Artículos

Encuestas nacionales de juventud en América Latina y el Caribe. Itinerarios, sistematicidad, valoraciones y usos (1987-2019)

National Youth Survey in Latinamerica and the Caribbean: Itineraries, Systematicity, Valorization and Uses (1987-2019)

Eduardo Pereyra
Universidad Nacional de Córdoba, Argentina
Alejandro Cozachcow
Universidad de Buenos Aires, Argentina
Bruno Colombari
Universidad Nacional de Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur, Argentina

Revista Argentina de Estudios de Juventud

Universidad Nacional de La Plata, Argentina

ISSN-e: 1852-4907

Periodicidad: Frecuencia continua

núm. 16, e069, 2022

revistadejuventud@perio.unlp.edu.ar

Recepción: 22 Octubre 2021

Aprobación: 11 Marzo 2022

Publicación: 19 Abril 2022



DOI: https://doi.org/10.24215/18524907e069

Resumen: Los autores analizan las formas en que los Estados de América Latina y el Caribe producen información sobre la población juvenil, mediante una sistematización de las encuestas nacionales sobre juventudes realizadas en dieciocho países entre 1987 y 2019, y de entrevistas a responsables de estas encuestas en cuatro países que las aplican con regularidad. Esto permite conocer los factores que inciden en la sistematicidad, los usos y las valoraciones que han tenido los datos producidos, y en la relevancia que estos instrumentos adquieren en el continente.

Palabras clave: cuestión juvenil, Estados nacionales, encuestas de juventud.

Abstract: The authors examine the production of information on youth population by Latin America and the Caribbean states between 1987 and 2019. National youth surveys from 18 countries were analyzed and In-depth interviews were conducted in four countries that implement it on a regular basis. The study contributes to understanding the factors associated with survey’s systematicity, data usage and result valorization in the region.

Keywords: youth question, national states, youth national surveys.

Introducción1

En América Latina y el Caribe (ALC) la población de entre 15 y 29 años representa un 26 %, lo que suma más de 160 millones de personas. La realidad socioeconómica por la que atraviesa este sector es por demás compleja: uno/a de cada cuatro jóvenes vive en condiciones de pobreza o de extrema pobreza, solo 35 % tiene acceso al sistema educativo y 25 % no trabaja ni estudia (CEPAL, 2021). Estas dificultades se vinculan con procesos históricos de carácter estructural que atraviesan la condición juvenil, entre ellos: la sobrerrepresentación en las categorías de pobreza y de indigencia, el surgimiento del bono demográfico,2 la postergación de roles adultos entre quienes tienen mayores niveles educativos y de ingresos, y el lugar central que ocupan en la economía del cuidado quienes realizan trabajos no remunerados (en particular, las mujeres jóvenes).

Desde la década de 1980, la cuestión juvenil ingresó en las agendas estatales de ALC y estableció la necesidad de desarrollar una institucionalidad para su abordaje (Dávila León, 2000). La promoción por parte de organismos internacionales como Naciones Unidas, con la declaración del Año Internacional de la Juventud para 1985, contribuyó a la instalación de una agenda pública en torno a las juventudes en el marco de procesos de transición a la democracia (Pérez Islas, 2006; González, 2016; Vázquez & Liguori, 2018). Las instituciones intergubernamentales como la Organización Iberoamericana de Juventud (OIJ) (https://oij.org) creada en 1992, también impulsaron esta agenda, así como la realización de estudios orientados a establecer diagnósticos para el desarrollo de políticas específicas para jóvenes. Asimismo, la conformación del campo de estudios académicos en ALC ha dado lugar al desarrollo de nuevos abordajes basados en el enfoque de derechos (Rodríguez, 2008), en la perspectiva generacional (Quapper, 2001; Vommaro, 2015) y en la noción de gramática de las juventudes (Bendit & Miranda, 2017), que buscan trascender los paradigmas tradicionales que interpretan a la juventud en tanto mera etapa de transición. En este contexto, los Estados nacionales comenzaron a desplegar una serie de estrategias específicas como la creación de organismos gubernamentales, la sanción de normativas y el diseño de diagnósticos mediante la implementación de relevamientos nacionales, erigiéndose las encuestas como principal herramienta. En esta última cuestión centra su interés este trabajo.

En el artículo se ofrece una sistematización actualizada de los relevamientos nacionales sobre juventudes realizados por 18 países de ALC, entre 1987 y 2019. El trabajo forma parte de una investigación más amplia, enmarcada en el Grupo de Trabajo Infancias y Juventudes de CLACSO (https://clacso.org).3 También se nutre del interés de los autores en torno a la cuestión juvenil en el plano subnacional.4 El foco está puesto en los itinerarios de las encuestas nacionales en cada país, las definiciones etarias incluidas en los instrumentos y las temáticas abordadas. El análisis permitió observar países donde las encuestas adquieren una particular sistematicidad, por lo que se decidió profundizar para estos casos en las características de diseño y de implementación, en los motivos de su regularidad, y en las valoraciones y los usos. Para ello, se realizaron entrevistas a personas responsables de la formulación y la aplicación en estos casos (Chile, Costa Rica, Uruguay y Venezuela).

El trabajo se estructura de la siguiente manera. En el segundo apartado, que se presenta a continuación, se construye un breve estado de la cuestión sobre los principales trabajos que han sistematizado las encuestas nacionales de juventud, poniéndose de relieve la necesidad de estudios que actualicen y que profundicen en la temática. En el tercer apartado, se señala la estrategia metodológica adoptada. En el cuarto, se exponen los principales resultados del relevamiento realizado para los treinta y tres años del período analizado. En el quinto apartado, se presenta el análisis particular sobre Chile, Costa Rica, Uruguay y Venezuela, países que han sostenido cierta regularidad en la aplicación. Finalmente, en el último apartado se ofrecen algunas conclusiones sobre las características que han asumido las encuestas nacionales de juventud entre 1987 y 2019 en ALC.

Estudios y análisis sobre la aplicación de encuestas nacionales de juventud en ALC

El análisis de este tipo de encuestas debe interpretarse a la luz de las tensiones propias de la producción de información sobre las juventudes. Por un lado, aparecen como un mecanismo para la comprensión de un sector que las estadísticas tradicionales (censos, encuestas de empleo, de hogar) o parcializadas (educación, salud, empleo) no logran abordar en toda su complejidad (OIJ, 2013). No obstante, los Estados, los organismos internacionales, y los integrantes del campo académico y del campo juvenil coinciden en que permiten mejorar tanto las respuestas institucionales hacia los/as jóvenes como la eficacia de los recursos destinados al abordaje de esta cuestión, lo que redunda en una mejora de las condiciones de vida de las juventudes. Por otro lado, hay quienes alertan que las encuestas han servido en reiteradas oportunidades como una herramienta legitimadora de las acciones y las perspectivas que los sectores dominantes producen sobre la juventud, transformando «las problemáticas de los grupos dominantes [en] la problemática de la mayoría» (Criado, 2009, p. 1634).

La revisión de los pocos trabajos que analizan estas experiencias en los últimos treinta años nos permite dar cuenta de un área de vacancia. En su indagación sobre los principales resultados de las encuestas nacionales de jóvenes realizadas en Guatemala, Colombia, Chile, España, México y Portugal, Javier Navarro Briones (2005) recupera los antecedentes existentes en materia de informes y de encuestas juveniles realizados en Iberoamérica entre 1997 y 2000.5

Por su parte, José Antonio Pérez Islas (2006), en el marco de un relevante estudio respecto de la investigación sobre juventud en la región entre 1996 y 2006, elabora un recuento (donde indica país, año, nombre, tamaño de la muestra y edades comprendidas) de las encuestas nacionales realizadas entre 1998 y 2003. Como aporte central, el autor señala que las encuestas lograron superar la barrera de informes producidos sobre la base de fuentes secundarias, para profundizar acerca de las especificidades de las dinámicas juveniles. No obstante, alerta que dichos instrumentos no permiten un análisis comparado en la región debido a las diferencias en cuanto a criterios muestrales, temporalidades de aplicación y tipos de formulación adoptada. Pérez Islas (2006) resalta la sistematicidad de la experiencia chilena, como la única que permite establecer –al menos hasta ese momento– una serie temporal comparable a nivel nacional. El listado elaborado por este autor fue actualizado en 2013 por el OIJ, como parte de la fundamentación para la Primera Encuesta Iberoamericana de Juventud.

En tanto, Ernesto Rodríguez (2008) destaca en su estudio las potencialidades de algunas encuestas para el desarrollo de las políticas de juventudes: la exhaustividad (54.000 hogares) y la rigurosidad, en el caso de México; la utilidad para el diseño y la implementación de políticas públicas, en el caso de Chile; y la que mejor logra recabar información sobre temas específicos, en el caso de Bolivia. También señala algunas dificultades para la construcción de una visión compleja sobre las juventudes: falta de marcos teóricos sólidos; inexistencia de un instrumento común entre países; falta de análisis, de exposición y de cruces de datos en los informes publicados; ausencia de sistematicidad y de institucionalización. El autor recomienda, además, la inclusión de personas adultas en la muestra para habilitar comparaciones intergeneracionales.

