Teórico Clase 5

Docente a cargo del teórico
Prof. Titular María Elisa Ghea

Retrato de Nicolás Maquiavelo por Santi di Tito.

Recomendaciones de Nicolás Maquiavelo para que El Príncipe conserve su poder

En encuentros anteriores analizamos los aportes a la teoría política de clásicos como Sócrates, Platón y Aristóteles en particular. Reflexionamos sobre el contexto político, social, económico, educativo y cultural en el cual debatieron sus ideas y observaciones sobre el mundo que los rodeaba y, en tanto pensadores filósofos y teóricos, refutaron otras ideas y construyeron mediante la relación teoría y abordaje de lo empírico nuevas categorías teóricas que en la actualidad siguen siendo vigentes. Este recorrido implicó ubicar a estos pensadores en su época, en su contexto; lo cual conllevó, además, entenderlos como sujetos políticos en un marco histórico que, por supuesto, también se constituye como tal en hechos históricos políticos.

A la vez hicimos un recorrido sobre conceptos tales como “poder” en su amplia interpretación en cuanta significación en la práctica y cómo éste atraviesa a la política y a las organizaciones de las sociedades humanas. En este abordaje aristotélico abordamos la cuestión del significante y significado de su famosa frase que define al hombre como “un animal político” y explica que las personas sólo pueden desarrollar sus acciones y alcanzar su fin, que es la felicidad en sociedad, en comunidad. El poder, y en especial el poder político, es la génesis de la organización de la comunidad en tanto posibilidad de tener intereses en común y bienestar.

En Matrices de Pensamiento y Paradigmas de la las políticas Públicas, emprendemos desde el primer encuentro un recorrido histórico y a medida que avanzamos hacemos algunas paradas especificas en aquellos momentos que implican nuevos cuestionamientos a las interpretaciones de época. Claro está que para llegar a Nicolás Maquiavelo, no puede negarse la necesidad de leer a Agustín de Hipona, más conocido como San Agustín, (354-430), y a Santo Tomás de Aquino, (1225-1274), ambos teólogos y filósofos que inspirados en las obras de Cicerón, Platón y Aristóteles repensaron la relación entre política, Iglesia y Estado.

A Nicolás Maquiavelo (1469-1527) también es necesario contextualizarlo en su momento histórico y en su territorialidad, en los debates de época, en Florencia del 1500 y por ende en la Italia renacentista y sus contemporáneos. Aunque más joven que él, no puede no mencionarse al teólogo alemán y quien inspiró la reforma protestante, Martín Lutero (1483-1546); o por las obras de su crítico y opositor, Santo Tomás Moro (1478-1535). Católico, teólogo, político y filósofo que fue enjuiciado por no declararse antipapista y condenado a muerte. Entre sus obras más destacadas está el libro Utopía en cual piensa cómo debe ser una sociedad ideal.

También, y más allá del salto de época y del paso de los siglos, encontramos en sus obras cuáles son las huellas teóricas y conceptuales que aún siguen siendo aportes para comprender la praxis política y su filosofía. A la vez, además, teniendo en cuenta sus influencias en las matrices de pensamiento que luego retomaran y recrearan otros pensadores y pensadoras.

En esta oportunidad haremos una lectura de una de las obras más importantes de Nicolàs Maquiavelo, El Príncipe, considerada como el inicio de la teoría política moderna. Un manual dirigido al gobernante que debe construir y conservar el poder.

El Príncipe, dedicado Lorenzo II de Medici, nieto de Lorenzo el Magnífico, se constituye como uno de los libros clásicos de la teoría política. Un manual de reflexiones y consejos sobre cómo un gobernante puede obtener poder pero, principalmente, cómo debe conservarlo teniendo en cuenta las situaciones reales que atraviesan los pueblos reales.

