Tragedia en la tosquera (1 al 15 de noviembre de 1975). El Varelense, Nro. 1.151, p. 8.

La cava trágica (15 de enero de 1977). El Varelense, Nro. 1.166, portada.

¿Economía y austeridad? (5 de septiembre de 1977). El Varelense, Nro. 1.173, p. 8.

Operativo vacunación (18 de abril de 1979). El Varelense, Nro. 1.189, portada.

La escuela está, faltan los bancos (18 de abril de 1979). El Varelense, Nro. 1.189, p. 5.

Mi pueblo crece (18 de abril de 1979). El Varelense, Nro. 1.189, p. 8.

Programa de atención odontológica escolar (4 de junio de 1979). El Varelense, Nro. 1.190, p. 3.

Un saludo (julio de 1979). El Varelense, Nro. 1.191, p. 8.

Brillante desfile de carrozas y niños (octubre-noviembre de 1979). El vecinal, s/d.

La contaminación se extendió ahora al barrio San Rudecindo (1979). El Varelense, s/d.

El caminante: guía para jóvenes scouts (septiembre de 1980). El Varelense, Nro. 1.199, p. 3.

Se inició con éxito la Feria de la Flor (septiembre de 1980). El Varelense, portada.

Un barrio ‘residencial’ plagado de basura, pastizales, ratas y víboras (febrero de 1981). El Varelense, Nro. 1.200, p. 8.

Otros medios

Concurso de vidrieras en Florencio Varela (25 de agosto de 1979). El Sol (Quilmes), s/d.

Persiste el silencio oficial sobre los casos de contaminación (octubre de 1979). El Sol (Quilmes), s/d.

Se pide definiciones a las autoridades sanitarias y la solución del problema (5 de noviembre de 1979). El Sol (Quilmes), p. 3.

Criterio erróneo (13 de noviembre de 1979). El Sol (Quilmes), s/d.

Veneno abundante (13 de noviembre de 1979). El Sol (Quilmes), s/d.

E. Zeballos: un pueblo remoto y necesitado en el sur (4 de abril de 1979). La Nación, p. 11.

Teatro infantil (4 de julio de 1979). La Nación, s/d.

Ingeniero Allan o cómo vivir sin tren, teléfonos, policía y bomberos (27 de septiembre de 1979). La Nación, p. 20.

Muestra sobre la campaña del desierto en Florencio Varela (9 de octubre de 1979). La Nación, s/d.

Contaminación (en San Rudecindo): Las lesiones son serias e irreversibles (20 de octubre de 1979), La Nación, s/d.

Fernández, C. Contaminación en La Capilla (24 de noviembre de 1979). La Nación, s/d.

Habríase producido una grave contaminación (17 de noviembre de 1979). La Nación, s/d.

Campaña al desierto (31 de marzo de 1979). Cruz del Sur, s/d.

Florencio Varela: concurso fotográfico El niño y su mundo (17 de junio de 1979). Clarín, s/d.

Diario Mi Ciudad (19 de septiembre de 1979), s/d.

Jornada Activa sobre la Campaña al Desierto (19 de septiembre de 1979). Tribuna, s/d.

Desfile por el año del niño en Fcio. Varela (20 de octubre de 1979). La Prensa, s/d.

Referencias

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Notas

1 Este trabajo se inscribe dentro de los resultados de la investigación posdoctoral financiada por el CONICET: “En el campo y más allá de la ciudad. Condiciones de vida y cotidianidad de familias y niños rurales en la zona pampeana (décadas 1950-1970)”. En esa línea se avanzó en el cruce entre prensa local e infancia sobre los casos de General Belgrano y Carmen de Patagones, en la provincia de Buenos Aires (De Marco, 2020a, 2020b y 2020c).
2 El conurbano remite, desde una mirada histórica, al conjunto de partidos divididos de la Capital Federal por la Avenida Gral. Paz (1936). Como advierte Segura (2015), esta categoría sufrió una «inversión de sentidos» al abandonar referencias a la tranquilidad y pureza del entorno, difundidas sobre finales del siglo XIX, para asociarse progresivamente en el siglo XX a problemas, delitos y carencias.
3 En 1979 con la legislación de “Municipalización de funciones y servicios” en Buenos Aires, por ejemplo, las “casas del niño” y las guarderías pasaron a ser gestionadas municipalmente (Rodríguez, 2009).
4 Con esta denominación se refirió al avance militar seguido por el genocidio de comunidades indígenas, ejecutado sobre territorios pampeanos y patagónicos a fines del siglo XIX para su posterior incorporación al Estado argentino.
5 La digitalización de los números consultados fue realizada por la Dirección de Derechos Humanos del Municipio de Florencio Varela.
6 Mientras que en 1947 el total de habitantes era de 10.480, en 1960 era de 41.707 y en 1970 unos 98.446, de los cuales solo 5.953 habitaban en la zona rural del partido, lo que evidencia un vaciamiento en consonancia con otras realidades provinciales de la etapa. Fuente: Censos Nacional de Población, INDEC.
7 Algunas de estas expresiones aparecen en entrevistas realizadas para el documental Los pibes del Santa (2006), que alude a la desaparición de estudiantes de nivel secundario en el marco represivo de la última dictadura y su articulación con la comunidad del Instituto Santa Lucía de Florencio Varela.
8 Sobre la gestión de Raúl G. Muñoz como interventor municipal, su rol en el cesanteo de empleados municipales, represión y desaparición de personas se sugiere consultar el trabajo de Ñáñez (2015).
9 Es necesario consignar que no fue posible recuperar periódicos correspondientes al año 1976.
10 El término refiere a una competencia, usualmente de aceleración en línea recta, entre dos o más autos hasta un punto de llegada.
12 Así también lo recuerda Linari.
13 En referencia a la República de los Niños, ubicada en la localidad de Gonnet (La Plata) y fundada durante la etapa peronista.
14 Todos los artículos fueron consultados en el Archivo de Prensa Municipio de Florencio Varela (APFV).
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