Artículos
Confianza en la prensa mexicana. Hacia un mejor entendimiento sobre el nexo entre periodistas y audiencias
Trust in the Mexican Press. Towards a Better Understanding of the Link between Press and Audiences
Improntas de la Historia y la Comunicación
Universidad Nacional de La Plata, Argentina
ISSN: 2469-0457
Periodicidad: Frecuencia continua
núm. 11, e051, 2023
Recepción: 02 Marzo 2023
Aprobación: 16 Junio 2023
Publicación: 18 Julio 2023
Resumen: Para contribuir a un mejor entendimiento de la confianza en la prensa mexicana, en este trabajo se estudia la percepción que los/as periodistas que trabajan en entornos de riesgo tienen de sus audiencias, en particular, y de la ciudadanía, en general. A partir del análisis de 93 entrevistas semiestructuradas con periodistas de 23 estados de México, y de una base original de 1.217 titulares de los dos principales diarios de cada Estado, se observa que si bien el vínculo con la audiencia es débil, al especificar la relación entre los grupos organizados se percibe una mayor confianza entre ambos actores lo que fortalece las redes de colaboración y de alianza.
Palabras clave: periodismo, audiencias, México, violencia.
Abstract: To contribute to a better understanding of trust in the Mexican press, this work studies the perception that journalists who work in risk environments have of their audiences, in particular, and of citizens, in general. Based on the analysis of 93 semi-structured interviews with journalists from 23 states, and an original dataset of 1,217 headlines from the two main newspapers in each state, it is observed that although the link with the audience is weak, by specifying the relationship between the organized groups, greater trust is perceived between both actors, which strengthens collaboration and alliance networks.
Keywords: journalism, audiences, Mexico, violence.
Introducción
¿De qué modo se construye el nexo de confianza entre los medios y las audiencias? Los indicadores más utilizados han reflejado que en años recientes el público confía cada vez menos en los medios informativos en todo el mundo. El Barómetro 2021 de Edelman Trust muestra que menos de la mitad de los/as ciudadanos/as estadounidenses afirma confiar en los medios, lo que representa el nivel más bajo de confianza desde que se realiza ese ejercicio. En el mismo sentido, el último reporte del Instituto Reuters (Newman y otros, 2023) muestra un declive global en el porcentaje de personas que afirma confiar en las noticias. México no es la excepción y, en los últimos años, los niveles de confianza han caído más de diez puntos porcentuales (Newman y otros, 2023).
En ese sentido, el objetivo de este artículo es abonar a un mejor entendimiento sobre las condiciones que afectan la confianza en los medios, a partir de contribuir a los enfoques macro y micro que se han generado en la literatura, y de incorporar variables derivadas del propio funcionamiento de los medios y de las percepciones mismas de los/as periodistas. Entender el declive en la confianza en los medios informativos es prioritario, porque este alimenta actitudes de cinismo y de apatía política, motiva el consumo de fuentes alternativas de información –como redes sociales o aplicaciones de mensajería en las que proliferan datos sesgados y no verificados–, empobrece la calidad del voto y de la participación política y, en consecuencia, la calidad de la democracia en el sentido de la esfera pública y el diálogo público. Además, el incremento en la desconfianza en los medios erosiona la relación entre éstos y sus audiencias, y obstaculiza la posibilidad de generar alianzas virtuosas entre dos actores que son fundamentales para fortalecer la toma de decisiones democráticas. Sin embargo, como más adelante lo refieren los/as periodistas entrevistados/as para este estudio, el caso mexicano ha presentado no pocos ejemplos en donde la colusión entre la clase política y ciertas organizaciones periodísticas no ha favorecido el desarrollo de una sociedad más democrática (Echeverría & González, 2024).
Si bien diversos estudios se han ocupado de entender las dinámicas de la confianza en la prensa, en este artículo sostenemos que estas explicaciones deben ser enriquecidas. Es decir, es necesario generar estudios que consideren entornos de democracias no consolidadas y de sistemas mediáticos en desarrollo, con condiciones de inestabilidad y de fragilidad propias que no se verifican en las democracias occidentales. Es por esto que México resulta un caso de estudio pertinente: tras más de dos décadas de su transición de un régimen de partido único a una serie de alternancias, aún no se consolida su estructura democrática; y, en algunos casos, se perciben retrocesos (Echeverría & González, 2024). Además, según el Comité para la Protección de los Periodistas (Committee to Protect Journalists, 2024), México es considerado el país más peligroso para el libre ejercicio del periodismo, a pesar de no estar involucrado en conflictos bélicos. Asimismo, se requiere considerar que las dinámicas propias de los medios, sus percepciones sobre las audiencias y la cobertura que hacen de los actores sociales afectan el vínculo de confianza y las mutuas expectativas. Finalmente, es necesario especificar mejor las particularidades tanto de la prensa como de las audiencias y reconocer que dentro de las generalizaciones cohabita una diversidad de patrones, de rutinas y de configuraciones que motiva a hablar de «prensas» y de «audiencias» en plural.
En este trabajo, presentamos una aproximación directa (entrevistas) y una aproximación indirecta (cobertura noticiosa) a la manera en la que la prensa concibe a las audiencias. Para ello, consideramos que la metodología mixta es la vía más propicia para tener acceso a ambas dimensiones del fenómeno. Así, incorporamos tanto entrevistas semi-estructuradas como un análisis cuantitativo de contenido mediático. Nuestra propuesta es que el nivel de confianza en la prensa no solo se entiende a partir de variables estructurales del entorno sociopolítico o de variables sociodemográficas individuales, sino que las percepciones directas e indirectas que los medios tienen respecto de sus audiencias y de la sociedad civil en general afectan el nexo de confianza que se tiende entre estos actores. Por ende, la pregunta central de investigación que dirige este trabajo es: ¿cuál es el nexo de confianza entre la prensa mexicana y su audiencia?, de la que se derivan dos interrogantes específicos: ¿cuál es la percepción de los/as periodistas mexicanos/as que trabajan en entornos de riesgo sobre la confianza que les tiene su audiencia?, ¿cómo ha cubierto la prensa mexicana a la sociedad civil?
