Teórico nº 6 – Fútbol femenino

La selección argentina en la Copa América 2018, cuando pedía ser escuchada
La selección argentina en la Copa América 2018, cuando pedía ser escuchada

El eje de la clase de hoy va a estar puesto en la historia del fútbol de las mujeres, y lo haremos a partir del texto de Ayelén Pujol.

“¿Cómo es que las futbolistas no tenemos historia?”, se pregunta Ayelén Pujol en el inicio del libro ¡Qué jugadora!, que propone dar cuenta de “un siglo de fútbol femenino en la Argentina”. Y justamente partimos de ese libro para hablar de esa historia. En concreto, seleccionamos parte de dos capítulos, que se pueden leer en ESTE LINK. Y antes de empezar a desarrollar el tema, vamos a ver el siguiente video:

El fútbol de las mujeres está en un lugar subalterno en Argentina, pero también es algo que ocurre en otros países. Esta publicidad del banco Commerzbank nos muestra que eso también sucede en Alemania, uno de los países más poderosos del mundo y que cuenta con un seleccionado exitoso. Si en el fútbol masculino Alemania es una potencia indiscutible, en el femenino también lo es.

Las germanas fueron dos veces campeonas del mundo (en 2003 y 2007) y ocho veces campeonas europeas en un historial donde apenas se disputaron 13 torneos (las otras campeonas fueron Holanda, Suecia, Inglaterra y dos veces Noruega). Además fueron campeonas olímpicas en Río de Janeiro 2016, tras haber vencido 2-1 a Suecia en la final.

El éxito, sin embargo, no hizo que sus figuras tengan el reconocimiento que tienen los varones. Este comercial se filmó en la previa del Mundial de Francia 2019, apenas tres años después de la medalla de oro olímpica. Y las tres futbolistas que abren el video son Alexandra Popp, Melanie Leupolz y Dzsenifer Marozsan, tres de esas campeonas (Marozsan marcó el primer gol de la final).

Los nombres y los rostros de un evento tan reciente parecen haberse perdido muy velozmente en el tiempo, incluso en su propio país. Por eso, no es extraño lo que cuenta Pujol en cuanto a sus dificultades para reconstruir la historia del fútbol femenino. Pero la buena noticia es que esos intentos son cada vez más frecuentes y van haciendo posible que se produzcan materiales como el que mostramos a continuación.

Si el fútbol nació en Gran Bretaña, parece ser que también allí se jugó el primer partido femenino de la historia. Hasta que no se compruebe lo contrario, fue aquel de 1895. Como en otros órdenes de la vida, las mujeres no se resignaban a ser espectadoras del juego de los varones (que ya era profesional desde hacía una década) y también quisieron jugarlo.

“La Primera Guerra Mundial (1914-1918) y el contexto social, político y económico generado por el conflicto internacional, estimuló que las mujeres participen más en el deporte porque estaba relacionado a cierto sentido de patriotismo”, cuentan Andrea D’Emilio y Paola Contreras en su tesis de grado “Fútbol femenino, mujeres protagonistas”, la primera que se ocupó de estudiar este tema en nuestra Facultad.

Con millones de hombres en el campo de batalla, ellas ocuparon su lugar en las fábricas, en el mundo del trabajo y también en otras actividades, como el fútbol. Pero en la década del 20, cuando la Guerra había finalizado, sufrieron un enorme retroceso: “Dejaron de ser necesarias para cubrir a los hombres en las fábricas y regresaron a las tareas domésticas”, explica Pujol. Y la legislación las obligó a abandonar el espacio del fútbol, ya que la Federación Inglesa de Fútbol les prohibió jugar en 1921.

En Argentina no hubo una prohibición explícita, pero sí una condena simbólica. En esos años, las revistas El Gráfico y Para Tí estimulaban a sus lectoras a hacer actividad física para alcanzar el ideal de un cuerpo “bello y sano”, pero entre las actividades recomendadas estaban la natación, la gimnasia o la equitación y no el fútbol, que presentaba “aspectos censurables”, según reconstruye el trabajo de María Paula Bontempo en el libro “Mujeres en Movimiento”, coordinado por Pablo Scharagrodsky.

Donde el fútbol sí fue expresamente prohibido fue en Brasil, un par de décadas después, en 1941. Y la prohibición recién se levantó en 1979, seis años antes de que naciera la que es (hasta el día de hoy) la mejor jugadora de la historia: Marta Vieira da Silva. Quienes no la hayan visto jugar, pueden hacer en el video que aparece aquí abajo.

