“Es muy difícil hacer reír en tres minutos”
Federico Del Bueno se prestó para un mano a mano donde el cine, Internet y las series se llevaron todas las miradas.
Por Alma Carrasco
La mañana gris y lluviosa invita a quedarse en casa, disfrutar de un desayuno al tiempo que se leen noticias en la computadora, se contestan mails o simplemente se disfruta de la compañía de algún intérprete que musicalice el panorama. Sin embargo, tomar la mochila, llenarla con anotaciones, abrigo y el infaltable grabador, salir y ensuciar las gastadas zapatillas con el agua que se acumula en las baldosas flojas tan características de la ciudad y arribar a un café céntrico para el encuentro programado del día resulta mucho más tentador. Porque reunirse con el protagonista de esta historia es, por seguro, vivir una jornada que vale la pena.
En el piso superior de un concurrido sitio de calle 7, la cita se concretó a la hora planeada. El ruidoso piso de parquet anuncia la llegada del entrevistado y, tras sentarse en uno de los sillones que adornaban el lugar, la charla comenzó sin pretensiones más que la de pasar una mañana distinta.
Federico Del Bueno nació en La Plata hace 28 años. Cineasta, comenzó sus estudios en la Facultad de Bellas Artes tras atravesar una etapa de indecisión al finalizar la escuela secundaria. Luego de realizar un curso de orientación vocacional se anotó en la carrera que se convertiría en su gran pasión. Su profesión hoy le permite desempeñarse como editor en QM Noticias y, paralelamente, concretar proyectos personales relacionados con su afición por relatar vivencias a través de la pantalla.
De la facultad, comenta, valora los amigos que perduran en el tiempo, que aún forman parte de su cotidianeidad y con los que puede contar para sus trabajos independientes. Sin embargo, su experiencia dentro de la casa de estudios no fue lo que esperaba. “No le recomiendo a nadie que estudie cine. Al menos no en Bellas Artes. El primer año fue fantástico pero después empiezan con materias teóricas y la enseñanza es mínima a la hora de la práctica”, enfatizó.
Luego de haber egresado, ingresó a trabajar como testeador de videojuegos. Cuando el contrato estaba por finalizar y las chances de renovación se reducían, un amigo de toda la vida se comunicó con él para informarle sobre una vacante en el nuevo canal televisivo que estaba gestándose en la ciudad. Con los nervios invadiéndolo por tratarse de una importante oportunidad laboral, se dirigió al encuentro y para su sorpresa fue atendido por un ex docente de la facultad. “La propuesta era para ser productor del Pato Galván. Trabajé con él durante seis meses y por ciertas disputas dejé el programa y fui rotando por varios lados hasta llegar a la edición de todo un poco, para diferentes programas, en su mayoría para noticieros”, contó al tiempo que recalcaba la buena fortuna que tiene al poder realizar una labor que disfruta a pleno.
A pesar de que el trabajo ocupa más de 7 horas de sus días en diferentes turnos, logró hacerse tiempo para concretar su primer proyecto de distribución personal. El pasado septiembre, tras un año de intensa dedicación, lanzó en Internet Me Revienta, una serie web escrita y producida en conjunto con dos de sus compañeras de estudio.
¿Cómo nace Me Revienta?
Todo empezó cuando estaba en una reunión de un grupo de laburo en el cual ya no quería estar. Me llamaron para trabajar en Ícaros, una serie web dramática, y yo había estado haciendo un curso de dirección fotográfica así que quería aplicar mis conocimientos a toda costa. Entonces, un amigo me avisó que había un tipo buscando un director de fotografía para una serie. Era todo de onda obviamente y se iba a filmar en enero. Arranqué ahí y la pasé muy mal, resultó ser un grupo técnico de seis personas de las cuales sólo dos éramos de cine y el rodaje se convirtió en un dolor de cabeza porque iba a durar de enero a febrero y duró de enero a mayo. En la reunión de cierre estaban todos festejando, y yo con mala cara preguntándome para qué vine y pensé ‘me revienta estar en lugares donde no tengo ganas de estar y ya quiero irme’ y ahí me hizo un click, dije mirá qué loco cuánta gente estará pensando lo mismo que yo en este grupo, y vi cierta empatía para hacer un proyecto. Imaginé cuántas cosas uno vive y le molestan y capaz la caretea sólo por compromiso social y que estaría bueno plantear una serie donde mostrar eso.
