Teórico nº 11 – Básquetbol en EE.UU.

En esta clase vamos a trabajar con parte de la historia del básquet en el país donde se creó este deporte, a partir de la lectura del texto de Eduardo De la Vega.

“El básquetbol negro. Raza, deporte e identidad” y “El playground” son los dos capítulos que conforman el texto que leímos para esta clase y que están disponibles en ESTE LINK. Ambos son parte del libro La gloria del básquetbol, escrito por Eduardo De la Vega, y nos permiten pensar algunos aspectos claves del básquetbol en Estados Unidos. Y vamos a entrar en este tema a partir del siguiente video:

Este comercial es un repaso por la historia de una de las competencias más importantes del mundo del deporte: la NBA, la liga profesional de básquet de Estados Unidos. Y el teórico de hoy va a estar casi enteramente dedicado a hablar de esta competencia. Como no ocurre en ningún otro deporte global, la NBA es con enorme diferencia la mejor liga del mundo. Nadie discute que el mejor básquet del mundo se juega allí.

El video muestra imágenes de muchas de las figuras que han sido parte de los equipos campeones de la NBA, pero además (y en paralelo) traza un recorrido imaginario por el camino que muchas de ellas han recorrido para llegar hasta ese lugar. Comienza con un aro y un tablero al aire libre, en un suburbio de la ciudad, a la que luego va recorriendo para llegar al estadio. Y en el camino pasa por canchas ubicadas en patios, en estacionamientos, en terrazas de edificios. De alguna manera, ése es el camino que han recorrido muchas estadounidenses de clases populares para llegar a dominar el juego.

Vimos en los prácticos que el básquetbol nació como un deporte de invierno destinado a practicarse en ámbitos escolares. Y Estados Unidos es un país privilegiado para desarrollar una actividad de esas características, ya que la práctica del deporte allí no se lleva a cabo en clubes como en Argentina, sino en la escolaridad. Es en la escuela secundaria y en la Universidad donde se forman los deportistas en EEUU. Los equipos de la NBA no son clubes, sino empresas (o franquicias). Y no tienen divisiones inferiores, sino que toman a sus jugadores del básquetbol universitario.

Los basquetbolistas se forman en la escuela secundaria (high school o college) y de allí pasan a la universidad, donde tienen un límite para jugar. A partir del supuesto de que un estadounidense termina el college a los 18 años, tiene cuatro años para jugar básquet en la Universidad. A los 19 será jugador de primer año, a los 20 jugador de segundo año, a los 21 jugador de tercer año y a los 22 jugador de último año. Cuando pasa esa barrera podrá seguir estudiando, podrá anotarse en nuevas carreras y rendir exámenes sin problemas, pero ya no podrá jugar al básquet en la Universidad.

Por promedio, se calcula que cada equipo de básquet universitario tiene cinco jugadores de último año. Y teniendo en cuenta que hay cerca de 2.000 equipos universitarios en Estados Unidos, podemos hablar de que cada año el sistema del básquet universitario expulsa a 10 mil basquetbolistas. De esos 10 mil, unos 50 llegarán a jugar en la NBA. Otros tantos pasarán a otras ligas profesionales de EE.UU. Y unos 200 o 300 (como mucho) jugarán como extranjeros en otras ligas del mundo.

Con esas cuentas, EE.UU. produce más de 9.500 exbasquetbolistas por año. Eso sí, la mayoría consigue su título universitario, lo que no es poco en un país donde no existe la universidad pública y gratuita. Para estudiar en Estados Unidos hay que pagar. Y mucho, porque es muy caro. Enormes sectores se quedan afuera y, para los estadounidenses más pobres, la única chance de acceder a los estudios es la de poder conseguir una beca deportiva.

Entre los más pobres siempre estuvieron los afroamericanos, que no sólo sufrieron la discriminación económica. También la segregación racial, que estaba presente en la sociedad y en el deporte. Tanto, que durante la primera mitad del siglo XX los negros no pudieron ser parte de ninguna de las experiencias de básquetbol profesional que se empezaban a desarrollar en Estados Unidos.