Revisión de la literatura
La prensa mexicana como caso de estudio
En México, la práctica periodística tiende a ser más bien pasiva, puesto que las rutinas de la mayoría de los/as reporteros/as se limitan a la recopilación de boletines de prensa o de declaraciones de autoridades gubernamentales y líderes partidistas, en detrimento de la búsqueda de datos, de contextos y del seguimiento de información (Márquez, 2012; González, 2016). Por lo tanto, las coberturas noticiosas están dominadas por los actores políticos, no tanto por la sociedad civil o por otras fuentes alternativas de información (Martínez y otros, 2015; Díaz-Cerveró, Barredo & Hueso, 2017). No obstante, en años recientes se ha dado un incremento notable del periodismo de investigación; principalmente, entre reporteros/as que cubren temas sensibles como el crimen organizado o la corrupción de funcionarios públicos (Díaz-Cerveró & Barredo, 2020; González, 2021).
En cuanto a la autonomía para realizar su trabajo, en México existen dos factores que la obstaculizan de manera significativa: el clientelismo y la violencia contra periodistas. En lo que respecta al primero, históricamente, entre las élites políticas y los dueños de los medios de comunicación se ha dado una relación de patrón-cliente, la cual está determinada por el intercambio de coberturas favorables a cambio de concesiones de radio y de televisión, leyes a modo y contratos de publicidad oficial, sin dejar de mencionar, por supuesto, los sobornos que a nivel individual llegan a recibir algunos/as reporteros/as, locutores/as y fotógrafos/as de la fuente que cubren (De León, 2011; Gómez, 2020; Salazar, 2022; Echeverría & González, 2024).
En referencia al segundo factor, México es el país no en guerra más peligroso del mundo para ejercer el periodismo, por lo que la libertad de prensa es limitada (Committee to Protect Journalists, 2024). La violencia ejercida contra los/as periodistas es multifacética, ya que va desde amenazas verbales y acoso en línea, hasta secuestros, tortura y asesinatos. Sea como advertencia o como venganza, las agresiones buscan impedir o desalentar la publicación de investigaciones, principalmente sobre crimen organizado o corrupción gubernamental (Salazar, 2022; González, 2021; Del Palacio, 2023; González & González-Galván, 2024).
El nexo de confianza entre la prensa y su audiencia
Tanto en el ámbito periodístico como en el académico, con frecuencia se ha considerado que entre la prensa y la audiencia existe una relación positiva, virtuosa, tersa y fructífera (Usher, 2018; Bloom & Courtemanche, 2019; Nelson & Kim, 2020; Banjac, 2021). En su análisis sobre las transiciones a la democracia, Guillermo O’Donnell y Philippe Schmitter (1986) señalan que el surgimiento de una prensa libre forma parte de la «resurrección de la sociedad civil» (p. 26). Desde una perspectiva normativa liberal, la sociedad tiene derecho a estar informada sobre los asuntos de interés público, por lo que las autoridades están obligadas a rendir cuentas de sus acciones y de sus decisiones. En ese sentido, los/as periodistas fungen como mediadores/as entre ambos actores y mantienen vigilado al poder (Bloom & Courtemanche, 2019; Riedl & Eberl, 2020). Asimismo, la posibilidad de emitir un voto informado por hechos (y no por emociones o por prejuicios), y de generar una participación política de calidad, está cimentada, en gran medida, en que exista un vínculo entre la ciudadanía y el periodismo de investigación.
No obstante, dicha relación es más asumida que real (Strömbäck y otros, 2020; Banjac, 2021), debido a que, en la práctica, la interacción entre los medios y sus audiencias no es tan clara como parecería a primera vista. Más que homogénea y constante, la relación de cooperación entre estos actores es variable y coyuntural (Strömbäck y otros, 2020). Esto es consecuencia de que hay una marcada divergencia entre las expectativas y los roles asignados a cada actor (Riedl & Eberl, 2020; Banjac, 2021). Asimismo, al hablar de esta relación no siempre queda claro a qué medios y audiencias se hace alusión. Es decir, hay una tendencia a generalizar la discusión del fenómeno (Nelson & Kim, 2020; Strömbäck y otros, 2020; Riedl & Eberl, 2020).
La consideración anterior es importante para discutir el tema central del presente artículo: el análisis del nexo de confianza entre la prensa mexicana y su audiencia. Para ello, primeramente, es necesario definir el concepto de confianza, el cual se refiere a la relación que existe entre quien confía y quien es depositario de la confianza (Coleman, 2012; Tejkalová y otros, 2017; Echeverría & Mani, 2020; Strömbäck y otros, 2020). Además, se trata de un proceso que implica un cierto nivel de incertidumbre, atenuado por las experiencias previas de quien confía y/o por el desempeño previo del otro (Coleman, 2012; Hanitzsch, Van Dalen & Steindl, 2018; Echeverría & Mani, 2020; Strömbäck y otros, 2020). Cabe señalar que dicha relación es cambiante y heterogénea (Blöbaum, 2014; Usher, 2018). Además, el vínculo de confianza implica ceder algunos aspectos de control a cambio de eliminar riesgos, costos o incertidumbres (Kohring & Matthes, 2007). En concreto, ya sea por experiencia, por capacidad o por cercanía, un actor deposita en otro la responsabilidad de cumplir con una determinada tarea o función, lo que genera una serie de expectativas.