Por último, Mariana Chaves (2015), en el marco del diseño de una encuesta a nivel subnacional para la provincia de Buenos Aires (Argentina), lleva a cabo un relevamiento sobre todas las encuestas desarrolladas en América Latina y en España hasta el año 2015, profundizando sobre distintos aspectos en la última edición realizada en cada país: marcos teóricos, metodologías, temáticas y dimensiones relevadas, cuestionarios, disponibilidad de datos, financiamiento, modalidad de análisis y divulgación de resultados. Esta producción se constituye en un antecedente central para el abordaje y para la actualización de las encuestas nacionales que se realizan en este trabajo.

Metodología

Los resultados que se presentan en los siguientes apartados parten del análisis de fuentes secundarias (análisis documental, junto con la revisión bibliográfica anteriormente presentada) y primarias (entrevistas semi-estructuradas virtuales).

Las sistematizaciones sobre encuestas nacionales de juventud (Navarro Briones, 2005; Pérez Islas, 2006; Chaves, 2015) fueron complementadas mediante la búsqueda de estudios que distinguimos en dos tipos: 1) informes sobre población juvenil elaborados a partir de los registros desarrollados desde los sistemas nacionales de estadísticas (censos, encuestas de empleo, de hogares, educativas, de salud, etc.); 2) informes realizados sobre la base de encuestas nacionales de juventud. En ambos casos, se excluyeron los estudios que abordan una única dimensión y se tomaron solo los que parten desde una perspectiva multidimensional.

En una primera etapa, se relevaron 57 documentos institucionales de organismos públicos nacionales de 18 países de América Latina. En este registro [Anexo], se presenta una breve referencia sobre cada uno de los estudios (país, año, región, nombre, rango etario y enlace a la encuesta disponible al momento.6 En la segunda etapa, acorde al esquema desarrollado por Chaves (2015), se agruparon los relevamientos en cuatro regiones: Cono sur (Argentina, Brasil, Chile, Paraguay y Uruguay); Andina (Bolivia, Colombia, Ecuador, Perú, Venezuela); Centroamérica (Costa Rica, Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua y Panamá); y México y Caribe (Cuba y México).7 En una tercera etapa, mediante una matriz de análisis, se contabilizaron: a) los relevamientos por país y por región; b) los años y la frecuencia de aplicación; c) los rangos etarios de la población; y d) las temáticas abordadas. Por último, se construyeron 16 temas mediante los cuales se abordó la totalidad de ítems de los relevamientos, lo que permitió establecer aquellos de mayor prevalencia, y su variabilidad temporal y espacial.

Con el propósito de profundizar en el proceso de implementación de las encuestas, en los motivos que permitieron su regularidad, y en los usos y valoraciones que han tenido los datos producidos, se recurrió a la producción de datos primarios mediante la realización de entrevistas virtuales semi-estructuradas a personas encargadas de su diseño y su implementación en los cuatro países que mantienen una frecuencia regular de aplicación: Chile, Costa Rica, Uruguay y Venezuela.8

En el siguiente apartado se desarrolla el análisis del periodo de interés (1987-2019) mediante la descripción de tres subperíodos (1987-1997, 1998-2008 y 2009-2019). En cada caso, se presentan la cantidad y el año de los relevamientos por región y por país, la población encuestada y los temas relevados.

Las encuestas nacionales de juventud en ALC (1987-2019)

La temporalidad comienza en 1987, con el Primer Informe Estadístico de Juventud en la Argentina –elaborado sobre la base de registros de los sistemas nacionales de estadísticas estatales y publicado por el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (https://www.indec.gob.ar)–, y finaliza en 2019, debido a la interrupción en la proyección de este tipo de encuestas producto de la pandemia por la covid-19.9

Para este estudio, se delimitaron tres subperíodos, de once años cada uno. El primero (1987-1997) se caracteriza por la realización de las primeras encuestas nacionales de juventud en Latinoamérica hacia finales de los años ochenta y mediados de los noventa, las cuales influyeron en las desarrolladas posteriormente en cuanto a su concepción, su diseño y su análisis (OIJ, 2013). El segundo (1998-2008) supone un momento de significativa ampliación en la realización de estas encuestas en otros países de la región, duplicándose los relevamientos específicos respecto del primero. El tercero (2009-2019) refleja la consolidación de este tipo de estudios y concentra la mayor cantidad de encuestas realizadas.

Las encuestas nacionales durante el subperíodo 1987-1997

En este primer subperíodo nos encontramos con siete encuestas aplicadas en seis países: cuatro del Cono Sur (Argentina, Chile, Paraguay y Uruguay) y dos de la región Andina (Bolivia y Venezuela). El único país que implementó más de una encuesta durante este período fue Chile (1994 y 1997). Dentro de los países del Cono Sur que atravesaban procesos de transición a la democracia (Argentina, Chile y Uruguay) se destaca el interés de los Estados nacionales por contar con información sobre la población juvenil en el marco de una agenda orientada por la preocupación en torno al vínculo entre las nuevas generaciones y las recientes democracias recuperadas (Rodríguez, 2008; Vázquez & Liguori, 2018).

Definición etaria

En cuanto a los rangos etarios, en todos los casos el tope mínimo comienza a los 15 años, excepto en Bolivia, que se ubica a los 13. El tope máximo, en la Argentina y en Bolivia es hasta los 24 años, en Chile y en Uruguay hasta los 29, y en Venezuela hasta los 30 [Tabla 1].

Tabla 1
Encuestas por país, año de realización, región y rango etario en el subperíodo 1987-1997
SUBPERÍODO 1987-1997
PAÍS AÑO DE REALIZACIÓN REGIÓN RANGO ETARIO
Argentina10 1987 Cono Sur 15-24
Paraguay 1988 Cono Sur 15-24
Uruguay 1990 Cono Sur 15-29
Venezuela 1993 Andina 15-30
Chile 1994-1997 Cono Sur 15-29
Bolivia 1996 Andina 13-24
TOTAL 7 RELEVAMIENTOS
Fuente: elaboración propia

Temáticas relevadas

Con diferencias en cada país, las encuestas relevaron los siguientes temas: Trabajo y Educación, en primer lugar (cuatro encuestas y un informe); Participación social y política, en segundo lugar (tres encuestas); Familia, Identidades, Salud, Perspectivas juveniles, Violencia y victimización, en tercer lugar (dos encuestas); Migración (Uruguay), Consumos culturales (Chile), Vivienda (Argentina), Uso del tiempo libre (Venezuela), en cuarto lugar.

En los siguientes subperíodos, a estos doce temas se incorporaron cinco más, alcanzándose un total de 17 temas. Trabajo, Educación, y Participación social y política son los que reúnen mayor frecuencia de registro ya que, como veremos, también aparecen en primer lugar en los demás subperíodos.

Diseño metodológico

Debido a las características de las fuentes disponibles, solo fue posible relevar la información del período de manera parcial. Las encuestas de Chile, de Uruguay y de Venezuela, y el informe estadístico de la Argentina, presentan datos de alcance nacional, fundamentalmente de centros urbanos; excepto por la segunda encuesta chilena (1997) que incorporó regiones rurales.

En el caso de las encuestas de Chile y de Uruguay, se aplicaron diseños de muestreo probabilístico estratificado por conglomerados y polietápicos; en el caso de la encuesta venezolana, la información disponible permite dar cuenta de la realización de un muestreo probabilístico; en el caso del informe argentino, se realizó una compilación estadística sobre la base de registros provenientes de distintos organismos nacionales.

Las encuestas nacionales durante el subperíodo 1998-2008

En este segundo período, se realizaron quince encuestas en diez países de las cuatro regiones. Solo en tres de ellos hubo más de una edición en poco más de una década: Chile (tres ediciones), México y El Salvador (dos ediciones, respectivamente).

Si durante el primer subperíodo fueron los países del Cono Sur y la Región Andina los que comenzaron a trazar el camino, en el segundo se destacan los países centroamericanos con siete encuestas: Guatemala (1999), Panamá (2004), El Salvador (2005 y 2007), Nicaragua (2006), Honduras (2008) y Costa Rica (2008). En el Cono Sur, Chile continúo con la aplicación y con la frecuencia iniciada en el subperíodo anterior (2000, 2003 y 2006), mientras que Brasil (2003) realizó su informe sobre la base de los datos disponibles en la Encuesta Nacional de Hogares. En la Región Andina, Colombia aplicó su encuesta por primera vez en 2000, y Bolivia realizó su segunda y última edición hasta la actualidad en 2008. De la región México y Caribe, México es el único país que implementó esta herramienta en dos oportunidades (2000 y 2005).