A partir de ese obstáculo, los afroamericanos encontraron en el deporte “un instrumento de cohesión e identidad”, según las palabras de Eduardo De la Vega. “Del corazón de una raza esclavizada, segregada y condenada pudo surgir aquel virtuosismo del cuerpo que dio origen a uno de los principales espectáculos deportivos de la actualidad”, escribió en el texto que leímos para esta clase. Hoy, los afroamericanos dominan el básquetbol del mundo. Y parte de su estilo hay que rastrearlo en aquella segregación.

Harlem Globetrotters es el nombre del equipo más famoso de la historia del básquet, que impuso un concepto del show que lo hace atractivo incluso para quienes nunca pagarían una entrada para ver un partido por los puntos. Antes de eso, nació como un equipo de protesta. Como los jugadores negros tenían vedado el acceso a las competencias, armaron sus propios equipos y salieron de gira a desafiar a quien quisiera enfrentarlos. Parte de su historia, se puede ver en el siguiente video.

El transformar el básquetbol en una exhibición fue el sello de los Globetrotters y algo que los transformó en una atracción mundial por la destreza e histrionismo de sus protagonistas. Su nombre significa “los trotamundos de Harlem”, pese a que el equipo no surgió en Harlem, sino en Chicago. Originalmente se denominó Savoy Five y fue creado en 1926 por Abe Saperstein, el primer empresario que se hizo millonario gracias al básquetbol, dos décadas antes de la creación de la NBA.

Mientras tanto la NBA, que hoy es la liga más importante del mundo, nació en 1946 con el nombre de National Basket-ball Associaton. Once equipos disputaron la primera temporada (hoy son 30) y en sus primeros años sólo podían ser parte de ella basquetbolistas de piel blanca. Era una liga de blancos para un público blanco, con dueños blancos, entrenadores blancos y jugadores blancos.

¿Quiénes empezaron a cambiar esa lógica? Justamente los Globetrotters. En 1948, desafiaron a los Minneapolis Lakers y les ganaron en un duelo histórico en el Chicago Stadium. Un año después les dieron la revancha, cuando los Lakers acababan de consagrarse campeones de la NBA. Y nuevamente les ganaron.

Así, los blancos tuvieron que rendirse ante la evidencia y la NBA se abrió a los negros. Charles “Chuck” Cooper fue el primero en ser incluido en el draft; Nat Clifton fue el primer contratado y Earl Lloyd el primero en ingresar a un campo de juego. Todo en 1950, el mismo año del video que vimos de los Globetrotters en Francia anteriormente, y apenas cuatro años después de la creación de la NBA.

Desde entonces, la mayor cantidad de grandes estrellas de la liga son jugadores de raza negra. Entre ellos, dos que marcaron a fuego la década del 60 y que sentaron las bases de un juego que en EEUU se basa muchísimo en el trabajo del pivote, del hombre grande. Son Wilt Chamberlain y Bill Russell, sin dudas dos de los mejores pivotes de la historia.

Wilt Chamberlain había jugado en los Harlem Globetrotters antes de entrar a la NBA, en 1959. Desde ese año hasta 1966 fue goleador en siete temporadas consecutivas y tiene un récord increíble: llegó a convertir 100 puntos en un partido, en 1962, jugando para Philadelphia Warriors contra los New York Knicks. Esa temporada convirtió más de 50 puntos de promedio por partido. En toda su carrera, promedia más de 30 puntos y 20 rebotes.

Sus estadísticas son increíbles, tanto que aun hoy, 40 años después de su retiro, conserva 71 récords de la NBA. Sin embargo, no le alcanzó para ser campeón muchas veces. Sólo lo consiguió dos veces, en 1967 (con Philadelphia 76ers) y 1972 (con Los Angeles Lakers). Los motivos aparecen en el video: una y otra vez se cruzaban en su camino los Boston Celtics, donde estaba su contrafigura: Bill Russell.

Russell fue el primer jugador negro en ser elegido como el jugador del año en la NCAA (la principal liga universitaria de EEUU). Fue en 1955, jugando en San Francisco. Lo repitió en 1956 y desde allí saltó a la NBA con los Boston Celtics, donde fue campeón en 1957, 1959, 1960, 1961, 1962, 1963, 1964, 1965, 1966, 1968 y 1969. En total, fueron 9 títulos en 11 años. Y los últimos tres como jugador-entrenador, ya que en 1966 los Celtics lo nombraron DT, con lo que se convirtió en el primer entrenador negro de la historia de la NBA.