A Maquiavelo se le ha atribuido la famosa frase “el fin justifica los medios”. Sin embargo historiadores coinciden en que es una interpretación de su obra, ya que en todo el libro no existe escrita como tal. Se relaciona esta frase con lo maquiavélico, algo negativo y el Diccionario de la Real Academia Española (RAE) define: 1. adj. Perteneciente o relativo a Maquiavelo o al maquiavelismo. 2. adj. Partidario del maquiavelismo. Apl. a pers., u. t. c. s. 3. adj. Astuto y engañoso.

En significados.com se explica que “El término maquiavélico es un adjetivo que se emplea para indicar las acciones o actitudes de astucia, engaño y doblez que emplean algunas personas a fin de lograr un propósito específico sin importar los medios empleados para alcanzarlo”.

La obra El Príncipe

En los primeros capítulos de la obra Maquiavelo detalla cuáles son los distintos tipos de principados le dedica casi toda su obra a aconsejar al Príncipe, que si bien contar con ejércitos es muy importante, también lo es la política y los acuerdos para concentrar poder. Así aborda la cuestión de lo utópico, lo ideal y la realidad. En este particular, contrario a lo que se sostenía en la antigüedad, la moral y la ética por causa de la naturaleza humana, no siempre pueden ejercerse ya que están apartadas de las decisiones reales que un gobernante tiene que tomar para permanecer en el poder. Más bien, las leyes de las relaciones políticas las impone el poder real y sus prácticas.

Sobre los principados explica que pueden ser hereditarios, nuevos o mixtos. Y que en éstos

  • Hay que implementar políticas que den continuidad a las costumbres de ese pueblo y no cambios que los incomode;
  • En los mixtos hay que hacer tratos diferentes ya que se debe tener en cuenta las circunstancias políticas que fueron las que posibilitaron su adquisición;
  • Al asumir un gobierno nuevo hay dificultades: cobra importancia aquí la importancia de imponerse al grupo de poder anterior, de sofocar rebeliones y de manejar la política interna con cautela y eficacia.

En sus recomendaciones Maquiavelo explica que no es aconsejable acceder al poder mediante la fuerza, que esto no favorece al Príncipe que para mantenerse en él debe contar con los recursos y necesarios como ser un ejército, fortuna y las relaciones políticas que lo van a ayudar a mantenerse en el poder. De todas formas explica sus alternativas.

Maquiavelo analiza cuáles son las formas esenciales de gobernar un principado nuevo, y si el Príncipe es un extranjero. En principio recomienda que el gobernante tenga que hacer todo lo posible para adquirir esas costumbres, y sólo ejercer su poder de sometimiento cuando entre las partes no haya acuerdo posible.

Según las circunstancias políticas el Príncipe tiene que detentar

  • El poder absoluto;
  • O administrándolo conjuntamente con un grupo de barones de nobleza propia;

Su preferencia es la de detentar el poder absoluto, porque pues con la segunda, el príncipe tendrá menos autoridad y tendrá que enfrentar conspiraciones lo que lo llevará a reprimir rebeliones internas. Con respecto a los Estados conquistados que se regían por leyes propias dice que el gobernante tiene tres opciones:

1) Destruirlo,

2) Radicarse en él,

3) Mantener las leyes y costumbres anteriores, obligándolo a pagar tributos y ser gobernado por un grupo leal al príncipe.

El problema, explica Maquiavelo es que este tipo de Estados o ciudades tienen un gran orgullo por su libertad, razón por la cual siempre estarán dispuestos a levantarse para reconquistarla. Así, pues, la única opción segura que tiene el príncipe para mantener el poder es arrasarlo y dispersar a la población.

Sobre la adquisición de principados analiza que hay diversas opciones. El príncipe puede hacerlo con las armas propias y con virtud, o con las armas y la fortuna de otros. Habla también de los principados civiles y eclesiásticos.

  • Civil: se obtiene con el favor de los ciudadanos para obtenerlo es necesaria la astucia política para tener al pueblo del lado del príncipe.
  • Eclesiástico: es difícil de adquirir en un principio, pero luego es muy fácil de mantener, puesto que se apoya en las leyes de la religión.