En este subperíodo, Chile es el único país que mantuvo una regularidad, cuestión que se inició en el periodo anterior, se consolidó en este y se mantiene hasta la actualidad.

Definición etaria

Solo tres países adoptaron el mismo criterio de inclusión de la población abordada: Brasil, Panamá y El Salvador encuestaron a jóvenes de 15 a 24 años. Chile continuó encuestando a jóvenes de 15 a 29 años. Entre los años 1998-2008 el corte etario se amplió, tanto en los topes inferiores como superiores. Mientras que en el primer subperíodo Bolivia estableció el límite inferior en los 15 años, en el segundo lo ubicó a los 10, sin alterar el superior (24 años). México, Colombia y Honduras también partieron desde una edad más baja, los 12 años.

En el resto de los países (Guatemala, Chile, Brasil, Panamá, El Salvador, Nicaragua y Costa Rica) las/os jóvenes fueron incluidos desde los 15 años, aunque los límites etarios superiores, en comparación con el subperíodo anterior, se expandieron: Costa Rica incluyó a personas jóvenes hasta los 35 años; Nicaragua y Honduras, hasta los 30. La mitad de los países realizó el corte superior a los 29 años (México, Chile, Brasil, El Salvador y Nicaragua); Colombia, a los 26; Guatemala, a los 25; y Bolivia y Panamá, a los 24 [Tabla 2].

Tabla 2.
Encuestas por país, año de realización, región y rango etario en el subperíodo 1998-2008.
SUBPERÍODO 1998-2008
PAÍS AÑO DE REALIZACIÓN REGIÓN RANGO ETARIO
Guatemala 1999 Centroamérica 15-25
Colombia 2000 Andina 16-26
Chile 2000-2003-2006 Cono sur 15-29
México 2000-200511 México y Caribe 12-29
Brasil 200312 Cono sur 15-24
Panamá 2004 Centroamérica 15-24
El Salvador 2005-2007 Centroamérica 15-24
Nicaragua 2006 Centroamérica 15-30
Bolivia 2008 Andina 10-24
Honduras 2008 Centroamérica 12-30
Costa Rica 2008 Centroamérica 15-35
TOTAL 15 RELEVAMIENTOS
Fuente: elaboración propia

Temáticas relevadas

Al igual que en el subperíodo anterior, los temas más abordados fueron: Trabajo (14 encuestas), Participación social y política (13 encuestas), y Educación (10 encuestas). La temática Salud, que en el primer subperíodo se relevó solo en dos estudios, entre 1998 y 2008 se abordó en once de ellos, hecho que da cuenta del creciente interés por el registro de esta dimensión que incluye el abordaje de los consumos de sustancias psicoactivas. En tanto, fueron incluidas cuatro nuevas temáticas: Religión; Género y sexualidad; Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC); y Uso del tiempo libre. Esta última, relevada en cinco estudios.

Este conjunto de principales temáticas relevadas se relaciona, directamente, con las perspectivas dominantes que los Estados adoptaron sobre la juventud, en tanto momento del ciclo de vida, y con su preocupación por los riesgos en los momentos de tránsito hacia la adultez. Asimismo, se observa un crecimiento interperíodo en la diversidad de temas abordados. Mientras que en el primer subperíodo relevaron doce temáticas, en el segundo los estudios incorporaron quince.13 En todos los casos, el crecimiento que implicó la inclusión de nuevas secciones e ítems en las encuestas de juventud supuso su complejización.

Diseño metodológico

En los quince relevamientos se realizó un muestreo probabilístico, estratificado, polietápico y por conglomerados; todos tienen representatividad a nivel nacional de residentes urbanos, y once incluyen residentes urbanos y rurales. Del total, solo siete tienen representatividad a nivel subnacional por regiones o por departamentos. Todos los relevamientos se llevaron adelante mediante un cuestionario de forma personal en hogares con jóvenes seleccionados aleatoriamente por cuotas y solo en el caso de Panamá se realizaron entrevistas a adultos/as, de entre 40 y 54 años, con la finalidad de contrastar las percepciones de ambas generaciones.

En cuanto al tamaño de la muestra, si bien la mayoría entrevistó entre 1 000 y 3 000 jóvenes, algunas tuvieron un rango de entre 4 000 y 7 000. Al respecto, destaca el caso de México, que en sus relevamientos de 2000 y de 2005 utilizó una muestra conformada por todos los/as jóvenes de entre 12 y 29 años que vivieran en el hogar, lo que supuso el relevamiento de 55 820 y 56 763 viviendas, respectivamente. Esto las ubica en los estudios de menor error muestral (1,5 % y 1,8 % en cada caso), mientras que el resto obtiene porcentajes de entre 2 % y 3 % y un nivel de confianza de 95 % (salvo el caso de Chile en 2006, que obtuvo un error muestral de 1,25 % con un tamaño de muestra de 6 345 casos y un nivel de confianza de 98 %).

Las encuestas nacionales durante el subperíodo 2009-2019

De los tres subperíodos analizados, el tercero y último reúne la mayor cantidad de encuestas aplicadas: entre 1987 y 1997, se registraron siete; entre 1998 y 2008, quince; y entre 2009 y 2019, treinta y cuatro. Este significativo incremento da cuenta de la consolidación de este método para el abordaje de las juventudes en tanto mecanismo que posibilita, en un mismo relevamiento, recabar información diversa para describir actitudes, opiniones y comportamientos de grandes poblaciones a partir de muestras probabilísticas. De las cuatro regiones del continente, diecisiete países aplicaron encuestas: la región del Cono Sur, once; la región Andina, nueve; la Centroamericana, nueve; y México y Caribe, cuatro [Tabla 3].

En cuanto a los países que presentan regularidad de aplicación, Chile continuó con el proceso iniciado en 1994 y en este tercer subperíodo realizó cuatro encuestas (2009, 2012, 2015 y 2018). También Costa Rica mantuvo una regularidad desde 2008 y aplicó su encuesta nacional de juventud cada cinco años, a lo que sumó dos relevamientos más (2013 y 2018). Ambos países sostuvieron una regularidad interperíodo, siendo Chile el único que la aplicó con la misma frecuencia (tres años entre cada encuesta) durante el periodo de análisis (1987-2019).

En este tercer subperíodo, también Uruguay y Venezuela comenzaron a regularizar la frecuencia de aplicación de la encuesta. Para el caso del primero, luego de diecinueve años (la última se aplicó en 1990), en 2009 realizó su segunda encuesta y sostuvo una regularidad de aplicación cada cuatro años (2009, 2013 y 2018). Una situación similar se dio con Venezuela que, luego de veinte años de interrupción, retomó en 2013 el desarrollo de este tipo de estudios (la última se aplicó en 1993). Al igual que Uruguay, Venezuela sostuvo una regularidad (2013, 2015 y 2018), aunque la frecuencia de aplicación varió ligeramente (dos años entre la segunda y la tercera, tres años entre la tercera y la cuarta, y tres años entre la cuarta y la quinta encuesta).

Chile, Costa Rica, Uruguay y Venezuela reúnen doce encuestas de un total de 32 correspondientes a este último subperíodo. Las veinte encuestas restantes fueron realizadas por trece países sin mantener una regularidad temporal de aplicación. De estos últimos, Perú reúne tres encuestas (2011, 2017 y 2019), mientras que México (2010 y 2012), Paraguay (2010 y 2018), Ecuador (2011 y 2019), Honduras (2016 y 2018), Cuba (2016 y 2018) y El Salvador (2017 y 2018) registran dos cada uno. Finalmente, Nicaragua (2009), Guatemala (2011), Brasil (2013), Panamá (2014), Argentina (2014) y Colombia (2012) aplicaron una sola encuesta entre los años 2009 y 2019.

Cabe señalar que Perú (2011), Ecuador (2011), Colombia (2012) y Cuba (2016) aplicaron encuestas de juventud por primera vez durante este tercer subperíodo. Asimismo, Perú realizó tres informes sobre la base de datos del sistema estadístico nacional (2015, 2017 y 2019), y Paraguay y El Salvador uno cada uno (2015 y 2018, respectivamente).

Definición etaria

El rango aplicado con mayor frecuencia fue de 15 a 29 años (lo que acumula entre ambos límites un total de quince años), utilizado por siete países (Chile, Paraguay, Guatemala, Perú, Brasil, Argentina y El Salvador). A excepción de Uruguay, que en 2009 y en 2013 aplicó la encuesta a personas de 12 a 29 años, y en 2018 amplió el tope etario a los 35 años, el resto de los países del Cono sur la aplicó a la población comprendida entre los 15 y los 29 años. Al igual que Uruguay, Cuba amplió el límite de aplicación de 29 años en 2012, a 31 años en 2016. En tanto, los países con el mayor tope acumulado fueron Uruguay (12 a 35) y Costa Rica (15 a 35), con veintitrés años para el primero y veinte años para el segundo.

