Page 2 - 4- Encontrarse en las paginas
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de intencionalidad y de contextualidad de la verbal. A su vez,    Encontrarse en las páginas
constituye un hecho social que se manifiesta en un tiempo y
un espacio determinado. Sin embargo, la escritura posee de-
más rasgos que intencionalidad y contextualidad de la verbal;
jamás podríamos dejar de lado el contexto político, económi-
co, social y cultural de quien escribe.
Hay un esfuerzo, un trabajo por la interpretación del mundo
a la hora de escribir. Es querer contar lo que a uno le pasa, y
también a los demás.
Es entonces que podemos decir, no sólo que la escritura y la
lectura van de la mano, sino también, que escribimos para
contar lo que somos, para descubrirnos un poco más en cada
párrafo, en cada oración.
Quien se sienta a escribir una idea, termina siendo el papel de
su propio pensamiento. A medida que las palabras se trans-
forman en oraciones, la escritura lo atrapa tanto a uno que
termina sumergido en un mar, pero en calma. Es como es-
tar ahogado de palabras, pero tranquilo, sabiendo que una
vez que comienzan a salir, la misma corriente nos guía y nos
transforma. Se interactúa con la escritura.
Escribir es dudar, es titubear. Es no saber por dónde empezar.
Es leer cuatro, cinco y, hasta más de diez veces, nuestra propia
cabeza.
Es querer sacar un mar de adentro, pero también un fuego;
porque las palabras no sólo ahogan, sino que lo que no de-
cimos también quema. Es el deseo de compartir, compartir
para no sentirnos solos o aislados, compartir los miedos, las
incertidumbres y los enojos, pero también las alegrías y las
paciones.
Escribir es volver a definirse, es mutar, siempre cambiar. Es
buscar la palabra perfecta hasta que aparezca.
Escribir es borrar y rehacer, es auto editarse. Es reconocer los
errores de uno mismo, para ser cada vez más limpio.
Escribir es también mostrar el punto débil. Para quienes no
sólo leen letras dibujadas en el papel, las emociones están ahí,
justo frente a sus ojos. Los olores en la cocina de una abuela,
el viento sur que roza la cara como haciendo una caricia. Los
dolores de la niñez, los amores que uno perdió, las cosas que
en el fondo del alma duelen.
Escribir es nunca dejar de avanzar, es no quedarse quieto.
Es no poder conciliar el sueño porque una idea camina de una
22 | Letras
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