Teórico 3
Unidad III: 1943-1955
Esta clase teórica se acompaña con el texto de PANELLA, Claudio. “La expropiación del diario La Prensa: ¿ataque a la libertad de prensa o acto revolucionario?”, en REIN, Raanan y PANELLA, Claudio (compiladores). Peronismo y prensa escrita. Abordajes, miradas e interpretaciones nacionales y extranjeras, La Plata, Edulp, 2008, pp. 131-165. Que encontrarán en:
https://drive.google.com/drive/u/1/folders/1oCUB5sJbvsOuuE-KVuMRpD-Rl6h_hXAt
El posicionamiento del candidato de la Concordancia, Robustiano Patrón Costas, de identificarse con el bando aliado en plena guerra mundial, contrastaba con la política de neutralidad sostenidar por las Fuerzas Armadas. También, la segura concreción de un nuevo fraude en las elecciones que se realizarían a fines de 1943 y que suponía la consagración, otra vez, de un candidato conservador, colisionaba con la necesaria regeneración de las prácticas políticas, de las cuales se hicieron eco sectores militares. El intento del presidente Ramón Castillo de sustituir al ministro de Guerra, general Pedro Ramírez, precipitó el golpe de Estado, que se produjo el 4 de junio. El mismo fue motorizado por los oficiales medios –coroneles y tenientes coroneles- que integraban el Grupo Obra Unificación (GOU), una logia secreta creada en el seno del Ejército en el mes de marzo de ese año, que coincidía en ciertas ideas como el nacionalismo, el anticomunismo, el mantenimiento de la neutralidad del país en el conflicto bélico mundial y la necesidad de acentuar el proceso industrialista, en especial de la industria pesada.
Las primeras acciones del gobierno militar, presidido por el citado general Ramírez, notoriamente influido por el nacionalismo católico, fueron de carácter autoritario: cierre del Congreso, intervención a las provincias, adopción de medidas represivas contras sectores de izquierda, declarar fuera de la ley a los partidos políticos, intervención de las universidades entre otras. Sin embargo, en un área de la administración gubernativa, la social, se daría un proceso original y que contrastaba con la orientación que podía esperarse de un gobierno de facto. En efecto, en octubre, un destacado integrante del GOU, el coronel Juan D. Perón, fue designado al frente del Departamento Nacional del Trabajo, que de inmediato, por decreto del 27 de noviembre de 1943, se convertiría en Secretaría de Trabajo y Previsión como una oficina gubernamental encargada de las relaciones obrero-patronales. A partir de los considerandos del decreto se pueden resumir las funciones específicas que tendría el nuevo organismo, a saber: 1. Intervención del Estado en las relaciones laborales con el objetivo de lograr la “mejor armonía” entre capital y trabajo; 2. Búsqueda de una mayor “justicia social y distributiva”, 3. Controlar la aplicación de la legislación laboral vigente. Daba comienzo de ese modo la “era de la justicia social” en la Argentina.
Al frente de la Secretaría Perón impulsó entre 1944 y 1945 una amplia legislación favorable a los trabajadores: establecimiento de vacaciones anuales pagas; protección frente a accidentes de trabajo; establecimiento de Tribunales de Trabajo; creación del Instituto Nacional de Previsión Social; establecimiento del Estatuto del Peón -por primera vez se legislaba en favor del trabajador rural-; institución del sueldo anual complementario –aguinaldo- entre otras. A lo expresado debe sumarse la homologación de convenios colectivos de trabajo: 912 en los años mencionados, que contrastaban con apenas 46 aprobados entre 1936 y 1940. Esta acción social le fue deparando a Perón la adhesión cada vez más intensa de obreros y dirigentes, que paralelamente iba acotando el margen de maniobra de los dirigentes y sindicatos socialistas o comunistas, que constituían la oposición a Perón en el ámbito laboral.
Pero también, la labor de Perón levantaba críticas cada vez más incisivas en la oposición política, integrada por los partidos políticos, es decir radicales, conservadores, socialistas, demócrata-progresistas y comunistas, quienes calificaban al gobierno y al propio Perón de “fascistas”. Y en entidades tradicionales como la Sociedad Rural Argentina, la Unión Industrial Argentina, la Bolsa de Comercio y los medios de comunicación -los tradicionales La Prensa y La Nación entre los más virulentos-, que tampoco escatimaban críticas a la labor de Perón.
