Dossier temático

No somos como la televisión quiso (¿o sí?)

Não somos como a televisão quis (¿ou sim?)

We are not like the television wanted it (or we did?)

Carlos Ulanovsky

REVCOM. Revista científica de la red de carreras de Comunicación Social

Universidad Nacional de La Plata, Argentina

ISSN: 2451-7836

Periodicidad: Bianual

núm. 13, e061, 2021

redcom.revcom@gmail.com

Recepción: 26 Octubre 2021

Aprobación: 11 Noviembre 2021



DOI: https://doi.org/10.24215/24517836e061

Resumen: En la celebración de los 70 años de la primera emisión de la televisión argentina, vemos que no somos como ella quería –o al menos esperaba- que fuéramos en relación con la reproducción de prácticas culturales, visión del mundo y la creación y apropiación de un lenguaje y expresiones, netamente argentinas. Así, el presente artículo ofrece una reflexión sobre como en el 70 aniversario del medio audiovisual más usado y visto a lo largo de los años, el telespectador adquirió hábitos de consumo locales, se pregunta sobre las horas vistas, las características culturales y la televisión que no fue y hubiéramos querido que fuera: “reflexiva; debatidora (que no es lo mismo que peleadora ni generadora de escándalos); descubridora de caminos; propiciadora de encuentros; refugio de los mejores en cada tema; iluminadora de vocaciones; creadora y porque no, cultural”. De esta manera, se brinda al lector un recorrido desde sus inicios hasta los debates actuales sobre los procesos de digitalización que la atraviesan, tocando todos los temas que hacen a la televisión en la cotidianeidad de los argentinos.

Palabras clave: televisión argentina, 70 años, representaciones sociales, telespectador.

Resumo: Na celebração dos 70 anos da primeira emissão da televisão argentina, podemos ver que não somos como ela queria, ou não como se esperava, que fôramos em relação com a reprodução de práticas culturais, visão do mundo, e a criação e apropriação de uma linguagem e expressões propriamente argentinas. Assim, o presente artigo oferece uma reflexão dos 70 aniversário do médio audiovisual mais usado e visto ao longo dos anos, dos hábitos de consumo locais que o telespectador adquiriu, se pergunta pelas horas que viu a televisão, pelas características culturais e pela televisão que não foi e que houvéssemos querido que fosse: “reflexiva, com debates (que não é o mesmo que seja causante de discuções o de escândalos); descobridora de caminhos, que facilite encontros, refúgios dos melhores em cada tema, que gere luz nas vocações das pessoas, criadora de conteúdos e também cultural”. De esse modo, se oferece ao leitor um percorrido desde seus inicios até os debates atuais sobre os processos de digitalização que atravessam ela, discutindo todos os temas que fazem a televisão na cotidianidade dos argentinos.

Palavras-chave: televisão argentina, 70 anos, representações sociais, telespectador.

Abstract: As we celebrate 70 years of the first broadcasting signal of Argentinean television, we see that we are not as it wanted -or at least we expected- to be in relation to the reproduction of cultural practices, worldviews, and the creation and appropriation of a distinctly Argentine language and expressions. Thus, this article offers a reflection on how on the 70th anniversary of the most used and watched audio-visual medium over the years, on how the televiewer acquired local consumption habits, asks about the television hours watched during the last decades, their cultural characteristics, and how we are not like the television wanted, but also, the television is not like we would like it to be: “reflective; debating (which is not the same as cause discussions or generate scandals); discoverer of new ways of thinking; facilitator of encounters; refuge of the best in each subject; enlightener of vocations; creative and, why not, cultural”. In this way, it is offered to the reader a journey from the beginning of television to the current debates on its digitalization processes that are taking place, analysing all the issues that affect television in the daily lives of Argentine citizens.

Keywords: Argentinean television, 70th years, social representations, televiewer.

La televisión cumple 70 años y millones de argentinos crecimos con ella. O, al menos, a su lado.

¿Somos como la televisión quiso que fuéramos?

Si alguien de ustedes, como me pasa a mí, en la cancha, espera en vano y hasta con frustración que el gol de su equipo preferido sea repetido y mostrado desde diversos ángulos es clara víctima de un daño colateral menor, y hasta simpático, de la televisión.

En otros aspectos sorteamos el efecto maléfico del medio porque creímos que terminaríamos hablando como las series dobladas al español. Hoy sabemos que decimos heladera y no nevera o seguimos estacionando y no aparcando. No decimos “me daré un regaderazo”, seguimos pegándonos una ducha. No decimos voltear, acá nos damos vuelta. Eso sí, quedaron para siempre expresiones disparadas desde las series como Okay, Cariño y Correcto.

Nuestra principal influencia fueron las esquinas y el rock, las tribunas y el colegio. Pero decimos y escuchamos en TV otras expresiones que ningún estudio de doblaje mexicano autorizó y que todavía no figuran en ningún catálogo del español neutro: che, loco, amigo, pálida, boludo y tantas más posibles de escuchar en la calle, en la cancha y en cada uno de nosotros.