Así, en términos institucionales, se espera que el desempeño de una institución sea cercano a las expectativas del ciudadano; lo que, al menos idealmente, consolidaría la confianza social necesaria para el adecuado desarrollo democrático. Empero, en toda sociedad, cierto nivel de desconfianza es esperado y hasta deseable, ya que tanto la confianza ciega como una total desconfianza afectan la capacidad de toma de decisiones democráticas (Coleman, 2012; Blöbaum, 2014; Tejkalová y otros, 2017; Usher, 2018; Hanitzsch, Van Dalen & Steindl, 2018; Echeverría & Mani, 2020; Paisana, Pinto-Martinho y Cardoso, 2020; Toff y otros, 2021).
Por lo que respecta a la confianza en la prensa, esta puede ser definida como la relación entre las expectativas de la audiencia y los roles periodísticos desempeñados por las organizaciones mediáticas (Coleman, 2012; Blöbaum, 2014; Riedl & Eberl, 2020; Strömbäck y otros, 2020). Si bien no son lo mismo, la relación de confianza en los medios está muy relacionada con la noción de credibilidad. En efecto, como para las audiencias es imposible presenciar, interpretar y sistematizar todos los acontecimientos de interés público, deben delegar en otro actor la responsabilidad de seleccionar lo relevante, de elegir un ángulo y de transmitir la información que les permita entender la compleja realidad social.
De acuerdo con Matthias Kohring y Jörg Matthes (2007), hay, al menos, cuatro elementos implícitos en la confianza depositada en los medios noticiosos: confianza en la selección de los asuntos noticiosos que se presentan, confianza en la selección de los hechos que se utilizan para dar contexto, confianza en la precisión de las representaciones mediáticas sobre dichos asuntos, y finalmente, confianza en las apreciaciones periodísticas sobre los acontecimientos. Estas cuatro delicadas tareas implican, entre otras cosas, concederles a los medios una determinada dosis de credibilidad.
En tanto, se estima que en años recientes ha crecido la desconfianza generalizada en las instituciones, especialmente políticas; situación que también impacta a la prensa (Usher, 2018; Hanitzsch, Van Dalen & Steindl, 2018; Riedl & Eberl, 2020; Nelson & Kim, 2020; Strömbäck y otros, 2020; Banjac, 2021; Toff y otros, 2021). Sin embargo, aunque este fenómeno se ha vuelto global, no significa que sea homogéneo. En el mismo sentido, el análisis de la confianza social en la prensa necesita considerar las particularidades de la audiencia. Y es que este es un término vago que, generalmente, alude a todo tipo de receptores, pero a ninguno en particular. Lo cierto es que no todos los grupos tienen el mismo acceso a la información difundida por los medios, ni son cubiertos de mismo modo (Banjac, 2021). Más que una unidad homogénea, el público está integrado por una diversidad de grupos con diferentes expectativas y actitudes (Usher, 2018; Hanitzsch, Van Dalen & Steindl, 2018; Riedl & Eberl, 2020; Banjac, 2021; Toff y otros, 2021). Asimismo, debido a la digitalización, los medios nativos digitales y las redes sociales han desplazado paulatinamente a los medios tradicionales como la principal fuente de información de las audiencias; cuyos patrones de uso y de consumo de noticias se han transformado, y son menos estables que en años anteriores (Paisana, Pinto-Martinho y Cardoso, 2020; Strömbäck y otros, 2020; Suárez y otros, 2021; Toff y otros, 2021; Newman y otros, 2023). Más aún, diversos estudios han encontrado que las personas no siempre distinguen entre confianza y preferencia cuando se trata de recepción de noticias; puesto que, en lugar de decisiones racionales, el consumo está determinado por todo tipo de experiencias, niveles de alfabetización mediática, y hasta filias y fobias (Hanitzsch, Van Dalen & Steindl, 2018; Strömbäck y otros, 2020; Riedl & Eberl, 2020; Paisana, Pinto-Martinho y Cardoso, 2020; Banjac, 2021; Toff y otros, 2021).
Al igual que sucede con audiencia, el término «medios» también resulta problemático cuando se discute la confianza en estos, dado que no siempre se especifica qué debemos entender por este concepto. En otras palabras, un error constante es la falta de precisión y el uso indistinto de términos que, aunque cercanos, no necesariamente son sinónimos. De ahí que sea fundamental, por un lado, distinguir entre la prensa como un pilar de la democracia o cuarto poder, el periodismo como profesión y los diferentes tipos de roles profesionales que adoptan los/as periodistas (perro guardián, vocero del poder, infoentretenimiento) (Blöbaum, 2014); y, por otro lado, diferenciar los conceptos de sistema mediático como conjunto de organizaciones, medios como organizaciones individuales y diversos tipos de plataformas (impresos, radio, televisión, nativos digitales) (Strömbäck y otros, 2020; Nelson & Kim, 2020). Finalmente, se debe separar a los/as periodistas como profesionales individuales de las noticias como contenidos informativos o de las fuentes de información (actores políticos, ONG, académicos…) (Blöbaum, 2014; Bloom & Courtemanche, 2019; Toff y otros, 2021).
Metodología
En este artículo tomamos a México como caso de estudio, con lo que abonamos a incorporar al análisis un caso que desafía los supuestos planteados para las democracias avanzadas y para los sistemas de medios occidentales, y proponemos una nueva forma de abordar el fenómeno. Para responder a las preguntas de investigación, el presente artículo utiliza una metodología mixta, lo que permite adoptar dos perspectivas: la primera, desde las percepciones directas que los/as periodistas tienen respecto de sus audiencias; la segunda, desde las percepciones indirectas que se reflejan en la manera en la que los/as periodistas representan a la sociedad civil en el contenido noticioso.
Con ello, postulamos que uno de los principales determinantes de la confianza en los medios se relaciona con la apreciación, real o asumida, que los/as periodistas tienen de sus audiencias. Así, por un lado, se presentan las experiencias y las percepciones de profesionales que trabajan en un entorno de riesgo, y, por el otro, un análisis de la cobertura que los periódicos de todo el país realizan sobre temas políticos. En conjunto, ambas perspectivas favorecen una aproximación más completa al entendimiento del fenómeno a investigar.
