Teórico n° 5 – Natación Internacional
En el segundo capítulo dedicado a este deporte en las clases teóricas, haremos un recorrido por algunos de los nombres más destacados de la historia.
Hoy nos toca la segunda clase dedicada a la natación. Y si la semana pasada hicimos un recorrido por este deporte en Argentina, ahora nos toca mirar parte de su historia en el resto del mundo. El punto de partida será el texto “Historia de la natación II: desde el Renacimiento hasta la aparición y consolidación de los actuales estilos de competición”, escrito por Salvador Llana Belloch en colaboración con Pedro Pérez Soriano, Amalia del Valle Cebrián y Pablo Sala Martínez, que está disponible en ESTE LINK. Y como ya es clásico, iniciaremos viendo un video.
Así como la IAAF del atletismo fue fundada en el marco de los Juegos Olímpicos de Estocolmo 1912, la Federación Internacional de Natación (FINA) nació el 19 de julio de 1908, durante los Juegos Olímpicos de Londres. Desde entonces el cruce permanente entre estos dos deportes y la cita olímpica se torna inevitable, por lo que en la clase de hoy vamos a hacer una permanente referencia a ella.
Fueron ocho los países que estuvieron en la hora cero de la FINA: Alemania, Bélgica, Dinamarca, Finlandia, Francia, Gran Bretaña, Hungría y Suecia, y en enero de 2018 ya eran 209 las federaciones nacionales asociadas a la Federación que desde el año 2021, es presidida por Husain Al-Musalam de Kuwait.
En su creación, la FINA se fijó tres objetivos: 1) establecer reglas unificadas para la natación, los saltos y el waterpolo en los Juegos Olímpicos y otras competencias internacionales; 2) verificar los récords y confeccionar sus listados; 3) organizar y llevar adelante las competencias de natación de los Juegos Olímpicos.
En 2022 la FINA, adoptó el nombre de World Aquatics y tiene bajo su paraguas los siguientes eventos: natación (estilos libre, espalda, pecho, mariposa, “medley”, relevos y relevos mixtos, piletas olímpicas o piletas cortas), saltos (trampolín de 1 y 3 metros, plataforma de 10 metros, sincronizados de 3 y 10 metros, y mixtos y equipos), saltos de altura (de 20 metros para las mujeres y de 27 metros para los hombres), waterpolo (femenino y masculino), natación artística (solo, dueto, dueto mixto, equipos y combinación libre) y aguas abiertas (de 5, 10 y 25 kilómetros, y por equipos).
La natación ya estaba presente desde los Juegos de Atenas 1896, el waterpolo se sumó en París 1900 y en Saint Louis 1904 tuvieron su estreno los saltos. Los Ángeles 1984 fue el turno del nado sincronizado y, por último, en Beijing 2008 llegaron las competencias de aguas abiertas, el “maratón acuático”. En distancias más breves, las primeras competencias olímpicas también habían tenido jugar en el mar, y recién en Londres 1908 pasó a competirse en la pileta.
La FINA destaca en su página hitos de su historia y de sus disciplinas. Por ejemplo, en los Juegos de Estocolmo 1912 hubo por primera vez participación femenina en el agua. Y en 1922 el estadounidense Johnny Weissmuller fue el primer hombre que bajó el minuto en los 100 metros libre, marcando 58,6 segundos. Tal como cuenta Salvador Llana en el texto, fue quien impuso la técnica para nadar el estilo libre (el crol), e impuso un dominio abrumador en su época, como nos muestra el siguiente video.
Weissmuller tiene un lugar asegurado en cualquier listado de mejores nadadores de la historia. Campeón olímpico en los 100, 400 y 4×200 libre, y bronce en el waterpolo de París 1924, y oro en los 100 y 4×200 libre de Amsterdam 1928, a lo largo de su carrera estableció decenas de récords mundiales y su registro de los 100 libre de 1927 tuvo vigencia durante 17 años. Con su triunfo en los 100 libre de 1924, Weissmuller cortó la seguidilla de victorias de Duke Kahanamoku (1912 y 1920), con el tiempo conocido como el padre del surf moderno.
A nivel olímpico -única referencia importante de aquellos tiempos-, Weissmuller ganó mucho menos que los estadounidenses Mark Spitz o Michael Phelps. Sin embargo, contextualiza el Comité Olímpico Internacional (COI) en su reseña titulada “The First Superstar”, Weissmuller tenía un número limitado de eventos en los que competir, y ganó más de 50 títulos nacionales, donde no se le conocen derrotas. Por ello, y por la diferencia que establecía sobre sus contemporáneos, en muchos sitios es considerado como “el mejor nadador de todos los tiempos”. Y su fama creció años después, cuando alcanzó fama mundial como actor, ya que personificó a Tarzán en 12 películas.