Antes de entrar a la NBA, además, integró la selección de Estados Unidos en los Juegos Olímpicos de Melbourne 1956, en los que consiguieron la medalla de oro. Nunca más volvió a ponerse la camiseta nacional, ya que eran años en los que quienes firmaban contratos en las ligas profesionales de EEUU estaban inhabilitados para jugar en cualquier selección nacional. La FIBA (cuyas siglas eran Federación Internacional de Básquetbol Amateur) no lo permitía y entonces el resto del mundo quedaba sin posibilidad de medir fuerzas con los mejores jugadores del mundo, como sin duda eran (y siguen siendo) los profesionales norteamericanos.

Sin necesidad de recurrir a ellos, Estados Unidos dominó el básquetbol en los Juegos Olímpicos, la única competencia internacional por la que demostraron real interés a lo largo de la historia. Con jugadores universitarios, ganaron la medalla de oro en 1936, 1948, 1952, 1956, 1960, 1964 y 1968. En 1972 perdieron la final en la definición polémica con la Unión Soviética, tan discutida que es el día de hoy que las medallas de plata están en el COI: nunca las retiraron, ya que siguen diciendo que les pertenece la medalla de oro.

Si con los universitarios dominaban el básquet internacional, nadie podía discutir el dominio de los profesionales estadounidenses. Por eso, aun sin medir fuerzas con jugadores de otras latitudes, nadie tenía dudas de que el básquet de la NBA era el mejor del mundo. En esa élite, Chamberlain y Russell fueron las grandes estrellas de la década del 60 (junto con otras como Oscar Robinson o Elgin Baylor), una época en que el dominio de los jugadores negros empezaba a quedar claro para siempre.

Para ese entonces, ya estaba claro al interior de Estados Unidos que había dos grandes polos de desarrollo en los que se formaban los basquetbolistas. Uno era por supuesto el básquetbol universitario, pero no era el único. También estaban los equipos viajeros y el playground, el básquet callejero norteamericano que se convirtió en una inagotable cantera de estrellas, al estilo de los potreros del fútbol sudamericano.

Muchas de las leyendas del playground fueron personajes que nunca salieron del gueto y que tuvieron una fama acotada a los suburbios (muy recomendable la serie de notas “Leyendas del playground” del español Gonzalo Vázquez en la página web de la liga ACB española). Jugando al básquet por dinero en la calle ganaban mucho más que jugando básquet profesional (en años en que la NBA ni por asomo tenía el peso económico de hoy) y por eso muchos nunca dieron el salto al profesionalismo. El que sí lo hizo y se transformó en un símbolo fue Julius Erving, el protagonista del siguiente video.

Julius Erving, o el Dr. J, fue el símbolo del básquetbol negro en los años 70 y el precursor del básquetbol espectáculo a partir de su estilo acrobático. En 1971 empezó su carrera en la ABA, luego de firmar un contrato por 500.000 dólares para jugar en Virginia Squires.

¿Qué fue la ABA? Con el nombre de American Basketball Asociation, fue la más importante competencia que tuvo la NBA en su historia. Nacida en 1967 y extinguida en 1976, fue una liga profesional de EEUU que se caracterizó por buscar el juego espectáculo. En esa búsqueda, introdujo el tiro de tres puntos antes que la NBA, creó el torneo de volcadas en su Juego de las Estrellas y utilizó un balón tricolor: fue azul, rojo y blanco, como la bandera estadounidense. Tras su disolución, 4 equipos fueron absorbidos por la NBA: San Antonio Spurs, Indiana Pacers, New Jersey Nets y Denver Nuggets.

El Dr. J fue la cara visible de esa liga, donde introdujo el básquet del playground, el básquet callejero de los negros de Estados Unidos. Hasta allí, el juego se desarrollaba como lo vimos en los videos anteriores: con los pies en el piso. Las acrobacias de los Globetrottrers en los 50, o el dominio de Chamberlain y Russell en los 60 no se basaban en su capacidad de salto ni en su habilidad en el aire. Si Chamberlain jugaba cerca del aro, que lo hacía, era por la prepotencia de sus 216 centímetros y 125 kilos.

