Artículos

Escritura literaria e identidad de género en la virtualidad. Relatos de vida de jóvenes en Instagram

Literary Writing and Gender Identity in Virtuality. Life Stories Written by Young People on Instagram

Victoria Saez
Universidad de Buenos Aires, Argentina
Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), Argentina

Revista Argentina de Estudios de Juventud

Universidad Nacional de La Plata, Argentina

ISSN-e: 1852-4907

Periodicidad: Frecuencia continua

núm. 18, e082, 2024

direccion.publicaciones@perio.unlp.edu.ar

Recepción: 02 Octubre 2023

Aprobación: 28 Diciembre 2023

Publicación: 27 Febrero 2024



DOI: https://doi.org/10.24215/18524907e082

Resumen: En este trabajo analiza la construcción de identidades de jóvenes en redes sociales a partir de la escritura. El abordaje metodológico combina una encuesta en dos escuelas secundarias de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina, la realización de entrevistas en profundidad y una exploración desde la etnografía virtual de las producciones y experiencias de un adolescente trans que escribe textos literarios y autobiográficos en Instagram. Desde el enfoque biográfico, se reconstruye su relato de vida a partir de sus publicaciones virtuales y de las entrevistas. Se concluye que las prácticas de escritura en redes sociales aportan herramientas para las configuraciones identitarias de las juventudes, en particular, las identidades sexo-genéricas diversas.

Palabras clave: redes sociales, subjetividad, adolescentes, identidad.

Abstract: This work analyze identity configurations of young people in social networks from writing. Starting from a methodological approach that combines a survey in two secondary schools in Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina, in-depth interviews and an exploration from virtual ethnography, we will analyze the productions and experiences of a trans adolescent who writes literary and autobiographical texts on Instagram. From the biographical approach, his life story will be reconstructed from his virtual publications and interviews. It is concluded that writing practices in social networks provide tools for the identity configurations of young people, among which the inscription of diverse sex-generic identities stands out.

Keywords: social media, subjectivity, adolescents, identity.

Introducción

Es fatal para cualquiera que escriba pensar en su sexo.

Es fatal ser un hombre o una mujer lisa y llanamente.

Hay que ser Mujer-Hombre u Hombre-Mujer.

(Woolf, 1928)

La profesora ingresa al aula y comienza a leer los nombres que figuran en la lista de estudiantes. Las manos se van levantando al grito de «acá» o «soy yo», hasta que la pronunciación de un nombre hace que el grupo deje de hablar y de moverse. «No soy más Melina, soy Marcos», dice alguien desde el centro del aula, con una voz clara y fuerte que rompe el tenso silencio. La profesora escribe el nombre en el papel y promete que hablará con las autoridades para que lo modifiquen en el resto de los documentos. Hacía un año que el estudiante había anunciado su cambio de género en la escuela. Por eso, llama la atención el error de la lista, que se adjudica a la desorganización del comienzo del año y que el grupo de estudiantes promete no dejar que vuelva a suceder. Conocen de cerca la transición de género de Marcos y sus posturas al respecto; por sus manifestaciones en la escuela pero, sobre todo, por sus publicaciones en la red social Instagram, donde lo siguen, lo leen y comentan sus poemas y sus producciones audiovisuales, junto con otros/as seguidores/as que hacen lo mismo.

¿De qué manera la escritura en espacios digitales se vuelve un terreno para la definición de identidades y, en particular, de identidades de género? ¿Cómo influyen las lógicas de las redes sociales virtuales en estas experiencias? ¿Con qué formas y mediante qué recursos las juventudes cuentan sus vidas en estos espacios? ¿Qué implica este cruce entre escritura, literatura e identidad en la virtualidad?

Estos interrogantes surgen a partir de experiencias como la que se detalla al comienzo, vivida por la autora en 2019, cuando se desempeñaba como profesora de Lengua y Literatura en una escuela secundaria de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA), Argentina. Con el fin de arribar a algunas respuestas y reflexiones, el presente artículo indaga en las prácticas de jóvenes que cursan la escuela secundaria y que escriben literatura en redes sociales, y en su cruce con la definición de identidades sexo-genéricas.

Se identifican dos aspectos clave que marcan las prácticas escritas de las juventudes en redes sociales. Por un lado, el hecho de que Internet es un reservorio de historias contenidas en todos los géneros y combinaciones: narraciones, poemas, textos ficcionales y no ficcionales, que circulan en forma textual, oral y audiovisual. Muchos de estos contenidos son autobiográficos (Meccia, 2019a), propiciados por la lógica de las redes sociales que demandan una constante «exhibición de la intimidad» (Sibilia, 2008, p. 10). Estas experiencias se potencian en las juventudes, que, nacidas bajo el predominio de los medios digitales, están cada vez más habituadas a que todas sus vivencias –la sociabilidad, la educación y el ocio– sean en entornos virtuales (Urresti y otros, 2016); más aún, a partir del aislamiento y el distanciamiento obligatorios por la pandemia covid-19 que irrumpió a principios de 2020. Por otro lado, en el marco de una cultura participativa (Jenkins, 2008) donde los sujetos dejan de ser consumidores pasivos y se vuelven productores de contenidos en espacios digitales, las prácticas en torno a la cultura escrita han tomado nuevas formas de circulación y de producción. En este marco, hay jóvenes que leen y escriben literatura individual y colectivamente, forman parte de comunidades virtuales y publican sus producciones escritas en distintas plataformas. En estos procesos, definen sus subjetividades, su sociabilidad, su orientación sexual, su identidad de género, sus inclinaciones políticas… La escritura, como sostiene Leonor Arfuch (2007), constituye un «vasto laboratorio de la identidad» (p. 98), potenciado, en la actualidad, por el desarrollo tecnológico.