A los 34 años, Marta disputó en Francia 2019 su quinto Mundial de Mayores con la selección brasileña (también jugó dos Mundiales juveniles) y en Tokio 2021 vivió sus quintos Juegos Olímpicos. Una carrera de ensueño para una futbolista que fue seis veces elegida como la mejor jugadora del año por la FIFA (la última en 2018) gracias a lo que muestra en la imagen: habilidad, gambeta, panorama, manejo de los tiempos, llegada al gol…

Con ella como estandarte Brasil domina con claridad en el fútbol de América del Sur, aunque es cierto que ya lo hacía desde antes de que ella jugara. La Copa América se disputa desde 1991 y el seleccionado verdeamarelho ganó ocho de las nueve ediciones disputadas (la otra la ganó Argentina, en 2006).

Lo que todavía no pudo lograr es ganar un Mundial o un Juego Olímpico, donde sí llegó a varias finales. En 2007, por ejemplo, Brasil fue subcampeón del mundo perdiendo el partido decisivo ante Alemania. Y fue dos veces medalla de plata en los Juegos Olímpicos (2004 y 2008), en ambas ocasiones cayendo en la final ante Estados Unidos, un país que merece un capítulo aparte en esta historia.

Con gran diferencia, Estados Unidos es el país más exitoso en el universo del fútbol femenino. Y a los títulos que detalla el video hay que agregarle el último, ya que además ganó el Mundial de Francia 2019, con lo que ahora suma cuatro Copas del Mundo (en 1991, 1999 y 2015 las anteriores) de las ocho que tiene el historial, lo que lo consolida como Nº 1 indiscutido.

Motivos para explicar el éxito de las norteamericanas hay muchos, y el principal tiene que ver con la enorme cantidad de jugadoras que practican este deporte, y la tradición que tienen al respecto. En 1980, cuando en Brasil recién se estaba levantando la suspensión, EE.UU. ya tenía 40.000 jugadoras en sus escuelas secundarias. Y vale aclarar que allí no tienen clubes como los nuestros, sino que el deporte se practica en la escolaridad. Esa es su cantera, y en el fútbol femenino es la cantera más grande del mundo gracias a una ley de 1972, que prohibió la discriminación por motivos de género en aquel país.

Gabriela Garton, la arquera suplente de la selección argentina en el último Mundial, se formó en ese fútbol. “Mi carrera de futbolista se podría considerar típica para una jugadora joven que compitió en un nivel de alto rendimiento en los Estados Unidos: comienza jugando en un equipo recreativo, luego progresa a un club competitivo y, finalmente, si se encuentra entre las más dotadas de su edad en términos futbolísticos, logra conseguir una beca deportiva para estudiar en una universidad”, escribió en el libro “Guerreras. Fútbol, mujeres y poder”, que se publicó en 2019.

Para entender este fenómeno hay que decir que en EE.UU. no existe la universidad pública y gratuita que disfrutamos en Argentina. Para estudiar hay que pagar, y es muy caro (podríamos hablar de un promedio de 50 mil dólares por año). Para muchas jóvenes, la única forma de poder estudiar es conseguir una beca deportiva que les evite ese costo. Y para continuar en su carrera universitaria, las jugadoras deben tener un nivel deportivo que les permita mantenerse en el equipo de la universidad.

En nuestro país hay poco más de 50 universidades, pero Estados Unidos es un país muy diferente. Allí hay más de 4.000. Y la NCAA (su principal liga universitaria) tiene tres niveles de competencia en el fútbol femenino: 335 equipos en la División I, 261 equipos en la División II y 428 equipos en la División III, 1.036 equipos en total. La NAIA, liga que incluye además a universidades de Canadá, agrega a casi 300 equipos más.

De esa enorme cantera que se renueva anualmente (con el ingreso de las nuevas camadas de estudiantes) surgen las futbolistas estadounidenses. Megan Rapinoe, elegida en 2019 como la mejor jugadora del mundo, estudió en la Universidad de Portland. Alex Morgan lo hizo en Berkeley (California), Carli Lloyd en Rutgers (New Jersey) y se podría repasar una por una. Ellas, además, lograron dar el salto al profesionalismo, un lujo reservado para una elite. Tanto, que la liga profesional de EE.UU. tiene apenas nueve equipos y en ellos jugaban las 23 integrantes del plantel que ganó el último Mundial.

La estructura de competencia que tiene Estados Unidos es casi imposible de replicar en otros lugares del mundo. Para hacerlo, habría que contar con un país tan grande y tan poblado como el de las estadounidenses. Pero aun así, hay algunas naciones que lo toman como referencia y que apuntan a tomar algunas de sus características y adaptarlas a las particularidades locales. Uno de ellos es Japón, que tiene una fuerte tradición en el fútbol de las mujeres, pese a que recién en 2021 lanzó su liga profesional. Y una de las piezas que utilizó para difundirla es este video que compartimos a continuación.

La temporada 2021/22 fue la primera de la WE League, cuyo nombre completo es Women’s Empowerment League (Liga de Empoderamiento de las Mujeres) y que alude al movimiento feminista WeToo. En su edición inaugural contó con 11 equipos y es la primera liga profesional de su país, inspirada en el modelo de las norteamericanas.