Entre las mujeres, Gertrude “Trudy” Ederle se quedó con la medalla de oro en los 4×100 libre y bronce en los 100 y 400 libre de París 1924, los Juegos en los que se incluyó el estilo espalda en la rama femenina (en los varones, estaba desde 1900). Ederle fue la primera mujer que cruzó el Canal de la Mancha, y lo hizo con el mejor tiempo logrado hasta entonces: 14 horas y 34 minutos, según Olympedia. Como Weissmuller, forma parte del Salón de la Fama de la Natación. Y, como él, lo hizo en un tiempo en el que no eran tantos los estilos de competencia.
Además del estilo libre y espalda, en Saint Louis 1904 habían comenzado las pruebas del estilo pecho (que Salvador Llana llama en su texto “braza”), pero recién en Melbourne 1956 comenzaron las competencias de mariposa, al dividirse estos dos estilos. En esos Juegos, además, hizo historia el waterpolo, con el que seguramente sea el partido de mayor trascendencia en la historia de esta disciplina, la semifinal entre Hungría y la Unión Soviética.
Aquel encuentro de las semifinales se dio en plena invasión soviética a Hungría, en respuesta a los intentos “magiares” de escapar de la órbita de Moscú y el Pacto de Varsovia, en el marco del ascenso al poder del primer ministro Imre Nagy. Fue un cómodo triunfo húngaro, 4-0 el 6 de diciembre de 1956, paso previo a la segunda medalla de oro consecutiva, y cuarta en cinco Juegos Olímpicos. Los sucesos de Budapest y Melbourne llegaron al cine por medio del documental “Freedom’s Fury”, cuyo trailer se puede ver a continuación.
“A menos de dos minutos para el final, derrotado e irritado por las provocaciones rivales, el ídolo soviético Valentin Prokopov aplicó un puñetazo en el ojo derecho de Ervin Zádor. Los hinchas reaccionaron de inmediato y no agredieron a los jugadores soviéticos solo porque fueron contenidos por los policías […] La foto del rostro ensangrentado de Zádor, un joven de 21 años, recorrió el mundo”, cuenta el periodista brasileño Fábio Piperno en su libro Jogada política no esporte.
De Tokio 1964 la FINA rescata a la australiana Dawn Fraser, quien en la capital japonesa logró su tercer oro consecutivo en la prueba de los 100 metros libre, algo nunca conseguido hasta entonces por ningún nadador, y recién superada en 2016 por Phelps (cuatro oros consecutivos en los 200 metros estilos). Fraser fue medalla de oro en los 100 y en los 4×100 y plata en los 400 libre de Melbourne 1956; oro en los 100 y plata en los 4×100 libre y en los 4×100 estilos de Roma 1960; y oro en los 100 y plata en los 4×100 libre de Tokio 1964.
Considerada la mejor nadadora de velocidad de todos los tiempos, en 1962 fue la primera mujer que bajó del minuto en los 100 libre (59,9 segundos) y en su trayectoria logró unos 27 récords mundiales individuales y una docena en relevos. Incluso su palmarés pudo haber sido más amplio, pero durante los Juegos del 64 se robó una bandera del palacio del emperador japonés, lo que le valió un arresto y una sanción. Pero fue una gran estrella que puede verse en acción en el siguiente video.
Cuatro años después, en los Juegos de México 1968 se implementó el cronometraje electrónico. Y con la nueva tecnología de Omega, la estadounidense Debbie Meyer, de 16 años, ganó tres medallas de oro en los 200, 400 y 800 metros libre, convirtiéndose así en la primera nadadora en cosechar tres oros individuales. Además, entre 1967 y 1970 logró quince récords mundiales en 200, 400, 800 y 1.500 metros.
Más acá en el tiempo, los Juegos de Múnich 1972 fueron los del estadounidense Mark Spitz. En México 1968 había sido campeón olímpico en los relevos de 4×100 y 4×200 libre, plata en los 100 mariposa y bronce en los 100 libre. Pero en Alemania haría historia grande con siete medallas de oro, todas con récord mundial. Ganó los 100 y 200 libre, los 100 y 200 mariposa, los 4×100 y los 4×200 libre, y los 4×100 estilos; insuperable, hasta que llegó Phelps.
Spitz había sumado cinco medallas de oro en los Panamericanos de 1967 (100 y 200 mariposa, 4×100 y 4×200 libre y 4×100 estilos) y por ello se esperaba más de él en 1968 (de hecho, destaca el COI, predijo que ganaría seis medallas de oro). Sin embargo, a Múnich llegó como el mejor nadador del mundo, no defraudó y en ocho días logró las siete medallas en un Juego Olímpico.