Con el propósito de analizar de qué forma dialogan estas dos dimensiones, en el presente artículo se observa la configuración de las identidades juveniles y las narrativas biográficas a partir de la producción textual autobiográfica y literaria en la virtualidad. Para esto, en los primeros apartados se establecen las nociones conceptuales y metodológicas desde donde se parte y se trazan las características de las plataformas digitales y las prácticas escritas que se realizan en estos espacios. A continuación, se desarrollan los resultados de la investigación empírica. Para esto, en primer lugar, se toman resultados del trabajo de campo realizado en dos escuelas secundarias de CABA que ofrecen un acercamiento a las prácticas juveniles en torno a la cultura escrita en redes sociales. En segundo lugar, desde el enfoque biográfico (Bertaux, 2005), se analiza el relato que realiza Marcos de su vida, sus publicaciones escritas en Instagram y los testimonios extraídos de entrevistas personales, con foco en la narrativa del cambio de género como momento bisagra (Kornblit, 2017; Bertaux, 2005). El artículo cierra con reflexiones en las que se sostiene que si bien las redes sociales imprimen lógicas de exhibición del yo, de individualismo y de competencia, las prácticas de escritura que en ellas tienen lugar, mediadas por la multimodalidad y la interacción, aportan herramientas para las configuraciones identitarias y autobiográficas de las juventudes, y permiten la inscripción y la visibilización de identidades sexo-genéricas diversas.

Decisiones metodológicas y nociones clave

El abordaje combina métodos cuantitativos y, principalmente, cualitativos, basados en un trabajo de campo que se llevó a cabo entre marzo de 2020 y diciembre de 2021. En ese período, se realizaron encuestas en escuelas secundarias y entrevistas a jóvenes estudiantes que escriben y publican textos en redes sociales.1 De manera particular, se analizan los testimonios y los escritos de Marcos, un joven trans que publica poesía y textos literarios y autobiográficos en Instagram, a fin de conocer su trayectoria en relación con la literatura en tanto productor, su percepción de estas experiencias y la forma en la que narra y configura su identidad y su género en la virtualidad. Se entiende, junto con Luis Enrique Alonso (1995), que las entrevistas en profundidad son herramientas fundamentales para acceder a información relevante contenida, experimentada y reflexionada por la persona entrevistado/a.

A partir de situar a la escritura como una práctica cultural y sociohistórica, en la que también entran en juego historias individuales y colectivas (Sawaya & Cuesta, 2016), el presente estudio indaga en los textos literarios escritos por Marcos (entre los que se incluyen poesía y textos autobiográficos) en torno a su identidad de género, en tanto se considera a la escritura como una vía rica para la exploración de los relatos de vida por su capacidad de facilitar la «constitución de una conciencia reflexiva en el narrador» (Bertaux, 1999, p. 9). Las producciones y las experiencias en redes sociales se abordan desde la etnografía virtual, definida, por Elisenda Ardèvol y otros (2003), como un método en el que el aspecto textual es solo una parte más del objeto de estudio, y los dispositivos, las interfaces y los recursos multimodales son considerados como estructuradores de la sociabilidad, y no como meros posibilitadores de acciones.

El método biográfico constituye el lente para analizar el relato de vida del joven. En este punto, cabe especificar la diferencia que establece Daniel Bertaux (2005) entre «historia de vida» (life history) y «relato de vida» (life story): mientras la primera refiere a la reconstrucción de la trayectoria vital de una persona, a partir de sus testimonios y del cotejo con datos del contexto sociohistórico, el segundo se centra en las narraciones de las personas, es decir, en la forma en la que cuentan su vida (Bertaux, 1999), cargándola de valoraciones y de significaciones (Meccia, 2019b). Este trabajo se centra en este último enfoque y combina los tres métodos del análisis sociobiográfico que postula Ernesto Meccia (2019b): el temático, el estructural y el interactivo. El primero consiste en identificar los temas que predominan en las tramas contadas por los/as narradores/as sobre sus vidas. El segundo se basa en la forma en la que se organizan estas narrativas a partir de los actantes que intervienen en la trama, los recursos narrativos que utiliza el narrador para que su relato sea convincente y las «cláusulas» o los modelos que dan forma al relato para constituir un mensaje general de la narración. El tercero radica en observar la relación que el narrador establece desde su discurso con los otros.

Sin perder de vista que las narraciones biográficas suelen centrarse, como señala Ana Lía Kornblit (2017), en un aspecto particular de cada experiencia de vida, en este caso, se focaliza en el momento del cambio de identidad de género que se presenta como «punto de viraje» (Kornblit, 2017; Bertaux, 2005) de la narrativa, en tanto es expuesto por el narrador como el momento bisagra en su biografía.

Si bien se considera que no es posible extraer una generalización de los resultados obtenidos, la intención es alcanzar una aproximación a las prácticas de escritura literaria en la virtualidad, a la forma en la que estas aportan elementos clave para la construcción identitaria de los relatos de vida entre jóvenes y al modo en el que estas prácticas se experimentan y se perciben. Como apunta Daniel James (2004) desde la historia oral, el relato de vida de una historia individual es una fuente para acceder al conocimiento histórico, pero, sobre todo, para observar el universo social y cultural de las personas y para entender cómo lo viven y lo experimentan, a través del modo en que cuentan los hechos. Entonces, el testimonio oral permite abordar la agencia y la subjetividad de la historia, a la vez que la singularidad de una vida –y la forma en la que es relatada– constituye un producto histórico cultural que aporta datos sobre la sociedad en la que se encuentra inmersa (James, 2004).

En línea con lo propuesto por Arfuch (2007), se entiende a los textos autobiográficos como una forma de contar la vida en la que confluyen diversos géneros, formas, experiencias, expectativas. Para la autora, este tipo de literatura en la que emerge un «yo» como narrador y garante se consolida, junto con el afianzamiento del capitalismo y del mundo burgués, como una marca del individualismo típico de Occidente:

La sola mención de lo «biográfico» remite, en primera instancia, a un universo de géneros discursivos consagrados que tratan de aprehender la cualidad evanescente de la vida oponiendo, a la repetición abrumadora de los días, a los desfallecimientos de la memoria, el registro minucioso del acontecer, el relato de las vicisitudes o la nota fulgurante de la vivencia, capaz de iluminar el instante y la totalidad. Biografias, autobiografias, confesiones, memorias, diarios íntimos, correspondencias, dan cuenta, desde hace poco más de dos siglos, de esa obsesión de dejar huellas, rastros, inscripciones, de ese énfasis en la singularidad que es a un tiempo búsqueda de trascendencia (2007, p. 11).

