TÉ PARA TRES

¿Qué es el poliamor?

Existen diversas formas de relacionarse sexoafectivamente que suponen tipos de relaciones basadas en la honestidad, el consenso y la no posesión ni física ni emocional de los involucrados. Formas que también establecen que la monogamia como la conocemos forma parte, siempre y cuando no reproduzca la mononorma, es decir, la monogamia como único modo de relacionarse tomando como incorrecto cualquier otro que se salga de ese parámetro.
La organización sin fines de lucro ALA (Amor Libre Argentina) es la encargada de difundir y concientizar sobre estos fenómenos relacionales, promoviendo eventos, charlas, y demás propuestas que nucleen a todos los interesados. A raíz de la noticia que salió el año pasado sobre la relación poliamorosa que mantiene Florencia Peña con su pareja, el término “amor libre” se instaló fuertemente en el escenario virtual, despertando curiosidad y despejando muchas dudas.
Consideramos que es importante contar y visibilizar esta serie de prácticas que engloban el concepto para despegarse de prejuicios y, sobre todo, del modelo hegemónico de relación de pareja, al tiempo que puede servir para identificar qué tipo de vínculo nos gusta ejercer.
La hipótesis planteada para la presente investigación en efecto es: las prácticas no mononormativas estuvieron y están instaladas en el imaginario social, fueron y son llevadas a la práctica, pero muchas de ellas sufrieron censuras y represión por no ser parte de un régimen relacional hegemónico y estructurado.
Pretendemos evidenciar primeramente a través de un breve recorrido histórico que no siempre existió la monogamia como la conocemos hoy, y cómo llegamos a la mononorma. Luego, a través de una serie de breves testimonios recolectados mediante una encuesta realizada en la red social Instagram, instauramos mitos que luego derribaremos con entrevistas, las cuales tienen como propósito esclarecer el hecho de que se pueden llevar a cabo relaciones sanas, felices y libres de imposiciones, y mostrar de qué forma se ejercen los distintos tipos de vínculos que establece la página oficial de ALA (Amor Libre Argentina).
Por último, proponemos un censo sobre matrimonios y divorcios tanto de parejas heterosexuales como de parejas del mismo sexo en el marco post Ley de Matrimonio Igualitario, con la intención de esclarecer que las relaciones entre personas del mismo sexo también fueron un modelo relacional reprimido antes de la sanción de la Ley, reforzando así nuestra hipótesis.

 

Testimonios

Antonella

Acusan a Florencia Peña de jactarse de vivir un amor libre para no asumir que le metieron los cuernos. Sí, así como lo estamos contando es como lo ven los medios. No pueden salirse de los parámetros mononormativos y patriarcales y asumir que llegó el momento de llamar a las cosas por su nombre.

Afortunadamente, gracias a que Florencia instaló el tema en la escena mediática argentina, otros famosos están desmintiendo que el amor libre es sinónimo de infidelidad, como Mike Amigorena, con frases del tipo “soy re poliamor”, o como Elena Roger y Mariano Torre, quienes aseguran que “el amor no es posesión, ya que de lo que más disfrutamos es de la libertad”.​

Desde que es sexualmente activa hasta que conoció este año lo que es el amor libre, Antonella, de 25 años, pensó que algo estaba mal en ella. Consciente de que la monogamia no era la única carta con la que podía jugar en el amor, consideraba que estar con más de una persona a la vez era ser promiscua, puta, y no pudo despegarse de ese prejuicio por 8 largos años.

Cada vez que sale el tema sobre las relaciones sexoafectivas en la actualidad, su familia hace comentarios del tipo: “ya vas a sentar cabeza”, “todavía no llegó el indicado”, y eso la hace sentir incómoda con el hecho de que no disfruta de las relaciones monogámicas, “serias” y exclusivas. “Cada vez que me pongo en una relación con un chico siempre me pasa lo mismo, me entusiasmo con la exclusividad y el amor romántico por uno o dos meses, hasta que todo mi sistema me empieza a pedir tener sexo con cualquier pibe que me resulte atractivo”, cuenta, pero destaca que emocionalmente no se puede repartir.

