Surfeando el asfalto
Son surfistas en La Plata, una ciudad que no les brinda el elemento necesario e indispensable para la práctica, el mar. Ellos sin embargo defienden su estilo de vida y desde la formación de una escuela de surf en una piscina superan todos los inconvenientes. Aquí un mapeo sobre esta nueva modalidad deportiva.
Por Constanza Nicoletti
A pesar de que sea sábado hay que amanecer temprano, es que los entrenamientos de Fluir, Escuela de Surf Funcional, arrancan a las 9 de la mañana y a ellos no se les ocurre la idea de perderse una clase de surf en la piscina. Nucleados en El Natatorio de La Plata las clases surgieron como una respuesta a las necesidades de aquellos que habiendo conocido el surf, no podían quitárselo de la cabeza.
La escuela dicta clases de surf funcional todos los sábados en tres diferentes turnos para que nadie se quede afuera de esta experiencia que mezcla ejercicios propios técnicos del surf con actividades de resistencia física, dándole herramientas al cuerpo para poder desempeñarse en el mar en el próximo viaje a realizar.
Suena como algo extraño imaginarse a estos grupos haciendo surf en una piscina, pero en realidad no es algo que no se haga en otros lugares. Esta es una idea que en diferentes partes del mundo se lleva adelante cuando hay condiciones adversas climáticas y, para no perder el estado físico, lo hacen desde una piscina que sirve como escenario de práctica y mejora ciertos movimientos técnicos de la disciplina. Ahora sí, en La Plata los chicos de Fluir son pioneros.
Juan Pablo Fernández es el fundador y el encargado de la escuela que utiliza El Natatorio de la calle 61 entre 20 y 21 de la ciudad. “La idea de este proyecto surge en charlas, con mate de por medio, con gente amiga del mar, gente que espera con ansias la próxima escapada a las olas y que pasa semanas o meses lejos de él”, cuenta Juan Pablo que es profesor de educación física y fanático del surf. La escuela nace con el apoyo de otros miembros de la comunidad del surf en La Plata, otros pioneros que como estaban lejos del mar surfeaban las olas del río de La Plata en la Isla Santiago.
“Frases como “entraron olas todo el finde pero el domingo ya no me daban más los brazos” o “el nivel en el surf te lo da la continuidad” retumbaban constantemente en cada encuentro, pero… ¿Cómo? No hay bolsillo que aguante tanto viaje y las sudestadas para poder surfear en el río se hacen esperar muchísimo. Así surgió la posibilidad de crear un espacio para la enseñanza, práctica y perfeccionamiento del surf en la ciudad. Este espacio permitiría difundir este deporte/estilo de vida que para nosotros es una pasión y lograr transmitir este sentimiento hacia aquellas personas que quizás tenían las ganas de practicarlo pero se encontraban muy lejos de la costa o no se animaban”, asegura el propulsor de Fluir.
La escuela le brinda a sus miembros practicantes la posibilidad de tener continuidad a partir de un entrenamiento sistemático que le dé al surfer la posibilidad de progresar en las técnicas. Además no sólo preparan la parte física: durante la semana también realizan entrenamientos funcionales de yoga al aire libre para ejercitar la mente conjuntamente con el cuerpo para el próximo viaje al mar. Con el yoga desarrollan la flexibilidad, la fuerza y el equilibrio, trabajan la mente para controlar el cuerpo, para ejercitar la paciencia y el balance a través de la meditación.
Los grupos son muy variados y no hay un condicionamiento que no permita hacer surf en la piscina climatizada: “Tenemos a Matías que es el más chico con 14 años que comparte clase con Carlos que tiene 66 años. Los entrenamientos apuntan a cada edad y nivel, realizando las adaptaciones que correspondan. Tenemos que entender al surf como un deporte/estilo de vida que puede ser practicado por todas las edades, sólo son necesarias las ganas y la predisposición”, afirma Juan Pablo. Hay jóvenes y adultos mayores, tanto hombres como mujeres.
Cada uno de los practicantes busca algo específico en las visitas. Algunos ya practican surf y se preparan para el próximo viaje al mar, otros lo hacen solamente para entrenarse físicamente y divertirse y otros se suben por primera vez a una tabla por intriga, de los cuales la mayoría elige quedarse y comenzar a practicar surf sistemáticamente.
Cualquiera que quiera participar puede: sólo hace falta predisposición, porque los elementos están y no es necesario llevar nada. La escuela cuenta con todos los materiales indispensables para la preparación física como por ejemplo pesas subacuáticas, y con todos los materiales para la preparación técnica como por ejemplo las diferentes tipos de tablas que se requieren. El factor económico solo incide en la posibilidad de participar del próximo viaje o trip (como ellos lo llaman) al mar. Por ejemplo en este caso son ellos mismos los que se organizan para viajar y tratan de ayudar a que no falte ninguno en la experiencia ya que es allí en el trip donde se consuma la experiencia, donde se lleva adelante todo lo que se aprendió en las clases, donde el surfer libera tensiones y se une, por fin, a las olas. El próximo viaje será en el fin de semana largo de noviembre a Quequen, una localidad cercana a Necochea plagada de olas aptas para montar.