Sin embargo, si bien no es una novedad absoluta la visibilidad de lo privado en la escritura, en los últimos años las maneras de concebir y de contar las intimidades y las identidades se han transformado y diversificado (Giddens, 1995), una tendencia que con el actual desarrollo digital se ha profundizado (Sibilia, 2008). Las redes sociales se han vuelto un reservorio que aloja infinidad de relatos de vida, donde la creación, la escritura y la conectividad se cruzan en un espacio biográfico que se abre a la existencia virtual (Arfuch, 2007).

Un entramado complejo: la escritura en redes sociales

Lanzada en 2010 como una aplicación para iPhone, Instagram se ha convertido en una de las redes sociales más populares entre los/as jóvenes (Márquez & Lanzeni, 2018). Y aunque la velocidad del desarrollo tecnológico impone constantemente nuevas plataformas (podemos mencionar, por ejemplo, el auge de TikTok), Instagram continúa siendo en la vida juvenil un espacio fundamental para la sociabilidad y la definición de identidades. La red propone un formato donde lo primordial es la imagen, y se incentiva y se facilita a los/as usuarios/as la posibilidad de sacar, de editar y de compartir fotografías y videos. Esta cultura de la imagen habilita a conectarse, a presentarse y a mostrarse con otros/as, conocidos o desconocidos (Manovich, 2017).

A diferencia de otras redes sociales, Instagram permite un vínculo unidireccional donde un/a usuario/a puede seguir la cuenta de otro/a sin esperar que sea mutuo; así, muchos/as buscan acumular el capital basado en seguidores y en likes para transformarse en «microcelebridades» (Marwick, 2013). Como señala Boris Groys (2014), con el fácil acceso a herramientas audiovisuales, cruzadas con Internet y su distribución global, cada vez más, las personas se ven «obligadas» a diseñar su propia imagen en la virtualidad, y la escritura, junto con la imagen, son elementos fundamentales para estas prácticas.

Dentro de los estudios sobre la escritura en espacios digitales y su vinculación con la definición de identidades juveniles, se destacan los trabajos enmarcados en los Nuevos Estudios de Literacidad (Barton & Hamilton, 2004; Zavala, Niño-Murcia & Ames, 2004; Cassany, Quer & Hernández, 2010; Cassany & Hernández, 2012) que entienden a las prácticas letradas como prácticas sociales que se desarrollan en ámbitos culturales específicos. Desde esta corriente, se ha indagado cómo se construyen las historias de vida y las identidades a partir de recursos multimodales en redes sociales como Facebook (Vargas, 2016) o Instagram (Pérez & Cassany, 2018). En este último trabajo, Marina Pérez y Daniel Cassany (2018), analizan la escritura de adolescentes en sus perfiles de Instagram y destacan dos rasgos principales: la multimodalidad, fundamentada en la combinación de la producción escrita con recursos semióticos como la imagen y el sonido; y la posibilidad de la expresión del yo, es decir, de la construcción de las identidades. Los/as autores/as señalan que las identidades configuradas en espacios virtuales no pueden ser separadas de las representadas en entornos reales, pues estas dimensiones constituyen un entrelazamiento inescindible

¿Qué tipo de identidades juveniles se presentan en las redes sociales? Magdalena Lemus (2021) observa que entre ciertos grupos de adolescentes predomina un tipo de exposición basada en la imagen corporal y en determinados estilos de vida que reproducen modelos de belleza hegemónicos y estereotipos de género. Sin embargo, trabajos recientes han explorado que las redes sociales también pueden albergar identidades de género y sexuales diversas, lo que indica que si bien se basan en normas y en símbolos que operan en la vida fuera de la web, también pueden funcionar como herramientas de producción de saberes y de identidades que impliquen el resquebrajamiento de tales normas, dando a las minorías sexuales y de género mayor lugar para la expresión de sentimientos, para la construcción de relatos colectivos diversos y para la redefinición de identidades (Lozano-Verduzco, 2021; Pérez, 2017).

Otro camino para el abordaje de las escrituras de jóvenes y su relación con las identidades sexo-genéricas se ha trazado desde la didáctica de la lengua y la literatura (Sardi, 2017; Campos, Grippo & Sardi, 2017). En estos trabajos se analizan producciones literarias de estudiantes de escuelas secundarias y se señala que la escritura es un terreno en el que existen diversos modos de expresión identitaria en relación con inscripciones sexo-genéricas. Así, se pondera la necesidad de incluir en las instancias de aprendizaje la multiplicidad de voces, de experiencias, de vivencias y de afectividades sexuadas. Si bien no se centra en la escritura en redes sociales, cabe destacar el trabajo de Vanesa Lucía Carreras (2022), quien indaga en la producción de narrativas de disidencias sexuales en jóvenes a partir del análisis del caso de un estudiante de una escuela secundaria rural de la provincia de Buenos Aires y observa que el cuerpo constituye para las juventudes un «territorio narrativo» (p. 20), aspecto que también veremos en el caso analizado.

La indagación en las experiencias, las percepciones y las producciones de jóvenes que escriben textos literarios y autobiográficos en la red social Instagram, así como la observación de las identidades de género que se configuran en esos espacios, constituyen dimensiones poco exploradas desde los estudios académicos. Nutriéndose de las herramientas de la perspectiva biográfica, este trabajo busca realizar una contribución en este campo.