Los Juegos Olímpicos eran hasta entonces la única competencia y referencia verdaderamente global de la natación. Hasta que en 1973 en Belgrado (Yugoslavia) se realizó el primer FINA World Championships, con natación, waterpolo, clavados y nado sincronizado; las aguas abiertas fueron incluidas recién en 1991.
Con 16 años, en Montreal 1976 estrenó su palmarés olímpico el estadounidense Greg Louganis, considerado el máximo saltador de todos los tiempos. Sexto en trampolín, fue plata en la plataforma de los 10 metros. No compitió en Moscú, debido al boicot estadounidense, y en Los Ángeles 1984 fue oro tanto en trampolín como en plataforma, al igual que en Seúl 1988. Y fue en la capital de Corea del Sur donde protagonizó uno de los momentos más dramáticos y a la vez emotivos de los Juegos Olímpicos.
Campeón mundial de plataforma en 1978, además de campeón mundial de trampolín y plataforma en 1982 y 1986, y campeón panamericano por duplicado en 1979, 1983 y 1987, su victoria más impactante fue la medalla de oro de trampolín en Seúl 1988. Es que se consagró campeón luego de haberse abierto la cabeza contra el trampolín en uno de sus saltos de la clasificación. En esta instancia preliminar, y con varios puntos de sutura, logró revertir aquel traspié y avanzó a la final como tercer clasificado. Al otro día se subiría al primer escalón del podio.
En esos mismos Juegos surcoreanos, y sin figurar en la línea de tiempo de la FINA, la alemana oriental Kristin Otto ganó seis medallas de oro -cuatro individuales-, quedándose a solo una del récord de victorias de Spitz. Se impuso en los 50 y 100 metros libre, los 100 mariposa y espalda, y los 4×100 libre y “medley”; o sea, fue campeona en tres estilos diferentes. Su cosecha de media docena fue un hito para la historia olímpica de las mujeres. Entre los mundiales de 1982 y 1986 sumó siete medallas doradas y dos de plata, siempre con variedad de estilos.
En tren de nombres propios, Barcelona 1992 fue el último Juego Olímpico del estadounidense Matt Biondi. Con once preseas, está cuarto en el medallero histórico de la natación, por detrás de Phepls, Spitz y Jenny Thompson (entre 1992 y 2004 ganó una docena, con ocho oros y dos platas en relevos), todos estadounidenses. Ganador de una dorada en los relevos de Los Ángeles 1984, Biondi intentó igualar a Spitz en Seúl: ganó siete medallas, pero no todas de oro. Fue campeón en los 50 y 100 metros libre, 4×100 y 4×200 libre y 4×100 estilos, y debió “conformarse” con la plata en los 100 mariposa y el bronce de los 200 libre. Fue dueño de récords mundiales y seis veces campeón del mundo.
Ya en 1991 habían sido reconocidos los récords en las llamadas piletas cortas, de 25 metros. Y en 1993 se realizó en Palma de Mallorca (España) el primer FINA World Swimming Championships (25m). El cordobés José Meolans fue campeón en la sexta edición, en Moscú 2002.
En Sydney 2000 debutaron en Juegos Olímpicos los saltos sincronizados y la competencia femenina del waterpolo. Y antes, en Atlanta 1996, la húngara Krisztina Egerszegi ganó su tercer oro consecutivo en los 200 metros espalda, prueba en la que se había impuesto ya en Seúl 1988 -con 14 años recién cumplidos- y Barcelona 1992. En la ciudad condal, además, fue oro en los 100 espalda y 400 “medley”; en los 100 espalda había sido plata en 1988, y en 1996 fue bronce en los 400 “medley”. Fue la segunda mujer, detrás de Dawn Fraser -100 libre- en ganar la misma prueba en tres Juegos Olímpicos consecutivos y, además, la primera en cosechar cinco oros individuales.
Y otro de los que tiene un lugar asegurado entre los destacados, y no es estadounidense, es el ruso Alexander Popov, considerado por muchos el mejor nadador de velocidad de todos los tiempos. Fue prácticamente imbatible en la década del 90, campeón olímpico de los 50 y 100 metros libre en Barcelona 1992 y Atlanta 1996, además de medallas de plata en relevos; fue campeón mundial en los 50 y 100 libre y plata en relevos en Roma 1994, campeón mundial en los 100 y plata en los 50 de Perth 1998; campeón mundial en los 50, 100 y 4×100 en Barcelona 2003.
Poco después de los Juegos de Atlanta Popov resultó gravemente herido de un cuchillazo en las calles de Moscú, ataque que comprometió su vida. Fue operado de urgencia y pasó meses de rehabilitación. Así y todo, cosechó éxitos en mundiales y en los Juegos Olímpicos de Sydney fue plata en los 100 libre. Y también compitió en Atenas 2004, ya con 32 años.