En los capítulos XII, XIII y XIV, Maquiavelo aborda la cuestión de las milicias. Sus títulos lo explican.

  • De cuántas clases es la milicia, y de los soldados mercenarios;
  • De los soldados auxiliares, mixtos y propios;
  • De lo que corresponde al Príncipe en relación con la milicia.

Lo más importante es si el príncipe es capaz de valerse por sí mismo o no. Para ello contar con hombres, dinero y un ejército lo convierten en capaz. Si no posee nada de esto entonces tiene que permanecer detrás de las murallas y resistir.

Maquiavelo dedica los capítulos del XV al XXI, a abordar la cuestión sobre cómo debe comportarse un Príncipe. El capítulo XV trata “De aquellas cosas por las que los hombres. Y especialmente los príncipes son alabados o vituperados. Aconseja guiarse por la realidad en lugar de perseguir utopías irreales. Para mantener el poder lo importante no es seguir la moral sino hacer lo que sea necesario para la conservación del Estado.

En el capítulo XVI, De la liberalidad y la parsimonia. Habla de la generosidad y la avaricia. Al respecto entre otras cuestiones explica que la generosidad es tenida por buena, pero resulta perjudicial, pues para mantener esta reputación, el príncipe habrá de gastar todo su patrimonio. Con la avaricia, le ahorra impuestos al pueblo. Con esto puede financiar empresas y ganar guerras. Y acabará por ser amado por la mayoría.

En el capítulo XVII se aborda una cuestión crucial. “El de la crueldad y la compasión. Y de si es mejor ser amado que temido o más bien ser temido que amado”. Un aspecto central en la administración de la justicia del Príncipe es el asunto de la crueldad y la compasión. La compasión, que es una virtud apreciada, puede llevar con el tiempo a verse obligado a la crueldad.

A la crueldad, por su parte, la considera más efectiva que la compasión siempre y cuando sea bien administrada. Mucha crueldad aplicada al principio ahorra crueldades futuras, mientras que si se prefiere ser compasivo en un inicio, es posible que se tengan que cometer más y más crueldades para conservar el Estado.

Sobre ser amado o temido, aconseja Maquiavelo ser amado y temido simultáneamente, pero afirma que, puestos a elegir, lo mejor es ser temido que amado, pues el pueblo —explica— siempre puede olvidar el amor, pero nunca el temor, y gracias a esto disminuyen las posibilidades de ser destronado.

El capítulo XVIII, trata sobre “De cómo los príncipes han de mantener la palabra dada”. Aquí habla de las aptitudes que el Príncipe debe tomar del león y la zorra. Hace una alegoría para explicar cómo debe actuar el gobernante en cuanto a la palabra que ha dado. Maquiavelo, con relación a la forma de conducirse en los asuntos del Estado, aconseja poseer la fuerza y la cautela al mismo tiempo. Lo ilustra empleando la alegoría del león y el zorro. El león no sabe evitar las trampas, mientras que el zorro no sabe cómo defenderse de los lobos, por ello, el príncipe debe ser capaz de evitar las trampas, como el zorro, pero también de aterrorizar a los lobos, como el león.

Sobre la importancia de las virtudes en el ejercicio del poder, advierte que poseerlas es bueno, pero que es más importante aparentarlas. De hecho, afirma que no toda virtud es buena para el poder y que, en todo caso, la mayoría de la gente solo juzga por las apariencias y los resultados, de allí que se atribuya a Maquiavelo la frase “el fin justifica los medios”, aunque no la exprese con estas mismas palabras.