Entonces, si las plataformas digitales, por un lado, abren la posibilidad de ser creadores/as, de formar colectivos, de establecer lazos sociales y de definir identidades, por el otro, también imponen un sistema de jerarquías basado en los votos y en los seguidores (Van Dijck, 2016). Esto obliga a los/as usuarios/as a una producción constante de contenidos que compiten por la atención de las audiencias, al tiempo que exige una exposición del yo cada vez mayor. De este modo, los espacios digitales cruzados con las prácticas de escritura constituyen un entramado lleno de tensiones y de pujas en el que las juventudes se mueven, y en cuyo vaivén van definiendo sus identidades.

La cultura escrita en entornos tecnologizados: aproximaciones de un trabajo de campo

Con el fin de obtener un indicador sobre algunas de las experiencias literarias juveniles en la web, se llevaron a cabo entrevistas grupales e individuales y una encuesta virtual en dos escuelas secundarias públicas ubicadas en los barrios de La Paternal y de Villa Crespo, ambos en el centro de CABA.

En la encuesta, realizada en mayo de 2020, se obtuvieron 175 participaciones sobre un total de 320 estudiantes (100 en una institución y 220 en otra), distribuidas en todos los años de ambos establecimientos educativos. Mediante formularios de Google, se creó un cuestionario con diez preguntas que ofrecía opciones de elección múltiple y posibilitaba el envío de nuevas respuestas.2

La encuesta se hizo llegar a los/as estudiantes por distintos medios electrónicos, principalmente, por WhatsApp, y se apeló a la viralización.3 Los resultados fueron obtenidos a partir de métodos por conveniencia, por lo que constituyen un muestreo no probabilístico.

Un primer dato para destacar se encuentra en la pregunta referida al género. Sobre el total de 175 participantes, el 5,7 % (10 respuestas) contestó que prefiere no decir su género y el 3,5 % (6 respuestas) sostuvo que se identifica con un género no binario.

Otro aspecto que interesa recuperar es el que apunta a la elección de sitios digitales para leer textos literarios. Del total de participantes, 102 respondieron a esta pregunta de manera afirmativa (58,2 %); de ellos, un 44,1 % (45 respuestas) señaló a Instagram como el sitio elegido para leer literatura, debajo del 60,8 % (62 respuestas) que mencionó la lectura de archivos en formato PDF. Muchas respuestas explicaban que leer en la mencionada red social era una forma de acceder a los textos –más que nada poesías y frases– que escribían pares.4

Al indagar en torno a quiénes escribían literatura, sobre el total de 175 participantes, el 40,6 % (71 respuestas) contestó «A veces» y el 38,3 % contestó «Sí» (67 respuestas) [Gráfico 1]. Al consultar a estos últimos (138 respuestas afirmativas), si compartían lo que escribían, el 13 % (18 respuestas) afirmó que «Sí», el 49,3 % (68 respuestas) indicó que «A veces» y el 37,7 % (52 respuestas) contestó que «No» [Gráfico 2].

Respuestas a la pregunta
«¿Escribís literatura?»
Gráfico 1
Respuestas a la pregunta «¿Escribís literatura?»
Fuente: elaboración propia

Respuestas a la pregunta
«¿Compartís lo que escribís?»
Gráfico 2
Respuestas a la pregunta «¿Compartís lo que escribís?»
Fuente: elaboración propia

En la pregunta referida a los sitios en los que compartían los textos que escribían, se obtuvo un total de 76 respuestas. La opción más elegida fue Instagram, con el 25,08 % (33 respuestas), ubicándose apenas detrás de la opción «lo comparto de manera privada a algunas personas», que obtuvo el 31,9 % (42 respuestas) [Gráfico 3].

Respuestas a la pregunta
«¿Dónde compartís lo que escribís?»
Gráfico 3
Respuestas a la pregunta «¿Dónde compartís lo que escribís?»
Fuente: elaboración propia

Otro eje del trabajo de campo radicó en la realización de entrevistas grupales e individuales a cuatro estudiantes que indicaron publicar textos literarios propios en Instagram.5 La selección se llevó a cabo por el método «bola de nieve» (Taylor & Bogdan, 1990) que permitió que los/as entrevistados/as recomendaran a otros/as estudiantes que también escribían literatura y la publicaban en sus redes sociales. La entrevista grupal se llevó a cabo, de manera presencial, en marzo de 2020; las entrevistas individuales, que se realizaron luego, fueron virtuales: tres, de manera sincrónica mediante la plataforma Zoom; una, de manera asincrónica, por audios de WhatsApp. Todas las entrevistas fueron grabadas y luego transcritas.

Las preguntas buscaron indagar en sus hábitos de lectura literaria y, sobre todo, de escritura literaria, así como en sus experiencias respecto a la publicación en redes sociales. Para esto, se propiciaron conversaciones amenas que permitieran generar confianza y que posibilitaran acceder a las percepciones de los/as interlocutores.

En los testimonios se observan rasgos comunes; entre ellos, la utilización de diversos recursos audiovisuales que son aplicados junto con la producción escrita.

Utilizo la narración y la fotografía, leo historias o poemas cortos que escribo sobre fotos que saco. No me gusta ponerlo escrito tal cual, siento que lo lee menos gente» (Manuela, 16 años, marzo de 2020).

Escribo poesías, canciones y frases, y las voy subiendo, así ordenaditas. A veces, también subo alguna foto de algún paisaje que me gusta cómo queda en el feed. Lo escribo en unas notas, una aplicación que me instalé que tiene una paleta de colores con la que podés ponerle color a las imágenes donde escribís. Me encanta cómo queda y siento que a la gente le gusta (Juana, 15 años, mayo de 2020).

Se vislumbra, también, de qué forma opera en estas experiencias la lógica de las redes sociales, basada en la visibilidad y en la respuesta. La motivación para escribir y para publicar literatura se funda en dos cuestiones principales: el placer liberador del acto creativo y la posibilidad de que las producciones lleguen a otras personas, pues los comentarios y la aprobación son valores fundamentales en estas prácticas.

