En su aniversario número 25, el Museo de Arte Contemporáneo Latinoamericano (MACLA) se convirtió en un escenario de participación colectiva. Con el impulso de estudiantes y egresados de la Facultad de Artes, los visitantes tejieron nuevas formas de conectar con las obras a través de líneas, preguntas y símbolos que transformaron cada recorrido en una experiencia única e irrepetible.
Líneas que conducen y guían las sombras y luces de distintos participantes. Cruces debajo de pinturas, que marcan algo, aunque no se sabe muy bien qué ¿Qué obra le llamó más la atención? ¿Por qué? ¿Qué le generó? ¿A cuál emoción podría asociarla? Son preguntas que aparecían en las mentes de los individuos que entraban al Museo. Pero que también estaban en aquellos papeles rojos y verdes que entregaba una chica con flequillo y pelo rojo, que te sonreía cuando te los daba, y también cuando te los pedía de vuelta.Esa noche las personas interactuaban con el museo de una forma distinta, original. Esos estudiantes y graduados de la Facultad de Artes, voluntarios, te entregaban papeles, cinta, materiales y proporcionaban una forma distinta de recorrer el espacio. Una pareja de chicos de no más de veinte años competía por ver quién encontraba más referencias a las distintas obras en ese folletín. No peleaban, pero discutían sobre quién había visto primero la valija del señor, en la cual se leía “Acá perdidx en una noche de tanto lío”.En la misma sala, un niño estaba aprendiendo a usar por primera vez los sellos y la tinta. La chica de pelo azabache le hadijoque dibujara algo que le recordara al museo, a las obras que había visto. Él estaba lo suficientemente entretenido en el rojo y verde de su propio cuadro. Más allá, un señor de saco gris estaba tirado en el piso, marcando una línea con cinta, por ahí es donde había pasado. “Nos sorprendió que haya una reacción súper diferente a la actividad que propusimos, a cómo lo combina la gente”, declaraba una estudiante de artes de la UNLP con un micrófono de celular cerca suyo. El MACLA cumplía 25 años, y ella, con sus amigas, se habían ofrecido a realizar la actividad de La Noche de los Museos. La entrevista había empezado con la reacción de la gente, pero había concluido con “El MACLA, además, nos invitó a aprender”.
Luisina Arocena