Page 2 - El arte de narrar en la radio: Dolina y su terrible venganza. María Daniela Allegrucci
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mpañan todas las noches los periodistas Patricio Barton, El derecho a la educación frente una encrucijada
Jorge Dorio y el músico Gillespi, aunque con el correr de los
años han variado los integrantes.
Hacer radio implica tener y conocer una pauta de trabajo, a
modo de guía, que permita a gran parte del equipo saber qué
contenidos (música, entrevistas, audios, improvisación, ora-
toria, llamados, etc.), irán a lo largo del programa. Pero la im-
provisación en La venganza, parece una constante. Los temas
se van abriendo y desmenuzando poco a poco, hasta que una
palabra o idea hace estallar otro sin fin de acontecimientos
lingüísticos. El único corte lo da el espacio publicitario o el
informativo de la hora, condición sumamente inevitable.
Sin embargo la magia vuelve, tras los aplausos o alguna me-
lodía que entona Gillespi. Y de ahí, al tema central que varía
noche a noche. La voz del picaflor de Caseros, tal como lo de-
nominan a Dolina, se escucha con un eco que retumba en todo
el espacio. Su narración es continua y no vislumbra ninguna
intermitencia, hace pausas, aclaraciones y señalamientos con
un timbre difícil de igualar.
Dolina es lo que se dice en el ambiente artístico, un bicho de
radio. En una entrevista realizada hace pocos meses, describe
una experiencia que lo refleja de pies a cabeza. “Una vez lle-
gué al programa a las 23.45. Ahí adelante estaba sentado un
periodista que me dice: -Dolina, ¿llegó hace cinco minutos?,
¿Cuánto tarda en armar el programa?-. A lo que respondí: 40
años de estudio y 5 minutos”.
Durante mucho tiempo, fue acompañado por el psicólogo Ga-
briel Rolón, quien analiza esa participación en el programa
como una experiencia de vida: “No es lo mismo que dos voces
puedan armonizar juntas que confundirlas con una sola voz.
No era un programa coral, era un programa donde cada uno
hacía su interpretación”.
Las voces, en este caso representan la suma de las partes, pero
al mismo, tiempo refiere a la unidad distinguible, individua-
lizada y separada, que completa el repertorio radiofónico. En
este aspecto, el conductor agrega que las participaciones de
cada uno son románticas, es decir, ejemplifican la cercanía
entre el artista y su obra, lo que crea, lo que puede despertar
en el transcurso del programa, lo que invita a suceder en ese
momento de la locución.
“No había mecanicidad en la dupla (en referencia a Rolón),
nosotros teníamos diferencia de pensar e inclusive de llevar
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