Page 2 - La poesía es un arma cargada de futuro. Mónica Caballero
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ias lo que no impide que cada uno de nosotros, en la niñez, Leer para conocer y conocerse
en la adolescencia y aún adultos, hayamos caído sin darnos
cuenta, pero con disimulado placer, por el hueco de una fic-
ción.
Eso que le ocurrió “al famoso hidalgo Don Quijote de la Man-
cha” con los libros de caballería, “que se pasaba la noche le-
yendo de claro en claro, y los días de turbio en turbio”.
Si “del mucho leer y poco dormir al hidalgo se le secó el ce-
rebro y perdió el juicio”, los millones de lectores que sumó el
libro de Cervantes en cuatro siglos, sin llegar a enloquecer, re-
vivieron su experiencia. Es decir que, como al hidalgo, a uno
“llenósele la fantasía de todo aquello que leía en los libros”,
con el resultado de que “para él no había otra historia más
cierta en el mundo”.
De ahí, aquella sensación curiosa, como la de soñar y vivir el
sueño, aún a sabiendas de que uno lo sueña. Ese estado segun-
do que, con los ojos abiertos, se repetirá cada vez que la ficción
logre derribar los muros que la razón le opone.
¡Qué maravilla pasarse de la parada, de la estación, atrapados
por una novela! O esa sensualidad de retardar la lectura para
que el libro no se termine, para evitar que nos devuelva a la
realidad.
¿Qué libro? Cualquiera, el que uno calce. Porque hay libros
para todos, sin distinción de sexo, de clase, de edad. Y cuando
digo libro por supuesto que no me refiero al soporte: del pa-
piro al texto conectado la relación con el continente y el con-
tenido es la misma. La textura del pergamino, la belleza de
las iluminaciones de un incunable, la rareza de una primera
edición serán equivalentes, para otros, al fetichismo de un ar-
tilugio electrónico.
Se ha hablado mucho -desde la nueva pedagogía- de que la
enseñanza debe ser, para el destinatario, un “aprendizaje sig-
nificativo”.
Por ejemplo, un libro de lectura que sólo cuenta cosas que
ocurren en Buenos Aires urbano, sería inadecuado en manos
de chicos que viven en un entorno rural.
Es un punto de vista, y puede apoyarse pedagógicamente en
una u otra teoría. Y hasta puede ser válido cuando se trata so-
lamente de un manual. Pero si la ficción se cruza, las cosas se
complican. El libro es un producto anárquico. Básicamente,
unos cuadernos y un par de lápices bastan para escribir una
nueva Guerra y Paz. Filmarla en cambio sería otro cantar: pro-
70 | Letras
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