Importa aclarar que no se pretende realizar una comparación entre los resultados de una y de otra perspectiva. Por el contrario, la utilización de una metodología mixta permite ampliar el análisis sobre los nexos entre los medios y los/as periodistas, y discutirlos a la luz de una metodología cualitativa, que favorece la profundidad, y de una metodología cuantitativa, que ofrece un análisis panorámico y transversal. En otras palabras, la idea es reinterpretar y complementar ambas aproximaciones para brindar una explicación más robusta y elaborada del objeto de estudio.
Testimonios orales
El primer bloque de datos se organiza en torno a una serie de entrevistas semiestructuradas (Jensen, 2002) con periodistas mexicanos/as, realizadas en forma presencial entre febrero de 2017 y agosto de 2018. La muestra, integrada por 93 informantes (62 hombres y 31 mujeres), se conformó a partir de dos criterios: en primer lugar, debían ser periodistas en activo, ya fueran empleados/as de alguna redacción o freelancer; en segundo lugar, se requería que en el momento de la entrevista estuvieran cubriendo –o hubieran cubierto en forma consistente– hard news, especialmente, temas de delincuencia organizada o de corrupción. Se determinó hacer esa distinción puesto que son este tipo de periodistas los/as más propensos/as a ser agredidos/as (Hughes & Márquez, 2017, 2018). No fueron criterios de exclusión ni el tipo de rol desempeñado (reportero/a, editor/a, camarógrafo/a, fotógrafo/a, conductor/a) ni la naturaleza del medio en el cual desarrollan su trabajo (periódico, revista, radio, televisión o portal de noticias).
La selección de informantes siguió la lógica del muestreo no probabilístico por bola de nieve (Jensen, 2002). Dentro de la conformación de la muestra final, se condujeron entrevistas con reporteros/as locales y con corresponsales estatales de medios nacionales (ubicados en la Ciudad de México), tales como Proceso, La Jornada, Reforma, El Universal, Televisa, TV Azteca e Imagen Televisión. Asimismo, participaron periodistas de reconocidos medios locales y regionales como El Informador (Guadalajara, Jalisco), El Siglo (Torreón, Coahuila), A.M. (León, Guanajuato), El Diario (Ciudad Juárez, Chihuahua), Zeta (Tijuana, Baja California) y Río Doce (Culiacán, Sinaloa), por nombrar algunos. También se entrevistó a informadores/as de portales independientes de noticias locales, además de personal de agencias de noticias nacionales e internacionales (por ejemplo, Notimex, EFE y AFP).
El cuestionario aplicado (ver Anexo Metodológico) incluyó nueve preguntas organizadas en tres grandes temas: el contexto general de la violencia contra periodistas en México, el impacto de las agresiones contra la prensa y la seguridad digital. Los resultados aquí presentados se derivan de la pregunta: «¿De qué manera impactan en la sociedad las agresiones contra la prensa?», correspondiente a la segunda sección del instrumento. La percepción que los/as entrevistados/as tienen de sus audiencias se recupera del análisis de este grupo de respuestas.
A fin de que la investigación tuviera alcance nacional, las entrevistas se distribuyeron geográficamente. Para esto se siguió, por un lado, la zonificación del Consejo Nacional para la Seguridad Pública (CNSP)1 y, por otro lado, los reportes presentados por la organización Artículo 19 (https://articulo19.org/) en 2016 y 2017, en los que se señala el número de agresiones contra periodistas y el lugar en el que ocurrieron. En ese sentido, la distribución de la muestra se enfocó en los 23 estados de la República más peligrosos reportados por dicha organización, divididos según las zonas propuestas por el CNSP [Tabla 1].
Cobertura mediática
Desde la segunda perspectiva se buscó documentar, de manera cuantitativa, la manera en la que la prensa nacional ha cubierto a diferentes actores de la sociedad civil, asumiendo que esta cobertura refleja, tanto de manera voluntaria como involuntaria, la percepción que los/as periodistas tienen de la sociedad civil y de sus acciones, al tiempo que constituye una medida indirecta de su concepción sobre las audiencias. La cobertura también fortalece o debilita los vínculos entre la prensa y sus audiencias, en la medida en que estas pueden sentirse representadas o visibilizadas por los medios, o, por el contrario, generar un sentimiento de lejanía y de desconexión.
En concreto, se sistematizaron tres elementos: en qué medida los medios se refieren a actores de la sociedad civil en comparación con otros protagonistas de las notas periodísticas, si se los menciona de manera positiva o negativa, y si se los utiliza como fuente para expresar sus demandas.
Para sistematizar los contenidos noticiosos, se tomaron los dos periódicos de mayor circulación diaria para cada una de las 31 entidades federativas de México (los principales 62 periódicos estatales en términos de tiraje, según lo reportado por el Padrón Nacional de Medios Impresos). Para captar de manera representativa las tendencias del contenido analizado se tomaron las técnicas de muestreo propuestas por Daniel Riffe y otros (2005).
En total, la base de referencia quedó integrada por 1.217 ejemplares de diarios, de los cuales se analizó el titular. Los titulares tienen una relevancia noticiosa singular por varias razones: exhiben la línea editorial que guía a cada medio; son una referencia que suele ser retomada por otros medios (por ejemplo, en el recuento radiofónico o televisivo de los titulares del día); son el principal recurso para atraer la atención de lectores/as que podrían comprar el diario; y son el elemento que notará cualquier lector/a que se tope con la publicación, independientemente de que la compre o no.
Para operacionalizar la presencia de la sociedad civil en la prensa, su relevancia frente a otros actores y la orientación en la cobertura mediática, se consideraron tres categorías de análisis: protagonista de la nota, sentido de la nota y uso de declaraciones [Tabla 2].