Cuenta que con sus primeros novios o “chongos serios”, pensó que no estaba tan enganchada como creía, hasta que esa manera de relacionarse se volvió crónica. Ya no puede tener sexo sólo con un chico por más de un par de meses, sin importar cuánto lo quiera. “Siempre pensé que era inmadura, o demasiado fría con los pibes con los que me engancho, hasta que el término poliamor se instaló en mi facultad (de psicología) hace un par de meses”. Le picó la curiosidad, sintió que tenía que investigar, y finalmente descubrió en la página de ALA un término que encaja perfecto con ella: el de vínculo primario central. Este concepto establece una jerarquía relacional, es decir, tenes un vínculo central con una persona a la cual querés o amás, con la cual sentís una conexión emocional fuerte, mientras que en paralelo tenés relaciones de índole sexual con otros individuos.

“Me alivia poder ponerle nombre a lo que me pasa, ahora siento que puedo hablarlo libremente con el próximo chico con el que me enganche sin necesidad de ocultarle que me veo con otros casualmente, además de esa manera también me saco presión y puedo disfrutar de un vínculo sano sin mentiras, aunque a mí me gusta decir que tengo un favorito” dice entre risas.

Amor por uno, sexo con todos, es moneda corriente para personas como Antonella, siempre y cuando puedan controlar los celos y erradicar la concepción de propiedad. Es imposible mantener una relación libre si esos condimentos siguen presentes, ya que la idea es liberarse de las cadenas impuestas por la sociedad hegemónica.

 

 

Diego

El caso de Diego es más explícito en cuanto a experiencias personales. A diferencia de Antonella, él puede especificar cuándo comenzó su soltura con respecto a las relaciones. “Cuando tenía 19 años, la que era mi novia en ese momento me dejó por otro chico, así de un día para el otro vino y me dijo ‘me enamoré de Pepito, ya no podemos estar juntos’, y eso significó un antes y un después para mí”. Desde entonces cambió radicalmente su manera de vincularse. Nunca tuvo muchos problemas para hablarlo, siendo que siempre lo asoció a aquella ruptura que lo marcó profundamente, hasta que conoció el amor libre.

“No le doy mucha bola a las redes sociales, pero un día en Facebook me saltó una catarata de noticias sobre el poliamor de Florencia Peña, me llamó mucho la atención el término y en uno de los portales vi que citaban la página de ALA, y entré a chusmear”, dice en tono de confesionario, como si le diera vergüenza admitir que le prestó atención a una noticia que comúnmente no leería. Allí, encontró el término “anarquía relacional”, que se refiere a relacionarse sexoafectivamente con varias personas sin jerarquizar. Sería algo así como una horizontalidad entre los involucrados, cosa que cuadra perfectamente con el tipo de vínculos que Diego prefiere tener desde la dolorosa ruptura con su novia.

“Me siento a salvo sin depositar todas mis emociones en una sola persona, prefiero hacer como Maluma y darle un pedacito de mi corazón a cada chica que conozca” dice riendo, haciendo referencia al tema “Corazón” del cantante de reggeatón. Cierra el tema mencionando una cuestión clave a la hora de poner en práctica el Amor Libre: “hace años que no me siento preparado para encarar una relación monogámica, entonces como no quiero pasarla mal ni mentirle a la persona con la que estoy, prefiero no nuclear mi vida a una sola mujer, si no a las que me gusten y quieran compartir un rato conmigo, sin presiones ni compromisos innecesarios”.

 

Juan

Para Juan, asumir que su pareja quiere mantener un vínculo con él y con otro chico fue difícil. “Cuando me puse en pareja ella me hablaba cada tanto de un chico con el que había tenido una relación antes de conocernos, en el momento yo era consciente de que lo quería mucho pero no me preocupé, porque sé que nosotros nos amamos a otro nivel”, cuenta a modo de introducción de lo que fue todo un descubrimiento. Poco tiempo después de cumplir un año de novios, Juan se fue solo de viaje por tres meses a Europa, tiempo que sirvió para que su pareja se reencuentre con quien una vez fue su amor al igual que él. Cuando volvió casi a mitad de año, comenta que “ella me planteó que se había visto con este chico, digamos que al principio no tuve mayores problemas porque yo también hice un poco la mía en el viaje, pero el conflicto se desató cuando me dijo que se dio cuenta que todavía lo quería”.