A comienzos de 1944, la presión ejercida por los Estados Unidos sobre el gobierno argentino para que este declare la guerra a Alemania y Japón se hizo insostenible para este, que rompió relaciones diplomáticas con los mencionados países. Esto provocó la renuncia de Ramírez en el mes de febrero y su reemplazo por el general Edelmiro Farrell, que sí declaró la guerra en marzo de 1945 como condición indispensable para el ingreso del país en las Naciones Unidas.
El final de la conflagración mundial en 1945 y las presiones diplomáticas y económicas norteamericanas, envalentonaron a la oposición política, que exigía la normalización institucional, previa entrega del gobierno a la Corte Suprema de Justicia. Esta ofensiva tuvo su punto culminante en la convocatoria a la Marcha de la Constitución y de la Libertad, llevada a cabo en las calles de Buenos Aires el 19 de septiembre de 1945, que fue una imponente manifestación que reunió a un cuarto de millón de personas. El gobierno sintió el impacto, al punto de que un sector del mismo le exigió al presidente la destitución de Perón de los cargos que ocupaba: Vicepresidente de la Nación, ministro de Guerra y Secretario de Trabajo y Previsión, cosa que ocurrió el día 9 de octubre. Perón fue detenido y enviado a la isla Martín García. Sin embargo, una multitudinaria movilización popular integrada principalmente por obreros de la ciudad y del Gran Buenos Aires que se concentró en la Plaza de Mayo el día 17 de octubre permitió su liberación.
De allí en más se organizaron las dos coaliciones políticas que se enfrentarían en las urnas el 24 de febrero de 1946, fecha fijada por el gobierno para iniciar la normalización institucional. Por un lado se conformó la Unión Democrática, integrada por la Unión Cívica Radical, el partido Socialista, el partido Comunista y el partido Demócrata-progresista, cuya fórmula se integró con José Tamborini y Enrique Mosca, dos radicales alvearistas. Los conservadores no integraron la Unión Democrática pero apoyaron a sus candidatos. Por el otro se unieron el partido Laborista, recientemente creado por los sindicalistas que se identificaron con la obra de Perón, y la Unión Cívica Radical – Junta Renovadora, a los que se sumaron pequeñas agrupaciones nacionalistas e independientes. El binomio lo integraron Juan Perón, en representación del laborismo, y Hortensio Quijano, un radical renovador. La campaña fue intensa, con acusaciones cruzadas de “fascismo” para los candidatos oficialistas y de defender “intereses antinacionales” para los opositores. Con el reconocimiento general de que el acto comicial había sido inobjetable –era la primera elección presidencial desde 1928 sin fraude ni proscripción-, el resultado favoreció a la fórmula peronista: 1.487.886 (52,8 %) a 1.207.080 (42,9 %) votos.
Gobiernos con las características que tendría el peronista, definidos como nacional-populares o populistas, se dieron en América Latina entre la crisis de 1930 y fines de la de 1950, como los de Lázaro Cárdenas en México (1934-1940), Getulio Vargas en Brasil (1930-1945 y 1950-1954), Jacobo Arbenz en Guatemala (1950-1954), Carlos Ibáñez del Campo en Chile (1952-1958), Víctor Paz Estensoro (1952-1956) y Hernán siles Suazo (1956-1960) en Bolivia.
La política de los años peronistas fue sumamente tensa, con posturas intransigentes por ambos lados, gobierno y oposición, cuya caja de resonancia fue el Congreso Nacional, en particular la Cámara de Diputados. Durante toda esa época la discusión pasó por la dicotomía justicia social vs. libertades públicas, donde quienes defendían una u otra posición se negaban a reconocer al otro como un contrincante democrático.
En 1948, luego del triunfo en las elecciones legislativas de marzo, desde el oficialismo, ahora representado por el Partido Peronista, comenzó a tomar cuerpo la necesidad de reformar la Constitución Nacional, a la que calificaba de liberal, a fin de incorporar derechos sociales promovidos por el gobierno. En diciembre se llevó a cabo la elección de convencionales constituyentes, con un holgado triunfo peronista, lo que permitió reunir la Asamblea Constituyente al año siguiente, que sancionó una nueva Carta Magna. La misma incorporó los Derechos del Trabajador, de la Familia, de la Ancianidad y de la Educación y la Cultura, la función social de la propiedad privada, del capital y de la actividad económica. También, la posibilidad de que el presidente pueda ser reelecto.