Hablando de “veteranos”, justamente en Atenas 2004 estuvo ausente la estadounidense Dara Torres, presente en los Juegos de 1984, 1988, 1992, 2000 y 2008. En estos últimos tenía 41 años y se convirtió en la nadadora olímpica de mayor edad. En total ganó doce medallas, tres por cada color, solo cuatro individuales: bronce en los 50 y 100 libre y 100 mariposa de 2000, y plata en los 50 libre de 2008.
En Sydney 2000 el nadador preferido de los locales era Ian Thorpe. Con 14 años había sido segundo en los 400 libre de los Pan-Pacific 1997, y al año siguiente había sido campeón mundial en los 200 y en los 400. En los Juegos australianos ganó tres medallas de oro -cinco en total-, aunque solo una individual: los 400 libre; fue plata en los 200. En los campeonatos mundiales de 2001 se impuso en los 200, 400 y 800, en los tres con récord mundial, y con tres oros en relevos se convirtió en el primero en sumar seis primeros puestos en una misma edición mundialista. En Atenas 2004 sumó cuatro medallas, entre ellas las de oro en los 200 y en los 400, y el bronce en los 100. Fue dueño de trece récords mundiales.
Y así culmina la era anterior al estadounidense Michael Phelps. Es que por la dimensión de sus logros y por la proximidad en el tiempo, es prácticamente imposible no ubicar al “Tiburón de Baltimore” en el primer lugar de cualquier listado histórico de la natación y, muchas veces, del olimpismo todo. En una época marcada por la polémica del uso de los trajes (a veces permitidos, a veces prohibidos), marcó un dominio único en la historia.
Con 15 años recién cumplidos, fue quinto en los 200 metros mariposa de Sydney 2000. Y en Atenas 2004 inició la cosecha de sus 28 medallas olímpicas, 23 de ellas de oro; a modo de referencia, entre 1924 y 2016 Argentina ganó 21 medallas doradas. Phelps descolló en estilo libre y mariposa. Sin embargo, su especialidad eran las pruebas “medley”, aquella que combina los estilos.
En Atenas 2004 se convirtió en el segundo atleta en ganar ocho medallas en un mismo Juego Olímpico, marca establecida por el gimnasta ruso Aleksandr Dityatin en Moscú 1980. Para Phelps fueron seis de oro -cuatro en eventos individuales- y un par de bronce. O sea, quedó una medalla de oro por debajo del récord de Spitz. Y no solo tendría revancha en Beijing 2008, sino que con ocho medallas, todas de oro -cinco individuales-, superó a Spitz. Su actuación en Londres 2012 fue un tanto más terrenal, con cuatro oros, dos platas y un cuarto puesto. Y retiro mediante volvió a competir en Río 2016, con cinco oros y una plata.
En campeonatos del mundo, Phelps logró 26 medallas de oro, seis de plata y una de bronce entre Fukuoka 2001 y Shanghai 2011. Otro estadounidense, Ryan Lochte, cosechó una docena de medallas entre los Juegos de 2004 y 2016, además de ser campeón mundial en 18 oportunidades. Cinco de sus medallas olímpicas fueron en relevos junto al “Tiburón de Baltimore”, entre ellas los cuatro títulos olímpicos consecutivos en los 4×200 libre.
A modo de cierre, la estadounidense Katie Ledecky, campeona de los 800 metros libre en Londres, Río y Tokio. En París 2024, la estadounidense llegó con 27 años y más de veinte títulos mundiales, para conquistar su noveno oro olímpico, al imponerse en la final con un tiempo de 8m11s04, y transformarse así en una de las deportistas más laureadas de todos los tiempos. Además en la capital francesa ya había ganado la dorada en los 1.500 libre, distancia en la que sigue invicta en su carrera.
Ledecky igualó el récord que ostentaba desde hace seis décadas Larisa Latynina, la ex gimnasta soviética, que acumuló nueve títulos olímpicos (además de 5 platas y 4 bronces) entre Melbourne 1956 y Tokio 1964. La nueva victoria le permitió a la estadounidense posicionarse como la máxima dueña de oros de la natación femenina de su país, mejorando la marca de su compatriota Jenny Thompson.
En los juegos parisinos se convirtió en la nadadora de cualquier nacionalidad con más medallas olímpicas, superando lo hecho por Thompson, Dara Torres y Natalie Coughlin con 14 preseas.
Y todo ello con una técnica que siempre es estudiada por sus rivales, aunque poco imitada.
LECTURA PARA LA PRÓXIMA CLASE:
“Boxeo: los puños de la Nación”, de Eduardo Archetti LEER EN ESTE LINK