Page 2 - Difícil olvidarse. Santiago Santos
P. 2
que aprietan, persiguen, quitan y ponen gobiernos a mer- Es difícil olvidarse
ced. Lo hacen, como alguien dijo alguna vez, con las balas de
tinta, las cadenas nacionales paralelas, con medidas cautela-
res, amparos, procesamientos, imputaciones, investigaciones,
instigaciones, corridas bancarias, devaluaciones, manejo de
aranceles, despidos, censura y atropello a la libertad de ex-
presión, desfinanciamiento de la educación –uno de los prin-
cipales derechos del pueblo como herramienta liberadora- y
cualquier otro “zoncera” que se le venga a la cabeza. Esos son
los del poder real, los de la dirección de la obra.
Tal vez uno pueda delimitar cada grupo como el de los medios
concentrados de comunicación, la justicia y el establishment
económico, pero sería una necedad pensar que las cabezas de
esos grupos no tienen cuellos que terminan en el mismo cuer-
po. Son los mismos, los que especulan financieramente que los
que titulan los matutinos y los que se sientan a conversar con
jueces y fiscales sobre los destinos de la patria.
Por eso mismo, cuando los medios y el poder son uno y la li-
bertad de prensa se ve amenazada puede, en principio parecer
triviales cuando lo vemos aisladamente, pero son acumulati-
vas en su efecto y siempre conducen a una falta de respeto
generalizado hacia los derechos del ciudadano (Orwell).
Aquí hago un punto y aclaro que la diferencia yace en como
esas conducciones del Estado se plantean su relación con es-
tos personajes. Están quienes se toman el té en alguna quinta
del Nordelta, y por miedo a nombrarlos, como algún personaje
de novelas para adolescentes esquiva el nombre del personaje
malo, elige nomenclarlos como “círculo rojo”. Están los que
simplemente cuando se encuentran a tomar ese té ven enfren-
te a sus padres, primos, hermanos e hijos (cuando no a ellos
mismos). Y por último, o primero, los que no se sientan, los
que enfrentan, los que le ponen nombre y apellido a cada uno
de esos que se perpetúan en el poder real argentino. Son los
gobiernos con cojones, dijo el Indio, gobiernos y gobernantes
que por exigir el poder real dejan el cuerpo y la vida.
Son esos los que realmente valen la pena, los que no temen, o
temen tanto que enfrentan. Los que deciden patear con el or-
den establecido, los que quieren barajar y dar de nuevo. Esos
son los que corrieron el telón del escenario y al menos nos de-
jaron ver los que había atrás. Claramente la primera de las ba-
tallas la perdieron; los de atrás de escena son los mismos y los
que están en las tablas cambiaron. Pero dejaron espectadores
186 | Letras | ISSN 2524-938X
   1   2   3