Page 4 - El nuevo/viejo rol de la educación, María Magdalena Aragón
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ado como construcción. Desde este punto de vista, no se El nuevo/viejo rol de la educación
desmiente la historia hasta entonces conocida sino que se
expone la existencia de muchas historias que interactúan, se
contradicen y entran en conflicto constantemente.

El hombre que jamás faltó a la escuela

Domingo Faustino Sarmiento, por caso, tal vez ha sido uno de
los próceres más cuestionados del último periodo histórico.
En la educación tradicional, aquella que se reprodujo en
las escuelas de todo el territorio argentino hasta la última
reforma, el prócer ha sido homenajeado por su gran aporte
a la educación pública, hecho innegablemente valioso.
Actualmente, lo que se ha propuesto desde Pakapaka y que
ha generado el descontento del Ministro Lombardi, entre
otros, es una mirada más crítica hacia el histórico presidente,
adjudicándole grandes logros pero también otras cuestiones
que no sólo rompen con la perfección que se proponía
sino que, además, lo convierten en alguien más humano,
necesariamente influenciado por la época en que se desarrolló
su importante labor.
En disonancia con las palabras de Lombardi, el proyecto
educativo de Sarmiento tenía mucho de político, sin dudas,
y si logró perpetuarse como el hegemónico fue en gran parte
gracias a la vinculación del prócer con Bartolomé Mitre y con
Julio Argentino Roca. La guerra de la Triple Alianza y/o la
mal llamada “campaña al desierto” dan cuenta de cómo en
la educación, por resultar éste un hecho social estratégico, se
entrecruzan factores políticos, económicos y culturales.
Sería, además, ingenuo omitir que la educación sarmientina
dejaba por fuera de ella a algunos de los sectores populares,
como lo eran los gauchos y los aborígenes. En contraposición
a eso, algunos pensadores o pedagogos latinoamericanos
como Simón Rodríguez o Elizaldo Pérez reconocieron la
importancia de incluir a los olvidados del sistema y lucharon
por ello, a pesar de que no fueron incluidos como sujetos de la
educación hasta hace muy poco.
¿Por qué no mostrarles a los/as niños/as que los próceres
eran hombres y mujeres como los demás, con aciertos y con
errores? La identificación y la cercanía de los más pequeños
con esos grandes hombres y mujeres podrían generar en ellos
otras inquietudes, y asimismo, la seguridad de que también

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