Tabla 3
Encuestas por país, año de realización, región y rango etario en el subperíodo 2009-2019
SUBPERÍODO 2009-2019
PAÍS AÑO DE REALIZACIÓN REGIÓN RANGO ETARIO
Nicaragua 2009 Centroamérica 13-29
Chile 2009-2012 2015-2018 Cono Sur 15-29
Uruguay 2009-2013-2018 Cono Sur 12-29 (2009-2013) 12-35 (2018)
México 2010-2012 México y Caribe 12-29
Paraguay14 2010-2015-2018 Cono Sur 15-29
Ecuador 2011-2019 Andina 16-29
Guatemala 2011 Centroamérica 15-29
Perú15 2011-2015 2017-2019 Andina 15-29
Colombia 2012 Andina 18-28
Brasil 2013 Cono Sur 15-29
Venezuela 2013-2015-2018 Andina 15-30 (2013-2015) 15-29 (2018)
Costa Rica 2013-2018 Centroamérica 15-35
Panamá 2014 Centroamérica 15-24
Argentina 2014 Cono Sur 15-29
Honduras 2016-2018 Centroamérica 18-30
Cuba 2012-2016 México y Caribe 15-29 (2012) 15-31 (2016)
El Salvador 2017-2018 Centroamérica 15-29
TOTAL 35 RELEVAMIENTOS
Fuente: elaboración propia

Temáticas relevadas

Del total de temas abordados, los que mayor frecuencia de aparición presentan son Educación (30), Trabajo (29) y Participación social y política (25), lo que confirma la tendencia iniciada en el primer subperíodo. Con una frecuencia menor, pero sin diferencias significativas, se encuentran Salud (18), Uso del tiempo libre (16), y Género y Sexualidad (15), lo que muestra una tendencia a la consolidación interperíodo de dichas dimensiones. Asimismo, Violencia y victimización registra un crecimiento interperíodo muy significativo al ser una de las temáticas que más incrementó su presencia en los cuestionarios: fue relevada en dos países durante el primer subperíodo; en tres, durante el segundo; y en diez, durante el tercero.16

Género y Sexualidad es un tema que durante el primer subperíodo (1987-1997) no resultó abordado en ninguna de las encuestas relevadas. Fue a partir del segundo (1998-2008) que comenzó, de modo incipiente, a relevarse (Bolivia 2008, Nicaragua 2009 y México 2000-2005). Para el subperíodo 2009-2019, nueve de los diecisiete países que aplicaron encuestas lo incluyeron: Uruguay (2009, 2013, 2018), Paraguay (2010, 2015, 2018), México (2010), Colombia (2012), Chile (2012, 2015, 2018), Cuba (2012, 2016), El Salvador (2017), Venezuela (2018) y Costa Rica (2018). La dimensión migratoria también aparece con mayor fuerza en estos años. El país que inauguró su abordaje fue Uruguay (1990), que continuó indagando en sus encuestas sobre este aspecto (2009, 2013, 2018). En total, fueron nueve los países que incorporaron esta dimensión durante el tercer subperíodo.17

Como es de esperarse, durante el primer subperíodo las encuestas no indagaron sobre las TIC. Sin embargo, tampoco aparece como tema de relevancia durante el segundo subperíodo, ya que solo fue abordado por dos países: Panamá (2004) y Colombia (2000). Fue durante el tercero que la temática cobró mayor relevancia, siendo abordada por siete de los diecisiete países que aplicaron encuestas: Nicaragua (2009), Cuba (2012, 2016), Costa Rica (2013), Brasil (2013), Honduras (2016, 2018), Chile (2018) y Paraguay (2018). Cabe señalar que durante este tercer periodo fue incorporada por primera vez la temática de los cuidados, aunque solo por dos países: Uruguay (2013, 2018) y Argentina (2014).

En este último subperíodo observamos un interés por relevar temas que escapan a los que podríamos denominar como «tradicionales» (educación, trabajo y participación sociopolítica) y que fueron abordados por la mayoría de los países en sus encuestas nacionales de juventud a lo largo de todo el periodo analizado. Como señalamos, la aparición y la consolidación de los diversos temas dependen de factores espacio-temporales. Asimismo, la incorporación de nuevas temáticas a relevar permite observar los asuntos que son considerados como importantes desde el Estado, pero también desde las/os adultos que participan en su elaboración. Esto habilita a pensar que existe una influencia recíproca entre las áreas que diseñan y que aplican las encuestas respecto de la incorporación de temas.

Diseño metodológico

El diseño muestral utilizado por la mayoría de los países es probabilístico y polietápico, a excepción de lo realizado en Panamá 2014 (que implementó una muestra ad hoc) y en El Salvador 2017 (que implementó una muestra aleatoria por oportunidad).

Los tamaños de las muestras construidas para cada relevamiento son muy variables. Entre las encuestas que cuentan con mayores casos se pueden señalar las de Chile 2015-2018 (9 393 y 9 700 casos, respectivamente), Uruguay 2018 (6 534 casos), Costa Rica 2018 (6 509 casos) y Venezuela 2015 (5 000 casos). El tamaño de la muestra es uno de los principales componentes en la determinación del costo de realización de una encuesta, de allí que sean los países que mantuvieron o que mantienen una regularidad en la aplicación los que contemplan las muestras con mayor cantidad de casos (Chile, Uruguay, Costa Rica y Venezuela). En la mayoría, el nivel de confianza de las estimaciones ronda el 95 %, la cobertura es nacional y se incluyen zonas urbanas y rurales.18

Finalmente, por su carácter innovador, cabe destacar una serie de aspectos específicos para los relevamientos correspondientes a este tercer periodo, a saber: se incluyen comarcas indígenas (por ejemplo, Panamá 2014); se encuesta a adultos/as de 30 a 59 años (Chile 2015-2018); se presentan con formato auto-aplicado aquellas preguntas referidas a sexualidad, drogas, salud mental y violencia (Chile 2015-2018); se aplica la encuesta con un dispositivo electrónico tipo tablet (Chile 2018); se inicia un estudio longitudinal, el cual forma parte de la primera experiencia en la región en una encuesta de juventud (Uruguay 2018); y el relevamiento cuantitativo se complementa con grupos de discusión (Venezuela 2015). Como se observa, los países que mantienen regularidad de aplicación son los que incluyen, mayoritariamente, estos novedosos procedimientos en sus relevamientos.

ALC: 33 años de aplicación de encuestas de juventud

¿Qué aspectos podemos destacar tras el recorrido realizado? Antes de aproximar una respuesta, vale una aclaración: el presente estudio no pretende realizar una comparación acerca de los resultados de las encuestas relevadas, sino aportar al análisis sobre la forma en que los Estados nacionales produjeron información sistematizada sobre la población juvenil.

En función del análisis de los documentos recopilados para el período 1987-2019, a continuación, se acercan algunas conclusiones que se desprenden de la pregunta formulada.

En primer lugar, se observa una considerable expansión de las encuestas de juventud en tanto metodología para la descripción de diversas temáticas desde una escala nacional. Si durante el primer subperíodo solo seis países de dos regiones desarrollaron estudios específicos, en el último lo hicieron diecisiete, con participación de las cuatro regiones. Sin embargo, en la mayoría de los países la frecuencia de aplicación ha sido muy irregular. La intermitencia en la producción de datos, sumada a la variación de los rangos etarios, y de las dimensiones y sus componentes, genera una limitación a la hora de comparar los resultados (o, al menos, una importante toma de recaudos). De todos modos, más allá de estos limitantes, existe un cúmulo de información cuantitativa en la gran mayoría de los países que refleja una diversidad de temáticas pasibles de ser contrastadas.19

En segundo lugar, y respecto de las características técnicas de las encuestas, es posible señalar algunas cuestiones generales, ya que un análisis pormenorizado escapa a las pretensiones y a las posibilidades de este artículo. Mayoritariamente, se observa que los países han optado por realizar encuestas específicas de la población juvenil; en algunos casos, mediante la introducción de módulos particulares dentro de relevamientos estadísticos más amplios. Estas encuestas son estadísticamente representativas a nivel nacional y parten, por lo general, de diseños muestrales probabilísticos y polietápicos. En la mayoría de los casos, se señalan márgenes de error de entre 1 % y 3 %, y niveles de confianza de 95 %. Se observa, también, que si inicialmente el foco estaba puesto en los grandes centros urbanos, se han realizado muchos esfuerzos para ampliar las muestras hacia las poblaciones rurales e indígenas, así como a localidades urbanas pequeñas. Asimismo, en muchos casos, a lo largo de los años se han implementado encuestas o entrevistas a la población adulta con la finalidad de relevar las percepciones sobre las juventudes. Durante las tres décadas relevadas, ha prevalecido el formato de encuesta individual mediante cuestionarios codificados, generalmente de modo presencial y, en menor medida, mediante entrevistas telefónicas y cuestionarios autoadministrados, junto con algunas técnicas cualitativas complementarias como los grupos de discusión. De manera paulatina, también se han incluido distintas tecnologías digitales para la recolección y el procesamiento de los datos. Del mismo modo, con el avance de Internet se han elaborado informes que presentan mayor detalle y accesibilidad respecto de las fuentes disponibles en los años iniciales, cuando aún prevalecía el formato impreso por sobre el digital. Incluso, en países como Chile o Uruguay es posible descargar los conjuntos de microdatos con los resultados de las encuestas.