La comunidad platense de surf no deja de crecer y son varios los que se juntan a contar experiencias más allá de la escuela. Es así como está latente la idea de institucionalizarse como asociación, experiencia que se ha logrado ya en Capital Federal y, emulando las posibilidades, ellos también ven viable esta idea: “Polenta sobra para hacerlo”, aseguró uno de sus practicantes.
Otro de los grandes objetivos es lograr que se acerquen niños a la práctica: “Sería una linda meta poder comenzar a ofrecer clases de surf para los niños de la ciudad y que tengan sus primeras experiencias desde pequeños como sucede en otros deportes como el fútbol o el rugby, permitiéndonos transmitir el deporte que nos apasiona a futuras generaciones”, comentó Juan Pablo, el docente que además dicta clases de natación en El Natatorio.
Las bases están plantadas para que la práctica siga creciendo. El entusiasmo y las ganas de avanzar de esta comunidad que no le teme a las adversidades y saltea obstáculos los lleva hacia adelante, a cumplir sus sueños de mantener, aún en una ciudad sin mar, su estilo de vida sin dejar de ser surfers, los surfers del asfalto platense.
Para contactarse con la escuela Fluir: https://www.facebook.com/fluir.surffuncional o dirigiéndose a El Natatorio (calle 61 entre 20 y 21) los días sábados desde las 9 am hasta las 15 hs.
¡Viejas son las tablas!: Carlos, un ejemplo de vitalidad
Con 66 años no le dice “no” a nada, y entre esos “no” se encuentra el surf. Forma parte de la escuela Fluir Surf Funcional y se desempeña a la par de sus compañeros. ¿El secreto?, saber que todo se puede si se busca.
A lo lejos se lo ve riéndose, bromeando con sus compañeros, dándoles aliento y siguiendo las instrucciones del profe al pie de la letra, inclusive en aquellos ejercicios que demandan de mucha fuerza, mucha velocidad y mucho equilibrio. Así es Carlos Rathjen, un platense que no deja de hacer lo que le gusta sin importar los obstáculos de la vida, un platense que se enteró de que se estaban dando clases de surf en La Plata y no dudó ni un segundo en anotarse.
“Me enteré por unos amigos de otro grupo y lo que me gusta es que aparte de adquirir estado físico aprendo cosas referentes al deporte, y lo más importante hay un excelente grupo con una muy buena conducción de Juan Pablo Fernández. Uno se siente muy cómodo” certifica Carlos que no era “del palo” del surf, aunque sí había practicado windsurf y bodyboard. Todavía no tuvo la oportunidad de surfear, pero pronto se le dará el lujo cuando forme parte de un trip con el grupo.
Se considera a sí mismo “un fanático” de todo lo que tiene que ver con el mar: siempre hizo disciplinas relacionadas, entre ellas también buceo. “Pienso todo el tiempo en el mar, mi vida es una tabla. El mar para mí es vida y las olas son mi pasión y mi energía junto con el sol y el aire libre. Es sentirte vivo totalmente”.
No aparenta la edad que tiene. A pesar de las canas la juventud es algo que viene de la mente y que luego se traspasa al cuerpo. Carlos es un joven de alma, un hombre con experiencia en muchas cosas, pero que elige estas prácticas para sentirse vivo. “Todavía no he surfeado con una tabla pero sí con mi cuerpo, con un body y con windsurf…la sensación es indescriptible, libertad, volar, energía. El estar en el agua me da vida”.
Inevitablemente es imposible obviar sus tatuajes. Cuenta con dos que llaman sumamente la atención porque los dos reflejan lo que Carlos hace con tanta pasión. El que tiene en su espalda es un hombre de espalda que camina con una tabla de surf en sus brazos y el otro aún mejor: “Me lo hice hace poco, la decisión estaba tomada hacía tiempo pero tenía que ser algo especial de algo que me cambió la vida, y esperé hasta que encontré el dibujo justo…y el del pecho es más chico, son los latidos del corazón como un electro, pero entre pico y pico hay olas”. Más claro echale agua: Carlos ama el surf, ama lo que hace.
Hace poco comenzó una nueva etapa cuando se jubiló de sus dos trabajos que también fueron su vida. Luego de 31 años dejó de trabajar en el Banco Nación y en el club de sus amores, Estudiantes de La Plata, donde según él “hizo de todo” en el country club de City Bell, llegando a ser hasta Intendente del mismo, el encargado de que esté absolutamente todo en perfecto estado. “Fui querido por algunos dirigentes y bastante odiado por otros”, asegura Carlos, un personaje que claramente no dejó nada por hacer.
“Surfer, papá de cuatro hijos, abuelo de once nietos y bisabuelo de dos bisnietos” enumera entre risas el hombre que a la par de jóvenes de 14 años hace surf funcional en la piscina de El Natatorio, el hombre que cuando se le pregunta cómo quiere que esté el surf en la ciudad dentro de 10 años contesta: “Con cada vez más fanáticos y que el río se transforme en mar…–se ríe de su respuesta– pero que también obviamente pueda estar todavía arriba de una tabla disfrutando”.