A Juan no le entusiasmó la idea de que ella tenga que compartir su amor, y terminaron separándose, hasta que llegó septiembre. La palabra “poliamor” se estaba instalando en absolutamente todos los medios, y la pareja de Juan estaba negada a perderlo. “Cuando saltó todo esto de Florencia Peña se ve que investigó, me escribió y me mandó toda la información que fue encontrando en internet. Cuando la pude leer y pude procesar el hecho de que ella quiere vivir esta relación poliamorosa y consensuada, poniendo en la balanza las cosas y entendiendo que yo también la amo y no la quiero perder, accedí a intentarlo”.

Hoy, su pareja lleva una relación de amor con él a la par que tiene un vínculo de cariño con otro chico, al cual no ve muy seguido por residir en Uruguay. “Pronto vamos a ir juntos a verlo, lo quiero conocer para también sellar este pacto que hicimos y para ver si realmente me banco ponerle cara al poliamor que vive mi novia, ¿no?”.

¿Todavía necesitás estudiar los conceptos de ALA cual tema de parcial? preguntale a algún amigo, pariente o vecino, que seguro te lo puede ejemplificar casi tan perfecto como estas tres personas.

Leonel

Leonel Raimundo es un platense de 43 años al que le gusta decir que tiene “dos identidades”, una de día en la imprenta donde trabaja, y otra de noche donde es coordinador del grupo CruSados de BDSM (Bondage, Disciplina, Sadismo y Masoquismo).

De muy chico, además de jugar con autitos y mirar Dragon Ball, comenzó a sentir curiosidad por cosas relacionadas con lo erótico y la sexualidad, sobre todo por cómo funciona su cuerpo. Hace tiempo dejó de buscar el motivo, tuvo una infancia como la de cualquier otro chico, por lo que el “trauma infantil” que intentó adjudicarle su terapeuta ya de adulto no cuadra como explicación.

Su adolescencia fue tradicional, pero con una particularidad: a los 16 años descubrió que había gente que practicaba algo llamado sadomasoquismo. Leonel cuenta que “En los 80 estaban de moda unas películas de una academia de policías, en las que los tipos por un motivo u otro, abrían una puerta y terminaban cayendo en un bar llamado ‘La ostra azul’. Al principio resultaba cómico, hasta que en un momento alguien en una reunión en la que yo estaba comentó que ese era un bar gay de la onda de fetichismo de cuero y sadomasoquismo”. Fue su padre el que le aclaró qué significa ese término, y a partir de ahí pudo comenzar a construir una identidad en relación a lo que hasta el momento fue raro e impensable.

Leonel es parte de una generación en la que la actividad sexual comenzaba entre los 18 y los 20 años, y en la que el objetivo principal que tenían con sus amigos era tener sexo, de la manera más convencional que había. “Nos oprimían mucho con el tema de que teníamos que tener una novia, que la primera vez es importante, que había que cumplir una serie de parámetros que hacían de esa experiencia un trámite burocrático más que un momento para experimentar” dice, aludiendo que después de la cuarta, quinta vez, comenzó a sentir que algo le faltaba.

En esa época no había internet pero no fue un impedimento para que pudiera investigar aún más sobre el sadomasoquismo. Las revistas eran la llave de acceso a la pornografía ochentosa, sobretodo los cómics que incluían mucho sobre el BDSM. Pero aún no había adquirido todos los conocimientos, le faltaba alguien que se los enseñe en la práctica. “Cuando empecé la universidad, conocí mucha gente del interior que hizo que saliera de mi burbuja platense y me animara a hablar más sobre mis preferencias sexuales, y en una de estas juntadas cayó una chica amiga de unos amigos”. Ella estudiante de medicina, él de naturales, ella más grande y con más experiencia, él más chico e inexperto. No tardó en surgir la invitación a probar algunas técnicas, y cual Señora Robinson de 50 Sombras de Grey, se convirtió en su primera maestra.