Merece destacarse la actuación pública de la esposa del presidente, María Eva Duarte de Perón, que se expresó en los ámbitos político y social. En 1947 se produjo un acontecimiento fundamental en la vida del país como fue la sanción de la ley n° 13.010 de voto femenino, donde aquella tuvo un rol decisivo. Por la misma, se reconocía a las mujeres los mismos derechos políticos que a los varones, es decir elegir y ser elegidas.
La movilización de las mujeres peronistas bajo el aliento de Eva Perón fructificó en 1949, cuando se creó, bajo su conducción, el Partido Peronista Femenino. En poco tiempo, este se expandió por todo el país a través de las delegadas censistas, que eran las encargadas de su organización en cada provincia o territorio nacional.
Cabe señalar asimismo que en septiembre de 1951 se produjo un levantamiento militar en contra de Perón al mando del general retirado Benjamín Menéndez, finalmente frustrado.
La elección de renovación presidencial fue fijada por el Poder Ejecutivo Nacional para el día 11 de noviembre de 1951. La candidatura de Perón estaba fuera de toda duda, no así la de quien lo acompañaría en la vicepresidencia, hasta que la Confederación General del Trabajo (CGT) propuso a Eva Perón para el cargo. De este modo, la central obrera organizó un magno acto público que se llevó a cabo el 22 de agosto de 1951 en la Capital Federal denominado Cabildo Abierto del Justicialismo. Pero la Primera Dama renunció al ofrecimiento por lo que sería Hortensio Quijano quien acompañaría nuevamente a Perón en la fórmula. La Unión Cívica Radical, el principal partido político opositor, presentó el binomio Ricardo Balbín-Arturo Frondizi, los conservadores Reynaldo Pastor-Vicente Solano Lima, los comunistas Rodolfo Ghioldi-Alcira de la Peña y los socialistas Alfredo Palacios-Américo Ghioldi. Los resultados fueron ampliamente favorables para el Partido Peronista: 4.745.168 (63,4 %), votos frente a 2.415.750 (32,3 %) de los radicales, 174.399 de los conservadores (2,3 %), 71.318 de los comunistas (0,95 %) y 54.920 de los socialistas (0.74 %).
Las pésimas relaciones entre el oficialismo y la oposición se manifestaron crudamente cuando un grupo perteneciente a esta última perpetró un acto terrorista al hacer estallar artefactos explosivos en una concentración de trabajadores en la Plaza de Mayo el 15 de abril de 1953, resultado del cual fallecieron seis personas y más de noventa resultaron heridas. Luego de este episodio, manifestantes peronistas procedieron a incendiar las sedes partidarias del socialismo –denominada Casa del Pueblo-, del radicalismo, de los conservadores y del Jockey Club.
En abril de 1954 se llevaron a cabo comicios para elegir vicepresidente de la Nación para reemplazar a Quijano, que había fallecido dos años antes. El candidato oficialista fue el contralmirante Alberto Teisaire, quien obtuvo un triunfo aplastante pues sufragaron por él 4.994.106 ciudadanos (64,5 %), mientras que votaron por el candidato radical Crisólogo Larralde 2.493.422 (32,2 %), por el conservador Benito de Miguel 105.550 (1,36 %), por la comunista Alcira de la Peña 89.624 (1,16 %) y por el demócrataprogresista Luciano Molinas 54.054 (0,70 %).
