Teórico nº 2 – Fútbol argentino

En esta clase nos metemos en la historia del fútbol en nuestro país, a partir de la lectura del texto de Eduardo Archetti.

Empezamos con un video que tiene como protagonista a Lionel Messi, el mejor jugador argentino del siglo XXI, el mejor del mundo en la actualidad y uno de los mejores de la historia. El texto de Eduardo Archetti que leímos (en ESTE LINK) fue publicado en 2001 y, por eso mismo, no lo nombra. Pero sin embargo muchos de los conceptos que desarrolla aparecen en su historia, que de alguna manera es la historia de nuestro fútbol.

“Vos vas a ser el mejor jugador del mundo”, le dice la abuela en una escena de la película Messi, que se estrenó en 2014. Haya existido ese diálogo o no, lo cierto es que para entonces Leo ya era la encarnación del sueño argentino en el deporte (el de ser los mejores del mundo) y un fiel representante de lo que Archetti define como el “estilo criollo” en el fútbol.

A diferencia del estilo británico basado en el sentido táctico, la disciplina, el método, la fuerza y el poder físico, el estilo criollo se basa en la agilidad y el virtuosismo de los movimientos, en la creatividad individual para improvisar, con la gambeta (el dribbling) como virtud esencial. La gambeta, justamente, es una de las grandes virtudes de Messi.

Fue en los años 20, cuando el fútbol se consolidó como un deporte espectáculo, y cuando la prensa estimuló el imaginario de un estilo criollo en oposición al de los británicos, los que inventaron el juego y lo introdujeron en Argentina a través de sus actividades (como por ejemplo el ferrocarril). Ellas estaban en la Capital y su área de influencia, y por eso el fútbol fue un fenómeno inicialmente metropolitano.

En 1930 llegó la primera Copa del Mundo y Argentina jugó la final ante Uruguay, perdiendo 4-2. Nuestro país en total jugó cinco partidos y ganó cuatro: 1-0 a Francia, 6-3 a México, 3-1 a Chile y 6-1 a EE.UU. la semifinal. Tuvo al goleador del campeonato (Guillermo Stábile con 8 goles), pero la caída final lo hizo terminar con un trago amargo, sobre todo porque venía de perder ante los uruguayos la final de los Juegos Olímpicos de Amsterdam 1928.

Cuatro años después el Mundial se disputó en Italia, donde Argentina se presentó con un conjunto amateur que quedó afuera en el primer encuentro (derrota 3-2 ante Suecia). Nuestro fútbol recién se había hecho profesional, la Asociación de Clubes Profesionales (donde se encontraban los mejores jugadores) no estaba afiliada a la FIFA, y además se  negaba a prestar a sus jugadores para la selección. Eso sí, el campeón mundial fue Italia y en su plantel había cuatro argentinos: Luis Monti, Attilio Demaría, Enrique Guaita y Raimundo Orsi. Y los dos primeros habían jugado el Mundial del 30 para Argentina.

A nivel local el profesionalismo acentuó el predominio de “los cinco grandes”, una categoría que nació en 1937, con una disposición de la AFA que le daba tres votos a Boca, River, Racing, Independiente y San Lorenzo, cuando el grueso de los clubes de primera (que eran 18) tenía uno. Eso les daba el control de las decisiones y el dominio deportivo: hasta 1967, siempre fue campeón uno de ellos cinco.

Entretanto, Argentina estuvo décadas sin volver a los Mundiales. Intentó conseguir la sede para el de 1938, pero la FIFA se lo otorgó a Francia (país de Jules Rimet, el presidente del organismo), rompiendo el acuerdo tácito de intercalar una sede europea y una americana. Argentina no viajó en señal de protesta, como hicieron casi todos los países sudamericanos. El único que sí lo hizo fue Brasil, que no casualmente fue la próxima sede, en 1950 (después del parate por la Segunda Guerra Mundial).