Cuando llegó la ola de internet en los 90, pudo interiorizarse aún más y despegarse de los cómics y algún que otro VHS que lo obligaron a ser más autodidacta que alumno, a excepción de lo que pudo mostrarle la chica de medicina, quien también fue autodidacta. “A partir de ahí, a cada chica con la que estaba le iba con las cosas por su nombre, es decir, le planteaba lo que me gusta hacer y me encontré con que hay más aceptación que rechazo, y eso me sorprendió mucho” cuenta, “lo cual me hizo pensar que esto es el perfecto ejemplo de lo fácil que es comunicar las cosas cuando las materializás”.

“Aldea Sado”, la primera página web registrada en nuestro país sobre BDSM, fue clave para que todos los amantes de esas prácticas salieran de abajo de las baldosas. “Esa página logró nuclearnos, y que las reuniones sean un poco más comunes”, aunque todas en Capital Federal. Esto hizo que el grupo platense crezca cada vez más porque, a pesar de estar sólo a una hora de distancia, La Plata era mucho más conservadora en ese sentido que los porteños. A finales de 2015, las caras comenzaron a aflorar cada vez más, y Leonel junto con dos amigos vieron la necesidad de formar un grupo en la ciudad.

El primer grupo se llamó BDSM La Plata, crearon una cuenta de Facebook que generó cerca de 500 inscripciones en muy poco tiempo. “Las primeras reuniones las hicimos en plazas, a la tarde, cosa de que nadie diga que no se animaba a venir, y nos sorprendió la cantidad de gente que se iba sumando a medida que hacíamos más reuniones”,que eran una vez al mes. “Lo importante es atraer gente que le guste lo mismo que a nosotros, fue el cimiento de nuestra idea y lo sigue siendo, queríamos crear una estructura que sea constante y creo que lo logramos”, dice, haciendo énfasis en la censura que sufren constantemente por las redes sociales. Así fue que un día le dieron de baja a la página de Facebook por las siglas BDSM, y surgió el nombre CruSados como alternativa.

El primer evento fue organizado por Leo en abril del 2017, sellando su liderazgo tanto esa noche como en el grupo en general. “Uno de los chicos que se sumó en ese momento tenía un bar y me lo ofreció para hacer este primer evento, justo al día siguiente era feriado así que nos calzó perfecto”, teniendo todos los elementos para hacer performances y mucha gente dispuesta a ir. Al principio iban a ser 40, 50 personas, pero terminaron cayendo casi 100 y pasó de ser un eventito hasta las dos de la mañana, a ser un eventazo que duró hasta las 6, con cuatro performances, música, videos, comida y bebidas. Casi casi como una noche cualquiera en el bar, con la diferencia de que había gente en ropa interior sesionando (así le llaman cuando llevan a cabo la práctica) con látigos, fustas, cadenas, y demás cosas que no se encuentran una noche cualquiera en ese lugar.

Tuvimos la oportunidad de asistir a una reunión que fue mucho más chica, era entre las figuras principales de CruSados, con algún que otro principiante de confianza. Tanto Celeste como Kevin, compañeros de Leonel, coinciden en la determinación y su liderazgo indiscutible: “Lo que rescato mucho de él es que tiene paciencia para explicar las cosas, al ser profe de matemáticas es muy didáctico, cosa fundamental para esto porque no se puede agarrar un látigo y salir a pegarle a la gente así como así” resalta ella, y Kevin lo reafirma agregando que “si hay algo que nunca se cansa de marcar las veces que haga falta es que esto está completamente separado de la violencia, los dominantes no quieren lastimar a los sumisos, al contrario quieren verlos disfrutar”.

Sin lugar a dudas, Leonel es un líder nato, curioso por demás, apasionado con lo que le gusta y convencido de que no es un freak como lo pintan muchas personas que no entienden el BDSM. “En el grupo se podría decir que somos todos poliamorosos, sólo una vez se presentó una pareja que quería experimentar cosas que hacíamos nosotros pero sólo entre ellos. Este auge que está habiendo del poliamor nos causa gracia porque nosotros lo venimos practicando casi de toda la vida” dice entre risas, agregando que es un término más viejo de lo que muchos piensan: “Ahí te das cuenta el poder de los medios hegemónicos, ahora porque lo dijo Florencia Peña es válido, ahora si lo decimos nosotros es una aberración”.