En tercer lugar, el recorrido refleja una significativa variación espacial y temporal en cuanto al rango etario establecido para definir a la población joven. Tanto en los topes mínimos como máximos se observa una ampliación interperíodo: mientras que en el primero el rango etario más aplicado fue de 15 a 24, en los siguientes pasó a ser de 15 a 29, lo que supone la ampliación del tope superior en cinco años. Además, entre 2009 y 2019 aparecen los cortes etarios de mayor amplitud de todo el periodo analizado: veintitrés años para Uruguay (de 12 a 35) y veinte años para Costa Rica (de 15 a 35). Esto permite afirmar que a lo largo de los tres subperíodos el rango de 15 a 29 se consolidó como el más utilizado para definir a las/os jóvenes. Por fuera de este, existe una significativa heterogeneidad en los marcadores de edad que delimitan la población joven a encuestar.20

En cuarto y último lugar, en relación con las dimensiones abordadas en las encuestas se identifican tres temas que ocupan un lugar protagónico en todo el periodo: Trabajo, Educación, y Participación social y política. Estas temáticas han hegemonizado las principales preocupaciones sobre las que el Estado aborda la cuestión juvenil, en la medida en que, generalmente, se adopta el enfoque del ciclo de vida y se asume a la juventud como actor para el desarrollo y como agente del cambio (Rodríguez, 2008). En este sentido, no sorprende que los temas más abordados respondan a las principales formas de definir al periodo juvenil.

A lo anterior, se suma el crecimiento en la diversidad de los temas abordados, producto de la constante complejización que asume la cuestión juvenil (TIC, economía del cuidado, calidad de vida, consumos culturales, sexualidad, identidades y género). Así, mientras que en el primer subperíodo los estudios relevaron doce temáticas, en el último abordaron dieciocho, incorporando múltiples dimensiones de indagación. Asimismo, tanto el diseño de las encuestas como el análisis de los datos producidos permitieron consolidar un saber hacer específico, sobre todo, en aquellos países que mantuvieron una regularidad de aplicación. Esta experiencia acumulada se cristaliza en los instrumentos y en los informes de sus encuestas, que se configuraron como referencia ineludible en el campo de la producción de datos cuantitativos sobre jóvenes.

La cuestión de la regularidad: una aproximación desde los casos de Chile, Costa Rica, Uruguay y Venezuela

Uno de los interrogantes que abrió la sistematización de la información es aquel relativo a la periodicidad en la realización de las encuestas en los distintos países. Como se puede observar, dentro del conjunto de países que cuentan con una tradición en la realización de estos estudios, se destacan aquellos que han logrado establecer cierta periodicidad en la aplicación y un determinado grado de continuidad en el proceso de elaboración del instrumento. Para profundizar en el análisis de estos procesos, se indagó en cuatro casos que forman parte de este conjunto: Chile, Costa Rica, Uruguay y Venezuela, los cuales concentran la tercera parte de las encuestas nacionales relevadas (18 en total).

Los cuatro países cuentan con una institucionalidad relativamente estable en términos de organismos nacionales de políticas de juventud. En Chile, el Instituto Nacional de la Juventud (INJU) (https://injuv.gob.cl) actualmente incorporado al ámbito del Ministerio de Desarrollo Social y Familia (Dávila León, 2001) (https://desarrollosocialyfamilia.gob.cl), se creó en 1991. Este es el país que más encuestas ha realizado: nueve, cada tres años, desde 1994. Costa Rica cuenta, desde 2002, con el Consejo de la Persona Joven (https://cpj.go.cr) órgano rector de la política pública de la persona joven, dependiente del Ministerio de Cultura y Juventud (https://mcj.go.cr); desde 2008, realiza la encuesta cada cinco años (Krauskopf, 2003). En Uruguay, el Instituto Nacional de la Juventud (INJU) (https://www.gub.uy/ministerio-desarrollo-social/juventud) fue creado en 1991, y desde 2005 se encuentra en el ámbito del Ministerio de Desarrollo Social (Scagliola, 2018). En este caso, la primera encuesta nacional fue realizada a comienzos de la década de 1990 y se constituyó en un antecedente para el proceso iniciado en 2009, con una periodicidad de cuatro años entre la primera y la segunda, que luego se extendió a cinco años. En Venezuela, en 1976 fue creado un Ministerio de la Juventud; en 2011, se creó el Ministerio del Poder Popular para la Juventud, transformado, en 2014, en Ministerio del Poder Popular para la Juventud y Deportes (Red de la calle, 2012) (http://mindeporte.gob.ve). Este país también cuenta con un antecedente de primera encuesta a inicios de la década de 1990 y un proceso iniciado en 2013 con una periodicidad de tres años entre encuestas.

Tal como se indicó en el apartado metodológico, el análisis incluyó la realización de entrevistas a cuatro responsables del proceso de las encuestas respecto de tres cuestiones: diseño e implementación, regularidad, y valoración y uso de los resultados. El abordaje de estas dimensiones permite alcanzar una aproximación a procesos en los que intervienen lógicas estatales, actores de los campos político, académico y social, organismos internacionales, y funcionarios/as de las áreas que impulsan y que sostienen la realización de las encuestas con cierta periodicidad.

Diseño e implementación

La indagación en torno al proceso de diseño y de implementación de las encuestas nacionales de juventud permite establecer algunas particularidades y rasgos en común sobre los siguientes aspectos: el rol del organismo nacional de políticas de juventud; el proceso de elaboración del instrumento y los actores involucrados; el impacto de los fenómenos juveniles emergentes.

Rol de los organismos nacionales

En los cuatro casos, los organismos ocupan un lugar central en el diseño y en el análisis. Las mayores diferencias se relacionan con la recolección de los datos, así como con los grados de centralización de funciones o de contratación de servicios de terceros bajo distintas modalidades.

-Venezuela: para la encuesta realizada en 2013, el Ministerio de la Juventud contrató a una encuestadora que realizó una revisión de la encuesta de 1993; luego, mediante un proceso de transferencia, se formó a un equipo que quedó trabajando en el ministerio con la encuesta de 2018.

Elaboración del instrumento y actores involucrados

En todos los casos, se parte de un cuestionario diseñado por el organismo que retoma las ediciones anteriores de la encuesta y que es discutido, en diversas instancias, con referentes del ámbito académico, con personas expertas en temáticas de juventudes, con organizaciones no gubernamentales y con representantes de otros organismos estatales. Estas instancias tienen incidencia en la reformulación de los cuestionarios. En el caso de Uruguay y de Costa Rica, la elaboración del instrumento está íntimamente ligada a los sistemas nacionales de estadística. En el primero, el muestreo es una submuestra de la Encuesta Continua de Hogares, realizada por Instituto Nacional de Estadística (https://www.ine.gub.uy); en el segundo, es parte del Sistema de Estadística Nacional (http://sen.inec.cr).

Asimismo, todas las personas entrevistadas mencionaron un rol significativo en al menos una de las ediciones –generalmente, en la primera– de organismos internacionales que brindaron financiamiento como el Fondo de Población de las Naciones Unidas (https://www.unfpa.org/es). Este punto que pudo abordarse mediante las entrevistas resulta importante debido, por un lado, a que en las ediciones subsiguientes la responsabilidad del financiamiento fue asumida por los Estados nacionales (a veces en su totalidad, a veces de modo parcial) y, por el otro, a que los presupuestos para cada edición no están asegurados con anterioridad sino que las partidas dependen de cada contexto.

En cuanto a la participación de jóvenes en el diseño de la encuesta, en el caso de Costa Rica la normativa toma en cuenta para este proceso a los Comités Cantonales de la Persona Joven y a la Asamblea de la Persona Joven (https://facebook.com/anpjcr) que son instancias de participación juvenil. En los casos de Chile y de Uruguay, no hay ámbitos institucionalizados para que los/as jóvenes participen del proceso de diseño, aunque las personas entrevistadas señalan cierta voluntad de que esto ocurra. Sin embargo, esta termina siendo relegada frente a otras prioridades: «No porque no podamos, o porque no queramos, sino porque no alcanza el tiempo» (M.B., Chile, mayo 2021) o por la existencia de ciertas dificultades para la construcción de dispositivos de participación: «Siempre fue un tema que quedó en el medio, y no es muy sencillo, digamos, pensar cómo hacer una consulta o generar espacios de participación» (C.C., Uruguay, mayo 2021).