En tanto, para confirmar la confiabilidad de la codificación de la base de datos se realizó un proceso de doble codificación en ciego, obteniéndose un Alfa de Krippendorff de 0,87.
Resultados
Percepción de los/as periodistas sobre la confianza que la audiencia deposita en ellos/as
En términos generales, las respuestas a la pregunta sobre la percepción social de la violencia contra los/as periodistas mexicanos/as indican que las agresiones afectan a la ciudadanía en su derecho a estar informada sobre los temas de interés público. No obstante, los/as entrevistados/as también perciben que, en el mejor de los casos, solo algunos grupos muy específicos están conscientes de ello; mientras que para la mayoría de las personas esta situación no es del todo relevante, debido a la falta de confianza en su trabajo.
De acuerdo con algunos testimonios,2 una sociedad funcional requiere que sus miembros puedan informarse acerca de los asuntos públicos más relevantes. En ese sentido, la labor de los medios es, precisamente, proveer dicha información. Por ende, los ataques contra la prensa representan un atentado contra la libertad de expresión y contra el derecho a la información.
El periodismo es uno de los cimientos de eso que llamamos democracia. Es fundamental para nuestro futuro que defendamos la libertad de expresión y el derecho a la información. A pesar de los obstáculos a los que constantemente nos enfrentamos, quiero enfatizar que hay muchos periodistas que se arriesgan para mantener informada a la sociedad (E1).
A pesar de esta situación, buena parte de los/as participantes de este estudio consideró que no todas las personas están conscientes del impacto negativo que tiene en sus comunidades la violencia contra los/as informadores/as. De hecho, señalaron que solo algunos grupos muy definidos se interesan por la seguridad de los/as periodistas; entre ellos, los/as académicos, los/as defensores de derechos humanos, los/as intelectuales, algunas fuentes de información y ciertos miembros relevantes de la sociedad civil.
La sociedad en su conjunto está harta de todo, incluyendo a los medios. Queda claro que hoy en día los periodistas somos figuras poco apreciadas para los ciudadanos. Sin embargo, también hay algunas personas que nos muestran su gratitud cuando cubrimos sus problemas o los temas que para ellos son importantes (E2).
La percepción que los ciudadanos tienen de los periodistas ha cambiado. Algunas personas entienden la diferencia entre el reportero de un periódico amarillista y otro que investiga violaciones a los derechos humanos. Por supuesto que una opinión positiva no es generalizable, porque aún hay muchos medios coludidos con el gobierno (E3).
Esta última idea se conecta con la tercera línea de respuestas: a la ciudadanía no le preocupa que los/as periodistas estén en peligro constante, porque los/as considera parte de los grupos en el poder que solo velan por sus intereses. No obstante, esta situación plantea un escenario complejo en el que, al menos, convergen dos posiciones: por un lado, varios/as entrevistados/as consideran que la ciudadanía no entiende el rol del periodismo dentro de un sistema democrático, debido a que no está informada y a que no le interesa lo que sucede a su alrededor; por otro lado, porque existe una evidente falta de confianza en las instituciones del país, incluidos los medios de comunicación. Por ende, a la gente no le importa lo que pueda sucederle a los/as periodistas.
Con respecto a la primera postura, entre algunos/as entrevistados/as se percibe un sentimiento de desilusión hacia la sociedad mexicana. De acuerdo con sus opiniones, la falta de solidaridad hacia los/as periodistas se origina por un entendimiento erróneo de la profesión. Es decir, el/la ciudadano/a promedio solo se preocupa por su vida personal y no se interesa por lo que sucede más allá de su contexto cotidiano. Este desapego minimiza su interés por estar mejor informado, lo que deriva en un desinterés por lo que le pueda suceder a los/as periodistas, ya que esto no es relevante para su vida.
A las personas no les importa nada. Cuando damos a conocer casos de corrupción o hechos ilícitos, cosas que deberían conocer, no compran el periódico. Prefieren comprar mejor una revista de chismes sobre los artistas. Por lo tanto, a la gente no le interesa la violencia contra los periodistas. Nosotros mismos somos los únicos que nos podemos defender (E4).
Solo las audiencias mejor informadas se interesan por nuestra seguridad, pero al resto de la gente no le importa. Desafortunadamente, los medios se han ganado su mala reputación, porque para muchas personas la prensa es sinónimo de corrupción. Hay gente que hasta justifica las agresiones en nuestra contra. Tristemente, no entienden que un ataque contra un reportero es también un ataque contra el derecho a la información. Deberíamos explicarles que cuando matan a un periodista también se mata una voz de la sociedad (E5).
La gente está llena de prejuicios. Si no cubrimos algo, nos dicen: «¿Por qué no vas y nos traes información, que no eres un periodista profesional?». Pero cuando sí lo cubrimos nos dicen: «Eso no es cierto, de seguro te pagaron para mentir». Es bien fácil criticarnos desde la comodidad de su sala y con el control remoto en la mano. Creo que la gente tiene una percepción equivocada de lo que hace un periodista (E6).
La gente siempre nos está criticando y nos dice: «Oye, ¿por qué no cubres esto o aquello? ¿Ya te pagaron para que te calles o te tienen amenazado?». La gente no entiende que, a diferencia de ellos, nosotros no podemos publicar de forma irresponsable ninguna información. Lo que hacemos es corroborar los datos antes de difundirlos (E7).
En relación con la segunda postura, los/as informantes perciben un decremento en la confianza de la ciudadanía hacia los medios de comunicación. Dado que buena parte de las audiencias considera a la prensa como parte de los grupos en el poder, no confía tanto en los/as periodistas. Para los/as entrevistados/as, la percepción generalizada es que el periodismo está al servicio de las élites y no de la sociedad.
A la gente no le importa la violencia contra nosotros porque, para ser honestos, el periodismo está devaluado. Es triste, pero la sociedad ya no confía en nosotros, porque piensan que estamos vendidos a los grupos que tienen el poder (E8).
