Page 3 - 12- El lenguaje como herramienta de inclusión
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te el año 2010 se sancionó la Ley de Matrimonio Igualitario
(Ley 26.618) y dos años más tarde, en 2012, se promulgó la
Ley de Identidad de Género (Ley 26.743), ambas destinadas a
garantizar derechos y a reafirmar y profundizar las políticas de
igualdad de género en todo el país.
Entonces, si el uso del lenguaje inclusivo se potenció en el con-
texto actual, caracterizado por procesos sociales y culturales,
por cambios de paradigmas transformadores y por normativas
vigentes que tienden a la construcción de una sociedad más jus-
ta e igualitaria ¿Por qué no utilizarlo en las aulas?
Emilia Storani en el artículo “Las cosas por su nombre”, men-
ciona: “...Si cambiamos los modos de dirigirnos a esos otros, si
nos enteramos cómo autoperciben su género y lo ponemos en
práctica a la hora de escribir, y si comprendemos cómo transita
la vida cada persona, posiblemente aportemos a una sociedad
fundada sobre el principio de igualdad” (Storani, 2017, p.24).
Es importante entender que cada persona tiene su historia, su
contexto (tanto personal como social), sus costumbres, sus sa-
beres, sus subjetividades y sus prácticas y asimismo, el respeto
por cada uno de estos aspectos también hace al respeto de sus
identidades.
La utilización del lenguaje no sexista dentro de las aulas es
una herramienta que garantiza el respeto a la identidad y a la
inclusión.

Incluir como herramienta para la permanencia

La inclusión social en el ámbito educativo contribuye a la
permanencia de les estudiantes en los espacios que les darán
oportunidades no solo para cumplir con sus proyectos perso-
nales sino también para transformar sus vidas.
Es por ello que se vuelve fundamental aplicar todas aquellas
herramientas que contribuyan a construir espacios propicios
en donde se respeten sus derechos y se lleven a cabo políticas
de no discriminación
En “El núcleo duro de la deserción”, Rossana Viñas sostuvo
que “la inserción educativa es la inserción social, de ahí la im-
portancia de pensar acciones que impliquen trabajar en los
dos sentidos” (Viñas, 2015, p.74).
Es imposible (y errado) pensar los espacios educativos de ma-
nera aislada respecto a los contextos políticos, sociales, eco-
nómicos y culturales que los atraviesan. Por lo contrario, es

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