Cuento Ganador del Concurso Osvaldo Soriano 2014 (Menor de 31)

Huesitos

Huesitos

por Silvana Casali

 

Que cuando te mueras quiero guardar tus huesitos bajo la almohada no te tenía que enojar, Cachetes, al contrario: te proponía terminar nuestras vidas juntos, porque me gustaba a dónde iba lo nuestro.

Quiero ser tu compañera y tu viuda, si así te parece mejor forma de expresar lo que siento. Pero yo no hablo así, aunque puede que vos sí, no sé. Quisiera poder despertarte ahora mismo y escuchar cómo hablas, que me digas qué comida te enloquece, si de verdad te parezco linda, que me mires y me hables de vos, pero por tu propia voluntad.

‘‘¿Te gustan las canciones de amor?’’

‘‘Son las únicas que escucho’’

Entonces te diría:

‘‘¿Podes creer que a mí también?’’

O preguntarte:

‘‘¿Te gustaría que te metiera ese palo de escoba en el culo mientras cogemos?’’
Y que me digas con esa voz de hombre:

‘‘Nada me gustaría más, Facu’’

Entonces te daría un beso en la boca de la felicidad. El uno para el otro, Cachetes, ¿podes creer? ¡Tan cliché y tan cierto esta vez! Pero estás con los ojos cerrados y no quiero imaginar lo que podrías llegar a pensar de mí si los abrieras –terminaríamos mucho peor, creeme–. En verdad, que abras los ojos me parece imposible ya. Entonces prefiero dejar de mirarte y prender la televisión, y si vos no hablas te hablo yo, te cuento que Polino está enojado con Peter, algo que me parece de mal gusto porque su mujer tuvo ataques de pánico, a mí también me pasó pero ella es más valiente, y ahora la enfocan detrás de cámara, está sin la hija, a veces la lleva al programa, la debe haber dejado con la niñera, pero le debe costar un montón, y no va que la enfocan y Polino le dice a Peter ¿para qué la traes? La hace sentir mal, y Peter no dice nada, pero seguro está re caliente y se ve que eso lo absorbe ella, por eso los ataques de ansiedad, que es algo espantoso, yo tuve pero ahora me curé.

Me gusta pensar que voy a ser así con vos, tu compañera eterna, ¿entendés? siempre a un costadito tuyo, cuidándote. Pero amanece y me das un poco de pena, Cachetes, entonces pienso que fui injusta con vos, que quizá tenías razón en gritarme raro de mierda, en escupirme no, pero en gritarme sí, qué sé yo, a veces me equivoco, pero al menos lo reconozco, no te creas que no. Mejor apaguemos el televisor.

Mejor me saco la bombacha, me acuesto y me pego a tu cuerpo frío que aunque se haga el dormido sabe, mis dedos viajan profundo hasta tus huesitos en señal de tregua.