Enfrentada con la Confederación Brasileña nuestro país no jugó ese torneo, como en 1949 no había estado en el Sudamericano que se jugó en Brasil. Y tampoco estuvo en el Mundial de Suiza 1954, aunque si viajó como observador su técnico Guillermo Stábile (el goleador del Mundial de 1930). De regreso al país, declaró que “si Argentina hubiera concurrido, habría tenido una actuación destacada”.

Paradójicamente, las décadas del 40 y del 50 fueron para muchos los años de oro del fútbol argentino, cuando todos los futbolistas jugaban en los clubes de nuestro país (los que estaban en Europa volvieron con la Segunda Guerra Mundial y hasta hubo europeos que vinieron a jugar o dirigir a la Argentina). Así, la selección dominaba los Campeonatos Sudamericanos de selecciones, lo que hoy es la Copa América: entre 1940 y 1957 se jugaron 10 torneos y Argentina estuvo en ocho, ganando seis de ellos. El de Lima 57 lo ganó en forma invicto, venciendo 3-0 a Brasil con una delantera que integraban Corbatta, Maschio, Angelillo, Sívori y Cruz. Este video es de ese partido.

Un año después se jugó el Mundial de 1958, y allá fuimos con la esperanza de ser campeones, convencidos de que en nuestro país se jugaba el mejor fútbol del mundo. Pero aquello quedó en la historia como El desastre de Suecia. Maschio, Angelillo y Sívori, tres de aquellos famosos “carasucias” de Lima, fueron vendidos a Italia y no se los convocó. Sus reemplazos no estuvieron a la altura y otros detalles tampoco: la delegación no llevó remera alternativa y tuvo que jugar con una camiseta amarilla (la del club local Malmoe) en el debut ante Alemania, el vigente campeón del mundo, ante quien perdió 3-1. Luego le ganó a Irlanda del Norte 3-1 y en el partido que definía la clasificación perdió 6-1 ante Checoslovaquia. Al regreso, los jugadores fueron recibidos a monedazos en el aeropuerto y Stábile, que llevaba 18 años como DT del seleccionado, fue despedido.

En Chile 1962 no se pasó la primera ronda (victoria 1-0 a Bulgaria, derrota 3-1 ante Inglaterra y empate 0-0 ante Hungría) con un DT que se nombró cuatro meses antes: Juan Carlos Lorenzo, que llegaba de una larga experiencia en clubes europeos. Lorenzo dejó el cargo después del Mundial y Argentina se clasificó para Inglaterra 1966 con José María Minella como DT. Tras la clasificación se nombró a Osvaldo Zubeldía, que renunció. Y un mes antes del torneo volvió a Lorenzo (sí, el mismo al que se había echado tras el último Mundial). Así y todo, Argentina pasó de ronda esta vez, con un empate 0-0 ante Alemania y dos victorias, 2-1 a España y 2-0 a Suiza. En el cruce de cuartos de final tocó el local Inglaterra, que nos eliminó por 1-0, en el famoso partido de la expulsión de Rattín que hizo que la FIFA incorporara posteriormente la tarjeta roja.

El quiebre que se produjo tras el Mundial de Suecia acentuó el debate interno entre el fútbol “alegre y artístico” representado en el estilo histórico de River, Independiente y Racing, y el fútbol “serio y eficaz” de Boca, San Lorenzo y el Estudiantes de Osvaldo Zubeldía, el primero en ser campeón en el profesionalismo fuera de los cinco grandes. Y en pleno debate la selección tocó fondo al no clasificar al Mundial de 1970, siendo eliminado por Perú en la Bombonera.

Argentina sí llegó a Alemania 1974, aunque las improvisaciones siguieron: clasificó con un técnico (Enrique Omar Sívori) pero fue el Mundial con otro (Vladislao Cap), que decidió conformar un triunvirato con José Varacka y Víctor Rodríguez. El equipo fue anárquico, como la conducción y pasó de ronda con lo justo al perder 3-2 con Polonia, empatar 1-1 ante Italia y vencer 4-1 a Haití. En la segunda fase perdió 4-0 ante Holanda y 2-1 ante Brasil, para cerrar con un empate 1-1 ante Alemania Demócratica, ya sin chances, en un partido que ni siquiera fue televisado ya que coincidió con los funerales por la muerte del presidente Juan Domingo Perón.