La charla se ve interrumpida por la llegada de la moza del lugar. Ofrece algunas promociones y cuando toma el pedido se retira. Entre risas y sus caricaturescos gestos, la espera por el ansiado café con medialunas pasa casi inadvertida. El miedo inicial que sintió al ver el grabador encendido parece haber desaparecido, Del Bueno se muestra más distendido que nunca y con entusiasmo para continuar con el relato de los inicios del producto que es motivo de su orgullo.
Con el título en mente, se puso a diagramar la serie y ver qué quería decir. Cuando la idea tomó forma, se reunió con sus dos compañeras, se los presentó y ambas aceptaron de inmediato la invitación para participar. Al tener la certeza de contar con la complicidad de sus amigas, se lanzó a escribir guiones y una vez que tuvo una cantidad que consideraba interesante, se los envió a ambas para que los corrigieran y por fin poder cerrar la primera etapa de pre producción. Desde el principio, además, supo quién sería el encargado de encarnar al protagonista, lo que facilitó el proceso de escritura. Imaginar sus caras, sus formas, lo ayudó a adecuar el personaje al actor.
El rodaje, como bien define, fue un parto aparte dadas las complicaciones horarias que presentaban los respectivos trabajos de los actores y los técnicos. Fueron en total 17 los días que duró, repartidos en largos sábados y hasta madrugadas de domingo. “Cuando filmamos muchas veces nos tocó desglosar, agarrar los actores e ir mechando, capaz ir grabando escenas de hasta cinco capítulos diferentes. Se organizó en cuestión al actor y no al capítulo. Pero fue muy divertido”, cuenta mientras disfruta las últimas gotas alojadas en su taza de café.
¿Desde el principio estuvo pensada como una serie con capítulos de corta duración?
Por la experiencia de Ícaros, sí. Cada capítulo duraba media hora y ni yo que había trabajado tenía ganas de verla. Así que decidí que tenía que ser algo corto. Más allá de que el proyecto sabía que no podía ser muy extenso, me di cuenta que es lo que más vende porque uno cuando está tranquilo en casa, haciendo tiempo en Internet es más factible que le des click a algo que dura tres minutos y termines de verlo. Prefería que fuera algo corto y cause impacto y puedas definir si te gustó o no te gustó. Eso nos sirvió en cuestiones de distribución y en cuestiones de realización además.
“Es muy difícil hacer reír en 3 minutos”, sentenció cuando en la conversación salió a la luz la calidad siempre extrema entre el humor bizarro y el humor serio que tienen las comedias. Y resaltó que para el equipo lo realmente importante es que la gente se identifique y se divierta. Esto último pudieron comprobarlo con sus propios ojos cuando en la novena edición del Fesaalp, Me Revienta tuvo un espacio en la sección En Proceso y se presentó en una de las salas del Taller de Teatro de la UNLP.
¿Cómo viviste la experiencia del Fesaalp?
Yo ya había tenido la oportunidad de presentar algunos cortos en años anteriores, pero eran trabajos que había hecho en la facultad y mejoré un poco para participar en la competencia. Estuve muy nervioso porque sólo había subido a un escenario en el Fesaalp cuando una amiga ganó un premio y tuve que ir a recibirlo, esa fue la única vez que hablé de cine en cine. Para mostrar Me Revienta había ido con una lista mental de lo que iba a hablar y cuando estuve ahí obviamente se me olvidó. Tenía la idea de que asistirían no más de 20 personas, y al ver que estaba llena la sala primero me dio miedo y después me puse contento por eso mismo, porque no lo esperaba. Fue emocionante poder contarle a toda la gente tu experiencia, las cosas buenas y malas que pasaste y exponer el proyecto es muy gratificante porque llegar a una pantalla es muy difícil, más que nada para un producto de estas características. Y ver que a los 30 segundos ya se estaban riendo también fue gratificante porque al ser una serie web no podés conocer la reacción del otro más allá del comentario.