No podemos negar que los medios mexicanos tienen una mala reputación debido a los convenios de publicidad oficial. Por lo tanto, a pesar de que arriesgamos la vida para llevarles la información que necesitan, los ciudadanos no nos consideran parte de la sociedad. No entienden que cuando agreden a un reportero, su derecho a estar informados también se ve afectado. Cuando se comete un feminicidio hay muchas protestas en la calle, pero cuando matan a un colega reportero nadie dice nada (E9).
Hay mucho enojo y desconfianza entre los ciudadanos. Por eso es difícil recuperar su confianza cuando cada cosa que dices es tachada por ellos: «Si publicas esto, entonces la realidad es lo contrario». Es bien complicado cambiar la percepción de que absolutamente todo lo que hace el gobierno es porque todos son corruptos. El problema es que a nosotros nos ponen al mismo nivel: «Si dices esto, entonces estás al servicio del gobernador» (E10).
En una situación aún más extrema, la desconfianza en las instituciones de la sociedad y en los medios, y la falta de entendimiento sobre lo que hacen los/as periodistas, sirven para justificar la violencia. Varios/as participantes de este estudio consideran que, en no pocas ocasiones, las agresiones contra sus colegas son justificadas –y hasta celebradas– por algunas personas. Esto se debe a la percepción generalizada de colusión entre la prensa y las élites políticas y económicas.
Es común que la gente te diga: «Ya ves por qué los matan; todos son unos chismosos». Entonces, pienso: «A ver, espérame tantito. Estoy aquí cubriendo tu manifestación y visibilizando tus reclamos, y aun así me dices que merezco que me maten». Esta situación me hace reflexionar y me preocupa mucho (E11).
Mucha gente justifica las agresiones contra la prensa. Su pensamiento es que al igual que matan a un narcotraficante por vender drogas, o violan a una mujer por usar minifalda, asesinan a un reportero porque andaba metido en algo o porque dijo algo que no debía. La gente ha aceptado la violencia como algo natural, pero no lo es. Por supuesto que hay algunos medios coludidos con el poder, y eso ha afectado nuestra imagen también (E12).
La prensa ya no tiene credibilidad. Lo primero que escuchas cuando agreden a un reportero es «seguro se lo merecía, se metió con la policía, o andaba en malos pasos». Evidentemente, existen algunos colegas problemáticos, pero no todos somos así. Como en todo, hay buenos y malos periodistas (E13).
Pese a la decepción generalizada por la falta de confianza y de apoyo de la sociedad hacia su trabajo, algunos/as entrevistados/as asumen una postura autocrítica y reconocen que –en parte– los medios de comunicación también son responsables de esta situación. A su entender, el periodismo debe regresar a sus raíces y retomar su lugar como mediador entre la ciudadanía y las élites del poder, ya que solo así podrá recobrar el prestigio y la credibilidad que representan sus principales fortalezas.
El ciudadano promedio es el menos interesado cuando un periodista es agredido. La relación simbiótica esperada entre un medio y su audiencia es inexistente, porque ninguno cumple con las expectativas mutuas: los lectores se sienten traicionados por los periodistas, a quienes ven como corruptos; los periodistas no consideran a la audiencia digna de sus esfuerzos, porque es un actor distante. Por lo tanto, el impacto es que la brecha que nos divide se sigue ensanchando (E14).
La ruptura con la sociedad también es nuestra culpa, porque muchos medios y periodistas son muy abusivos. Han usado su posición para proteger sus propios intereses. En muchas ocasiones, tampoco hemos sabido acercarnos a la sociedad, porque tendemos a ponerle más atención a las instituciones de gobierno. Por esa razón, la gente no está dispuesta a defendernos cuando somos atacados. Debemos ser autocríticos y aceptar que también hemos fallado (E15).
La sociedad no valora nuestro esfuerzo, pero tampoco todos los periodistas han respondido a las necesidades de la sociedad. La mayoría de los medios viven del dinero público y publican noticias favorables hacia el gobierno, o hasta ignoran actos de corrupción. Por ello, hay una buena razón para que los ciudadanos no estén del lado de los periodistas (E16).
Deberíamos acercarnos a la sociedad como un grupo organizado, porque el periodismo, tradicionalmente, ha estado más cercano a las élites que a la sociedad. Ahí está el hueco. Aunque no todos los periodistas son así, aún hay muchos relacionados directamente con los grupos en el poder. Por esta razón, la gente asume que todos los reporteros son corruptos y, entonces, debemos cargar con este estigma. Te puedo decir que la mayoría de nosotros no somos así, pero la gente no lo sabe. Debemos reconstruir una alianza con la sociedad (E17).
Cobertura de la sociedad civil por parte de los periódicos
Protagonistas de la nota
El análisis cuantitativo de los titulares seleccionados [Tabla 3] muestra que los principales protagonistas de las notas de los periódicos analizados son los actores de los diferentes niveles de gobierno (municipal, estatal y federal), que resultan retratados en poco más de la mitad de las notas (58,2 %, considerando al gobierno estatal, 28,5 %; actores de otros niveles de gobierno, 12,8 %; gobernador, 10,2 %; y policía o ejército, 6,7 %). Esto confirma las percepciones de algunos/as entrevistados/as respecto de las tendencias de la profesión. En México, el periodismo continúa gravitando por la inercia de cubrir, primordialmente, a los actores políticos; en especial, a aquellos que forman parte del gobierno.
Sin embargo, llama la atención que en el 25,6 % de las notas se retrata a actores no gubernamentales como protagonistas (considerando a la población en general, 10,8 %; empresarios, 5,3 %; magisterio, 4,4 %; clero, 3 %; y organizaciones de la sociedad civil, 2,1 %). De acuerdo con Sallie Hughes (2006), conferir espacio y legitimidad a voces de la oposición política o de la sociedad civil son criterios que apuntan hacia un modelo más cívico de periodismo. En este sentido, que los gobernadores solo aparezcan como protagonistas en el 10,2 % de las notas representa, sin duda, un cambio respecto de los patrones de cobertura vigentes durante gran parte de la hegemonía presidencialista del siglo XX en México, y un acercamiento hacia la sociedad civil que, en última instancia, es la audiencia de los medios.