Si hay una moraleja en la historia de Leonel, es que el amor libre se puede vivir de muchas maneras, literalmente, de muchas. El amor romántico no es aquel que está bien, dejando a las otras formas de relacionarse completamente marginadas y abajo de las baldosas como lo estableció Leo, sino que es una alternativa frente a tantas, tan válida como el BDSM y todas las otras que plantea ALA.

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Romina

​​Romina Pereyra no imaginó nunca que una infidelidad iba a tener un giro como el que tuvo.

Oriunda de Junín, con 28 años puede asegurar que en los últimos tres años de su vida descubrió un mundo en el que encaja a la perfección como quien encuentra su vocación.

“No surgió en los mejores términos o las mejores circunstancias, fue una situación obligada a que se de así, pero yo siempre tuve la inquietud de que las cuestiones digamos de la monogamia no eran lo mío”, arranca diciendo mientras uno de sus dos gatos le salta sobre las piernas.  El relato se va poniendo cada vez más interesante. “Se dio de una forma rara, tenía que ser de esa forma sí o sí, en mi caso era un amigo que estaba en pareja con otra amiga y bueno, primero se dio una relación con él en un contexto de infidelidad si se quiere, pero enseguida entendimos que ni ella lo quería dejar ni yo quería generar un conflicto entre ellos, a la par que descubrimos que tal vez podíamos funcionar bien los tres”. Creo que nuestra cara de sorpresa fue evidente, porque al instante aclaró “sé que suena raro, pero manejando estas cuestiones, aprendiendo a llevar tiempos y demás, terminó surgiendo también una relación con ella a lo largo del tiempo, que hoy en día mantenemos con sus altos y bajos. Actualmente no me estoy manejando con otras personas, obviamente tengo mis libertades y ellos también pero no conocimos a nadie por fuera”.

Los celos y la posesión nunca fueron un problema para Romina, convencida de que hay que dejar esas cosas de lado para sumergirse en el poliamor,  destaca que “lo importante es ser autocrítico y tener mucha responsabilidad afectiva, porque cuando te manejas con una sola persona es más fácil olvidarse de ser responsable porque no expones a la persona a situaciones límite. Cuando estás con varios, y muchos de ellos son su primera vez como fue nosotros tres, si una no es responsable lastima mucho, y tenés que ser muy consciente de lo que haces y cómo”.

Nos pareció interesante la última afirmación que hizo, no todos los días conoces a alguien en situación de poliamor, así que aprovechamos la ocasión para que nos cuente un poco más en profundidad sus reflexiones sobre esa experiencia. “A mí me gusta mucho el tipo de dinámica que se genera, y lo que más me gusta de relacionarme de esta forma fue cómo me puso ante mis problemas. Lo que tiene el poliamor o las relaciones abiertas es que te obliga a deconstruir un montón de conceptos, si vos estás dispuesta a hacerlo es una experiencia muy linda de la cual podés salir muy enriquecida, si estás dispuesta a probarlo pero no a cambiar y adaptarte, puede ser una de las peores experiencias porque te vas a encontrar con un montón de situaciones en las que no vas a saber qué hacer, y si caés en vicios de reclamar, de pelear, se pone complicado”.

Cuando le preguntamos sobre cuál considera que es la mayor contra de practicar el poliamor, contestó sin dudas que “la mayor contra de esto es que si vos no estás dispuesto a adaptarte la vas a pasar muy feo, las inseguridades te van a comer, la forma de dependencia te va a matar, vas a sentir que el otro no te quiere porque no está con vos nada más, y un montón de cuestiones que no son para cualquiera”. Sin embargo, está convencida de recomendar esta práctica, alegando que le parece una forma muy sana de aprendizaje sobre responsabilidad afectiva y crecimiento personal, y una manera muy abierta de entender el amor de una forma no mononormativa.

Romina remarcó que “el feminismo nos ayudó mucho a deconstruir ideales que teníamos en la cabeza muy nocivos, las relaciones abiertas y el poliamor tienen mucho feminismo en la forma en que se configuran, es un proceso continuo”.

