Page 4 - Lenguaje y contracultura: una mirada al cine de culto. Alma Carrasco
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to por sus recursos sonoros, impresos en uno de los sound- Lenguaje y contracultura: una mirada al cine de culto
tracks más aclamados de la historia, como por sus punzan-
tes apreciaciones sobre el profundo, y por momentos incom-
prensible, mundo de los adictos a la heroína. En este caso, el
guión propuesto, una vez más, se transforma en un elemento
que legitima y da forma a un sector que, en las antípodas de
los convencionalismos sociales, busca representaciones que
le den identidad y entidad. Aquí, la construcción del discurso
supera ampliamente no sólo a la estética sino a todos los ele-
mentos estilísticos, dota a la historia de complejidades retóri-
cas y construye sentido a partir del constante diálogo que se
produce con el espectador.
En estas dos muestras de un cine que lejos está de ser limitado,
puede observarse lo esencial que se torna lo narrativo a la hora
de crear un vínculo con la audiencia y otorgarle, de esa mane-
ra, los factores de subjetividad que terminan convirtiéndolas
en emblemas de las manifestaciones vanguardistas que tienen
lugar en la constante búsqueda de apropiaciones culturales. A
su vez, Jesús Martín Barbero plantea, en Industrias cultura-
les: modernidad e identidad, la dimensión constitutiva que
representa la comunicación dentro de la cultura:
“Comprender las transformaciones culturales implica enton-
ces dejar de pensar la cultura como mero contenido de los
medios y empezar a pensarla como proceso de comunicación
regulado a un mismo tiempo por dos lógicas: la de las formas,
o matrices simbólicas, y la de los formatos industriales” (Mar-
tín-Barbero, 1993: 9)
Por tanto, pensar en el cine de culto como reflejo de la contra-
cultura implica hacerlo, inicialmente, desde las industrias cul-
turales para las que fueron pensadas y elaboradas estas pro-
ducciones audiovisuales, ya que no puede definirse ni tomar
forma una contracultura sino como una otredad de la cultura
dominante.
Entonces, el cine de culto puede conformarse y entenderse de
diversas maneras. No tiene género y posee la singularidad de
que no es un estilo que se elabore con el fin de convertirse
en un elemento contra hegemónico, sino que nace de las in-
terpretaciones e identificaciones que produce el espectador a
partir de sus propias vivencias y asociaciones culturales que
lo llevan a apropiarse tanto de su estética como de su lenguaje
discursivo.
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