Erving medía dos metros, pero marcó época por su plasticidad, capacidad de salto, dominio del cuerpo en el aire y capacidad para volcar la pelota. Su marcó a generaciones de afroamericanos que lo sucedieron y que en la actualidad dominan la NBA. Desde hace mucho que el básquet estadounidense está basado en la capacidad atlética de sus mejores jugadores, como LeBron James, Kobe Bryant, Dwight Wade, Carmelo Anthony y tantos otros. Todos los sistemas de juego apuestan a buscar el desequilibrio individual de sus estrellas, forzando situaciones de dos contra dos (el pickandroll como jugada principal) o de uno contra uno.

Ese estilo nació en los playgrounds de New York a mediados de los sesenta, donde por primera vez se vieron los vuelos espectaculares que terminaban en volcadas, tapones o alley oops. Desde allí se extendieron al básquet callejero de las principales ciudades del país (Chicago, Detroit, Los Angeles, Washington) desafiando la lógica del básquet blanco. Entre tantas películas de Hollywood dedicadas a este tema, una emblemática es White Men Can’t Jump (Los blancos no saben saltar), cuyo título es muy ilustrativo.

El desafío fue tomado en serio, tanto que la NCAA (la principal competencia universitaria de EEUU) prohibió las volcadas en 1967. Y aunque los afroamericanos se lo tomaron a risa, tuvieron que lidiar con esa reglamentación durante más de una década, ya que recién fue derogada en 1978. Lo cierto es que los negros ya habían puesto su sello en el básquet para siempre, primero en EEUU y luego en todas las competencias profesionales del mundo.

El básquet espectáculo que empezó a surgir en los años 70, se consolidó en los 80, década en que la NBA llegó a todo el mundo a través de la televisión. La mejora en las tecnologías y la aparición de la televisión por cable generaron un escenario propicio para que ello ocurriera. Sólo faltaban las figuras que hicieran posible la penetración cultural, pero eso nunca fue una carencia. Y en los 80 apareció otro de los más grandes duelos de la década, el que protagonizaron Magic Johnson y Larry Bird.

Si Julius Erving marcó con su estilo la década del 70, la siguiente fue la década de Magic Johnson y Larry Bird. De 1980 a 1989, en todas las finales de la NBA estuvieron los Lakers de Magic o los Celtics de Bird. Fue el gran duelo de esos años y la llave para vender el básquet de la NBA al resto del mundo.

El estilo de ambos marcaba claramente que el básquet había cambiado mucho de dos décadas a esta parte. Bill Russell, el histórico pivote de Boston en los 60, medía 2,07 metros y dominaba defensivamente la zona pintada. Bird medía 2,06 y Magic 2,05 y eran mucho más completos. Uno era un alero muy versátil, con un mortífero tiro de tres puntos y eficacia en todas las facetas del juego. El otro era un conductor, organizador de juego y artífice de la aparición del showtime, juego espectáculo basado en la presión defensiva y el veloz contragolpe.

Sus personalidades, además, eran ideales para generar un duelo. Uno era blanco y otro era negro, uno era hosco y otro simpatiquísimo, uno del Este y otro del Oeste, uno jugaba en una ciudad industrial y otro en la meca de Hollywood, pero también en los dos equipos más ganadores de la historia de la NBA. Entraron a la liga el mismo año, se habían enfrentado en una final del básquet universitario y fueron grandes amigos, pero también grandes rivales. Se enfrentaron tres veces en las finales de la NBA y su historia hubiera merecido varias películas, de no ser porque la realidad superó a la ficción.

Magic y Bird fueron los grandes íconos de la época en que la NBA empezó a llegar al resto del planeta a través de la televisión. Todavía eran años en que el básquet profesional estadounidense no competía internacionalmente con el resto del mundo: los jugadores que firmaban un contrato en esa liga, tendrían prohibido (de por vida) jugar en sus seleccionados nacionales. So lo hacían eran considerados profesionales, tal como les ocurrió (aunque por otros motivos), a los campeones del mundo de Argentina 1950.

Esa prohibición quedó sin efecto en 1989, y en 1990 por primera vez se permitió jugar a los NBA en torneos internacionales, en el Mundial que se jugó en Argentina. En ese torneo, sin embargo, EEUU concurrió con un seleccionado de basquetbolistas universitarios. Los mejores estadounidenses recién se pusieron la camiseta nacional en 1992, para los Juegos Olímpicos de Barcelona. Magic Johnson y Larry Bird estaban en ese equipo. Pero la máxima estrella era otra, el hombre que iba a dominar el básquet en la década del 90: Michael Jordan.