Su antecesora, la Nadeshiko League, torneo semiprofesional con tres décadas de existencia, pasó a ser la segunda división de un certamen que todavía se está disputando, ya que está previsto que consagre a su primer campeón en mayo de este año. Y si bien no está previsto que haya descensos, sí es probable que se generen ascensos desde la Nadeshiko League a la WE League.

Japón fue campeón del mundo en 2011 entre las Mayores, campeón mundial Sub 17 en 2014 y campeón mundial Sub 20 en 2018, pero esos éxitos no ayudaron a fortalecer su competencia interna, sino que propiciaron que sus mejores jugadoras se fueran a jugar al extranjero, debilitando su propia competencia y, por añadidura, a su selección mayor, que hoy se encuentra en el puesto número 13 en el ranking de la FIFA. “Teníamos una sensación de urgencia, porque sentimos que Japón se vería abrumado a nivel mundial si no se profesionalizaba ahora”, expresó Kikuko Okajima, la presidenta de la WE League, al momento del lanzamiento de este nuevo torneo.

El primer objetivo es conseguir que sus mejores jugadoras se queden en el país, y el segundo es conseguir incorporar jugadoras del extranjero que ayuden a subir el  nivel de la competencia. Una de sus expectativas era que el impacto del lanzamiento ayudara a Japón a conseguir la sede del Mundial 2023, pero esto no pudo ser: la competencia tendrá lugar en Australia y Nueva Zelanda, y es la primera vez en que una Copa del Mundo de mujeres será organizada en forma conjunta por dos países.

Como sea, el crecimiento del fútbol femenino del país viene siendo sostenido en las últimas décadas. “Cuando empecé a jugar al fútbol en 1972, nos costaba encontrar canchas para entrenar, técnicos y rivales porque solo había unos pocos equipos femeninos en Japón”, declaró Okajima a la página oficial de la FIFA. Pero tienen en claro que el resto del mundo también avanza, y quedarse quietas es una señal de estancamiento.

Sin ir más lejos, ante el seleccionado japonés fue que Argentina consiguió en 2019 su primer punto en un Mundial (empate 0-0 en el debut), en el mismo año en que nuestro país comenzó a disputar su actual torneo semiprofesional. De ese nuevo punto de partida habla el primero de los dos videos que compartimos ahora.

Estos dos videos nos permiten unir los dos extremos del texto. Por un lado, el futuro que se abre a partir de la profesionalización en el fútbol de las mujeres, un logro que fue producto de la lucha de años y que todavía tiene por delante el enorme desafío de consolidarse. Por otro, el recuerdo de Las Pioneras, las integrantes del seleccionado que disputó el Mundial (no reconocido por la FIFA) en México en 1971.

“Si ahora muchas jugamos”, dice Ayelén Pujol, “es porque antes hubo otras que lo hicieron”. Aquellas Pioneras de 1971 son un antecedente inevitable del primer torneo oficial organizado por la AFA en 1991. Y la continuidad en la competencia desde entonces, con muchas luchadoras anónimas y otras que alzaron la voz (con Macarena Sánchez como figura visible), generó el escenario para que las primeras mujeres pudieran firmar contrato para jugar al fútbol en Argentina.

Resta mucho por hacer todavía. Sin ir más lejos, la foto que abre este teórico es de hace pocos años, en abril de 2018. Aquella vez, durante la Copa América de Chile, las futbolistas le reclamaban a la AFA que las escuchara. Desde entonces, consiguieron mejores condiciones de entrenamiento, viáticos e indumentaria. Y el equipo respondió, clasificando al Mundial tras vencer a Panamá en la cancha de Arsenal, que lució tribunas llenas en un partido histórico para el fútbol femenino de nuestro país.

Cerramos la clase de hoy con un último video, que tiene como protagonista a la selección española. Y él se conjugan el presente con el pasado, las jugadoras actuales con las Pioneras, que en España también existen y que fueron en su momento muy maltratadas.

El video marca un gran contraste en todo sentido entre una época y la otra. En los años 70, cuando el fútbol femenino aparecía en la prensa, se decían cosas tales como “esperemos que pronto cambien el balón de fútbol por una batería de cocina”. En este caso se muestra lo que ocurría en España, pero no era muy distinto lo que ocurría en otros lugares.

Recuperarlo solo tiene sentido para marcar qué no es lo que hay que hacer. O para reconocer que, aunque falta mucho por hacer, se ha mejorado. Lo que antes era un barrial hoy son canchas de entrenamiento en condiciones. Las jugadoras que antes ponían dinero para jugar ahora tienen sueldos, en el marco de una liga profesional. Y esa liga, como dice Amanda Sampedro, cuenta con un periodismo que se toma en serio el fútbol femenino. Y eso sí es algo que hay que imitar.

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