Antologías VII y VIII

Este libro reúne los relatos premiados y finalistas de las ediciones VII y VIII del “Concurso de Relato Breve Osvaldo Soriano” que desde la Facultad de Periodismo y Comunicación de la Universidad de La Plata organizamos ininterrumpidamente desde el año 2013 para celebrar nuestra democracia.

Hace mucho tiempo que no se habla de Osvaldo Soriano. Ya ni siquiera el mundo académico parece elegirlo para marcarlo como escritor de reconocida popularidad pero de simpleza dudosa. Sus libros quedaron embalsamados en las mesas de saldos. Las generaciones más jóvenes posiblemente no lo hayan leído. Incluso es posible que muches de los que participaron en el concurso no lo conozcan. ¿Qué pasó? Lo de siempre: las modas. Quizás también haya algo en su estilo que lo vuelva perecedero para el mercado. Y sin embargo su potencia sigue intacta. Incluso podríamos decir que sus novelas más viejas son las más nuevas. Los 90 lo volvieron más coyuntural: por esos años Soriano daba una batalla diaria contra el neoliberalismo. Eso lo volvió un poco más alegórico. En cambio, en Triste, solitario y final está cifrada lo mejor de su literatura. Primera novela. Perfecta primera novela. Ya desde el título. Pero acá estamos. Nada más alejado de la tristeza, de la soledad y del final que hacer un concurso de relatos como este. Cada año nos sorprenden la cantidad y calidad de los cuentos. Disfrutamos de leer con el velo del pseudónimo. En la edición 2020, ya en plena Pandemia, la ficción nos permitió atrincherarnos en mundos hipotéticos. La literatura: un refugio. Como en los 90. Como siempre.     

Muchas gracias a Marina Porcelli y Gabriela Courreges, juradas invitadas en estas dos ediciones, al querido Ángel Berlanga por acompañarnos como jurado totem desde que soñamos y empezamos a organizar el primer concurso, a quienes participaron de los comités de lectura, a Martina Díaz, Franco Dall ‘Oste y a todo el equipo de Ediciones de Periodismo y Comunicación por el enorme trabajo de todos estos años. Y a nuestra hermosa Facu, por la confianza y el apoyo de siempre.

 

Marina Arias y Ulises Cremonte

Codirectores del Laboratorio de Ideas y Textos Inteligentes Narrativos

 

Para acceder a la Antología hacer click aquí.

Un cuento sobre ciudadanos de nada

El Señor de Arpillera

por Rober Mur

 

Abran paso, que allí viene el Hombre de Arpillera, así le hemos bautizado. En sus bolsas, donde otros llevan cebollas y papas negras, él lleva metidas manchas de vino tinto y los gritos de mil niños muertos.

Todos sabemos que él envuelve la muerte en arpillera, y en el barrio hemos pactado no decir dónde vive el hombre. Sabemos de toda la sangre que ha manchado su bolsa de arpillera. Sí, señor. Él guarda el infierno en su bolsa. Se siente el olor a sus grandes bolas cuando lo vemos llegar, y los pibitos miramos desde la vereda o desde los portones de las casas. Acompañamos con la vista su andar denso, bien jodido.

¿Un cuento chino?

El chino es chino

por Guillermina Lopumo

 

El chino le preguntó al gordo con olor a chivo si ponía la mercadería en caja. Que sí, aprobó el gordo con olor a chivo. “Es un perotudo este pendejo”, dijo el chino después de todo. Como el chino es chino y siguió hablando por teléfono, no supimos si “perotudo” le había dicho al gordo con olor a chivo o a quien estuviera del otro lado del teléfono, si es que hay un otro lado del teléfono.

El gordo con olor a chivo agarró la caja y se fue sin decir ni mu. El chino dijo “tenía mucho oror”. Sí, le dije. Doce peso, me dijo.

Doce pesos una masa de tarta que se hace con harina, agua y un huevo, la puta que lo parió, pensé.

Un cuento (como Alta Fidelidad, pero ahora)

Nada, estaba jodiendo

por Sofía Feinstein

 

―Sos re linda, boluda, ¿sabías?

Y obvio, después de eso, yo me sentía súper enamorada. Las primeras veces fue medio de novela: nos juntábamos en lugares donde nadie nos pudiera ver, nos besábamos apasionadamente, comíamos en McDonald's, como hubieras hecho vos, si hubieras nacido en mi mismo año y si te hubieras enamorado de tan joven. Es que, era así como un sueño, viste...

Todavía tengo re claro ese primer beso; habíamos ido a una fiesta medio bizarra, tomamos mucho. Primero fue una cerveza fría, después unos tragos, la barra libre siempre pierde. Nos fuimos temprano, esos temprano que son de día, a la madrugada, y que sabés que no terminan ahí. Nos sentamos en una esquina, los dos solos, él me miró, como ningún flaco me había mirado antes. Sí, re cliché. Me comió la boca el muy forro, me la comió como nadie lo había hecho antes, me atrapó entre sus brazos...

―Yo, a vos, no te suelto más. Sos hermosa.

Cuento Ganador del Concurso Osvaldo Soriano 2014 (Menor de 31)

Huesitos

Huesitos

por Silvana Casali

 

Que cuando te mueras quiero guardar tus huesitos bajo la almohada no te tenía que enojar, Cachetes, al contrario: te proponía terminar nuestras vidas juntos, porque me gustaba a dónde iba lo nuestro.

Quiero ser tu compañera y tu viuda, si así te parece mejor forma de expresar lo que siento. Pero yo no hablo así, aunque puede que vos sí, no sé. Quisiera poder despertarte ahora mismo y escuchar cómo hablas, que me digas qué comida te enloquece, si de verdad te parezco linda, que me mires y me hables de vos, pero por tu propia voluntad.