Si Magic y Bird fueron la llave para llevar el básquet de la NBA a todo el mundo, Michael Jordan fue la megaestrella que permitió su consolidación. Chicago Bulls, un conjunto mediocre que nunca había estado ni siquiera cerca de ganar un campeonato, se transformó en el equipo más popular del mundo, a partir de haber conseguido a Jordan en el draft de 1985.

Apenas llegado a la NBA fue comparado con Julius Erving y él nunca renegó de esa comparación. Al contrario, siempre dijo que el Dr. J era su ídolo. “El fue el primero”, repetía a la hora de hacer referencia a su estilo de gran volador. Pero además Jordan fue mucho más que eso. Fue dominante como Chamberlain, ganador como Bill Russell, dominaba las distintas facetas del juego como Bird y hacía a sus compañeros mejores, como Magic. Todo eso está plasmado en The Last Dance (El último baile) la serie que acaba de estrenar Netflix en las últimas semanas.

Los números de su carrera aparecen al final del  video y realmente impresionan. 10 veces fue el goleador de la NBA y nueve veces fue elegido en el mejor equipo defensivo del año. Cinco veces fue elegido el MVP (jugador más valioso) y seis veces fue campeón, en todas elegido como el mejor jugador de las finales. Y en dos etapas: 1991, 1992 y 1993 primero, 1996, 1997 y 1999 después. Si no se hubiera retirado en el medio, quizás hubiera igualado el récord de ocho títulos consecutivos de Bill Russell y los Boston Celtics.

Jordan además fue dos veces campeón olímpico con la selección de Estados Unidos. La primera cuando todavía era jugador universitario, en 1984. La segunda como parte del mejor equipo de la historia del básquet, el Dream Team de Barcelona 1992. Fueron dos equipos distintos, aunque ambos ganaron la medalla de oro invictos y arrasando a sus rivales. Pero fue el segundo el que estaba destinado a quedar en la historia para siempre.

Hasta 1984, Estados Unidos había ganado todos los partidos de su historia olímpica, excepto uno: la final de Munich 1972, cuando perdieron en la última pelota ante la Unión Soviética en un final súper polémico. En 1976 recuperaron la corona al vencer en la final a Yugoslavia, pero no se midieron con los soviéticos. Tampoco lo hicieron en los Juegos de Moscú 1980 (por el boicot de EE.UU.) ni en los Juegos de Los Angeles 1984 (por el boicot de la URSS). Recién se enfrentaron en los Juegos Olímpicos de Seúl 1988, cuando los soviéticos se impusieron en las semifinales a un seleccionado estadounidense universitario que tuvo que conformarse con la medalla de bronce.

Luego de esa afrenta, la NBA y la FIBA llegaron a un acuerdo y en la década de los noventa finalmente los mejores jugadores de EE.UU. pudieron medirse con el resto del mundo. El resultado fue inmejorable, con 11 miembros del salón de la fama en el plantel: Magic Johnson, John Stockton (bases), Michael Jordan, Clyde Drexler (escoltas), Scottie Pippen, Larry Bird, Chris Mullin (aleros), Charles Barkley, Karl Malone (ala-pivotes), Patrick Ewing y David Robinson (pivotes), quizás 11 de los 12 mejores jugadores del mundo, más el universitario Christian Laettner, para una campaña apabullante.

No todos los integrantes del Dream Team eran negros (Stockton, Bird, Mullin y Laettner eran de raza blanca), pero en este compacto aparece una pequeña muestra de su estilo. Y ese estilo es puro básquetbol negro. Ataques rápidos, volcadas, despliegue físico, espectáculo en cada movimiento (por cuestión de derechos, hay que verlo es ESTE LINK). Como los Globetrotters, no solo buscaban ganar sus partidos, sino que también querían demostrar que eran mucho más que sus rivales.

