Page 3 - La mujer y la literatura. Melina Maraschio
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Entran en crisis los “acuerdos” que legitiman la desigualdad entre
hombres y mujeres problematizando los discursos, dispositivos
y tecnologías que colaboraron históricamente en la producción de
consenso de tal legitimidad. Se abre un proceso socio-histórico de
producción de nueva subjetividad; por lo tanto, se crean condiciones
de renegociación de dichos pactos (Fernández, 1993: 23).

La barrera que dividía culturalmente al género femenino de la
sociedad y la relegaba meramente a los quehaceres cotidianos,
de a poco se fue flexibilizando. En los 90, se produjeron trascen-
dentales cambios en América Latina, una nueva configuración
de los espacios sociales y culturales se fue dando hasta la con-
solidación de organizaciones populares feministas, así como la
incorporación creciente de la mujer en el mercado del trabajo,
lo que originó cambios en la organización de la familia.
El feminismo fue elaborando estrategias de resistencia al pa-
triarcado. La literatura se convirtió de a poco en una herramien-
ta para ejecutar esas estrategias y subvertir la línea de domina-
ción masculina que existió desde siempre en el ámbito cultural.
A fines del siglo XX y principios del XXI, donde la consolida-
ción de los discursos neoliberales se afianzaba cada vez más,
surgió una mayor intolerancia hacia las diferencias culturales,
religiosas, y étnicas. La exclusión y marginalidad dejaban afue-
ra a grandes sectores del pueblo.
Lo individual de a poco comenzó a ser colectivo y las luchas y
conquistas de derechos cada vez eran más organizadas. Había
que dar respuesta a los interrogantes surgidos sobre el matrimo-
nio, la maternidad, lo femenino, el espacio íntimo y el espacio
público. Las relaciones sociales estaban en constante cambio.
Las mujeres hasta la actualidad han tenido poca participación
dentro del campo literario, por esta razón han tenido que lu-
char su lugar. Una discusión se da en torno a que se ve lo escri-
to por mujeres como literatura feminista, femenina y reducida
exclusivamente a un público. Publicar con pseudónimos o di-
rectamente no publicar han sido los caminos que atravesaron
diversas mujeres en el campo literario.
Si bien no se trata de encasillar en un lugar a cada género, sí
hay que reconocer que hay claras diferencias que hicieron que
los hombres, a lo largo de la historia, puedan dedicarse a vivir
exclusivamente de y para la literatura. Se sabe que el lugar que
cada uno ocupa va más allá del género, pero sí ha influenciado.
Una causante que generó que no tantas mujeres se aboquen a

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