Page 3 - Número 6 | Revista Letras
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cultad de Periodismo y Comunicación Social de la Universidad
Nacional de La Plata, sobre los baños “de uso común”, don-
de la fundamentación puso en manifiesto que el “baño de los
hombres” y el “baño de las mujeres” solo hacía que otros com-
pañeros quedaran por fuera, siendo parte de la otredad.
En este sentido, la lectoescritura es una gran arma para com-
batir la discriminación. Es uno de los tantos modos de comu-
nicarnos, y la comunicación por definición es lo más próximo a
nuestro alcance. Según la investigadora Florencia Saintout, “la
comunicación dejó de ser una cuestión de técnica, de medios
como instrumentos, para transformarse en dimensión consti-
tutiva de las prácticas sociales” (2007: 147).
Tal es así, que esta práctica social de leer y escribir, de inter-
cambiar, de aprender y enseñar, puede ser una trinchera para
pensar la transformación de la realidad que nos importa hoy:
la no discriminación de las diferentes identidades en nuestro
país, donde, si bien hemos sido motor de otros países para
sancionar leyes similares, la igualdad legal poco tiene que ver
con la igualdad real.
En este camino, la incorporación de “las” para llamar a un gru-
po de personas diverso, ha sido el modo de contener una situa-
ción cuando reconocemos que “los” solo identifica a la identi-
dad masculina. Entonces, “los y las” o “todos y todas”, entre
otras, son menciones posibles. Ahora bien, ¿quiénes quedan
por fuera de esto? Todas las demás identidades mencionadas
anteriormente como son por ejemplo las personas trans (no
siempre identificadas con uno de estos dos géneros).
En los últimos años, también se han utilizado otras formas: la
incorporación de “@” o “x” para sustituir la “a” o la “o”, han
solucionado problemáticas respecto del respeto por la diversi-
dad en lo que refiere a la lectura y escritura. Aunque de todas
formas sepamos que a dichas identidades vulneradas no les
modifican su cotidiano estas nuevas incorporaciones, ya que
son discriminadas por gran parte de la sociedad, posiblemente
sean para algunas personas, el puntapié para preguntarse al
menos, qué significan.
También existe la alternativa del uso de la “e” sustituyendo las
letras que refieren a los sexos de masculino-femenino. Lo com-
plejo de todos estos nuevos usos que responden a la bandera
de la inclusión y la transformación de las prácticas culturales,
es la imposibilidad de hacer uso de ellos en textos académicos,
de investigación, cartas formales y otros.

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