Vencieron 116-48 a Angola, 103-70 a Croacia, 111-68 a Alemania, 127-83 a Brasil, 122-81 a España, 115-77 a Puerto Rico, 127-76 a Lituania y 117-85 nuevamente a Croacia en la final. En todos los partidos superaron los 100 puntos y la menor diferencia fue de 32 puntos. Promediaron 117,3 puntos a favor y una diferencia de 43,8 puntos. Tenían internos que dominaban físicamente el juego, como Chamberlain y Russell. Tenían perimetrales saltarines, potentes y anotadores, como el Dr J. Y tenían las primeras figuras que el mundo empezaba a conocer desde la TV, con Magic, Jordan y Bird.

Desde entonces, los seleccionados de EE.UU. se conforman con jugadores de la NBA y a muchos se los ha calificado como Dream Team, pero ninguno alcanzó el grado de excelencia de aquel pionero de Barcelona 1992. En parte porque USA Basketball nunca volvió a reunir una constelación de estrellas semejantes. Y en parte también porque el resto del mundo comenzó a ver de cerca a las estrellas estadounidenses y logró acercarse.

En 2002, EEUU perdió por primera vez un partido con un seleccionado NBA, cuando cayeron contra Argentina en el Mundial que se disputó en Indianápolis y que ganó Yugoslavia. En Atenas 2004, Argentina volvió a dejarlos afuera en semifinales de los Juegos Olímpicos. Y cuenta la prensa estadounidense que si luego EE.UU. recuperó el dominio, le dan crédito a nuestra Generación Dorada en ese resurgimiento.

Si en Argentina alguna vez se discutió a Emanuel Ginóbili en su compromiso para integrar la selección nacional, en Estados Unidos lo consideran un ejemplo en ese sentido. Y en los últimos años, a imagen y semejanza de lo que hacía Argentina, comenzaron a mantener un cuerpo técnico estable y un núcleo de jugadores que se mantenga, buscando que el peso de lo grupal potenciara a las individualidades. Los norteamericanos siempre tuvieron estrellas, pero pocas veces consiguieron que esas estrellas se comprometieran para darle forma a un equipo.

RC Buford, el general manager de San Antonio, cuenta que vio ese sentido de equipo en el Mundial 2002, cuando Argentina le ganó a EE.UU. Y que no solo lo vio en la cancha, sino también fuera de ella, en la forma en que el grupo se comportaba como tal en el hotel o a la hora del almuerzo. Y asegura que cuando los Spurs sumaron a Manu, luego de ese Mundial, buscaban sumar ese sentido de equipo, que fue la clave para conformar uno de los mejores equipos del Siglo XXI.

San Antonio Spurs fue el campeón de la NBA en 2003, tras la primera temporada que Emanuel Ginóbili jugó en la NBA. Y volvió a serlo en 2005, 2007 y 2014. Lo hizo a partir de sus estrellas, con Tim Duncan y Tony Parker formando un tridente junto con Manu, pero por sobre todo a partir de su juego de conjunto.

No es casualidad que los Spurs hayan tenido mayoría de jugadores nacidos fuera de Estados Unidos en el armado de su equipo. Ginóbili era argentino, Parker francés y Duncan de Islas Vírgenes, pero también hubo brasileños, italianos, australianos, canadienses, eslovenos… Y es que, según ha confesado su DT Gregg Popovich, en los jugadores internacionales encuentra un estilo diferente al de los jóvenes estadounidenses. Y el juego de su equipo construyó a partir de eso.

San Antonio no tenía la espectacularidad ni la potencia física de conjuntos con figuras más jóvenes, pero a partir de su juego de equipo consiguió superar a los equipos que giraban alrededor de una estrella. A diferencia de casi todos los que se vieron en esta clase, no se construyo a partir de una figura dominante, sino a partir de pensarse como un verdadero equipo. Ese fue el camino que le permitió imponerse a quienes contaban con jugadores más desequilibrantes desde su técnica individual y su potencia física, de los que LeBron James es el caso más visible.

Ante equipos que tienen un clásico estilo del básquet negro norteamericano, los Spurs emplearon un estilo internacional, más ligado al básquet FIBA, a partir del pase, el manejo de los tiempos y la ocupación de espacios. Algunas de esas características saltan a simple vista en este último video. Y otras las vamos a ver en la próxima clase.

LECTURA PARA LA PRÓXIMA CLASE:

“Sueños robados. El baloncesto yugoslavo”, de Juanan Hinojo. LEER EN ESTE LINK

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