Sin embargo, este triunfo electoral no impidió el inicio de un conflicto que sería decisivo en el futuro inmediato para la suerte del gobierno, tal el desatado entre Perón y la Iglesia Católica. La relación entre la Iglesia y Perón había sido óptima en los primeros años de su gobierno: por caso, aquella había apoyado su candidatura en 1946 y este había impulsado la sanción de la ley de enseñanza religiosa en las escuelas públicas en 1947. Pero con el paso de los años algunas medidas de gobierno molestaron a la Iglesia, como la “peronización” de los contenidos escolares, la creación de la Unión de Estudiantes Secundarios y el culto a Eva Perón luego de fallecida esta en 1952. Lo cierto fue que entre fines de 1954 y comienzos de 1955 se produjo una notable escalada legislativa anticlerical que incluyó la aprobación del divorcio vincular, la derogación de la ley de enseñanza religiosa y la supresión de feriados religiosos. Esto resquebrajó la lealtad de varios militares católicos respecto de Perón. Por su parte, la Iglesia brindó su apoyo a la fundación del Partido Demócrata Cristiano en 1954, de fuerte orientación antiperonista, lo que irritó al gobierno.
La procesión católica de Corpus Christi en la Catedral de Buenos Aires, ocurrida el 11 de junio de 1955, que se convirtió en una multitudinaria manifestación opositora, fue el anticipo del trágico hecho ocurrido el día 16, tal el intento de carácter cívico-militar de asesinar al presidente de la República y derrocar su gobierno. En esa jornada, aviones pertenecientes a la Fuerza Aérea y a la Aviación Naval bombardearon y ametrallaron la Casa Rosada y la Plaza de Mayo, ocasionando la muerte de 308 personas e hiriendo a más del doble. Tras el fracaso del complot, los pilotos huyeron al Uruguay, donde solicitaron asilo. Horas después de estos acontecimientos, simpatizantes peronistas –en conocimiento de la estrecha relación entre la cúpula eclesiástica y los sediciosos que produjeron el acto terrorista- procedieron a incendiar la Curia Metropolitana, las basílicas de Santo Domingo y San Francisco y varias iglesias más.
Como consecuencia de lo ocurrido, el presidente Perón estableció una tregua política, que fue interpretada por la oposición como un síntoma de debilidad. Finalmente, el 16 de septiembre siguiente, estalló una sublevación militar en Córdoba al mando del general retirado Eduardo Lonardi, que recibió el apoyo de la Flota de Mar, al mando del contralmirante Isaac Rojas, que también se había sublevado, todo lo cual provocó el derrocamiento del gobierno peronista y obligó a Perón a marchar al exilio.
En materia económica, el peronismo otorgó una significativa participación al Estado en la dirección y regulación de los asuntos económicos y financieros, pues se propuso fomentar la producción industrial, la redistribución progresiva de los ingresos y la plena ocupación. Para el logro de ese fin implementó una serie de medidas y acciones entre las que se contaron las siguientes:
1.Nacionalización y creación de empresas de servicios públicos. El gobierno procedió a la nacionalización de la red ferroviaria de capital inglés y de la empresa de teléfonos, de capital norteamericano. Asimismo, creó las empresas Gas del Estado (1/1/1946), Agua y Energía, Astilleros Río Santiago y Aerolíneas Argentinas.
2. Banco Central. Poco antes de asumir Perón la presidencia, el general Farrell dispuso la nacionalización del Banco Central, lo que le permitiría a aquel disponer de una herramienta fundamental en materia de emisión de moneda, regulación del crédito y política de cambios.
3. Creación del Instituto Argentino para la Promoción del Intercambio (IAPI), como institución que ejercía el monopolio virtual de las exportaciones, pues se encargaba de comprar a los productores agrícolas sus granos a precios fijos y de revenderlos a precios internacionales. Mientras estos últimos eran elevados, el IAPI obtuvo importantes ganancias que se utilizaron para financiar a la industria, aunque la disminución de tales precios alteró esta situación.
4. La industria tuvo un incremento significativo, tanto en plantas industriales como en obreros empleados: de 61.172 establecimientos que ocupaban a 869.185 operarios en 1943 se pasó a 151.828 y 1.173.159 respectivamente en 1954. El Banco de Crédito Industrial tuvo un importante papel en ese sentido.
5. Planificación de la economía. Se implementaron el Primer Plan Quinquenal (1947-1951), que contempló la construcción obras públicas (escuelas, hospitales) y créditos a la industria; El Plan de Emergencia en 1952, a fin de estabilizar la economía luego de la sequía de 1951-52; y el Segundo Plan Quinquenal (1953-1957, trunco en 1955), que postulaba aumentar la producción, fomentar el ahorro e impulsar la industria pesada.
