Page 4 - La poesía es un arma cargada de futuro. Mónica Caballero
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esa relación contradictoria que es, culturalmente, la de la Leer para conocer y conocerse
Argentina y la de España, con el castellano y sus acentos, pa-
labras y modismos por medio, el Quijote fue utilizado como
arma, en favor o en contra de un tipo de aprendizaje de la li-
teratura.
Origen indiscutible de la novela europea y naturalmente de
la novela en castellano, fue culpado de haberse convertido en
barrera y no en acceso a la literatura. Y en el extremo contrario
se fomentó la idea de una literatura para niños, con algunas
cosas buenas y otras, las más, abominables.
Pienso que las palabras van tejiendo una comprensión y al
mismo tiempo que tampoco es necesario que se comprenda
todo a la primera lectura. Si la comprensión es requisito indis-
pensable cuando se lee un ensayo, frente a la novela la empatía
es primordial.
Y la experiencia vivida. Como cuando iba a la Iglesia y antes
de entrar mi madre me decía: “ahora, silencio”. Eso me en-
señó a escuchar; fue una especie de apertura a lo no dicho, al
misterio de aprender que algo puede sorprenderte y que no
todo depende de uno. Es el grado cero del aprendizaje con esa
cláusula, previa, de la curiosidad: el espíritu abierto de par en
par, que luego servirá en un curso; cuando se vele en silencio
el sueño de un ser querido enfermo; durante una marcha polí-
tica; en la comunión de la multitud cuando se escucha un dis-
curso. Palabras y silencio, lecturas y sus consecuencias. Para
saber esperar, por ejemplo.
Hay muchas maneras –hablo de mi experiencia- de acceder al
texto. Yo reivindico estudiar de memoria: poesías, sonoridad,
ritmo. Considero a la memoria como un aliado. Algo así como
automatizar un gesto para un trabajo manual, un deporte. Y
luego, preguntarse el porqué, Diseccionarlo, intelectualizarlo.
Por ese camino, el placer se duplica.
Las sensaciones, primero, la comprensión después.
En este momento recuerdo haber leído un día que en las taba-
caleras cubanas de finales del siglo XIX, había una especie de
púlpito con un lector. Las torcedoras iban cada mañana al tra-
bajo con la curiosidad de saber cómo continuaba la historia. Y
las que llevaban un tiempo allí se sabían de memoria novelas
enteras de Alejandro Dumas, uno de los autores preferidos de
aquel lector público.
El descubrimiento de un libro del que no teníamos referen-
cias, el de un autor, nos enseña que no todo se puede plani-
72 | Letras
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