La historia argentina en tiempo real

Mes: octubre 2015

Sergio Pujol: «Hay un orgullo plebeyo en la música popular»

En esta segunda entrega de la entrevista con Sergio Pujol, el docente e investigador especializado en música e historia repasa como era la vida cultural de los sectores obreros de 1945.

En un viaje en el tiempo nos ponemos las pilchas domingueras y salimos a dar una vuelta por Avenida Corrientes a ver algún estreno. Pero a la hora de bailar un tango, nos volvemos para el barrio y encaramos derechito para el salón de nuestro club social.

Además jugamos con Sergio a pensar que canciones tendría el iPod de un obrero frigorífico de Berisso del año 1945.

El repertorio incluido por Pujol es variado, desde Antonio Tormo, pasando por Oscar Alemán, hasta Carlos Gardel.

-Posiblemente el iPod de bolsillo del obrero de Berisso, en Buenos Aires, sería bastante similar a lo que se escuchaba en las rockolas-

La lista de reproducción de 1945:

Carlos Vallina: “el cine estaba en las entrañas de la cultura popular, era la cultura popular”

A partir de una entrevista con el doctor en comunicación y especialista en cinematografía y culturas populares, Carlos Vallina, abordamos la relación del peronismo con el cine y otras formas de representación de la cultura.

¿El 17 de octubre marcó un antes y un después?, ¿Qué tipo de representaciones se plasmaban en el cine de la época?, ¿Cómo comprendía el peronismo los medios de comunicación masivos?, ¿Qué impronta tuvo la figura de Evita en el campo cultural y político?.

En los próximos días ensayaremos respuestas para todos estos interrogantes, pero antes debemos transportarnos a los años previos a 1945 para comprender qué era el cine antes del peronismo.

El cine: un espectáculo de masas

Podría decirse que el cine nace simultáneamente en Francia, con los hermanos Lumiere, y en los Estados Unidos, en los laboratorios de Thomas Edison, en 1895. Esta invención técnica que permitía proyectar fotogramas de forma rápida y sucesiva para crear la impresión de movimiento, tuvo un éxito inmediato. Los Lumiere comenzaron haciendo registros documentales de corta duración con su cinematógrafo para exponerlo en ferias; mientras Edison grababa escenas que podían ser vistas por una persona a la vez en su kinetoscopio.

Desde un principio, el gran desafío que se le presentó a los creadores de estos inventos técnicos fue convertir al cine en un medio: a partir del uso que le dieron los productores de contenidos, rápidamente fue encontrando su narrativa propia y una lógica de producción que lo llevó a constituirse en la primera industria cultural del siglo XX.

Lo cierto es que a partir de la producción, exposición y consumo, el cine muy pronto se constituyó en una verdadera institución. A fines de la década del ‘20 ya era un espacio de encuentro y socialización en torno al cual se desarrollaban una serie de prácticas comunes: era el lugar predilecto de la clase obrera, que acudía para divertirse y debido a la fascinación que causaban aquellas imágenes en movimiento, y el medio en el cual se plasmaban diversas representaciones sociales e interpretaciones de la realidad. En decir de Vallina, tanto en el mundo como en Argentina, el cine era un “espectáculo de masas”.

Según explica Vallina, “el cine estaba en las entrañas de la cultura popular, era la cultura popular, como el folletín o el periódico”. Este carácter de clase, prácticamente, estaba estrechamente ligado a las posibilidades de acceso al mismo: “por muy pocos centavos, el obrero y su familia, iban al cine, y daban tres películas, porque no eran largas como suelen ser ahora sino que eran películas que juntas duraban menos de 90 minutos” explica el docente de la FPyCS.

Sin embargo, existían otras razones por las cuales el cine se acercaba más a las clases populares que a las élites, como por ejemplo los contenidos, pensados para el divertimento del público general, y el hecho de que el consumo de imágenes no requiere los conocimientos que implica la lectura de un periódico, por ejemplo.

Continúa.

Sergio Pujol: «Los migrantes llegan a Buenos Aires con sus sueños y su atadito de música»

Entrevistamos a Sergio Pujol, docente de la FPyCS e investigador del CONICET especializado en historia y música nacional, para desentrañar el ecosistema cultural previo al 17 de Octubre de 1945. En este período, las clases populares argentinas se movilizaron al centro del país junto con sus sabores, olores, gustos, bailes, costumbres y canciones, que de a poco comenzaron a insertarse en la oferta cultural.

De esta manera, Sergio nos cuenta al detalle las incidencias del chamamé, el tango y el folklore que marcaron la época en los clubes de barrio, así como también las nuevas prácticas sociales de los obreros con capacidad de ahorro y gasto, a partir de las políticas llevadas a cabo por Perón.

Además consultamos con el historiador que artistas destacaría en un «Top 5» de la cultura popular peronista.

El «Top 5″ de la cultura popular peronista es bastante contradictorio porque yo incluiría figuras que estaban prohibidas»

La participación del Dr. Mazza: una radiografía cómplice

El Capitán Miguel Angel Mazza fue el doctor personal de Juan Domingo Perón durante su prisión en la isla Martín García. Especializado como médico cirujano, Mazza fue uno de los impulsores de la llegada de Perón a Buenos Aires como miembro de una fabulosa conspiración a partir de la falsificación de las radiologías que simularon una enfermedad pulmonar del Coronel.

Mazza

El Dr. Mazza fue el médico personal de Perón y un protagonista fundamental para su salida de la isla Martín García

En la isla, Perón recibió tratamiento por una vieja afección pleural, probablemente consecuencia de una congestión pulmonar contraída en la Quiaca en 1931, cuando cumplía funciones en la Comisión de Límites. En octubre de 1945 Mazza se dedicó a atender al Coronel pero, más que un médico, Perón encontró en él un cómplice.

En una carta escrita de puño y letra, el ex vicepresidente le exigió al Ministro de Guerra Eduardo Ávalos: “Solicito quiera tener a bien disponer las medidas necesarias para mi asistencia médica hospitalaria en razón de la afección que padezco, y de la cual puede dar testimonio y fe el señor capitán cirujano Dr. Miguel Angel Mazza y que se ha visto reagravado por el clima húmedo de esta isla”.

Desde la isla, el médico colaboró indicando por escrito: “A raíz de un examen radiográfico se comprobó que el señor coronel Don Juan Domingo Perón presenta una elevación cupiliforme del hemidiafragma derecho cuyo probable origen tumoral sea imprescindible e impostergable dilucidarlo por el examen clínico y de laboratorio en un ambiente hospitalario (…). El clima húmedo de su actual alojamiento le puede resultar sumamente desfavorable”. La descripción médica, acompañada por antiguas radiografías (que no reflejaban la mejoría del Coronel) indicaban una urgente internación que sólo sería posible en Buenos Aires.

Esta fue la radiografía que se convirtió en la falsa prueba necesaria para la liberación de Perón

Esta fue la radiografía que se convirtió en la falsa prueba necesaria para la liberación de Perón

La insistencia de Mazza para lograr la internación de Perón en el Hospital Militar Central hizo posible que las resistencias de Farrell finalmente cedieran. El 16 de octubre a las 14:30 hs., la Junta Médica se embarcó hacia la isla en una lancha de la prefectura.

En el viaje, fue el doctor Mazza quien se encargó de conspirar junto al Comisario Rodríguez, un peronista leal cuya tarea fue indicarle a Perón que no se dejara revisar de ninguna manera. De esta manera la Junta se vio obligada a ordenar su traslado al Hospital Militar Central. Perón encontró así su salida y partió a Buenos Aires.

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