Una vez, en mi Instagram normal, subí una foto de una flor y puse algo en la parte de abajo, algo que salió de la nada y me encantó. Me comentaron que «si la poesía era mía» y «qué linda que era». Y como vi que la gente subía textos, dije: «Bueno, ahora que estoy escribiendo tantas poesías ¿y si las empiezo a subir?». Me abrí una cuenta especial para publicarlas. Me gustan, veo que a la gente le gustan también y eso me motiva a seguir escribiendo. A seguir publicando, en realidad. Porque yo siempre sigo escribiendo, porque me encanta, porque siento que lo tengo que hacer, porque lo hago todos los días y me libera (Julieta, 15 años, mayo de 2020).

El tiempo que demanda la red social para obtener visibilidad es un aspecto que se menciona constantemente en los testimonios, así como el trabajo que implica realizar las producciones y la frustración que genera no obtener la respuesta esperada.

Yo antes tenía un blog donde subía textos. Pero no lo veía casi nadie, solo gente de mi WhatsApp cuando subía el link. Lo veían quince personas, y era aburrido. Entonces, me pasé a Instagram y empecé a subir en ambos lados, y me di cuenta que tenía mucha más llegada, por los hashtag y esas cosas... Un día me compartieron. Una persona desconocida, que me empezó a seguir de la nada, le «regaló» un texto mío a su novia. Yo lo vi porque subió la historia y fue una emoción, «¡Guau, me dedicaron!». Pero como no soy muy constante no tengo tantos seguidores (Manuela, 16 años, marzo de 2020).

Otro punto que emerge al indagar en este tipo de prácticas es que la escritura literaria en redes sociales también es un espacio para la definición de identidades, la producción de relatos de vida y la configuración de lazos sociales y sexoafectivos.

Muchas veces, se mezcla lo personal con la poesía que subo. Una vez, escribí algo sobre algo que viví. Estaba enojada y quería que una persona en particular lo escuche. Alguien con quien salía. Le pedí a dos amigos si me ayudaban a grabarlo para subirlo a la cuenta y quedó bueno, sonaba como una discusión de varias voces (Manuela, 16 años, marzo de 2020).

Más allá de las tensiones y las exigencias que implica producir contenidos en redes sociales, la escritura en jóvenes aparece, también, como una práctica liberadora que les permite establecer lazos, definirse y desahogarse: «Escribir es lindo cuando es sincero, porque salen palabras hermosas. Me hace bien escribir, escribo más cuando me pasan cosas feas, desde la infelicidad» (Moro, 17 años, junio de 2020).

Si bien estos resultados carecen de una naturaleza probabilística, el acercamiento permite dar cuenta de la relevancia que tiene Instagram en los hábitos de lectura y de escritura literarios en cierta población de jóvenes, y para comprobar que el caso analizado en el siguiente apartado no constituye una situación aislada.

«Poner algo real en un lugar donde todo es fingido» o la escritura en redes sociales. Un estudio de caso

Marcos es un joven trans que, al momento de realizarse esta investigación, tenía diecisiete años y cursaba el último año de educación secundaria en una institución pública orientada en artes. Todos los días, viajaba a la escuela, en el barrio de Villa Crespo, desde su casa en Villa del Parque, ambas zonas ubicadas en el centro de CABA y habitadas, mayormente, por clases medias. Marcos vivía con su padre, que es arquitecto; con su madre, que es contadora; y con su hermano mayor que estudia administración de empresas en una universidad privada.

La selección de este informante principal se sustentó en tres razones. En primer lugar, porque es un joven que escribe y que publica textos literarios, principalmente poéticos, en su cuenta personal de Instagram. En segundo lugar, porque la mayoría de estos materiales son autobiográficos y refieren a su identidad de género y a su transición; un rasgo autorreferencial que permite abordar una de las formas en la que parte de las juventudes se vincula con la literatura. En tercer lugar, porque Marcos fue alumno de la autora de este artículo, lo que permitió iniciar las conversaciones desde un lugar de confianza y habilitó al entrevistado a proporcionar información y datos que no siempre se revelan en el marco de una entrevista.

Marcos relata que siempre le gustó la literatura. Si bien en su casa lo incentivaron comprándole libros desde chico, en su familia es el más lector y el más vinculado con el mundo del arte. Para publicar sus escritos utiliza distintos lenguajes artísticos, como el collage y los videos que él mismo edita a partir de imágenes que captura. El tema principal en sus publicaciones se relaciona con su identidad de género y con el momento en el que manifestó su cambio de género, a los 14 años, cuando dijo en el colegio que se autopercibía varón y que quería que dejaran de nombrarlo por su nombre de mujer. Siguiendo los protocolos que establece la Ley de Educación Sexual Integral (ESI) (https://servicios.infoleg.gob.ar/infolegInternet/anexos/120000-124999/121222/norma.htm),6 la escuela cambió los nombres de las listas y lo acompañó en este proceso, incluso al momento de informarle a la familia. En los últimos años, estos movimientos no son infrecuentes en la institución. Por ejemplo, en el curso de Marcos, de treintaitrés estudiantes, tres cambiaron de género en el transcurso de su educación secundaria. En este sentido, Carreras (2022) señala que lo escolar puede resultar un espacio significativo para la producción y el reconocimiento de narrativas de disidencias sexuales, entendiéndolas como aquellas sexualidades que no forman parte ni de la norma ni de la expectativa de la heterosexualidad.