6. Obras de infraestructura. Se construyeron el gasoducto Comodoro Rivadavia-Buenos Aires; el Aeropuerto Internacional de Ezeiza y la autopista Richieri (Buenos Aires-Ezeiza); los embalses La Angostura (Tucumán) y El Nihuil (Mendoza); y el dique Los Molinos (Córdoba) entre otras.
Respecto de la sociedad de la época, de acuerdo al censo nacional de 1947 el país tenía 15.893.827; de ellos, el 62,5 % era población urbana y 37,5 % rural. La distribución espacial no se había modificado con relación a años anteriores producto de las migraciones internas, que continuaron en la década del ’40, y también del último período de aporte de la inmigración ultramarina que se produjo luego de la Segunda Guerra Mundial: entre 1947 y 1952 llegaron al país casi 700.000 personas.
Con relación al mundo del trabajo y al movimiento obrero organizado, las políticas oficiales de redistribución del ingreso permitieron un notable aumento del salario real, que pasó de un índice 100 en 1945 a 164,7 en 1955. Su correlato fue un aumento del consumo de los sectores populares, que junto con el reconocimiento de los obreros como actores políticos tuvo su correlato en el aumento de las afiliaciones de trabajadores a sus respectivos gremios, agrupados en la CGT. Esta central obrera se identificó plenamente con el gobierno, al punto de que en el Congreso Extraordinario celebrado en 1950 procedió a modificar su Estatuto, adoptando para sí la doctrina peronista.
Afiliados a la CGT, 1941-1954
Año | Afiliados |
1941 | 441.412 |
1945 | 528.523 |
1946 | 877.333 |
1948 | 1.532.925 |
1950 | 1.992.404 |
1954 | 2.256.580 |
En política universitaria del gobierno peronista sancionó en 1947 una ley que vino a reemplazar a la que regía el funcionamiento de las Casas de Estudios desde 1885. Por la nueva norma, se suprimían la autonomía y el cogobierno, lo cual despertó críticas en la oposición, que era mayoritaria en el ámbito universitario. En paralelo, el gobierno dispuso establecer la gratuidad universitaria en 1949 y la eliminación de los exámenes de ingreso a partir de 1953. Lo expresado redundó en un aumento de la cantidad de alumnos que cursaban estudios universitarios, que casi se triplicó en una década: de 48.284 en 1945 a 138.871 en 1955. También, creó el 1948 la Universidad Obrera Nacional (hoy Universidad Tecnológica Nacional) para los estudiantes que trabajaban en fábricas.
La actuación pública de Eva Perón tuvo, además de la política ya referida, una de carácter social inédita por su originalidad y magnitud: la Fundación Eva Perón. Creada en 1948, tenía por objeto prestar ayuda material a las personas indigentes, desplegando acciones en todos los ámbitos. De este modo, en materia de salud la Fundación construyó 35 policlínicos en todo el país, equipó un Tren Sanitario y creó una Escuela de Enfermeras. En educación, construyó más de 400 escuelas -150 de ellas rurales- en todo el territorio nacional, quince Hogares Escuela, una Ciudad Infantil en Buenos Aires y comedores escolares. En materia de vivienda, construyó treinta barrios tanto en Buenos Aires como en las provincias, que superaron las 20.000 viviendas. En acción social construyó tres Hogares de Ancianos, tres Hogares de Tránsito y un Hogar de la Empleada en Buenos Aires. En deporte y recreación, administró los complejos turísticos de Chapadmalal y Embalse Río Tercero y organizó los Campeonatos Infantiles Evita. También, habilitó proveedurías, otorgó pensiones a la vejez y medicamentos. Toda esta obra se solventó con ingresos provenientes de descuentos a los ingresos salariales de los trabajadores, de subsidios estatales y de impuestos varios, como un porcentaje de las entradas cinematográficas, de las entradas a los hipódromos y de los juegos de azar.
Finalmente, en materia de política exterior el peronismo proclamó la Tercera Posición, una ubicación equidistante y superadora de los dos bloques geopolíticos que se disputaron el predominio mundial durante la Guerra Fría iniciada en la posguerra: el occidente capitalista liderado por los Estados Unidos y el oriente comunista encabezado por la Unión Soviética.