A la vuelta de Alemania, Roberto Perfumo analizaba: “Argentina puede tener buena defensa, buenos volantes y buenos delanteros, pero cada uno juega por un lado distinto. No tenemos coherencia. Un día jugamos a una cosa y al otro cambiamos. El técnico debe saber qué quiere y morir con ésa”. Faltaba un plan de trabajo a largo plazo, algo que ocurría en nuestro país en casi todos los órdenes, y también en el fútbol.

Pero se venía el Mundial 78, que Argentina por fin había conseguido poder organizar. Y por primera vez la AFA decidió contratar un entrenador por cuatro años. A fines de 1974, se firmó el vínculo con César Luis Menotti, que llegaba con el antecedente de haber conseguido el campeonato del año anterior con Huracán. Y de eso habla el siguiente video.

En 1978 fue la primera ocasión en que Argentina fue cabeza de serie en un Mundial. Y no por mérito deportivo, sino simplemente por ser el país organizador. Pero con el correr de los años consiguió armar un equipo que estuvo a la altura de las circunstancias.

La selección era muy distinta que la actual. No estaba todavía Julio Grondona al frente de la AFA (llegó a la presidencia en 1979), no existía el predio de Ezeiza y el seleccionado se entrenaba en diferentes predios. Los jugadores no se morían por jugar en la selección, sino que muchas veces priorizaban sus clubes y ponían excusas para viajar, porque perdían prestigio y dinero.

Menotti organizó un área de juveniles orientada por Ernesto Duchini, una Selección de Santa Fe, otra del Interior y sobre todo dotó de un calendario a un equipo que hasta entonces solía improvisar sus compromisos internacionales. En 1976 el equipo hizo una gira por Europa y en 1977 recibió a los mejores seleccionados de Europa en la cancha de Boca, en una serie internacional en la que hizo su debut Maradona. El resultado fue más positivo de lo esperado y Menotti pudo cumplir con su propósito de preparar al equipo con mucho tiempo de antelación.

Casi todo el plantel lo conformaban jugadores que actuaban en Argentina, ya que desde el exterior solo vino Mario Kempes (que terminó como el goleador y mejor jugador del campeonato). Y el ciclo terminó de la mejor manera, con Argentina logrando el primer título del mundo de su historia.

En la primera fase le ganó 2-1 a Hungría y 2-1 a Francia, con lo que se clasificó a la siguiente ronda pese a perder 1-0 con Italia. La segunda fase se disputó en dos zonas de cuatro equipos cada una: de un lado Holanda, Alemania, Italia y Austria; del otro Argentina, Brasil, Polonia y Perú. El ganador de cada zona jugaba la final.

Argentina inició la fase venciendo 2-0 a Polonia, luego empató 0-0 con Brasil y cerró la fase enfrentando a Perú, que ya estaba eliminado. Ventajas del fixture para el local, primero jugaron Brasil y Polonia, con lo que Argentina sabía que para ser finalista tenía que ganarle 4-0 a Perú. Finalmente ganó 6-0, en un partido sobre el que se hablará y se sospechará por siempre. En la final, se encontró con Holanda, al que le ganó por 3-1.

El título del mundo puso a Argentina por primera vez en el gran nivel del fútbol del mundo, que empezó a tomar nota de los nombres de Fillol, Olguín, Galván, Passarella, Tarantini, Ardiles, Gallego, Kempes, Bertoni, Luque y Ortiz. Eso se ratificó al año siguiente con una gira que hizo el equipo por Europa y con el título mundial juvenil de 1979, con la aparición deslumbrante de Diego Armando Maradona, que se había quedado afuera del Mundial a último momento.

El fútbol argentino, en un puñado de años, había cambiado. Y todos lo reconocían. “Pienso que el fútbol argentino le debe mucho a Menotti. Por varias cosas, no solamente por el título mundial. Fue Menotti quien despertó el interés de los jugadores por integrar la selección. Los respaldó, obligando a los dirigentes a que lo respeten, primero a él, y después a sus decisiones”, dijo en 1981 Osvaldo Zubeldía, el histórico entrenador de Estudiantes. Y sus palabras son las de alguien que está ubicado en las antípodas de Menotti en cuanto a escuelas futbolísticas.

