Page 4 - Predicando sujetos. Griselda Casabone
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dNeagdéanevraocaesmsbóilaorpdreomblaesmiaadodesilsaes pmieunjesraeqsu”.e la violencia Predicando sujetos
(Posteo de Facebook)
La última y furiosa dictadura que padeció el país cercenó el
uso de la palabra pública. El terror de hablar, compartir, escri-
bir, opinar. Quemar o esconder libros y palabras, y con ellos,
pensamiento. Un largo y penoso paréntesis en el que se puso
en suspenso el ejercicio ciudadano del libre uso de la palabra.
Los 90 acrecentaron este proceso a través de mecanismos más
sutiles pero no por ello menos dañinos. Explotan los medios y
los mensajes pero se vacían de contenidos: la historia ha lle-
gado a su fin. Ahora es el mercado el que impone el discurso:
consuma, compre, olvide, disfrute, no hay nada fuera del capi-
talismo. El sujeto es aislado, el pensamiento se aligera, todo es
fugaz; el civismo se fragmenta, una nueva violencia se instala:
la de la supervivencia.
-mu“ná@as safulrleaárn.tceSkudsp2eo0an:terSeeavlimgmoiirqeaunaetoln”eo.speenjcouyenstornar,íseu, liadesnotnirdiasad veas
(Tuit por la Identidad)
Nuestro presente es azaroso, seguramente; caótico, diagnosti-
carán los agoreros. Tal vez siempre lo ha sido. Lo cierto es que
husmeando un poco, revolviendo un poco la superficie de los
mensajes, los nuevos dispositivos tecnológicos van habilitan-
do, no sin tensiones y arduas negociaciones, formas de recons-
titución de lo colectivo, nuevos discursos. Tal vez fuera nece-
sario llevar el sujeto a su mínima recorte –replegate, contate,
mostrate- para que de esa sustantividad reducida, aplastada,
desde los relatos (de lo) mínimo(s) comenzaran a resurgir las
conexiones de la red social fracturada por los autoritarismos
de diverso signo, durante tanto tiempo.
Porque como efecto secundario, seguramente no planificado,
del medio de la red, del corazón de esta babel de intimidad que
(se) grita, se erigen nuevos foros, foros que como en los oríge-
nes de la democracia, comienzan a encauzar estas intimidades
según gustos, intereses, necesidades, y construyendo, lenta,
casi imperceptiblemente, la compleja trama de lo colectivo, la
polis cibernética.
102 | Letras
(Posteo de Facebook)
La última y furiosa dictadura que padeció el país cercenó el
uso de la palabra pública. El terror de hablar, compartir, escri-
bir, opinar. Quemar o esconder libros y palabras, y con ellos,
pensamiento. Un largo y penoso paréntesis en el que se puso
en suspenso el ejercicio ciudadano del libre uso de la palabra.
Los 90 acrecentaron este proceso a través de mecanismos más
sutiles pero no por ello menos dañinos. Explotan los medios y
los mensajes pero se vacían de contenidos: la historia ha lle-
gado a su fin. Ahora es el mercado el que impone el discurso:
consuma, compre, olvide, disfrute, no hay nada fuera del capi-
talismo. El sujeto es aislado, el pensamiento se aligera, todo es
fugaz; el civismo se fragmenta, una nueva violencia se instala:
la de la supervivencia.
-mu“ná@as safulrleaárn.tceSkudsp2eo0an:terSeeavlimgmoiirqeaunaetoln”eo.speenjcouyenstornar,íseu, liadesnotnirdiasad veas
(Tuit por la Identidad)
Nuestro presente es azaroso, seguramente; caótico, diagnosti-
carán los agoreros. Tal vez siempre lo ha sido. Lo cierto es que
husmeando un poco, revolviendo un poco la superficie de los
mensajes, los nuevos dispositivos tecnológicos van habilitan-
do, no sin tensiones y arduas negociaciones, formas de recons-
titución de lo colectivo, nuevos discursos. Tal vez fuera nece-
sario llevar el sujeto a su mínima recorte –replegate, contate,
mostrate- para que de esa sustantividad reducida, aplastada,
desde los relatos (de lo) mínimo(s) comenzaran a resurgir las
conexiones de la red social fracturada por los autoritarismos
de diverso signo, durante tanto tiempo.
Porque como efecto secundario, seguramente no planificado,
del medio de la red, del corazón de esta babel de intimidad que
(se) grita, se erigen nuevos foros, foros que como en los oríge-
nes de la democracia, comienzan a encauzar estas intimidades
según gustos, intereses, necesidades, y construyendo, lenta,
casi imperceptiblemente, la compleja trama de lo colectivo, la
polis cibernética.
102 | Letras
