Por: Cintia Reyes
En una coyuntura atravesada por políticas de la posverdad y plagada de fake news, nunca antes había cobrado tanta importancia el fenómeno de la comunicación política. Para comprender mejor estos procesos y los cambios sociales por los que está atravesando la sociedad argentina en su conjunto, la Facultad de Periodismo y Comunicación social de la UNLP convocó a dos especialistas en consultoría política, en el marco de las actividades del II Congreso de Comunicación Digital y el III Encuentro de Comunicación Política y Pública, iniciadas el pasado 2 de octubre en el predio de dicha institución.
Juan Courel, quien coordinó las campañas presidenciales de los candidatos del Frente para la Victoria en 2015, Daniel Scioli, y del Frente de Todos en 2019, Alberto Fernández, menciona que no existe una “teoría general del voto” en el sentido de poder predecir el comportamiento de las personas. Según el analista, se hace necesario estudiar en profundidad cada elección y hacer una investigación seria de la opinión pública en contexto para evaluar comportamientos y/o preferencias de los individuos.
De esta manera se podrá arribar a algunas conclusiones, que luego pueden no coincidir con el resultado final de las urnas, ya que existen factores multicausales que inciden en la decisión última del votante.
En relación al debate presidencial del domingo 1° de octubre, Courel sostuvo que fue una estrategia más dentro de la campaña general, por lo que sus repercusiones no modificarán de base la visión del electorado en relación a los diferentes partidos y sus propuestas. Además, el coordinador de campañas, agregó que para armar una estrategia es necesario investigar a fondo al candidato y sus oponentes, así como definir con claridad quién será el público destinatario del discurso.
De esta manera, Courel explicó que, luego de todo el trabajo previo al armado de la campaña electoral, con las líneas definidas y el público destinatario identificado, serán los propios medios de comunicación generadores de contenidos quienes construirán las narrativas que van a nutrir y resaltar el mensaje que se quiere dar desde el partido.
Años atrás se sintetizaban las campañas con un spot publicitario, y las mismas estaban dirigidas a aquellos que no se sentían identificados con el partido político en cuestión. En palabras de Courel, los candidatos “no sólo no ocultan ni disfrazan su ideología política, sino que cobran mayor fuerza las identidades políticas, con un mero reconocimiento sobre la existencia de los sectores despolitizados a los que es necesario interpelar”.
Por su parte, el consultor y analista político Gustavo Córdoba, que también estuvo presente en la jornada, sostuvo que la comunicación política está atravesando momentos de mucha “intensidad”, y que el ámbito de intervención profesional siempre debe ser el análisis del contexto y no la toma de decisiones en el campo político.
En este punto, Córdoba remarcó la importancia de la profesionalización del ámbito de la comunicación, y con ello la jerarquización de sus profesionales. Además, el analista hizo hincapié en la “dimensión pedagógica de la comunicación de los gobiernos” y la importancia de que el dirigente trabaje de forma articulada con los contenidos profesionales que generan los comunicadores, puesto que se pone en juego la propia legalidad democrática a través de esa comunicación.
Por último, Córdoba se preguntó cómo es posible recuperar ciertos estándares democráticos con tanto discurso de odio e intolerancia vigentes, y argumentó que hoy la Argentina se para frente a lo que él denomina el fenómeno de la “hiperpersonalización”, que explica que determinados partidos políticos crecen bajo la personificación de alguna figura política, como es el caso del líder libertario Javier Milei.
Según las palabras del consultor y analista político invitado al III Encuentro de Comunicación Política y Pública, hay una consideración acerca de que el fenómeno Milei es más una “herramienta de castigo que de gobernabilidad”, y que la clase política ha cometido el error de cerrarse sobre sí misma, alejándose cada vez más de los problemas reales de la gente, perdiendo cada vez más credibilidad.