La primera categoría más frecuente que se refiere a actores fuera del gobierno es la población en términos agregados, sin diferencia entre protagonistas. Para esta categoría, se encontraron 132 notas, que representan el 10,8 % del total y el 42 % de las notas que consideran como protagonista a la sociedad civil. Aunque aluden a la ciudadanía, lo hacen de manera indirecta y concebida en términos abstractos. Son todos, pero al mismo tiempo no es nadie, lo que dificulta para las audiencias identificarse con quien aparece ahí. Le siguen el empresariado y el magisterio, con un lejano 5,3 % y 4,4 % del total de las notas analizadas. Actores del clero ocupan el 3 % de las notas, lo que los coloca al nivel de empresarios o del magisterio.
Las organizaciones de la sociedad civil solo ocupan los titulares como protagonistas en 26 notas, lo que representa 2,1 % del total y 8,3 % de las que refieren a la sociedad civil. Este hallazgo es importante, pues son estas organizaciones las que tienen mayor poder para articular y para visibilizar intereses. En ese sentido, resulta paradójico que los acontecimientos políticos se narren sin mencionar a estos actores, o haciéndolo solo de manera marginal.
Sentido de las notas
Prácticamente, todos los actores de la sociedad civil aparecen cubiertos en sentido positivo. En promedio, en el 85,2 % de las notas que toman como protagonistas a ciudadanos/as se los menciona de manera positiva, y solo en el 14,8 % de los casos se incluye alguna crítica o comentario negativo [Tabla 4].
En el 93,9 % de las notas que mencionan a la población en términos generales esta es referida de manera positiva. En realidad, como la alusión a la población en sentido abstracto remite a ella en tanto escenario en el que transcurren sucesos, es difícil concebir encuadres de crítica que se dirijan a un protagonista tan difuso. Este mismo porcentaje de notas (93,7 %) se encontró para el caso de los empresarios, por lo general, retratados como «actores de progreso», y sobre los cuales se enfatizan aspectos como la inversión privada y el desarrollo de grandes proyectos, habitualmente, de la mano con el gobierno estatal.
Los actores sociales que mayor proporción de notas negativas alcanzan son los representantes del magisterio: en el 35,2 % de los titulares se critican sus acciones o sus exigencias. En una buena proporción de las notas analizadas se hace referencia a las protestas públicas que llevan adelante estos actores, y las notas que incluyen críticas subrayan aspectos como el «caos vial» que generan las manifestaciones o el riesgo que conlleva dejar sin clases a los/as estudiantes.
Para conocer las diferencias que este aspecto presenta entre actores se estimó la asociación entre el tono de las noticias y su referencia a cada grupo mediante la prueba de chi-cuadrado (χ²=42,064, p=0,00001), y se calculó la V de Cramér como medida de la fuerza de la asociación, obteniéndose un valor de 0,366. Esto indica que hay una asociación moderada entre los actores representados y el tono de los contenidos.
Uso de declaraciones
Por último, se analizó en qué medida los periódicos analizados toman declaraciones de los distintos grupos de la sociedad civil [Tabla 5]. Estadísticamente, la diferencia entre actores es significativa. Al igual que en el análisis del elemento anterior, se estimó la asociación entre el tipo de declaraciones y su referencia a cada grupo de actores mediante la prueba de chi-cuadrado (χ²=29,103, p=0,0003), y se calculó la V de Cramér como medida de la fuerza de la asociación, obteniéndose un valor de 0,3063.
En primer lugar, se consideró la frecuencia con la que se recurre a la sociedad civil como fuente para reportar los sucesos de interés público; puesto que los/as ciudadanos/as pueden sentirse más representados/as al ver sus exigencias retratadas desde una perspectiva propia, y concebir que los medios constituyen un canal valioso para visibilizarse y para sentirse representados. En este caso, destaca que más del 81 % de los titulares retoma sus declaraciones de manera literal, y en ningún caso se da voz al gobierno para hablar de sus exigencias, lo que da cuenta de una mayor legitimación de las demandas de estas organizaciones desde los medios. Como se observa, la prensa es más proclive a fungir como foro para algunos actores que para otros. Si bien el caso de las organizaciones sociales es muy positivo, y puede interpretarse como una señal de mayor pluralismo y de diversidad en la cobertura noticiosa, es ineludible considerar los vínculos que existen con otros actores, como empresarios y el gobierno. Aunque en algunos casos el empresariado ha constituido una fuerza de contrapeso al poder público, especialmente, respecto de la federación,3 lo cierto es que se vuelve complicado generalizar, en la medida en que también ha sido una fuerza importante para apuntalar gestiones locales autoritarias o corruptas (Snyder, 1999).
Otros actores, como la población referida en términos generales y el magisterio, son retratados sin que, prácticamente, se reproduzcan citas textuales. Para el primer caso, esto es comprensible, pues es improbable que un actor se asuma como el representante de toda la población. Con respecto al magisterio, la tendencia puede estar relacionada con el sentido negativo que predomina en la mayor parte de las notas que lo incluyen. Es difícil concebir que se le critique y que, simultáneamente, se le dé espacio para manifestar sus demandas o para expresar sus posturas si está descalificado ex ante.
Discusiones y conclusiones
Este artículo se propuso contribuir a un mejor entendimiento del nexo de confianza entre la prensa mexicana y su audiencia, para lo cual se buscó, por un lado, conocer la percepción de los/as periodistas mexicanos/as que trabajan en entornos de riesgo sobre la confianza que los/as ciudadanos/as les tienen; y, por el otro, describir cómo los periódicos de todo el país han cubierto a los actores de la sociedad civil.
