Page 3 - El espíritu de Letras. Marcelo Belinche
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do hicieron los setenta latinoamericanos. Las dictaduras
los destruyeron; llegaron y se retiraron al mismo tiempo y
aplicaron programas parecidos; escribieron buena parte de las
recetas de sus sucesores.
Hoy se discute el futuro. En la lectura profunda de la memoria,
están las claves para imaginarlo.
Los que crecimos durante el Proceso Militar somos testigos de
un codo particular de la historia.
Niños en los 70, adolescentes de los 80, llegamos después
de la explosión de la cultura por y para jóvenes y los vientos
revolucionarios. Crecimos mientras eran silenciados.
Fuimos separados por un muro generacional de nuestros
hermanos mayores. Asimilamos lo anormal como marca de
origen. Construimos nuestra identidad dentro de, tal vez,
la mayor operación de dominio y control social que se haya
aplicado en la Argentina.
Sin embargo, expresamos rasgos distintivos que se extienden
hasta hoy.
La música, lenguaje privilegiado de identidad y vínculo, es
clara como ejemplo.
Las grandes bandas de los 80 no pierden vigencia. Una y otra
vez reaparecen hasta romper con las lógicas de representación.
Impresionan abuelos vitales en escenarios rodeados de chicos
de quince años.
Los medios audiovisuales, la televisión en particular, han
amplificado su influencia, pero en lo sustancial, el mecanismo
es el mismo. Fueron y son productos de interpretación,
generación de consenso y construcción de estética y consumo.
Las computadoras y los celulares aceleraron las formas
indirectas de contacto, pero responden a la timidez y la
inseguridad típica en los adolescentes de hace tres décadas. La
ropa y las modas superponen ecos del pasado. Los informes
sobre sus características dicen, año a año, básicamente lo
mismo.
Estos jóvenes frágiles del país de la no pertenencia y la ausencia
de sueños comunes, el gran triunfo de la dictadura, crecieron
junto a los índices de desocupados en los de menos de 25 años,
la deserción en todos los niveles educativos, los antidepresivos
y las drogas duras.
Las caritas que bajaron de los barcos de Malvinas son parecidas
a las que hoy llegan a las aulas. En ellas, se percibe maltrato.

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