Lo que sí existe en estos dos países son algunos espacios de revisión de las encuestas con jóvenes. En el caso de Chile, durante la etapa de revisión del cuestionario se realizan grupos focales para evaluar si es necesario incluir alguna temática o efectuar algún cambio de acuerdo con el contexto emergente. En la sexta encuesta, esto permitió identificar cuestiones como la conectividad a Internet o el uso de las nuevas tecnologías, que luego fueron incluidas en el cuestionario. En el caso de Uruguay, se han llevado a cabo talleres de discusión como el realizado con anterioridad a la última edición en un campamento organizado por el INJU llamado «Encuentro de Arte y Juventud». En el marco de esta actividad, desde el equipo de la encuesta se organizó un espacio de discusión sobre los temas abordados que fue considerado «poco eficaz». Esto permite evidenciar algunas limitaciones en la posibilidad de organizar instancias de participación juvenil en el diseño del cuestionario. La entrevistada señaló una distancia «gigantesca» entre el cuestionario y las realidades cotidianas de las juventudes, al tiempo que consideró que el cuestionario era bastante completo respecto de los aspectos que se buscan conocer: «Si recorrés todos los módulos de la encuesta, no creo que le falten muchos módulos a temáticas» (C.C., Uruguay, mayo 2021).

Impacto de los fenómenos juveniles emergentes

En los cuatro países, el diseño de las encuestas recoge los impactos de los fenómenos juveniles emergentes. En el caso de Venezuela, cuestiones como los intereses relacionados con la elección de carreras universitarias fueron tomadas como insumo de políticas públicas de promoción del interés hacia estos estudios. Otro aspecto que han relevado es el relacionado con las migraciones. Como señala la entrevistada, inicialmente algunos/as jóvenes de sectores medios y altos manifestaban un deseo de migrar, principalmente, por motivaciones políticas, pero con el desarrollo de las encuestas fue posible encontrar un aumento en el deseo de migrar vinculado a cuestiones socioeconómicas. La indagación en torno al deseo de migrar fue incorporada en categorías generales como educación o empleo, así como en dimensiones que abordan las percepciones sobre la política.

En el caso de Costa Rica, cuestiones como la violencia o la discriminación en la pareja o en la familia, o el debate por las uniones entre personas del mismo sexo, llevaron a la inclusión de preguntas relativas a la dimensión de género. En el caso de Uruguay, se incluyeron temáticas vinculadas con lo que la entrevistada denomina la «Nueva agenda de derechos» (como sexualidades o violencias) y cuestiones relativas a las desigualdades, que antes no eran tenidas en cuenta debido a una mayor presencia de cuestiones enmarcadas en el concepto de «culturas juveniles».21

En el caso de Chile, donde expresiones de la movilización política juvenil han tomado centralidad en distintos momentos durante los años recientes (Vommaro, 2015; Ponce Lara, Nina-Estrella & Ortiz Arraiza, 2019), los vínculos de las juventudes con la política y las distintas formas de participación son parte central de la agenda de temas que abordan los cuestionarios en las distintas ediciones. Del mismo modo, fenómenos recientes ligados a las prácticas de consumo han llamado la atención de quienes diseñan las encuestas: «Los focus nos han permitido, por ejemplo, hablar en la última encuesta sobre los fenómenos del consumo. Sobre el consumo en general, no solo de sustancias, sino de lo que representa el consumo en los jóvenes» (M.B., Chile, mayo 2021).

Regularidad

De acuerdo con las entrevistas, la regularidad en la aplicación de las encuestas de juventud posibilitó mejorar los ítems que integran cada tema abordado en el cuestionario, y precisar aspectos muestrales y de aplicación en campo. En este sentido, la continuidad permitió la acumulación de un saber hacer que enriqueció consecutivamente los productos derivados de la encuesta (boletines, informes, revistas) y habilitó formas de intercambio de los resultados con otros actores (otros organismos de la administración pública, asociaciones juveniles y grupos académicos). Esto hizo posible establecer una serie de temas «clásicos» (trabajo, salud, educación y participación política), así como agregar nuevos y mejorar las formas de captarlos.

En estos países, no existe una legislación que establezca la regularidad en la aplicación de la encuesta, ni tampoco un programa institucional normativizado que fije su realización como objetivo periódico. Según pudo identificarse, el sostenimiento se debe, principalmente, a tres cuestiones: la consolidación de una tradición institucional reconocida al interior del Estado, pero también entre el funcionariado de gobierno; el rol que desempeñan los miembros de los equipos técnicos con mayor trayectoria; y la utilidad de los datos identificada por las/os tomadores de decisión.

Tradición institucional

Las personas entrevistadas coinciden en destacar la importancia de la primera encuesta en tanto evento clave en la historia de la serie estadística sobre juventudes. Si bien en el caso de Uruguay y de Venezuela existieron relevamientos previos (1990 y 1993, respectivamente), la encuesta que aparece como un evento significativo es la que dio comienzo a la serie regularizada. En ambos casos, este primer estudio supuso articulaciones con instituciones de juventudes de otros países y el financiamiento de organismos internacionales, y es señalada como hito en la historia del espacio de cada país encargado de la planificación de las políticas de juventudes. Esto les imprimió una singularidad que es valorada como un factor que incidió en la regularidad de aplicación.

Asimismo, esta tradición es reconocida por el funcionariado político de turno y por los equipos de trabajo de otras áreas estatales, lo que le otorga una garantía de continuidad al estar instalada y al suponer, su discontinuidad, un costo político: «Algunos [gobiernos] le dan más importancia y otros menos, pero el gobierno, sea de cualquier signo, no va a querer ser el famoso que terminó con la encuesta» (M.B., Chile, mayo 2021). De esta manera, la propia historia del estudio reafirma la continuidad de su aplicación, al tiempo que refuerza el rol de la institución como rectora en políticas de juventud.

Rol de los equipos técnicos

Los miembros con mayor trayectoria en los equipos técnicos encargados de la encuesta son sostenes fundamentales para su regularidad. Si bien entre cada relevamiento el recambio de integrantes es frecuente –ya que el perfil estadístico suele ser bastante requerido–, aquellos/as con mayor recorrido son quienes continúan como principales responsables de la regularidad.

Como se desprende de las entrevistas realizadas, «luchan» por el presupuesto, diseñan estrategias para obtener los fondos necesarios y convencen periódicamente a los/as tomadores/as de decisión sobre la importancia de no interrumpir la serie:

Si me dijeran: «No tenemos recursos y no podemos hacer la encuesta», estaría pensando inmediatamente dónde tengo otros recursos (M.B., Chile, mayo 2021).

A veces, la encuesta tiene tan pocos recursos que hacemos una licitación especial para sumar recursos de este año y recursos del año siguiente en otro lugar. Pero la encuesta se hace (M.B., Chile, mayo 2021).

Es como volver a enamorarlos [a los/as tomadores/as de decisión] como estar enamorándolos de nuevo cada cuatro años. Es ese proceso de convencimiento (X.L.M., Costa Rica, mayo 2021).

Utilidad de los datos

Un elemento valorado por el funcionariado político, que también explica la continuidad y la regularidad en la aplicación –más allá de las distintas gestiones de gobierno–, es la utilidad de los datos para la planificación de políticas públicas. Las personas entrevistadas coinciden en señalar que la intencionalidad política de las/os tomadores/as de decisión es un aspecto determinante para el sostenimiento de la encuesta.

La utilidad de los resultados para el diseño de políticas basadas en evidencia empírica y la especificidad que reúnen, al permitir una visión retrospectiva y periódica de diversas temáticas juveniles, son aspectos valorados por las/os tomadores/as de decisión para implementar sus planes de gobierno.

No es lo mismo ir a una mesa a decir: «Existe este problema y yo puedo mostrar que existe», que decir: «A mí me parece que existe este problema». De alguna manera, [la encuesta] puso sobre la mesa muchísimos temas y una forma diferente de empezar a postular y a pensar dónde se pone la plata y se ubican las prioridades políticas (C.C., Uruguay, mayo 2021).

Mediante evidencia empírica, la regularidad de aplicación de la encuesta manifiesta problemáticas y justifica el presupuesto requerido para implementar políticas públicas que visibilicen la gestión del funcionariado político, de quienes, en última instancia, depende la continuidad del relevamiento. Como señala un miembro del equipo técnico de Chile: «Creo que, de alguna manera, los productos han permitido que sobrevivamos».

Valoraciones y usos

El análisis del proceso de diseño y de implementación de las encuestas en los cuatro casos abordados evidencia que los organismos nacionales a cargo de las mismas han construido (con carácter más bien informal) mesas de diálogos, instancias de consultas con expertos/as y redes de articulación con otras dependencias estatales y con instituciones del campo académico. Estos procesos de intercambios previos demuestran la relevancia y la valoración que los resultados de los relevamientos sobre las juventudes adquieren para actores estatales, del campo académico y, en menor medida, del campo juvenil.