Con la base de los campeones mundiales más las incorporaciones de los jóvenes Maradona, Ramón Díaz, Valdano, Calderón, Barbas, y con un equipo considerado gran candidato, Argentina no pudo repetir en el Mundial de España 1982. Cayó 1-0 ante Bélgica, lo que le impidió aspirar a ocupar el primer puesto e ir a una zona más accesible en las semifinales. Le ganó 4-1 a Hungría, en la mejor demostración del equipo y 2-0 a El Salvador. Pero debió ir al grupo con italianos y brasileños. Fue derrotada por Italia 2-1, el día en que Gentile lo persiguió y golpeó a Maradona durante todo el partido, y por Brasil 3-1, donde Diego tuvo que irse expulsado. Dos triunfos y tres derrotas fueron muy poco para un equipo que había despertado tantas expectativas.

Menotti dejó la selección para irse al Barcelona y su sucesor fue Carlos Bilardo, que venía de ser campeón con Estudiantes en 1982. Lejos del estilo de Menotti, que pregonaba “el fútbol que le gusta a la gente”, el nuevo DT incorporó el valor de la táctica y la estrategia al seleccionado. Eso sí, le costó mucho tiempo y trabajo que la prensa y el público apoyaran al equipo.

Bilardo había iniciado un proceso casi desde cero. Cambió casi la totalidad de los jugadores y apostó por entrenar con sus elegidos del fútbol local para que se adaptaran a lo que él quería lograr de su equipo. De lunes a jueves trabajaba con un grupo de jugadores entre los que estaban Pumpido, Brown, Ruggeri, Giusti, Olarticoechea y Burruchaga, que tuvieron tres años de rodaje antes del Mundial de México 1986. Desde el exterior solo se sumaron Maradona, Passarella, Valdano y Pasculli.

El camino no fue sencillo, tanto que Argentina se clasificó para el Mundial angustiosamente, al empatar sobre el final de su último partido de Eliminatorias ante Perú, en el estadio Monumental. Eran tiempos en los que las Eliminatorias se disputaban en un mes en grupos de cuatro equipos, y un agónico gol de Gareca tras una corajeada de Passarella hicieron posible la clasificación.

Argentina llegó en silencio al Mundial, donde ni siquiera fue cabeza de serie (la última ocasión en que no lo fue). Pero se instaló en México un mes y medio antes, para aclimatarse a la altura. “Me preguntaron por qué fuimos los primeros en llegar a México e instalarnos en el complejo del América. Y en ese momento le respondí a todo el periodismo: porque vamos a ser los últimos en irnos”, dijo Bilardo. Y tenía razón.

Una vez comenzado el torneo, el equipo cambió las dudas por certezas y las criticas por elogios. Hasta aparecieron las banderas de “Perdón Bilardo” en las tribunas del estadio Azteca. Argentina ganó su zona ante Corea del Sur (3-1), Italia (1-1) y Bulgaria (2-0), en octavos de final derrotó a Uruguay (1-0) y en cuartos a Inglaterra (2-1), el día de la mano de Dios y el mejor gol de la historia. En las semifinales se venció a Bélgica (2-0) y en la final el rival fue Alemania, al que se venció por 3-2.

Con el crédito del título del mundo, Bilardo continuó como DT de la selección y mantuvo la base de los campeones del mundo en el equipo, con la figura estelar de Maradona, consagrado en México como el mejor jugador del mundo sin discusión alguna. Y para siempre quedó la polémica Bilardo-Menotti, que nació apenas uno sucedió al otro al frente de la selección y continuó cada vez con más fuerza, con argumentos descalificadores de un lado y del otro. Era la vieja disputa que Eduardo Archetti distingue entre el fútbol “alegre y artístico” contra el “serio y eficaz”, que volvía con otros nombres y en forma mucho más violenta.