El momento de transición de género constituye en el relato de vida de Marcos un «punto de viraje», definido por Kornblit (2017) como «una encrucijada a partir de la cual el itinerario biográfico de la persona toma un rumbo distinto o inicia una nueva etapa» (p. 20). El joven narra esta experiencia en forma oral sobre un collage de fotos viejas y actuales donde se muestran fragmentos de su cuerpo. En la publicación, lo escuchamos relatar:

El 31 de marzo de 2018, día de la visibilidad trans –aunque yo no sabía esto– y un día antes de mi cumpleaños, tuve una crisis bastante grande. Era un sábado a la noche y yo estaba solo, aburrido y angustiado, a horas de cumplir 14 años. 14 años habitando un cuerpo, teniendo un nombre y una personalidad. Nada lo sentía mío. En este momento empieza la disociación. Me veo desde afuera. ¿Quién soy? ¿Por qué tengo estos rasgos? ¿Por qué me duele nombrarme? Quise distraerme, así que empecé a dibujar. Para ver si aclaraba alguna duda, decidí hacer un autorretrato. Una vez terminado, por más que tuviera mi pelo, mis cejas y mi vestido, seguía sin sentirlo propio. Frustrado y perdido, me puse a ver fotos de cuando era más chico. De nuevo el planteo: ¿Quién soy? ¿Por qué tengo estos rasgos? ¿Por qué no nací siendo un chico? (Voz en off sobre foto Instagram, abril de 2020).

El relato puede ser leído como una «epifanía», definida por Norman Denzin (1989) como un momento bisagra que deja marcas en la vida de una persona, altera sus estructuras de significados fundamentales e impulsa la percepción de una nueva identidad. En palabras de Michèle Leclerc-Olive (2009), se trata de «giros de la existencia» (p. 4), puntos nodales de la experiencia biográfica en los que «las representaciones incorporadas de uno mismo, de la sociedad y del mundo son alteradas; situaciones en las que el sujeto se interroga, interpreta, intenta encontrar un sentido, producir nuevas representaciones» (p. 19).

El texto presenta dos marcas que parecen sostener la lógica de la historia como fundamento de este viraje. En primer lugar, la conexión que el narrador establece entre la fecha y las dudas sobre su identidad de género emerge como un recurso narrativo que vuelve inteligible esta experiencia (Meccia, 2019b). En segundo lugar, en el texto se configura la creación artística como un modo de acceso al conocimiento del yo. La escena en la que el narrador hace un autorretrato, y no se reconoce, es fundacional. En todo el relato de Marcos, tanto en sus publicaciones en redes como en la entrevista,7 la creación artística toma un rol protagónico, una fuerza que incide en el trayecto de su vida. La escena donde se lo ve retratando su rostro funciona como espejo de lo que hará con su propia identidad. Al igual que en un dibujo, Marcos construye un mensaje cuando diseña su cuerpo (que interviene con distintas vestimentas y modifica al tomar hormonas) y su nombre (cuyo cambio, según cuenta, confirma aún más cuando adquiere el Documento Nacional de Identidad con nombre de varón).

Esto se reafirma en un texto que publica unos meses después, acompañado por un collage, compuesto por la imagen de una niña pequeña con un vestido rosa y un globo de diálogo en el que se lee: «Aunque me gusten los vestidos y las muñecas en unos años voy a ser nene (y me van a seguir gustando)» [Imágenes 1 y 2].


Texto publicado por Marcos en su feed de Instagram (el nombre de usuario fue borrado para preservar el anonimato del joven)
Imagen 1
Texto publicado por Marcos en su feed de Instagram (el nombre de usuario fue borrado para preservar el anonimato del joven)
Fuente: cuenta personal de Marcos, junio de 2020

Collage publicado
por Marcos en su feed de
Instagram (el rostro fue retocado para preservar el anonimato del
joven)
Imagen 2
Collage publicado por Marcos en su feed de Instagram (el rostro fue retocado para preservar el anonimato del joven)
Fuente: cuenta personal de Marcos, junio de 2020

Varias reflexiones se desprenden de estas publicaciones. En primer lugar, que los dispositivos digitales han generado, tal como señala Meccia (2019a), que las personas sean productoras permanentes de sus propios contenidos biográficos. En este caso, la escritura pública de la historia la dota de sentido y de fuerza. En segundo lugar, se observa el carácter dialógico (Bajtín, 2002) del relato. El texto establece un diálogo con otras voces, como las de la comunidad trans a las que les da lugar para luego diferenciarse. Este carácter relacional también se manifiesta mediante los hipervínculos con los que el/la narrador/a se conecta con otros usuarios de la red y que refuerzan esta idea de comunidad. En tercer lugar, las imágenes propias, intervenidas y editadas, logran potenciar el mensaje. Como señala Lev Manovich (2017), Instagram propicia el surgimiento de una estética que hace que los/as usuarios/as diseñen imágenes para diferentes condiciones de recepción: pantallas pequeñas de teléfono, tiempo de visualización muy rápido y competencia con todas las demás imágenes (de la red y del mismo usuario). Las «nuevas tecnologías de la presencia» (Archuf, 2007, p. 61), habilitadas por la globalización y por el desarrollo tecnológico, posibilitan la manifestación pública de nuevas narrativas, de modelos de vida y de identidades –políticas, de género, sexuales, etc.– que revalorizan la idea de minoría como diferenciación y como desafío de la norma. Finalmente, se percibe que el recurso narrativo –dominante en los relatos de Marcos– es político y se vincula con la lucha por el reconocimiento del género como una construcción cultural en permanente cambio (Butler, 2007). Este recurso le permitirá a quien narra volver convincente (para el resto y para sí) su relato de vida (Meccia, 2019b).

Judith Butler (2007) advierte que el género es algo que se construye culturalmente, tiene una multiplicidad de interpretaciones y se caracteriza por la performatividad, lo que incluye a la ropa como un lenguaje, como un signo que enuncia. Estas concepciones atraviesan los textos de Marcos y se reafirman en la entrevista.

A veces, es ir a otro lado y no saber qué me va a esperar… No sé, por ejemplo, tener que vestirme re masculino, porque sino me van a tratar en femenino, o me van a preguntar mi género, y eso sí es algo que tengo re presente. Sé que si salgo en pollera me van a tratar en femenino, aunque ahora con la testosterona me está cambiando la voz, y quizás en la calle desconocidos me hablan o me tratan en masculino, y está bueno (Entrevista a Marcos, mayo de 2021).