En consideración a lo anterior, lo más parecido a esta frase se encuentra en el capítulo XVIII cuando dice:

En las acciones de los hombres, y particularmente de los príncipes, donde no hay apelación posible, se atiende a los resultados. Trate, pues, un príncipe de vencer y conservar el Estado, que los medios siempre serán honorables y loados por todos; porque el vulgo se deja engañar por las apariencias y por el éxito; y en el mundo sólo hay vulgo, ya que las minorías no cuentan sino cuando las mayorías no tienen donde apoyarse.

De cómo huir de ser despreciado y odiado. Capítulo XIX. El criterio general:

el príncipe ha de pensar, como en parte lo he dicho más arriba, en evitar todo aquello que lo haga odioso o despreciable; y cada vez que evite eso habrá cumplido con la parte que le toca y no encontrará en as demás infamias peligro alguno. Le hace odioso, sobre todo, como ya dije, el ser rapaz y usurpador de los bienes y de las mujeres de sus súbditos, de lo cual se debe abstener, pues cuando a la mayoría de los hombres no se les arrebatan ni los bienes ni el honor, viven contentos, y sólo se ha de combatir con la ambición de unos pocos, la cual refrena de muchas formas y fácilmente. Despreciable le hace ser considerado voluble, frívolo, afeminado, pusilánime e indeciso. De todo esto debe guardarse un príncipe como de un escollo e ingeniárselas para que en sus acciones se vea grandeza de ánimo, valor, gravedad y fortaleza. (Maquiavelo: 1513).

Para ser amado por el pueblo Maquiavelo explica que el Príncipe debe conducirse de cierta manera para ser estimado y admirado por su pueblo, los nobles y el ejército. Para ello, aconseja el acometimiento de grandes empresas, el manejo adecuado de la política interna y realizar premiaciones o castigos que sirvan de ejemplo para sus súbditos.

De quiénes debe rodearse. En los capítulos XXII y XXII aborda la cuestión sobre la elección de los secretarios. “Para un Príncipe es muy importante la elección de sus ministros, que son buenos o no según la prudencia del príncipe, y la primera idea que nos formamos de la inteligencia de un señor se basa en los hombres que le rodean; y si estos son competentes y fieles, lo podemos considerar siempre como sabio, porque ha sabido reconocer su competencia y mantenérselos fieles. Pero cuando son de otra manera, siempre nos podemos formar un juicio negativo de èl, porque con esa elección comete el primer error”. (Maquiavelo: 1513).

De qué manera en este sentido propone Maquiavelo huir de los aduladores. Dice al respecto en el inicio del capítulo XXIII

No quiero dejar de tratar un punto importante y un error del que los príncipes se defienden con dificultad, a no ser que sean prudentísimos o hayan hecho una buena elección. Se trata de los aduladores, que llenan las cortes, porque los hombres se complacen tanto en sus cosas y se engañan a si mismos hasta el punto, que difícilmente se defienden de esta peste, y si alguno quiere defenderse, corre el peligro de convertirse en despreciable. Porque solo hay una forma de guardarse de las adulaciones: que los hombres comprendan que no te ofenden cuando te dicen la verdad. (Maquiavelo: 1513).

También dedica Maquiavelo un capítulo a explicar el poder de la fortuna. Sin embargo, afirma que no todo debe dejarse en manos de esta, sino que se ha de estar preparado para las adversidades de tal modo que se les pueda hacer frente.

En los capítulos finales, Maquiavelo hace un análisis sobre las razones y las causas por la cuales los príncipes de Italia han perdido sus Estados, y enumera, entre ellas, carencia de ejércitos, mala relación con el pueblo, así como falta de previsión y de decisión al actuar. Por todo lo anterior, cierra la obra exhortando al príncipe, en este caso, Lorenzo de Médici, a quien va dirigida la obra, a liderar Italia y liberarla de los bárbaros, es decir, de los extranjeros.

Compartimos un video donde podemos reflexionar, a partir del caso Bolivia, sobre la pertinencia y permanencia de los conceptos de Maquiavelo en las prácticas políticas modernas.

Y este video para dar cuenta en sus contenidos en el mismo sentido.