Page 3 - Número 6 | Revista Letras
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manera, los grandes cambios culturales vividos en el siglo XX
nacen de brotes de rebeldía contra un estímulo ajeno a estos
sectores pero que atenta contra su bienestar. Este estímulo no
es necesariamente un empujón hacia algo mejor, sino que es
llevar las cosas al límite para cambiar.
El siglo XX comenzó de la peor manera para este sector, ya
que la lucha entre las grandes potencias de la época (Estados
Unidos, Unión Soviética, Alemania, entre otros) derivó en dos
guerras mundiales con alrededor de 60 millones de personas
muertas y la ruptura de la institución social más importante,
la familia, la cual dejó de ser una estructura compuesta donde
cada actor cumplía su rol.
La pérdida de poder adquisitivo de las familias debido a la baja
en la economía posguerra dio lugar a que la mujer saliera del
hogar y fue parte del grupo de los asalariados, teniendo que
dividir el trabajo hogareño y decidir por su futuro, relegando,
en parte, el poder que tenía la figura paterna que decayó junto
con la estructura patriarcal por el cual estaba sostenida.
Los cambios que experimentó la familia hicieron surgir, lo
que Eric Hobsbawm denominó “una cultura juvenil en una
sociedad de adultos” (1994: 308) dándole un espacio social y,
por sobre todo, comercial. De esta manera, se convirtió en un
agente impulsado por los fabricantes de bienes de consumo,
ya que un bienestar económico le proporcionaba cierta auto-
nomía con respecto de los adultos.
Ahora bien, una vez que los jóvenes comenzaron a tener cierta
independencia de los adultos empezaron a movilizarse contra
ciertos hechos que intervenían directa o indirectamente con
ellos. Pensemos en fenómenos masivos como el hippismo,
surgido en los Estados Unidos a finales de la década de los
sesenta a modo de protesta por la Guerra de Vietnam (1955 a
1975), en donde el lema “amor, drogas y rock and roll”, se so-
breponía al discurso imperialista de ese momento. De la mano
de ello vino el fenómeno mundial del rock como una forma de
expresión revolucionaria y confortativa.
Salvador Allende hablaba de esto en 1972 y afirmaba que “ser
joven y no ser revolucionario es una contradicción hasta bioló-
gica; pero ir avanzando en los caminos de la vida y mantenerse
como revolucionario, en una sociedad burguesa, es difícil”. Un
ejemplo muy claro también lo es Cuba y las adversidades que
tuvo y tiene que pasar desde que su revolución triunfó y pudo
liberarse de una dictadura funcional al capitalismo.

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