Page 2 - 24- ¿Por qué grita esa mujer?
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aflora el intervalo, y la del espejo tenía ritmo y era molesta, y    ¿Por qué grita esa mujer?
movía y revolvía dentro de la boca, del peinado.
Lo decía Benveniste: hay un orden impuesto por la experiencia
y la pedagogía: primero, leer; después, escribir. Pero este no
es el orden de invención. Ese escribir fue el acto fundacional4.

Del “a mí me gustaría poder llorar” al“ustedes
hasta tuvieron una presidenta”

[Es 2018 y un periódico local saca una nota sobre la literatura
local que habla de hombres, localmente. El que escribe no
sabe que hay mujeres, o no se acuerda, y los que hablan, que
sí lo saben, no se lo recuerdan. En el debate posterior algunos
dicen: “Pero si ustedes hasta tuvieron una presidenta, ¿de qué
desigualdad hablan?”. Faltan tres días para el 8 de marzo.]
La ciudad está en la escritura cuando se dice “esta ciudad” y
también cuando desde dentro de los muros, el lado invisible,
se traspasa de casa en casa, como animal oculto, como raíz, sin
pisar la calle, evitando el disparo, el dedo señalador, el silbato.
La ciudad, que fue escrita con otra letra, una gramática que
todas conocemos, que todas repetimos, no canta. Canta la letra
entre los dedos de las que se murmuran. Canta e incomoda el
runrún de fondo. En la ciudad sin curvas, las chicas pueden
abandonar sus pasos repitiendo el recorrido, de memoria,
mientras se pierden por dentro, dialogando entre ellas. Y con
ellos.
Cartografía de la provincia que todo pueblo tiene dentro,
como todo cuerpo, provinciado. Administración de glorias
autóctonas para la publicidad. Hay una ciudad para cada
lector, claro. Éramos la maleza.

El maquillaje de muertos existe hace miles de
años

[Las nacidas en La Plata sabemos de los caminos que están
construidos por debajo de las huellas. Que aquí nació el jardín
antes que el árbol y fueron los nombres antes que las cosas.
Lo sabemos por platenses, y por mujeres desde antes. Pero

4 En sus últimas lecciones en el Collège de France.

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