Por Francisco Niggli
Los militares argentinos, en sus golpes de Estado, quebrando el orden institucional, solían, desde 1955, darles nombres atrevidos, imprudentes y despojados de vergüenza. Cuando corría el mes de junio de 1966, y el primer mandatario era Arturio Illia, quien había ganado las elecciones de 1963 en una contienda electoral, donde el partido peronista estaba proscripto, una nueva intervención militar, autoproclamada "Revolución Argentina" hizo sucumbir a otro gobierno elegido a través de las urnas.