Madre hay una sola: La Ola Madre Surf, el único lugar platense que abastece a los surfers
Ubicado en la ciudad es el único comercio que brinda todo para aquellos que sienten el surf a pesar de vivir sin mar. Aquí algunas palabras de Agustín Mauad, creador de este proyecto que cada vez toma más vuelo en la city de las diagonales.
Las calcomanías de La Ola Madre se pueden ver por muchos lugares de la ciudad, es que lo que empezó como un pasatiempo se convirtió en el principal lugar que brinda asesoramiento y ayuda a aquel que se anime a sumergirse en el surf platense, un surf sin mar, o por lo menos sin mar todos los días.
Agustín nació en La Plata, pero sus abuelos son de la costa atlántica, motivo por el cual pasaba sus veranos allá, internado en el mar. Fue así como conoció la disciplina desde muy chico y nunca más se bajó, como quien dice, de la tabla. Él es el principal precursor de que en la ciudad platense se practique el surf y otras cuantas disciplinas más relacionadas con el agua. La idea era no perder la pasión a pesar de volver a su ciudad, y fue así como surgió La Ola Madre: “Hace 2 años decidí empezar a juntar a la galera surfista de La Plata, para organizar juntadas, viajes al mar y compartir este sentimiento en una ciudad sin mar. Asimismo, comencé a reparar y a vender tablas, trajes, accesorios, también presto muchas cosas”, cuenta Agustín que entre tantas cosas prestadas es uno de los responsables de que la escuela de surf Fluir tenga sus tablas para practicar. El nombre nace por recordar los dichos de un referente que tuvo de chico, un joven de San Bernardo que le inculcó el deporte: “Él (el Colo) peleaba con mi abuela para que me deje ir al agua en busca de “La Ola Madre”, y fue así de una forma poco común que Agustín la encontró en la ciudad platense.
Junto a su novia y con la ayuda de varios amigos es el único en la ciudad que restaura tablas de surf y vende también nuevas, además de accesorios como parafina, quillas, pitas, fundas. También trajes de neoprene, lo que les permite abrir el abanico de venta a otros deportes acuáticos como kitesurf, windsurf y el kayac, entre otros.
“Una vuelta vendí mi tabla y compré 5 bastante usadas para restaurar. Las ubique rápidamente. Así con mi novia empezamos a viajar por distintos lugares y nos enganchamos cada día más. Creo que un viaje con ella al SurfCamp de Miramar fue uno de los click para meterle duro a La Ola Madre” reflexiona el dueño de este surfshop que recibe también a mucha gente de Capital Federal en su casa que funciona como local y como punto de encuentro del surf platense.
Asegura no tener clientes sino “amigos de mar”, tratando de sumarlos al proyecto de La Ola Madre. Agustín es de aquellos que piensan que el surf es un estilo de vida y no una moda, donde la amistad, las buenas intenciones y las buenas vibras conforman pilares fundamentales. Él busca que los clientes vuelvan al local para poder seguir agrandando el grupo “que no sea simplemente un trueque comercial, que podamos luego entrar al agua juntos y traspasar una “venta”.
“Trato de no traicionar los valores que aprendí con la gente que me inculcó el deporte: la palabra es lo que vale. Doy a pagar en cuotas, muchas veces sin conocer a la persona, presto tablas y trajes para que chequeen cuál es la tabla o neoprene que buscan. A veces vienen a comprar una parafina y se quedan dos horas tomando mate. Por suerte nunca me traicionaron”, confirma Agustín orgulloso.
La Ola Madre Surf tiene otras misiones que no son simplemente las comerciales. Entre todos los que conforman el abanico del surf platense se encargan también de la limpieza del río, lugar donde practican el surf los días de sudestada, más específicamente en la Isla Santiago, su lugar preferido para reemplazar al mar durante la vida en la ciudad. Lo mismo hacen en todos los lagos de la ciudad que puedan servir para alguna práctica ya que ellos para surfear se conectan con la naturaleza a quien, según palabras de Agustín, deben respetar y preservar, lo que consideran que hay que transmitirle a las futuras generaciones.
La Ola tiene objetivos muy claros, entre los cuales hay uno que resalta en la lista de este joven fanático del mar: “Uno de mis objetivos más grandes es llevar a pibes humildes de la periferia platense a surfear. Soy profesor en un Club de básquet de mi barrio y todos los años organizamos un viaje a Necochea. En el 2013 aproveché y llevé tablas para dar clases: los nenes quedaron alucinados, muchos conocieron el mar por primera vez y ya surfeaban”. La Ola Madre tiene varias misiones más importantes que la venta de insumos, lo que la hace única e inigualable, porque como dice el dicho “Madre hay una sola”, y este caso no es la excepción.
Cómo contactarse con La Ola Madre Surf: www.laolamadre.com o por Facebook. El local queda ubicado en 119 entre 71 y 72 n 1939, pero se debe contactar antes de hacer la visita.