Al interior del Estado, se observa una división funcional entre los organismos encargados de producir información sobre las juventudes y quienes asumen la responsabilidad de diseñar políticas estatales hacia este sector poblacional, a partir de tomar los resultados de las encuestas como un insumo central de diagnóstico. Por ello, en los cuatro países, además de generar procesos de consulta para el diseño, se crean espacios de comunicación, de información y de divulgación interna de los resultados a través de reuniones, de talleres y de presentaciones de documentos oficiales. Estas instancias tienen mayor relevancia con los organismos a cargo de las políticas sectoriales de juventud (educación, trabajo o salud), que son resaltadas como un momento central para los organismos nacionales juveniles, ya que estos logran dar visibilidad y «poner sobre la mesa», con solvencia empírica y con relevancia estadística, temáticas y problemáticas que atraviesan a las juventudes, ejerciendo presión sobre la dirección que debieran asumir las políticas públicas hacia el sector.

En este sentido, los resultados de las encuestas nacionales han sido utilizados por organismos estatales, tanto nacionales como subnacionales, para la elaboración de diagnósticos, el abordaje de temáticas, el diseño de programas o la fundamentación de importantes proyectos de ley. Entre los principales ejemplos rescatados por los/as entrevistados/as se pueden mencionar: el Plan Nacional de Salud Adolescente y los diagnósticos para el plan de acción de las Casas Integrales de Juventud,22 en Chile; la Gran Misión Chamba Juvenil, y su posterior regulación por ley, y los fundamentos de normativas como la Ley de Sistemas de Cuidado para la Vida,23 en Venezuela;24 la Ley de Relaciones Impropias,25 en Costa Rica: y la Ley de Empleo Juvenil y los planes de acción en materia de salud mental y embarazo no intencional en adolescentes, en Uruguay.

Para estos últimos dos países (Costa Rica y Uruguay), dada la relevancia otorgada a la cuestión juvenil y la necesidad de generar diagnósticos sistemáticos sobre la realidad de este sector de la población, las encuestas se han transformado en el principal insumo para la creación de los planes de acción implementados por las políticas juveniles, mecanismo mediante el cual el Estado nacional establece los lineamientos estratégicos, temas, desafíos, metas e indicadores centrales a abordar en pos de mejorar la calidad de vida y el bienestar juvenil. Estos planes son vinculantes para las gestiones nacionales y tienen la particularidad temporal de impactar, al menos, sobre dos periodos de gobierno, lo que genera un compromiso en la adopción y en la continuidad del plan más allá de los posibles cambios del partido gobernante, con lo cual intenta erigirse como una verdadera política de Estado de largo plazo mediante la elaboración de un plan rector sobre las directrices que debe adoptar el abordaje de la cuestión juvenil. En Costa Rica, además, el plan de acción quinquenal que elabora el Consejo de la Persona Joven (https://cpj.go.cr) es discutido y votado por la Asamblea Nacional de la Red Nacional Consultiva de la Persona Joven.26

Respecto al campo académico, las valoraciones y los usos que se les dan a las encuestas nacionales en estos ámbitos son destacados en los cuatro países. Los/as entrevistados/as resaltan que la articulación con la academia es central para el diseño del instrumento y para la posterior producción de conocimiento a partir de los resultados obtenidos: «Desde la academia empezaron a encontrar en la base de datos una montaña de información para resolver preguntas que otras encuestas no ofrecen» (C.C., Uruguay, mayo 2021). Desde el momento en que los equipos de investigación de universidades o de instituciones vinculadas a la cuestión juvenil son invitados a las mesas de consulta para acordar sobre las temáticas o las preguntas a incluir en el cuestionario, se está pensando en la «utilidad» y en el aporte del instrumento sobre la agenda de investigación de la academia a nivel nacional. Una vez finalizado el relevamiento y procesada la información, los organismos nacionales realizan reuniones con este sector, publican informes, documentos temáticos o por región y ponen a disposición los microdatos de cada encuesta para que la comunidad académica tenga libre acceso a la información y pueda producir nuevas entradas analíticas.

Como estrategia de difusión, los países han adoptado, además, la utilización y la profundización de los datos producidos, y han apoyado la creación de revistas académicas como RT (Chile) (https://injuv.gob.cl/revistart), Investigación en Juventudes. Revista del Consejo de la Persona Joven (Costa Rica) (https://cpj.go.cr/revista) y Mirada Joven (Uruguay) (https://oitcinterfor.org/en/node/6305).

Finalmente, donde se observan menores despliegues de redes de trabajo es en los procesos de articulación y de intercambio con actores del campo juvenil y con las personas jóvenes. Tanto en los momentos de diseño del relevamiento como de comunicación y de difusión de los resultados, las dependencias estatales a cargo de las encuestas no han construido una estrategia para la inclusión y la articulación con estos sectores. En este sentido, las valoraciones y los usos de las encuestas que han sido destacados por los/as entrevistados/as recaen, fundamentalmente, sobre el campo estatal y académico.

Como se mencionó, de manera incipiente se han realizado algunas experiencias de intercambio en la etapa de diseño del cuestionario o al momento de difundir los resultados. En el caso de Chile, en algunas ediciones fueron convocadas organizaciones de la sociedad civil (aunque no necesariamente organizaciones juveniles) para pensar de manera conjunta temáticas como el consumo problemático y la sexualidad, y sobre cómo abordarlas en el cuestionario. A su vez, se han realizado revisiones del cuestionario y de su funcionamiento mediante grupos focales con jóvenes, aunque en esta etapa la definición sobre el instrumento recae sobre el INJU. En Uruguay, con la última edición de la encuesta se realizó por primera vez una instancia de discusión y de debate sobre los resultados obtenidos con 1 500 jóvenes en el marco de un programa del INJU, el «Encuentro de Arte y Juventud».

El único país que posee un mecanismo de participación institucionalizado para el intercambio de los resultados de la encuesta con las juventudes es Costa Rica. De acuerdo con su Sistema Nacional de Juventud (https://cpj.go.cr/sistema-nacional-de-juventud), existen en cada municipio Comités Cantonales integrados por jóvenes de 12 a 35 años, que elaboran propuestas para la Política Pública Nacional de las Personas Jóvenes. La unidad de Investigación del Observatorio de Juventud, equipo a cargo de la encuesta, realiza talleres regionales de intercambio y de exposición de los resultados de la encuesta. Allí, «se ponen a discusión los datos, y se conversa con las juventudes en las regiones, para ver si son las mismas necesidades, o si hay un sentir diferente, o necesidades diferentes, que son incluidos en la política pública» (J.A.A.S., Costa Rica, mayo 2021). No obstante, al recaer la definición sobre el diseño y la implementación de las políticas sobre otra unidad administrativa dentro del Consejo de la Persona Joven, no quedan regulados ni establecidos formalmente los mecanismos de inclusión / exclusión de las opiniones relevadas en los talleres regionales.

La indagación en torno a las valoraciones y los usos de las encuestas aquí realizada permite dar cuenta de un rol significativo, aunque limitado, en el ámbito de los Estados nacionales en cuanto al diseño de determinadas políticas públicas, como sucede con la producción de datos que son retomados por el campo académico. La utilización o la discusión por parte de colectivos juveniles es un aspecto que aborda en los cuatro países, aunque con diferencias entre la institucionalización planteada en Costa Rica y las estrategias más bien coyunturales observadas en Chile, en Uruguay y en Venezuela.

Reflexiones finales

En el presente trabajo se ha reconstruido el desarrollo histórico de la implementación de relevamientos nacionales sobre población juvenil realizados en ALC, desde su primera edición en la Argentina, en 1987, hasta la última en Ecuador, en 2019. De esta manera, se ha logrado actualizar las sistematizaciones producidas hasta el momento (Navarro Briones, 2005; Pérez Islas, 2006; Chaves, 2015). El recorrido implicó la recopilación de 57 relevamientos en dieciocho países de ALC y el análisis mediante entrevistas virtuales en países que han logrado regularidad. Esto permitió indagar sobre las particularidades y los aspectos comunes en torno al proceso de diseño y de implementación, la regularidad, y las valoraciones y los usos que adquieren las encuestas.

Se considera que los trabajos que abordan esta temática aún son escasos, por lo que resulta necesario actualizar y complementar los análisis sobre las encuestas nacionales de juventud, las cuales han permitido avanzar en la comprensión y en la visibilización de la población juvenil (OIJ, 2013). Estas adquieren relevancia en tanto permiten elaborar aproximaciones a las condiciones de vida de esta población y recuperar, con significancia estadística nacional, las percepciones juveniles sobre las temáticas que enfrentan en sus trayectorias de vida. Asimismo, la información recabada es utilizada tanto por los Estados, para elaborar diagnósticos en el diseño de políticas, como por el campo académico, para la construcción de conocimiento y la interpretación de la cuestión juvenil.

