Un poco de historia

El guaraní es uno de los idiomas originarios con más vitalidad en el continente americano. Si nos remontamos en la historia, puntualmente a los primeros contactos entre el invasor europeo y el nativo guaraní que habitaba las zonas selváticas desde el Caribe hasta la actual provincia de Buenos Aires, veremos que los extranjeros notaron en poco tiempo que el idioma de los guaraníes era en esta parte del continente lo que ellos definían como una lengua general. Un poco de tiempo más tarde, a mediados del siglo XVI, llegaron miembros de la orden religiosa de San Francisco de Asís, quienes se dedicaron a estudiar la lengua de los nativos con obvias intensiones de evangelizar a la población.
Según Bartomeu Melià “todos los testimonios coinciden en señalar a los frailes Luis
Bolaños y Alonso de San Buenaventura como los primeros misioneros que se hicieron entender por los indios en su propio idioma” ( Meliá 2003: 32). De hecho fue fray Luis de Bolaños quien escribió la primera gramática del idioma guaraní y un voca bulario, además de traducir el catecismo. Su trabajo fue de gran ayuda para los posteriores evangelizadores que llegaron a la zona guaranítica.
A fines de 1607 los jesuitas se instalaron en lo que en ese entonces se llamaba la Provincia del Paraguay, que hoy corresponde al litoral argentino, sur de Brasil y Paraguay, y comenzaron una labor inmensa que incluyó la fundación de 30 pueblos donde se hablaba y se escribía exclusivamente en idioma guaraní. Allí circulaban textos que cumplían con la función de propagar el cristianismo aunque también fueron “elementos fundamentales de un proceso de transformación cultural y política de las áreas de acción misional en las fronteras sudamericanas” (Wilde 271). La permanencia de la Compañía de Jesús duró hasta su expulsión, que fue declarada en febrero de 1767. Durante esos años el arte, las creencias y costumbres de ambas culturas se fusionaron dando origen a los particulares pueblos jesuítico guaraníes. Los rastros de esa mezcla son visibles tanto en las ruinas de las reducciones en Argentina, Paraguay y Brasil, como en las tradiciones de la actual población criolla de esas zonas.
Desde el año 1524 la ciudad de Asunción se desarrollaba como una ciudad colonial que no recibió tanta migración europea como se esper aba al principio, ya que en su territorio no se encontraron los metales preciosos que se suponía que habría. Los españoles llegaban sin mujeres, por lo que establecían pareja con varias mujeres guaraníes gracias al sistema de cuñadazgo que estaba vigente d entro de la parcialidad que habitaba ese territorio. Este era un sistema de reciprocidad en el que aquel hombre que se casaba con una mujer contraía también una relación con su familia que consistía en f avores mutuos. En este sentido Branislava Susnik seña la que los caciques ofrecían a los españoles a sus hijas y sobrinas “en la seguridad de que este vínculo político sería el verdadero lazo de amistad y formalización del pacto” ( Susnik 2017: 84). Muchos se refieren a esa época como la de “El Paraíso de Mahoma”, donde los españoles contaban con entre 30 y 40 mujeres cada uno, con quienes pro creaban y rápidamente poblaban Asunción de mestizos. Según Bárbara Potthast, “Contrariamente a otros países latinoamericanos, donde estos descendientes ilegítimos eran soc ialmente marginados, en Asunción ellos pronto constituyeron la nueva clase dirigente.”(Potthast 2011: 25).
Podemos decir entonces que el proceso de mestizaje, tanto genético como cultural, y la
vigencia, propagación y fortalecimiento del idioma guaraní fueron de la mano. Hay que remarcar que las formas lingüísticas de los pueblos jesuíticos y la de la provincia del Paraguay mantenían diferencias importantes. No obstante aquello, ambas organizaciones sociales y políticas posibilitaron el uso del idioma en las generaciones venideras en estos territorios. Por un lado, pueblos administrados por jesuitas donde tenían como única lengua al guaraní y donde sus habitantes en su mayoría eran alfabetizados en ese idioma; por otro lado, una ciudad de Asunción donde las mujeres guaraníes transmitían el idioma a sus hijos mestizos, quienes a su vez podían llegar a ser personas influyentes en la vida política y social del Paraguay.
Sin embargo, luego de la expulsión de los jesuitas la vitalidad que tenía el idioma guaraní, sobre todo en su modo escrito, se fue perdiendo gradualmente producto de su prohibición por parte de las ó rdenes religiosas que administraron posteriormente esas reducciones. Se dejó de alfabetizar en ese idioma y se comenzó un proceso de castellanización de los guaraníes que habitaban aquellos pueblos. Además, varios grupos de originarios comenzaron a salir d e las reducciones y se incorporaron a la sociedad criolla colonial. Por su parte, a principios del siglo XIX Paraguay llevó adelante su independencia tras lo cual eligió al español como idioma oficial en todas las instituciones del Estado.
A pesar de eso, ese territorio conformado por la ahora República del Paraguay y las
antiguas reducciones jesuíticas siguió siendo eminentemente guaraní parlante. Con el correr del tiempo el mestizaje se extendió pero el idioma guaraní hablado mantuvo su vigencia a diferencia de su versión escrita, que prácticamente quedó en desuso. Entre las modificaciones que sufrió el idioma una fue fusionarse con el castellano adquiriendo las particularidades que tiene actualmente y por lo que se lo ha bautizado como jopara.

fragmento del artículo “EL AVAÑE’Ẽ EN LA GRAN CIUDAD. LOS DESAFÍOS QUE ENFRENTA EL IDIOMA GUARANÍ EN BUENOS AIRES” (Gómez Verónica, 2020)

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