La distribución fue un punto clave a la hora de llegar al público. Youtube, Taringa, Facebook y Twitter fueron los lugares elegidos para promocionar, publicar y compartir cada capítulo de la serie. Sin embargo, las amplias posibilidades que se ofrecen en esos y más sitios no siempre se traducen en beneficios al momento de masificar un producto.
¿Qué te ofrece y qué te quita la distribución exclusiva en Internet?
La principal ventaja que tiene es la pantalla inmediata. La terminás y ahí la tenés, sin necesidad de esperar productores, canales ni a nadie. Y la complicación viene por el lado de que existen 200 mil millones de personas con las mismas ideas y que hace lo mismo, hay tanto que la gente está tan acostumbrada a que le lleguen cientos de mensajes y anuncios de mirá mi video, dale click, mirá mi serie, que capaz lo ignora o no le da importancia y te queda sin ser mostrado. Por un lado tenés la posibilidad de subirlo al instante a un lugar y a su vez muchas personas lo pasan por alto. Es tan inmediato como multitudinario que cuesta hacerlo resaltar. Son las reglas del juego y uno las acepta y tratar de distribuir con los recursos que se tienen.
La frustración que le produce la despiadada competencia en Internet con producciones de menor dedicación pero tal vez de mayor impacto, influye en la incógnita que se presenta a la hora de pensar en una segunda temporada de la serie. “Como proyecto propio me encantaría hacer una segunda temporada”, relata, pero sin cegarse por las ansias de concretarlo aclara que no sabe si vale la pena realizar un trabajo de casi un año para la distribución que puede tener o no. Ese, sin dudas, será el principal debate cuando una vez finalizada la emisión de la primera temporada todos los integrantes del equipo se reúnan, saquen conclusiones, realicen autocríticas y diagramen el futuro. “Los actores están muy interesados en seguir laburando y en participar en el proceso de guiones. Hay muchos pro pero también muchas contras, como el saber si le gustó a la gente o no”, enfatizó.
Al respecto de la participación que quieren tener los actores en los guiones, ¿cuánto aporte hay de ellos en cada escena?
Un montón de improvisación. Todas las escenas están escritas pero como yo sé que ellos se manejan muy bien en ese campo, a la hora de escribir lo pensé como en rodaje, pensé en la idea que quería que se transmita y a los actores en un 80% les dije “esta es la frase, metela más o menos, y después improvisá”. Y por otro lado tenías texto de capaz cinco líneas que ellos las hacían de 10 porque metían lo que yo había escrito en otra frase, ampliaban la situación y la hacían mucho mejor. Están los puntos claves, de giro, pero el resto es pura improvisación. Grabaron cosas que nunca podría haber escrito, muy divertidas y bizarras.
Cuando el mediodía se hacía presente, la charla poco a poco se desvanecía y la moza acercaba la cuenta a la mesa, Del Bueno aseguró que a pesar del increíble auge que tienen hoy productos audiovisuales como el suyo, el cine no tiene quien se atreva a competirle. “Puede que en algún momento las películas se estrenen en la gran pantalla y en Internet a la vez. Pero el cine siempre va a ser cliché, siempre va a seguir ganando”, finalizó.
Sus expectativas, más allá de todo, se mantienen en lo más alto. La potencialidad que ve en su producción web le permiten pensarla en más temporadas o bien como posible sección de algún show televisivo. Entre tanto, otros proyectos cajoneados aguardan para ver la luz en el corto plazo. Y mientras, sale a la esquina de 7, se le planta a la ligera llovizna que a esa hora cae y se dispone a ir a trabajar. Con los sueños intactos, como cada día.