Page 5 - El desafío de la gráfica. Luis Rivera
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estilo único de escritura. Una mera descripción informati-
va, como si se tratara de una mera acumulación de datos fríos
y objetivos, carecerá de atractivo y quedará fuera del escenario
que domina la cuestión mediática de estos tiempos: posicio-
namiento ideológico, postura política, creación de agenda, in-
terpelación a los poderes fácticos y formales, modificación de
conductas sociales. Por el contrario, un texto cargado de ele-
mentos decorativos y de excesivo enfoque en la trama del mis-
mo, perderá la efectividad del factor noticioso y carecerá de un
atractivo indispensable en el público consumidor de noticias.
Es en la síntesis entre estas dos formas que podría encontrarse
un camino que le permita a la gráfica subsistir en tiempos de
pronósticos sombríos sobre su futuro. La prensa escrita, en
sus diversas variantes, significa lectura. Y la lectura conlleva
tiempo. Y si hay tiempo, es imprescindible que haya qué leer.
Por eso la gráfica periodística de estos tiempos debe convertir-
se, indefectiblemente, en un escenario de producción de textos
que merezcan ser leídos. Con contenido informativo, pero con
desarrollo de ideas. Con la dosis indispensable de elementos
noticiosos, pero con el necesario aporte de la contextualiza-
ción y la opinión. Son tiempos de medios de comunicación que
juegan mucho más que una primicia, un dominio informativo
o un liderazgo económico. Y en ese contexto, los periodistas,
los informadores, no pueden prescindir del rol que les compe-
te y que no es otro que aceptar las reglas de juego y construir
un discurso que conjugue estos dos elementos.
Como dice Mar de Fontcuberta, “a pesar de todas las presio-
nes, que las hay, y de todas las rutinas, que existen, la función
fundamental del periodista sigue siendo la de informar, inter-
pretar y analizar lo que ocurre, no la de vender información
como si de zapatos se tratase” (1993:36).
De eso se trata, de seguir haciendo periodismo. Y en términos
gráficos, de escribir, de lanzarse al maravilloso oficio de com-
binar palabras e ideas para construir lenguaje periodístico.
Pero en esta historia, el informador no está solo. Pertenece a
un medio, a una empresa que lo presiona y lo condiciona. Que
le marca una línea y le dice por dónde ir. Sin embargo, en ese
sentido, lo que está en discusión es lo ideológico y no la forma
de encarar un discurso.
En lo estrictamente técnico, hay un debate por asumir y que es
el desafío planteado. Se trata de cómo escribir, en definitiva.
Nada más y nada menos. A contrapelo de la rapidez y de la

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