En el relato, la sociedad parece estar representada por personas desconocidas que Marcos puede encontrar en su vida. Estas aparecen, por un lado, como otros discursos con los que dialoga y con los que se enfrenta (las pretensiones de que un varón debe usar determinada ropa) y, por el otro, como actantes que tienen capacidad de agencia en sus actos, en este caso, en cómo se arreglará para salir. La apariencia corporal de Marcos «se convierte en un elemento fundamental del proyecto reflejo del yo» (Giddens, 1995, p. 129) y esta comprensión del cuerpo como sistema de acción –que puede ir cambiando según el momento en el que se encuentra– se potencia en su relato de vida.

Por otra parte, cabe señalar la mención de Marcos a la época de aislamiento y de distanciamiento obligatorio por covid-19, implicó para él un tiempo de cierta introspección y autoconocimiento, así como mayor tiempo para escribir y para publicar en sus redes sociales.

En la cuarentena, al estar más tiempo solo y ponerme cosas, fue como darme cuenta de «ok, me gusta lo femenino, la ropa y maquillarme». Cosas que no tengo por qué odiarlas. Y nada, cada vez fui rompiendo más esas barreras. Como que el género es algo abstracto, algo fluido. Me gusta la ropa, me gusta la moda y armarme el outfit… Si me gusta y me queda bien, no me importa si un vestido es de mujer o no (Entrevista a Marcos, mayo de 2021).

En la entrevista, Marcos señala la publicación sobre su transición como una de las más significativas: «Cuando publiqué mi coming out tuve muchas palabras de apoyo y me emocioné un montón» (entrevista, mayo de 2021). En efecto, en los más de cincuenta comentarios que recibió la publicación abunda este tipo de mensajes: «Sos súper valiente te amo»; «Tuvimos una transición muy similar y te abrazo fuerte por llegar hasta acá y más». Sin dudas, la interacción en las prácticas de escritura que se produce en espacios digitales constituye un elemento clave. Por otra parte, el uso frecuente entre algunos/as jóvenes de términos y de modismos anglosajones da cuenta de un rasgo transnacional que ha sido potenciado por el desarrollo digital y por la formación de comunidades virtuales globales. Como ha señalado Fernando Peirone (2019), las identidades contemporáneas de la era digital se distinguen tanto por su carácter transnacional como transgénero.

La escritura literaria, principalmente la poesía, le permite a Marcos trazar definiciones identitarias. Esto se observa, por ejemplo, en los últimos dos versos de un poema que puede escucharse, narrado con su voz en off, sobre la filmación de una caminata por la ciudad: «Marcos, no te escondas tras una máscara, no te boicotees, no te arañes, ya basta/ Marcos, nombre dividido, nombre inventado, piel achurrada/ no te escapes, siempre te voy a encontrar» (Voz en off sobre video, noviembre de 2020).

En otro poema, editado sobre una serie de fotos suyas en primer plano, también se encuentran la interrogación por la identidad, el devenir de la transformación y la posibilidad de ser por la palabra escrita. El lenguaje y la creación poética y audiovisual ofrecen al narrador un espacio figurativo para la aprehensión de un yo siempre ambiguo: «Soy palabras enrolladas […]; soy lo que escribí y dije sin pensar; soy las manos en el teclado escribiendo rápido» [Imagen 3].

Poema y fotos publicados por Marcos en su feed de
Instagram
Imagen 3
Poema y fotos publicados por Marcos en su feed de Instagram
Fuente: cuenta personal de Marcos, noviembre de 2020

Como sugiere Archuf (2007): «El acto mismo de la enunciación del yo postula, así, una presencia que puede devenir corporeidad, oralidad, “directo”, ofrecerse como una referencia viva e inequívoca» (p. 101). Marcos exhibe la construcción permanente e inacabada de su cuerpo y de su género a través de producciones textuales y audiovisuales en las que interviene diseñando su voz y su imagen. De este modo, las tecnologías digitales y sus herramientas constituyen «un proceso constructivo» (Archuf, 2007, p. 104) de su vida que se cruza con las estrategias visuales que fomenta la lógica de Instagram (Manovich, 2017).

Es preciso apuntar que lejos está este artículo de pretender realizar una celebración ciega de las bondades de las tecnologías digitales, pues, como ha señalado Van Dijck (2016), la utopía tecnológica de la libertad se ha vuelto inexistente en el actual ecosistema de medios conectivos donde las plataformas moldean la sociabilidad y las percepciones de los sujetos. Hay en Marcos una consciencia clara –y una preocupación– por la construcción de la propia figura y por la respuesta de la audiencia. El «principio de popularidad» (Van Dijck, 2016, p. 31) de las plataformas digitales que influye en las prácticas de escritura en la digitalidad se refleja en su discurso: «Hice un video sobre lo que significa el arte para mí que tuvo 1 100 y pico de reproducciones y 57 guardados en seguida. Fue ahí cuando me empecé a dar cuenta de que realmente podía llegar a personas haciendo lo que me gusta» (entrevista a Marcos, noviembre 2020).

El análisis estructural del método sociobiográfico propuesto por Meccia (2019b) permite vislumbrar cómo Instagram aparece como un actante no humano cuya fuerza condiciona al narrador y a su devenir:

Tengo el perfil en modo empresa, por lo que puedo ver las estadísticas. Sé que a las nueve de la noche es cuando más de mis seguidores están conectados. Antes estaba muy pendiente de subir mis publicaciones tal día y no en horario de colegio, porque la mayoría de mis seguidores tienen mi edad. Y había mucha diferencia entre fin de semana y día de semana; ahora trato de subirlas a la noche.

Sé que mantenerse activo da más alcance en Instagram, que te muestra más si publicás más, pero eso es algo a lo que ahora no le doy tanta bola. Subo algo cuando quiero. Antes era de subir todos los días, pero ahora no me dan ganas, y si me desfavorece el algoritmo, bueno, qué se le va a hacer (Entrevista a Marcos, junio de 2021).