Los mitos también forman parte de estas prácticas, las creencias de ciertos patrones o formas de ejercerlas generan prejuicios y preconceptos que ella está dispuesta a derribar. “Al principio una lo puede considerar como una forma de libertinaje total de tener sexo con otras personas sin sentimientos y sin importar y sin tener que justificar, mucha gente lo toma como la legalización de los cuernos, y es totalmente lo opuesto porque requiere un trabajo personal y un trabajo mutuo de varios para llevar las cosas adelante. Ojalá fuese tan simple como decir ‘es sexo’ o dar un poco de afecto y chau, y no, no es así. Requiere un esfuerzo enorme y una capacidad de querer enorme, y no es como el permitido de ‘hacemos cualquier cosa y está todo bien’, al contrario, requiere más responsabilidad”.

Como reflexión final, asegura que “después de casi tres años de tener una relación que se sale de la monogamia, no se si el poliamor se me presentó como algo del momento o si siempre voy a elegir esto, no sabes qué puede pasar, pero sí creo que yo no volvería a tener una relación cerrada y tradicional”.

Personas como ella nos nutren de una visión más allá de lo establecido, la voz de la experiencia supera cualquier libro que trate el tema, y nos permite derribar aquellas asociaciones negativas que alguna vez hicimos en relación a estar con más de una persona a la vez porque, como dice Romina, no es la legalización de los cuernos, sino una forma alternativa y por lo tanto válida de amar.

Georgina Raimondi, la mirada desde la psicología.

Georgina Raimondi, Licenciada en Psicólogía, se vio siempre interesada por la sexología y todo lo relacionado a la ciencia de la misma. Así que decidió realizar un curso de sexología clínica para psicólogos o médicos para poder así tener la especialidad certificada en el tema.

“Como me interesa trabajar con lo que es terapia de pareja y sexología me uní a un grupo de facebook donde hay personas que están teniendo estas relaciones o empezando a tenerlas” sostiene la psicóloga mientras argumenta que los problemas que más se les presentan es con respecto a los celos. El planteo problemático más frecuente es de enojo con emoción de celos al querer cambiar y/o naturalizar que tu pareja se vea con otra gente y te cuente. Entonces, plantea que una posible solución sería que cada uno tiene que establecer sus límites, porque por algo hay tantas variantes. Es decir, hay gente que quizás no quiere saber nada, o hay gente que quizás si quiere saber, pero se arman muchos dilemas con los celos.

​En cuanto a lo que representa el poliamor, Georgina lo ve como una alternativa a la monogamia y al fin de la infidelidad presente por tantos años. En este sentido, ella encuentra interesante el hecho de naturalizar las relaciones abiertas para que los dos puedan tener relaciones por fuera si así lo quisieran.

Desde su perspectiva, sostiene que se plantean un montón de alternativas afectivas o relacionales, existen códigos pactados implícitos o explícitamente entre las parejas. A veces la relación se abre y quizás se cuentan entre las parejas o se conocen con las otras relaciones, hay otras en las que prefieren no contarse nada. Según la psicóloga, “hay un montón de variantes relacionales que están en una búsqueda constante. Lo que me parece es que a veces caen en la creencia de que la monogamia no sirve, quizás a veces porque se conocen casos de relaciones tóxicas, pero también se pueden tener relaciones sanas o pueden haber relaciones de poliamor tóxicas, no solo monógamas”.

“Me parece que a cada cual lo que le quede mejor, tampoco es que todo el mundo tiene que tener relaciones poliamorosas, porque hay gente que disfruta las relaciones monógamas y le va bien viéndolo así.  Están con una persona y no siente el deseo de estar con otras”. En este sentido, Georgina encuentra injusto el hecho de creer que la relación monógama es opresiva y el único cambio para mejorarlo es el poliamor, ya que algunos se ven más cómodos disfrutando con una sola persona.

A pesar de no tener nunca experiencias de poliamor y llevar actualmente una relación monógama, para Georgina “el poliamor está perfecto para aquellos que quieren estar con otras personas y a su vez mantener una relación monógama, porque al ser una acuerdo entre los dos no hay un engaño”.

 

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Autoras: Evelyn Arrizubieta y Fernanda Di Benedetto

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