El camino a Italia 90 fue diferente: la mayor parte de los jugadores pasaron a jugar en el exterior y se hizo cada vez más difícil el trabajo. “Burruchaga tiraba un centro en Francia y Ruggeri lo cabeceaba en España”, decía el DT para explicar cómo tenía que hacer para entrenar. Por primera ocasión en la historia, Argentina disputó un Mundial con mayoría de jugadores que estaban jugando en el exterior. Pese a todo, con Maradona en una pierna y un equipo diezmado por las expulsiones y los lesionados, le alcanzó para llegar a la final, donde volvió a encontrarse con Alemania y esta vez perdió por 1-0.

Bilardo dejó la selección tras ocho años y nunca más un entrenador nacional estuvo tanto tiempo en el cargo. Le siguieron Alfio Basile (1991-94), Daniel Passarella (1994-98), Marcelo Bielsa (1999-2004), José Pekerman (2004-06), otra vez Basile (2006-08), el propio Maradona (2009-10), Sergio Batista (2010-11), Alejandro Sabella (2011-14), Gerardo Martino (2014-16), Edgardo Bauza (2016-17), Jorge Sampaoli (2017-18) y Lionel Scaloni (desde 2018 a la actualidad). En el inicio de esta serie, la selección de Basile ganó las Copas Américas de 1991 y 1993 (desde 1959 que Argentina no ganaba una) y ésos fueron los últimos títulos en Mayores hasta el 2021.

La historia más reciente, se sabe, es gloriosa y muy reciente. Argentina fue campeón de América en 2021 al ganarle la final a Brasil en el Maracaná, en 2022 se quedó con la Finalissima al vencer a Italia (el campeón de Europa) en el duelo entre los reyes de uno y otro continente, y cerró el año al quedarse con la tercera Copa del Mundo, venciendo a Francia por penales en la definición del Mundial de Qatar. Y como lo hicimos con los dos Mundiales anteriores, vamos a compartir los goles de la final con el siguiente video:

Entre los juveniles, además, Argentina fue campeón mundial en cinco ocasiones entre 1995 y 2007, y dos veces campeón olímpico, en 2004 y 2008. Muchos de esos pibes llegaron a la selección mayor y jugaron Mundiales: Romero, Zabaleta, Coloccini, Burdisso, Samuel, Sorín, Cufré, Garay, Scaloni, Gago, Banega, Biglia, Maxi Rodríguez, Aimar, Riquelme, Saviola, Agüero, Messi, Di María, el Papu Gómez… Y los tres últimos se quitaron la espina del título entre los grandes, que para otros estuvo muy cerca en Brasil 2014, cuando el equipo que dirigió Sabella llegó hasta la final y perdió en el tiempo suplementario ante Alemania por 1-0.

Jonathan Wilson, en su libro “Ángeles con caras sucias”, define al juego de Messi como una fusión entre el fútbol de la calle argentino y el juego de equipo del Barcelona. Y en la selección, donde desde hace décadas un entrenador no tiene tiempo para entrenar con sus jugadores, ese juego de equipo por momentos brilla por su ausencia, como ocurría en la época anterior al Mundial de 1978.

Messi es uno de los mejores jugadores de todo el mundo y de todos los tiempos, aunque durante años llevó la cruz de no poder ganar un Mundial de Mayores con la selección. Ese Mundial, justamente, es el que consagró a Maradona como el máximo símbolo de nuestro fútbol. Diego fue el “pibe de oro”, el que llevó el fútbol del potrero a lo más alto del mundo. Y que, para mejor, tuvo su obra cumple contra Inglaterra, reeditando el duelo de estilos y además apenas cuatro años después de la Guerra de Malvinas, lo que le dio un carácter todavía más épico a una exhibición futbolística propia de un genio. Se puede ver en este video, que es bastante largo pero vale la pena.

LECTURA PARA LA PRÓXIMA CLASE:

 “¿La última pasión verdadera? Historia del fútbol en América Latina en el contexto global”, de Stefan Rinke. LEER EN ESTE LINK

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