Si, por un lado, se da una apropiación de los medios de comunicación por parte de los individuos (Jenkins, 2008), por el otro, las plataformas digitales aparecen en sus discursos con una capacidad de agencia que es determinante en estas experiencias y en la forma en la que se autodiseñan (Groys, 2014). Al alimentar la reivindicación del individuo, imponen un «show del yo» (Sibilia, 2008, p. 9) que exige el espectáculo de la intimidad y la gestión del sí como una marca para obtener audiencias. En este sentido, Marcos se posiciona enunciador que le habla a un público determinado.

Subo mis escritos a Instagram porque me gusta compartir esta parte de mí. Me sirve mucho para desahogarme. Me hace sentir bien, no solo porque me validen dando like, sino también porque es mostrar algo real en un lugar donde todo es fingido, como las redes sociales.

Hay mucha gente que no conozco, con la que no tenemos a nadie en común, que me sigue solo por mis escritos. Varias veces me escribieron diciendo que se sentían identificades o que les había gustado algo que yo subí. También me pasa con muches trans y disidencias que vienen acá a la escuela y me lo dicen en persona (Entrevista a Marcos, noviembre de 2020).

La afirmación de Marcos respecto de lo real y lo verdadero de los escritos autobiográficos, que publica en un espacio «donde todo es fingido», forma parte de lo que Groys (2014) denomina el «diseño del sí», que se confecciona en la arena digital y que apunta a «crear un efecto de sinceridad que provoque confianza» en la audiencia (p. 41). Sin embargo, más allá de la arquitectura de las redes sociales y de sus condicionantes, estas también emergen como posibles espacios en donde las juventudes de minorías sexuales y de género «pueden interactuar con sus pares, confrontarse con saberes previamente apropiados, con saberes novedosos y con formas de vida diversas que orientan la mirada del joven hacia su experiencia vivida, a su afecto encarnado» (Lozano-Verduzco, 2021, p. 23).

En sus relatos, la escritura también aparece como un medio para tejer lazos sociales y como una entidad con poder sanador, tanto para productores/as como para receptores/as, pues, como propone Vanina Papalini (2012) la lectura –y, agregamos aquí, la escritura– puede instalar un diálogo capaz de producir una transformación personal. Además, es frecuente que las prácticas creativas en relación con la literatura en espacios digitales conduzcan a procesos de profesionalización entre jóvenes (Saez, 2023). Esto se observa en el caso de Marcos, cuando asegura que, a partir de la respuesta que obtuvo en sus publicaciones, planea estudiar Artes de la Escritura y ya comenzó a guardar textos para un futuro libro.

Reflexiones finales

El ecosistema web funciona para las juventudes como un puente con el mundo cultural y social, y sus prácticas de escritura se desarrollan junto con habilidades multimodales e interactivas, permitiéndoles establecer lazos sociales y aportándoles herramientas para sus inscripciones identitarias, de sexo y de género.

El análisis de un caso en particular permitió un acercamiento a las formas en las que la escritura en la virtualidad puede significar un espacio de configuración identitaria y autobiográfica. El relato de vida que construye Marcos en Instagram se condice con el que despliega en la entrevista, pero la posibilidad de desarrollar esta narrativa a partir de recursos literarios y audiovisuales, y la conciencia del público que implican las redes sociales, fortalecen el carácter político de su narrativa de vida. Sus publicaciones sostienen reclamos de una minoría como es la comunidad trans y cuestionan la mirada heteronormativa y binaria de género de la sociedad encausando su narración autobiográfica hacia la visibilización de disidencias sexuales, la abolición de estereotipos de género y la desnaturalización de preconceptos sociales. La posibilidad de escribir y de compartir sus producciones en un espacio virtual, al garantizar la interacción con los pares, lo habilita a configurar y a reafirmar su identidad, erigiéndose como comunicador y referente para una comunidad.

Sin dejar de advertir que las plataformas digitales son parte de un sistema dominado por corporaciones que imponen formas de sociabilidad y subjetividades en una sociedad de consumo en la que se ponderan la competencia y el individualismo, es preciso señalar que estas también pueden constituir instrumentos novedosos y potentes para la producción de relatos de vida, la conformación de vínculos sociales y la visibilización de identidades diversas y contrahegemónicas. Se trata de un universo con múltiples dimensiones que demandará la apertura de nuevas miradas.

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Notas

1 Debido a la cuarentena por covid-19, parte de las entrevistas se llevó a cabo de manera virtual mediante la plataforma Zoom.
2 De las diez preguntas que incluía el cuestionario, para este trabajo solo se toman las que resultan pertinentes en relación con las experiencias de lectura y, sobre todo, de escritura en espacios virtuales.
3 Más allá de la fácil accesibilidad a la aplicación WhatsApp, el factor virtual implica que quienes respondieron cuentan con posibilidad de conexión y/o dispositivos al alcance.
4 Si bien este trabajo se centra en las prácticas de escritura, este dato puede aportar información relevante sobre los hábitos juveniles en torno a la palabra escrita en entornos tecnologizados.
5 Los/as entrevistados/as fueron Juana (15 años), Julieta (15 años), Manuela (16 años) y Moro (17 años).
6 El Programa Nacional de Educación Sexual Integral, establece que todos/as los/as niños, niñas y adolescentes «tienen derecho a recibir educación sexual integral en los establecimientos educativos públicos, de gestión estatal y privada de las jurisdicciones nacional, provincial, de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires» (Ley 26.150, 2006, art. 1).
7 La entrevista en profundidad con Marcos se realizó de manera virtual (mediante la plataforma Zoom) en mayo de 2021 y tuvo una duración de una hora y treinta minutos. Tanto antes como después, se sostuvieron conversaciones por escrito mediante la aplicación WhatsApp.
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