En primer lugar, las entrevistas realizadas ponen de manifiesto que los/as periodistas no se sienten cercanos a su público. Salvo por algunas excepciones, la mayor parte de los/as entrevistados/as considera a este actor como lejano y desinteresado. Los/as informantes dejan ver que los/as ciudadanos/as no confían en los medios porque los consideran parte de la clase en el poder. Es decir, tal y como sucede con el resto de las instituciones, las organizaciones periodísticas son percibidas como corruptas. Precisamente, es este distanciamiento el que, según las respuestas obtenidas, genera que la sociedad no se sienta afectada cuando un/a periodista es agredido/a. Esta percepción de distanciamiento se refleja en las tendencias con las que la población, al menos en términos agregados, aparece retratada en la prensa local.
En segundo lugar, el análisis de contenido indica que si bien los miembros de la clase política son los que mayor cobertura reciben por parte de los periódicos, los actores sociales en conjunto reciben una atención mediática no tan desequilibrada (58 % y 39 %, respectivamente). No obstante, estos últimos están divididos en diferentes subgrupos como el empresariado, el clero o el magisterio, entre otros. En este sentido, destaca que mientras la población en general es presentada como un ente abstracto y sin voz propia, cuando las noticias se refieren a las organizaciones de la sociedad civil, se las presenta de forma positiva y se les otorga espacio para expresarse en sus propios términos.
Los dos grupos de datos presentan, al menos, un par de coincidencias. La primera es que no hay una relación clara y estrecha entre los medios y la audiencia, elemento que también es señalado en la revisión de la literatura. El análisis del caso mexicano sugiere que ambos actores están distanciados entre sí, debido a que no se cumplen las expectativas y los roles mutuos. En otras palabras, la sociedad en su conjunto no está siendo representada en las noticias de la misma forma que las élites políticas.
La segunda coincidencia es que, desde una mirada más detallada, sí hay una cierta cercanía entre las organizaciones de la sociedad civil y los/as periodistas. Tanto la revisión de las notas como los testimonios obtenidos mediante las entrevistas indican que existe una sinergia que vincula a ambos actores, puesto que mientras las primeras tienen acceso a los medios, y sus actividades son cubiertas favorablemente, los segundos las consideran aliadas en su lucha por mejores condiciones de seguridad. Es decir, al cumplir mutuamente sus expectativas y sus roles, unas y otros tejen redes de colaboración y de alianza.
En concreto, la evidencia empírica presentada apunta a que, en términos generales, el nexo de confianza entre la audiencia y la prensa mexicana es más bien difuso y débil. Aunque, al especificar la relación entre los grupos organizados, tanto de la sociedad civil como de los periodistas, la situación es diferente; puesto que en este caso particular se percibe una mayor confianza entre ambos actores. Esto es evidente en los testimonios que reconocen la necesidad de una autocrítica sobre la manera en la que la prensa cubre tanto a las organizaciones sociales como a la población en general.
Para cerrar este artículo, vale la pena insistir en la necesidad de continuar estudiando la relación entre la prensa y las audiencias, puesto que la desconfianza mutua que se percibe en este estudio puede tener a futuro un impacto negativo en la calidad de la democracia, particularmente, en países no occidentales como México. Es decir, en la medida en la que las noticias producidas por periodistas profesionales sean sustituidas en la dieta informativa de los/as ciudadanos/as por contenidos generados por los usuarios de redes sociales y de servicios de mensajería instantánea, se abre la puerta a mensajes de dudosa procedencia, cuyo fin es desinformar a los receptores.
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Anexo metodológico
Cuestionario aplicado a los/as periodistas entrevistados/as
- ¿Por qué se ataca a la prensa en México?
- ¿Cuáles son las agresiones más frecuentes que sufren los periodistas mexicanos?
- ¿Quiénes son los principales agresores?
- ¿Qué mecanismos (legales, institucionales, profesionales) tienen los periodistas para protegerse? ¿Funcionan?
- ¿Ha sufrido personalmente (o algún colega cercano) alguna agresión?, ¿qué sucedió y cómo se resolvió?
- ¿Qué impacto a nivel personal tiene para los periodistas la violencia ejercida en su contra?
- ¿Qué impacto a nivel organizacional tiene para los medios la violencia ejercida en contra de su personal?
- ¿De qué manera impacta a la sociedad las agresiones contra la prensa?
- ¿Son las tecnologías de comunicación un riesgo (hackeo, ubicación, vigilancia…) o una herramienta (acceso a bases de datos, videoconferencias…) para la seguridad de los periodistas?
Perfil profesional de los/as periodistas citados/as
E1: Conductor de noticiero de un canal de TV local, Región Occidente.
E2: Jefa de Asignaciones de un canal de TV local, Región Sureste.
E3: Reportera freelance, Región Centro.
E4: Director de un portal de noticias locales, Región Sureste.
E5: Reportero freelance, Región Sureste.
E6: Reportero de un periódico regional, Región Noreste.
E7: Conductor de noticiero de un canal de TV local, Región Noreste.
E8: Editor de la versión digital de un periódico local, Región Centro.
E9: Fotógrafa de una agencia internacional de noticias, Región Noroeste.
E10: Reportero de un periódico local, Región Noroeste.
E11: Fotógrafo de un portal de noticias locales, Región Sureste.
E12: Mujer, corresponsal de un canal de TV nacional, Región Occidente.
E13: Hombre, corresponsal de una agencia nacional de noticias, Región Sureste.
E14: Reportero de un periódico nacional, Región Centro.
E15: Reportera de un periódico regional, Región Noroeste.
E16: Hombre, corresponsal de un canal de TV nacional, Región Noroeste.
E17: Reportera de un periódico regional, Región Noroeste.
Notas