En cuanto a los principales emergentes, el relevamiento de encuestas nacionales permite identificar algunas tendencias comunes: a) el progresivo interés de los Estados nacionales de la región por producir información sobre la población juvenil; b) la producción de limitaciones etarias, entre las que se destaca el rango de 15 a 29 años, especialmente para el período más reciente; c) la delimitación de un piso de temas en común, vinculados con características y con prácticas juveniles (como datos sociodemográficos, educación, trabajo, participación, consumos, uso del tiempo libre, tecnologías digitales, entre otros) y la progresiva aparición de temáticas vinculadas a la agenda de derechos y a la problematización en torno a dimensiones de la desigualdad (violencias, sexualidades, género, cuidados, migración).

En tanto, la indagación desarrollada sobre los cuatro países que aplicaron las encuestas con cierta regularidad ofrece una aproximación a las principales características y tensiones de los procesos desde el punto de vista de personas con responsabilidad en el diseño, la implementación y el análisis. El balance que surge de la información obtenida en las entrevistas, permite identificar tanto potencialidades como cuestiones para mejorar según las personas entrevistadas. La centralidad de los organismos de políticas de juventud, el sostenimiento en el tiempo de los equipos, la posibilidad de realizar estudios longitudinales y la consolidación de los cuestionarios, son algunos de los aspectos centrales valorados positivamente. En cuanto a los aspectos a mejorar, el punto central se relaciona con la necesidad de institucionalizar el financiamiento por parte de los Estados mediante un marco normativo, ya que en la actualidad se encuentra condicionado a la capacidad de negociación de los equipos técnicos con los/as funcionarios/as y a la voluntad política del gobierno de turno.

Finalmente, cabe destacar que el actual contexto de pandemia ha impactado negativamente sobre las condiciones de vida de la población, en general, y de las juventudes, en particular, profundizando las desigualdades existentes en su acceso al empleo, la educación, los servicios de salud y los bienes culturales (Domínguez, 2021). Frente a esta situación, las encuestas nacionales de juventud adquieren una mayor relevancia como instrumento capaz de relevar el impacto que la pandemia ha producido sobre la calidad de vida de las juventudes en la región. Hoy, más que nunca, los Estados deben redoblar sus esfuerzos, sus compromisos y su voluntad política para incluir las encuestas nacionales de juventud en sus agendas como una herramienta fundamental para el abordaje integral de la cuestión juvenil.

Agradecimientos

Agradecemos, especialmente, a Johana Astrid Arce Sancho, Felipe Barnachea, Miguel Barretro, Alba Carosio, Cecilia Cristar, Irama La Rosa, Xiomara López, Miguel Scagliola y Pablo Vommaro.

Referencias

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Anexo

Encuestas e informes por país, año, región y rango etario (1987-2019)27




Notas

1 El presente artículo fue realizado por los autores de modo colectivo y en partes iguales, por lo que el orden en la autoría fue establecido mediante sorteo.
2 Este concepto sostiene que la región atraviesa un momento de predominancia de personas en edad productiva, principalmente jóvenes (entre 15 y 30 años), por encima de la población dependiente (menor de 15 y mayor de 64 años) (Rodríguez, 2015).
3 La investigación, titulada «Relevamiento de instituciones y organismos de infancias y juventudes, encuestas nacionales de juventud, y leyes y normativas de infancias y juventudes», es coordinada por Diego Beretta y por Alejandro Cozachcow, y será publicada como informe en el Observatorio Latinoamericano y Caribeño en Primeras Infancias, Infancias y Juventudes de CLACSO (https://observatorioinfanciasyjuventudes.site).
4 Proyecto PIDUNTDF B «Condiciones juveniles insulares. Un estudio sobre las formas de sociabilidad de jóvenes en la Provincia de Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur» (Res. 307/2020), coordinado por Bruno Colombari y radicado en el Instituto de Cultura, Sociedad y Estado (ICSE) de la Universidad Nacional de Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur.
5 El autor incluye, además de encuestas e informes nacionales, relevamientos e informes sectoriales que no poseen representatividad ni significancia estadística a nivel nacional.
6 Se incluye el enlace de acceso a la fuente y a la documentación de las encuestas a fin de brindar la información disponible respecto a los aspectos metodológicos y a los resultados obtenidos por los relevamientos.
7 La información relevada sobre Cuba solo permitió acceder a la cuarta (2012) y a la quinta (2016) encuesta.
8 Las personas entrevistadas fueron: Marcos Barretto, Jefe del Departamento de Planificación y Estudios del Instituto Nacional de la Juventud de Chile (27/05/2021); Irama La Rosa, Directora de Red de La Calle e investigadora docente de la Universidad Central de Venezuela (25/05/2021); Johanna Astrid Arce Sancho, Coordinadora de la Unidad de Investigación del Consejo de la Persona Joven de Costa Rica y Xiomara López Matamoros, Profesional Estadística de la Unidad de Investigación del Consejo de la Persona Joven de Costa Rica (19/05/2021); y Cecilia Cristar, Directora de División Políticas y Programas del Instituto Nacional de la Juventud del Ministerio de Desarrollo Social de Uruguay (21/05/2021).
9 Esta situación interrumpió la aplicación de diversas encuestas nacionales de juventud proyectadas para 2020 y 2021.
10 Informe elaborado sobre la base de registros de los sistemas nacionales de estadísticas estatales.
11 Para el caso de México, si se consideran este periodo y el siguiente, se observa para las tres primeras ediciones (2000-2005-2010) una regularidad cada cinco años, que luego es modificada con una cuarta, y última, encuesta a los dos años (2012). Habiendo transcurrido ocho años de su última realización, este país no fue incluido en el abordaje cualitativo que se realizó en este trabajo con funcionarias/os responsables del diseño de encuestas nacionales para los países con regularidad vigente en la actualidad.
12 Este informe utilizó fuentes secundarias de la Encuesta Nacional de Hogares de 2001.
13 Entre 1998 y 2008 fueron incorporadas cuatro nuevas temáticas, aunque se excluyó la temática Vivienda que fue abordada en el primer subperíodo.
14 Estos informes utilizaron fuentes secundarias de la Encuesta de Hogares de 2013.
15 Los informes 2015, 2017 y 2019 utilizaron fuentes secundarias de la Encuesta Nacional de Hogares, la encuesta demográfica y de salud familiar, los censos nacionales, la encuesta de victimización y la Primera Encuesta Virtual LGBTI, entre otras.
16 Si bien el tema Violencia y victimización fue abordado en todos los subperíodos, aparece con mayor frecuencia en el último, al ser relevado por diez países de un total de diecisiete que aplicaron encuestas: Nicaragua (2009), Uruguay (2009-2013-2018), Colombia (2012), México (2012), Chile (2012-2015-2018), Brasil (2013), Argentina (2014), Panamá (2014), Perú (2017 y 2019), Paraguay (2018).
17 Nicaragua (2009), México (2010), Paraguay (2010), Perú (2011), Guatemala (2011), Colombia (2012), Cuba (2012-2016) y Honduras (2016-2018).
18 Las encuestas realizadas en Honduras (2016-2018) cubren los departamentos que concentran los mayores movimientos migratorios. Esto se debe a que, precisamente, uno de los propósitos de los relevamientos se centra en dicho tema.
19 El trabajo de Navarro Briones (2005) refleja un importante esfuerzo en esta línea.
20 Dina Krauskopf (2015) realiza una problematización acerca de los marcadores etarios definidos por los organismos públicos de juventud.
21 Las culturales juveniles, en tanto expresiones culturales que se diferencian de las producidas por grupos de otras edades, permiten observar diferencias generacionales.
22 De acuerdo con la información disponible en el sitio oficial «esta iniciativa pone a disposición de la comunidad juvenil quince centros (uno por región) que facilitan el acceso de los jóvenes a espacios culturales, educacionales y sociales. Con esto se pretende aumentar las instancias de participación e inclusión social de los jóvenes».
23 Plan destinado a la inclusión educativa, social, laboral y productiva de jóvenes de entre 15 y 35 años. La Ley de Sistemas de Cuidado (2021) reconoce las labores de cuidado y establece el derecho a ellas.
24 Plan destinado a la inclusión educativa, social, laboral y productiva de jóvenes de entre 15 y 35 años. La Ley de Sistemas de Cuidado (2021) reconoce las labores de cuidado y establece el derecho a ellas.
25 Estableció cambios normativos para prohibir la inscripción de matrimonios que incluyan a menores de edad ante el Registro Civil y aumentó la edad mínima de 13 a 15 años para el consentimiento sexual.
26 Según la Ley de la Persona Joven 8261, es el órgano colegiado y máximo representante de la Red Consultiva. La Asamblea está constituida por representantes de Comités Cantonales de la Persona Joven, universidades públicas y privadas, instituciones parauniversitarias, partidos políticos con representación parlamentaria, grupos étnicos, organizaciones no gubernamentales, asociaciones de desarrollo integradas por personas con discapacidad.
27 Para profundizar sobre los aspectos técnicos-metodológicos de cada encuesta se ofrece la información detallada en el Conjunto de datos (https://perio.unlp.edu.ar/ojs/index.php/revistadejuventud/article/view/7481/6506) que acompaña el presente artículo.
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