Page 3 - Comunicación social desde los contextos de encierro. Yemina López
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“dejar un testimonio” no de nuestro paso por el mundo ni
por la vida. Es dejar un testimonio de los tiempos que hemos
vivido.
Enfocado desde este ángulo, yo les digo que es cierto que la
escritura es un padecimiento horroroso porque siempre está
la presión. Esa presión de que nosotros estemos a la altura del
testimonio que estamos dejando, presión de que cada vez lo
hagamos mejor y presión, en última instancia, de ser fieles a
nuestro ideal de escritura.
Y si alguien me dice que escribe con placer, esa persona es-
cribe boludeces o no le creo. Nadie escribe testimonialmente
su época con placer. Porque indudablemente los testimonios
suelen ser, tanto en el campo del periodismo como en el cam-
po de la literatura, dolorosos ya que son vividos.
Cuando un periodista hace literatura la hace desde otro ángu-
lo, desde otra perpectiva, desde esa que sabe, porque lo que
está haciendo es un testimonio, y la venta masiva de este tipo
de literatura ya no cumple ninguna función, porque tener éxi-
to en este tipo de literatura es inusual.
La escritura como pasatiempo es fantástica, pero va a depen-
der siempre de cómo uno se asome a la literatura, si es para
dar testimonio, si es para dar una visión del tiempo que vivi-
mos o es simplemente un pasatiempo.
Nunca concebí la escritura como la alegría del alma o el canto
de la inspiración, en absoluto. Siempre escribir ha sido una
necesidad, tan necesaria como la lectura, pero que ha estado
siempre cargada de angustia, probablemente sea un maso-
quista, porque hay algo de masoquismo en la escritura, hay
una urgencia.
Y a lo largo de la vida, hablando con autores buenos, es de-
cir, que escriben bien, uno va descubriendo que hay un campo
común en la necesidad de escribir y también, en la exigencia
que comporta narrar, contar o testimoniar. Esta exigencia de
hacerlo bien, que no tiene nada que ver con un estilo, sino de
palabras simples, la frase precisa para que el lector pueda de-
cir “no comparto, pero que está sanamente escrito” y escribir
sanamente implica corresponderse con nuestro ideal de escri-
tura.
Acabo de cumplir sesenta años, y voy a seguir leyendo, no hay
otra forma ya de vida, y seguiremos escribiendo. Ignoro qué
nos deparará el destino en la escritura, pero sí en la lectura,
porque uno sabe lo que va a leer y va a releer nuevamente,

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