Y si el hablar es consecuencia del pensar (y viceversa) es llamativo cómo, gente del común, cuyas vidas no tienen dependencia directa con el medio se hizo dueña de términos propios de especialistas y programadores, como prime time, cachet, programas en vivo y en directo, programas ómnibus, paneles, fílmicos, realitys y ni hablar de la soltura con que leen los ratings o, desde la pandemia, hablan de streaming. A muchos políticos, aparecidos en acción televisiva (casi siempre cerca de algún acto eleccionario) y desaparecidos en gramática elemental, les debemos la vigencia del dequeísmo así como algún relator deportivo, al que a la palabra recibir no le otorgaba suficiente grandeza, nos ofrendó para siempre el neo verbo recepcionar. El verdadero horario de protección al menor (y al mayor) es el control remoto, ese aparato que nos posibilita enfrentar a la manipulación descarada. El libre ejercicio del zapping vendría a ser la venganza posible y hacer del gran manipulador un manipulado.

No existe una investigación verdaderamente seria o representativa para contrastar el efecto de las horas de escuela frente a las horas de televisión. ¿Cuáles fueron más? Un adolescente argentino, ¿pasó más tiempo contemplando pantallas o mirando pizarrones y profesores?

Un teleespectador argentino promedio maneja, Los Simpsons mediante, ¿más información visual sobre Springfield, Illinois, Estados Unidos que aquello que sabe de Yala, Jujuy, Argentina o tantos otros sitios adonde la televisión llega (casi) únicamente para registrar desgracias, desdichas, injusticias o inundaciones? Del mismo modo, se puede inferir que sabe más sobre las zonceras neoyorquinas de Seinfeld que sobre las zonceras argentinas de Jauretche. Qué fueron más profundamente formadores: ¿series extranjeras como Breacking Bad, Los Soprano y Sex and the City o creaciones argentinas como Los simuladores, Vientos de agua y Todos contra Juan?

Nadie podrá negar que en estas siete décadas por nuestras pantallas pasó de todo. Un todo tan amplio, tan gigantesco que no pudo evitar el peligroso mensaje de la no diferenciación, que hace que cualquier hecho con valor televisivo deba ser igual a cualquier otro, siempre y cuando los dos cumplan con la condición de que puedan ser vistos y oídos (aunque no necesariamente entendidos) en no más de tres minutos. Y si se pudiera redondear en dos, mucho mejor.

No somos como la televisión quiso, pero en los contenidos que en ella se generan, en muchas ocasiones acertados, se revela nuestra disciplinada capacidad para crear en la improvisación y para resolver problemas sobre la marcha.

No somos como la televisión quiso, o insinuaron algunas series o películas. O sea, no somos muñecos teledirigidos por cerebros siniestros que se hacen dueños de nuestras voluntades, pero no por nada la televisión del siglo XXI inventó un reality, como Gran Hermano. Sin duda inspirado en el muy inquietante libro 1984, pero débilmente superador de la anticipación de Orwell, y, que lo evoca apenas como decepcionante remedo.

No somos como la televisión quiso, pero en muchos aspectos la televisión funcionó y funciona como agenda, como organizadora de opiniones, como escuela de consumo (y de consumismo), como modelo de aspiración social, como dictador de modas y palabras, como difusor de sublimes pavadas, como despertador de comentarios al paso en la oficina o en donde nos sorprenda el día después, siempre y cuando no haya pandemia, porque, entonces, seguro, nos encontrará en casa.

No es para conformarnos, pero debemos admitir que cosas como estas son y han sido desde siempre tareas de los medios. Recordemos que la radio argentina de los años 40 les vendía a los hombres las ventajas de los trajes con dos pantalones y a las mujeres la asociación de los jabones de tocador con la belleza. No olvidemos que el cine nacional de los años 50 avaló desde la imagen que el turno de la enfriadora a hielo había concluido y que llegaba la era de la heladera eléctrica. La televisión de los 60 nos permitió enterarnos de la ventaja de las transmisiones vía satélite. La de los 70 no vaciló en deformar, proclamando ante el mundo que los argentinos éramos derechos y humanos. Y del mismo modo, la actual, se esfuerza para convencernos que nuestra vida, sin un teléfono celular de ultimísima generación o un televisor de 80 pulgadas, es un dramático sin sentido.

No somos como la televisión quiso, pero al igual que muchos personajes y argumentaciones de la TV, a veces nos parecemos en triunfalismo y superficialidad; en oportunismo y vulgaridad; en devoción por la exposición pública y la fama.

No somos como la televisión quiso, pero mucho, muchísimo menos la televisión es como hubiéramos querido que sea.

De haber podido elegir, la hubiera preferido reflexiva; debatidora (que no es lo mismo que peleadora ni generadora de escándalos); descubridora de caminos; propiciadora de encuentros; refugio de los mejores en cada tema; iluminadora de vocaciones; creadora y porque no, cultural. Esa palabra que muchos de los que pertenecen al mundo de la televisión se llevan la mano a la cintura cada vez que la escuchan, gesto simbólico, pero también representativo de cuanto le temen o lo poco que la entienden.

Somos confesos amantes de las efemérides que coincidan con números redondos. Este 2021 nos convoca porque la televisión cumple 70 años. Y, de no ser por el coronavirus, ya deberíamos estar en las vísperas de empezar a pagar las cuotas del super plasma con tecnología 4K que compramos para ver a la selección argentina de fútbol en el mundial de fútbol del 2022. Pero no hay que preocuparse. Ese momento ya llegará.

*Este texto es una versión actualizada de un texto publicado en 2011 en el diario Tiempo Argentino.

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